Nació en Kūfa entre finales del siglo VIII y principios del IX, en el seno de una familia aristocrática de la tribu de Kinda. Según algunos autores estuvo emparentado con los califas Al-Maʼmūn y Al-Muʻtaṣim, bajo cuyo patronazgo disfrutó de una privilegiada posición social y cultural. Cayó en desgracia durante el califato de Al-Mutawakkil, muriendo solo en Bagdad alrededor del año 870. Su trabajo intelectual abarcó todas las ciencias cultivadas en su época, así como algunas técnicas, excepto la alquimia, a la que consideraba un fraude. La relación de sus obras (más de doscientas y casi todas perdidas) está recogida en <i>Kitāb al-Fihrist</i> de Ibn Al-Nadīm, <i>Taʼrīj al-ḥukamāʼ</i> de Al-Qiftī, y <i>ʻUyūn al-anbāʼ</i> de Ibn Abī Uṣaybiʻa. Recibió el título de Faylasūf al-ʻarab (el filósofo de los árabes), por haber hecho la primera formulación del pensamiento filosófico islámico. Su pensamiento se guiaba por la idea de una concordancia fundamental entre la investigación filosófica y la revelación profética. El estudio de la filosofía le llevó a interesarse por las traducciones de textos griegos al árabe. Aunque no se le puede considerar traductor, se hizo rodear (en el ámbito de Bayt al-Ḥikma) de numerosos estudiosos y traductores cristianos, creando lo que en los últimos años se ha llamado el “Círculo de Al-Kindī”. Su labor consistió en el patrocinio de esos traductores y la corrección de las traducciones en lo referente a los términos árabes que planteaban dificultades. En ese círculo se tradujeron obras como la Teología de Aristóteles, la Geografía de Ptolomeo y una parte de la Metafísica de Aristóteles.