Porque el viernes santo vido á su amiga hazer
los nudos de la pasion en un cordon de seda
Gran belleza poderosa,
A do gracia no esquivó,
Destreza no fallesció;
Hermosa que tan hermosa
Nunca en el mundo nasció:
Oy mirándoos a porfia
Tal passion passé por vos,
Que no escuché la de Dios
Con la ravia de la mia.
Los nudos que en el cordon
Distes vos alegre y leda,
Como nudos de passion,
Vos los distes en la seda,
Yo los di en el coraçon;
Vos distes los nudos tales
Por nombrar a Dios loores,
Yo para nombre de amores;
Vos para sanar de males,
Yo para crescer dolores.
Letra
Venida es, venida
Al mundo la vida.
Venida es al suelo
La gracia del cielo,
A darnos consuelo
Y gloria complida.
Nacido ha en Belen
El ques nuestro bien:
Venido es en quien
Por él fué escogida.
En un portalejo,
Con pobre aparejo,
Servido de un viejo
Su guarda escogida.
La piedra preciosa,
Ni la fresca rosa
No es tan hermosa
Como la parida.
Venida es, venida
Al mundo la vida.
[p. 57] Otra suya
Que en ti só yo vivo,
sin ti só cativo;
Si meres esquivo,
Perdido seré.
Si mal no me viene,
Por ti se detiene.
En ti me sostiene
Tu gracia y mi fe.
Amor no me dejes,
Que me moriré.
Quel quen ti se ceba,
Que truene, que llueva,
No espere ya nueva
Que pena le dé.
Que aquel que tu tienes
Los males son bienes,
A él vas y vienes
Muy cierto lo se.
Coplas al mundo, de Hernán Mejía de Jaén
Mundo ciego, mundo ciego,
Lleno de lazos amargos,
Cuando tienes más sosiego
Lanzas más leña en el huego
Para muchos años largos,
De do resquiebran centellas
De crudo huego rabioso.
¿Quién es que huya daquellas?
No sé quién escape de ellas
Pequeño ni poderoso.
¡O sordo són dolorido
De tristes bozes crueles,
Cuyo retinto y sonido
Atruena todo sentido
A los más firmes fieles;
Cuyo espanto da dolor,
Dolor de espanto mortal,
Mortal pesar y temor,
Temor de bravo tristor,
De rabia muy desigual!
Do resultan turbaciones
Y causas desordenadas,
Mancillas, tribulaciones
Tan altas alteraciones
Que en el cielo dan voladas
[p. 58] En una desacordanza
De discordia firme, fuerte
Donde no siento esperanza,
Gobernando tu mudanza
Las leyes de falsa suerte.
¡Oh juicios soberanos
Y justas persecuciones,
Pecados de los humanos,
Engaños, vicios mundanos,
Peligrosas ocasiones!
¿Dó la fe, dó la verdad,
¿Dó la paz, dó la mesura?
¿Qué se hizo caridad?
¿Dó la mansa piedad,
Dó justicia, dó cordura?
¿Dó los reinos bien regidos,
Dó los buenos regidores,
A dó los sabios sabidos,
A dó los malos punidos,
A dó los buenos señores?
¿A dónde los buenos reyes,
Dónde los buenos perlados,
A dó pastores y greyes?
¿Dónde están las buenas leyes?
¿Dó castigan los pecados?
¿Dó los buenos religiosos?
¿A dó leales cibdades?
¿Dónde están los virtuosos?
¿A dónde los vergonzosos?
¿A dó los limpios abades,
A dó buenos caballeros,
Dó buenos guerreadores,
A dó nobles escuderos,
A dó los sabios guerreros,
A dó simples labradores?
¿Qué son de grandes servicios?
¿Dónde están los galardones,
Oficiales, los oficios,
Los loables ejercicios,
Las honras, los ricos dones?
¿Ques de los grandes amigos?
¿A dónde amores seguros?
[p. 59] ¿Dó los claros enemigos?
¿A dó fallecen mendigos?
¿Dónde valen fuertes muros?
¿Ques de la gran fortaleza
De las cavas mucho hondas?
¿Qué se hizo la franqueza?
¿Dónde está la gentileza?
¿Dó los truenos do las hondas?
¿A dó los dorados techos?
¿A dó los grandes tesoros?
¿Qué se han hecho grandes hechos,
Artificios, los petrechos?
¿Dó las guerras de los moros?
¿Dónde están buenos consejos?
¿A dó los consejadores?
¿Dónde están prudentes viejos?
¿A dó los justos parejos?
¿Qué se han hecho los mejores?
¿Qué se hizo gran secreto?
¿Ques de la buena intinción?
¿Dó lo blanco sin lo prieto,
Lo simple, lo muy perfecto?
¿Ques daquel gran corazón?
¿Los justos comedimientos,
La tempranza, la prudencia,
Los buenos ofrecimientos,
Los firmes altos cimientos,
El honor, la reverencia,
La bien dispuesta salud,
La muy entera bondad,
La floreciente virtud,
Sabidora senitud,
Limpieza de voluntad?
¿La dotrina, la costumbre,
La muy antigua nobleza,
Señorío, servidumbre?
¿Qué se hizo aquella lumbre
De hidalguía y pureza?
¿Dónde está la devoción,
Los expresos mandamientos,
La dulce conversacion,
La muy santa confision,
El amor, los sacramentos?
[p. 60] ¿El amargo arrepentir
De los jamás penitentes,
Los remedios del morir?
¿Ques del cristiano vivir
Tiempos pasados presentes?
¿A dó la gran esperanza?
¿A dó la gracia del cielo?
¿Dónde la justa balanza?
¿A dó la buena crianza?
¿A dó la cara sin velo?
¿Los muy humildes letrados,
Que son vasos de la ciencia,
Los temidos, los amados
Alcaldes justificados?
¿Ques de la buena conciencia?
¿A dó la seguridad,
Dó las gracias del bien hecho?
¿Dónde está la libertad,
Dó la humana humanidad,
Dó las leyes, dó el derecho?
Antes que viniesen los males de Roma mostraronse ciertas señales las cuales recuenta aquí trayendolo a consecuencia que en no ver virtudes en las gentes son señales de nuestra perdición
Estas son ya las señales,
Si los sinos no son vanos
Y cuerpos celestiales,
Como cuando aquellos males
Del pueblo de los romanos.
Ya se muestran las estrellas
Inotas, desconocidas,
El cielo con sus querellas,
Lanzando de sí centellas
De flamas muy encendidas.
Los eclibses, las cometas,
Las hachas volando en flamas,
Las estrellas netas-netas,
Las figuras imperfetas,
El pino ardiendo sus ramas
Los canes dieron ladridos
Caríbdis se levantó:
La firme tierra trimió:
[p. 61] Por el dessierto sonó
Grandes golpes y ruidos.
Los Alpes se removieron,
Las cumbres con sus collados:
De los templos se cayeron
Las ricas donas que dieron
A los dioses adorados.
Las imágenes lloraron
Con su divinal figura;
Aves noturnas volaron;
Las bestias inusitaron
Las selvas de su natura.
En los sepulcros cubiertos
Gimieron y se quejaron,
Por unos modos inciertos,
Con tristes voces los muertos,
Y las brutas murmuraron.
Diversamente parieron
Mujeres hijos extraños;
Por estas causas sintieron.
Cómo a la postre vinieron
Tantos males, tantos daños.
Como cuando quien navega
Sin prudentes pensamientos
Muy prestamente le llega
La furia de la refreega
De los rebatosos vientos;
Cuya gran celebración
Pone tan gran desatino
En consejo y corazón
Del marinero y patron
Que no saben dar camino.
Así las cosas presentes
Me pusieron sobresalto,
Recelando las ausentes,
Contrayéndome las mientes
De tan peligroso salto.
Tal a osadas me pararon,
Cuando tales males ví,
Mis sentidos, y dejaron,
Que huyeron y robaron
El flaco seso de mí.
[p. 62] Quebrantando no sin males,
Con el sentir afregido
De penas muy principales,
Estas obras temporales,
Déjanme sin buen sentido
Sintiendo lo que no siento
Sentir con enmienda alguna
Por aquel gran desaliento
Donde nunca puso tiento
La fuerza de la fortuna.
Aplica esta obra a Juan Álvarez, para que responda por el Mundo, y diga donde están estas virtudes y cosas perfectas que solía haber, y agora no las halla
Como el físico al doliente
Con cuya vista repara,
Como el mudo al elocuente,
Como el simple al muy prudente
Se recorre y se declara,
Así mi gran inorancia
Viene con gesto quïeto,
Con la su misma distancia,
Ante la gran abundancia
De vuestro saber perfecto.
Cabo
Pues el mundo no responde
Y le veo ciego y mudo,
Bien es que su falta abonde
Donde tanto mal sesconde.
Cumplamos con este nudo,
Y cerrad vos sin baraja
Las fuerzas deste proemio,
Recorriendo a la ventaja
Ante quien es una paja
Mi saber con vuestro premio.
Respuesta de Juan Álvarez Gato
Tornar del mancebo viejo,
Hacer del simple discreto,
Pedir al rudo consejo,
Cotejarse antell espejo
[p. 63] El que es blanco con el prieto,
Excusado debe ser.
Menos devo trabajarme,
Segun mi flaco saber,
En pensar de responder,
Ni vos, señor, preguntarme.
Prosigue, y invoca a Hernan Mejía
Pues si hago mudamiento,
Aquesto solo me atreve
Cumplir vuestro mandamiento,
Que de turbio y mancillento
Tornará como la nieve;
A cuyo favor invoco
Que haga de mí tal troque,
Que torne mucho mi poco,
Supliendo lo que no toco,
Porque nadie no me toque.
Compara y muestra el temor que de los discretos lectores tiene
Bien como el que quiere entrar
Do se espera el gran despojo
Sin armas a pelear,
A causa de recelar
Porque ve la muerte all ojo;
Así mi seso sapaga
Con mis sentidos menguados,
Sin saber de sí qué haga,
Recelando la rezaga
De los sabios estimados.
Como la causa le da osadía
Pues el más sano consejo
Callar serie como mudo;
Que no es buen seso de viejo
En el muy alto consejo
Poner quistiones el rudo.
Mas la causa y su favor
Ques dabundoso natío,
Hace perder el temor,
Da vigor al sin vigor
Mísero sentido mío.
[p. 64] Esta ruega y me convida
Y hace que me concierte,
Mueve mi mano dormida,
Hace mi lengua sabida,
Torna de lo flaco fuerte;
No podiendo, da poder;
Préstame esfuerzo y deseo;
Esta me hace mover,
No hablando por saber,
Mas diciendo lo que veo.
Invoca a Dios, rogándole que desta obra se saque emienda de los vicios que reinan
Para dar principio a la obra habla con el Mundo, y pregúntale dónde están las virtudes, y por qué las deja
Responde por el Mundo, y habla con él, y muestra la causa por qué son las obras buenas y las virtudes olvidadas y perdidas
Escucha, ciego diré
Por qué son tales baldones.
¿Quiés saber, mundo, por qué?
Porquel calor de la fe
[p. 65] Se resfria en los corazones,
Y porque los más mirados
Que tenemos entre nos,
Andan muy desacordados,
Zahareños, revesados
De temer y amar a Dios.
Que ya ninguno no piensa
Ni teme la disciplina,
Ni se siente déll ofensa:
Essos tienen más reprensa,
Los que habien de dar dotrina.
No buscan cavas seguras,
Mas enridan cien mill males,
Socavando por figuras,
Como traigan coyonturas
Sus modos interesales.
Los reyes que eran guardados
Essos son los que recelan;
No se fian de sus criados,
Antes dellos reguardados
Ya se rondan, ya se velan.
No es ya quien les desenarte,
Ni a quien plega de pesalle.
Todos juegan por un arte;
Quien se mueve a buena parte
De mala parte le salle.
No se fian de sus secuaces
Ni ninguno está seguro;
Son cara con muchas haces;
So color de decir paces
Están minando en el muro.
No dan nudo bien atado,
No lazada conoscida:
Cada cual anda burlado;
Quien se duerme descuidado
Quizá se duerme su vida.
Esos urden los rigores,
Esos arman la conseja,
Los claros pasturadores,
Los debidos defensores
Y ministros dell Igreja.
No se curan de la grey
[p. 66] Por derramada que va;
Olvidan cuál es su rey,
Aquesa tienen por ley
La ley quel tiempo les da.
De la limpia castidad
Los que sostienen la cumbre,
Essos niegan su bondad,
Matando su claridad
Segun ell agua a la lumbre.
¡O muertas enfermedades!
¿Que mayores escondrijos,
¿Qué más falta de bondades
Que convidan los abades
A las bodas de sus hijos?
El diablo, que a los buenos
Siempre sigue ras por ras,
Al mejor tira sus truenos,
Que ganado está lo menos
Desque ganado lo más.
Y en las fuerzas guerreadas,
Segun parece por uso,
Aunque estén muy petrechadas,
Si las torres son tomadas
Tomados son los dayuso.
Y daquí todos estados,
Unos aprendiendo dotros.
Todos van descaudillados,
En los vicios acordados,
Ahilando unos tras otros,
Sin que ninguno se vele
Ni mire si va al revés,
Guiando por donde suele
Tras la cabeza que duele
Y da dolor á los piés.
Como la cobdicia guia la danza
Sin amor, sin amicicia,
Todos llevan los tenores
Con jatancia y avaricia,
Todos van tras la cobdicia,
Como lobos robadores,
Atestando en nuestro seno
[p. 67] Muchas usuras vilezas
Que jamás se halla lleno,
Creyendo ques el más bueno
El que tiene más riquezas.
Somos malos a porfia,
y muy contentos de sello;
Toda funda nuestra via,
So modos de hipocresía,
Parecer buenos sin sello.
Muchos muestran que sospiran
Temiendo lo venidero;
Estos que por aquí tiran,
Por complir con los que miran,
No con celo verdadero.
Pues otras que conoscés
Muchas gentes infinitas,
No los vuelvan del revés,
Que llenos los hallarés
De maneras exquisitas,
De muchas formas inciertas,
De modos con que sexcusan;
Si cumplieron con ofertas,
Allí cerraron las puertas,
Que las obras ya no susan.
Dice cómo por talas obras vienen tales tiempos, y sesperan peores
Todos juegan con un tejo,
Forgado so poca fe:
A perderse va el concejo,
Donde no piden consejo
Ni hallan quien ge le dé.
Pues do siembran tales rosas,
Tales tiempos acaesce,
Tales ligas pozoñosas,
Que sespera destas cosas
Mayor mal del que paresce.
[p. 68] Concluye cómo por tan pecadoras y viciosas usancias y condiciones son las virtudes muertas y desamparadas si los que vinieren despues de nosotros no las resucitan
Responde a las señales romanas que dijo Hernan Mejía, y muestra que las obras las privan, pues en cada parte llovizna la no temida muerte
Dice que la santa recordación de l'emienda es la que podrá revocar la sentencia, y hace fin
Otras suyas, las cuales embió a la condesa de Medina con un romero que iva a demandar por Dios: y habla con el romero.
Tu, pobrezico romero
Que vas a ver a mi Dios,
Porque biva yo que muero,
Que le pidas te requiero
Limosna para los dos:
Para mi que en balde afano
Que quite cuita y pesar,
Para ti, bendito hermano,
Que te toque con su mano,
Que bien te puede dar sano
Quien a mi podrie sanar.
Sanar podrie mi bivir
La que con nobles motivos
Los bivos haze morir,
Y queriendose servir,
De los muertos harie bivos:
Esta que mis males crudos
Buelve en gloria su valer,
Los discretos torna rudos,
Grosseros, lindos, agudos,
Haze despertar los mudos,
Y al que habla enmudecer.
[p. 72] El que dió la hermosura
A quien en el mundo quiso,
Gracia, beldad y cordura
En la su gentil figura
Con toda bondad la hizo:
Y partiendo la belleza
Y sus dones especiales,
Cuando con tanta graveza
Ventajosa la lindeza
Como tu chica pobreza
Ante los tronos reales.
Tiene altas condiciones
De divina gracia llenas;
Son tan bellas sus facciones
Que sanaron mis passiones
Y me dieron nueva pena:
Y aslo de entender assi;
Yo bivia enamorado,
Y en el punto en que la vi,
Tanto suyo me sentí,
Que olvidé y desconosci
Todas cuantas he mirado.
Aquesta tiene poder
De hazerme bien y mal,
Darme pesar y plazer,
A ti de poco valer
Hazer un muy especial:
Yo me tengo assi creido
Que si llegas a su manto,
Aunque agora vas tullido,
Tornarás sano y guarido,
Bien si como ovieses ido
Al sepulcro mucho santo.
Quien me dió doblada plaga,
Quien trovó mi coraçon,
Quien podrie sanar mi llaga,
No hay milagro que no haga
Mas que no cuantos oy son:
Sus grandes gracias sin par
Lo muy más grave que sea,
A todo puede abastar,
Mas no que pueda acabar
Que la dexe yo de amar,
Ni que torne de sí fea.
[p. 73] Traer más cualquier çatico
Conque huelgue en tu venida,
Que con un dinero chico
Me podras hazer mas rico
Que con las manos de Mida;
Y si algo no te diere,
Dile sin importunalla,
Que dize el gato que muere
Que haga cuanto quisiere;
Que por mal mas que le fuere,
No me partirá de amalla.
Fin
Amaré todos mis dias
Con una fe conoscida
Las amargas penas mias
Si vencieren sus porfias,
Si no, venceran mi vida,
Y ya vencida de hecho;
Verá su fin mi tormento,
Será la muerte provecho
Con tanta causa y derecho;
De gozoso y satisfecho,
Descontento y récontento.
[Ed. Cancionero de Foulché-Delbosc . ]