Coplas hechas al rey D. Henrique, reprehendiéndole sus
vicios y el mal gobierno destos reinos de Castilla
Abre, abre las orejas,
Escucha, escucha, pastor,
Que no oyes el clamor
Que te hacen tus ovejas.
Sus voces suben al cielo
Quejando su desconsuelo,
Que las trasquilas a engaño
Tantas veces en el año
Que nunca las cubre pelo.
Tienes tres trasquiladeros
Cada cual con su tijera,
Y dejan tales los cueros
Que el ganado desespera
Y despues que has tresquilado,
Alquilas todo el ganado
A peladores que van;
Y si les ladra algun can,
Arrójasle tu cayado.
Bastará que trasquilaras
Con tu tijera la vieja,
Y de cada cual oveja
Un bellonico sacaras;
Que lana te sobraria,
Y el ganado medraria;
Que con calor del estio,
Ni tampoco con el frío
Del invierno moriria.
PAG@90@ Has sacado lana tanta,
Que si te dieras la maña,
Hubieras hecho una manta
Que cubriera a toda España.
Mas como la has repelado,
El viento te la ha llevado;
Que no era tu intencion
Dirigida a salvazion,
Mas provecho del ganado.
¡Guay del cordero que nace,
Pastor, en tu temporada,
Si de las yerbas no pace,
Pues la madre está ordeñada!
Que la oveja que se estrema
Cada dia leche y flema
Todo lleno el entresijo,
¿Qué leche dará á su hijo
Que sea sino postema?
Haces mil persecuciones
En el ganado roñoso,
Y dejas por los rincones
Lo peor y más tiñoso.
Los unos andan matando
Y los otros prosperando;
Y donde llega su roña,
Es tan fuerte su ponzoña
Que mata luego en llegando.
O tú vives engañado,
O piensas que somos bobos,
Trayendo por perros lobos,
¿Cómo medrará el ganado?
Andan por esas manadas
Las ovejas degolladas
Y comidos los corderos;
Y tú, por solo los cueros,
Daslas por bien empleadas.
Traes un lobo rapaz
En hábito de cordero,
Que en son de poner paz
Es el mesmo carnicero.
Y en la cuba do yazia
Raices crudas comia,
Y después que entró lamiendo
[p. 91] En tu hato anda mordiendo
Los mastines cada día.
Con otros lobos ventores
De linaje de vulpejas,
Andas en pos las ovejas
Descubriendo sus sabores.
Y de los muchos ahullidos
Que te dan a tus oidos
Los que andan a tu lado,
Aunque matan el ganado
Nunca oyen sus gemidos.
Tus mastines los famosos,
En verse tan mordiscados,
Andan los más asombrados
Corridos de los raposos.
E si algun mastin cuitado
Por el monte ha trabajado
De cazar algún conejo,
Tómaselo el lobo viejo
Que ladra siempre a tu lado.
Las siete sierpes rabiosas
Han mordido y han sacado
Las pastoras virtuosas
De todo tu dehesado,
Con la sierpe radiante,
Ques dragon y muy jigante
Cabeza de todas siete,
Y la otra que arremete
La cola siempre adelante.
Consiéntesles sus placeres
Y que moren entre nos,
Porque hacen lo que quieren
Y no lo que quiere Dios.
Y otras cabras van buscando,
Por veredas rodeando.
¡Ay del triste del ganado,
Que va ya tan despeado
Que anda todo cojeando!
Pues, pastor, en tu manada
Se hace tan gran estrago,
No has de dar cuenta con pago
[p. 92] Pues lievas tan gran soldada,
Que el ganado remolina,
Y el torbellino lo arbina,
Y el temporal se ablebiza,
Pues allegas la ceniza
Y derramas la harina.
Si dices que fué tu empresa
Por servicio de tu ley,
E por aumentar tu grey
E acrezentar tu dehesa,
Y que lo que has tresquilado
Ha sido bien empleado,
Porque allanaste las sierras,
¿Para qué quieres las tierras
Pues destruyes el ganado?
Tú tienes tanta caldera,
Tanto del carro y herrada,
Tanto barreño y natera,
Ques cosa demasiada.
Y el sabor del paladar
No haces sino tragar
De la nata y atabefe;
Mas como es vianda trefe
Nunca te puede hartar.
Pues, pastor, tan bien te sabe
El tragar a tu apetito,
Que se diga muy bien cabe:
A buen bocado buen grito.
Entraste muy falaguero
Publicando buen tempero
Para sanar al mordido,
Mas paréceme que ha sido
El hisopo del herrero.
Tienes muchos zamarrones
De las pieles que has quitado,
Y aun puestos con botones
De los huesos del ganado.
Y has perdido la cayada
De traer la mano usada
De tañer siempre el albogue,
Y aunque el ganado se ahogue
No te da por ello nada.
[p. 93] No hay majada que no embargue
Tu atillo y gazelado,
Que ya las burras delado
No pueden levar la carga
Y recelan el cargar,
Como tienen el sivar
Tan lleno de mataduras,
Y las albardas tan duras,
Que le habrán de derribar.