Conseja a su padre que dexe los negocios del mundo y que
repose con lo ganado
Compara
Si el navegante mirasse
La fortuna que
passó,
Muy difícil hallo
yo
Que éste tal más
navegasse:
Porque sin dubda
ninguna
Es notorio
desconcierto
Al que ya escapó de
una,
Engolfarse con
fortuna,
Podiendo tomar buen
puerto.
Mas cuando es
evidente
Y ay noticia
conoscida
De su perdición
siguiente,
Piensan de mudar la
vida
Porque el peligro
es presente:
Proponen hazer
mudança
De vida en otra
vía,
Mas viéndose en la
bonança
Alargan el
esperança
Hasta el fin de dia
en dia.
Pues vemos yerro
segundo,
Que el primero no
atajemos
Con mi poco saber
fundo,
Que deste arte
naveguemos
En el mar y mal del
mundo;
Con esta carne
robusta,
Para bien o mal
passalle.
[p. 114] Dios nos dió manera justa;
La libertad es la
fusta,
La razon el
governalle.
En estas barcas
traemos
Nuestras almas y
passamos;
Si a la fusta
obedescemos,
Es forçado que
perdamos
Lo que nunca
cobraremos:
Y pues la vida es
passaje
Que tan presto pasa
y va,
Aunque nadie no lo
ataje,
Passar bien este
viage
En el governalle
está.
Y en dándonos ser
humano
Dió Dios franca
libertad
Para elegir mal o
sano;
Diónos la
sensualidad
Con las riendas en
la mano:
Porque en nuestra
mano vaya,
Si corre tras
afection,
Que tropieçe y que
no caya,
Y aun más, que se
tenga a raya
Con el freno de
razon.
No diga nadie que
al fuego
De nuestras
inclinaciones
No puede poner
sossiego,
Que para nuestras
passiones
Su contrario nos
dió luego:
Que dándonos
sentimiento
Conque tras el mal
corremos,
Nos dió por
contrario viento
El claro
conoscimiento
De los yerros que
hazemos.
Si por escusa
ponemos:
Dios sabe lo que ha
de ser;
Verdad es, no lo
neguemos,
Que es presente en
su saber
El fin para que
nascemos:
Mas en ninguno no
quepa
Tal yerro, qu'es
gran locura,
Que su saber nos
increpa
Que aunque el fin
nuestro antesepa
No costriñe la
criatura.
Como cuando acá entre nos
Conosce alguno
mirando
Cuál ha de ganar de
dos
A la pelota
jugando,
Bien assi contesce
a Dios:
Yo que miro desde
acá
Que el uno sobra en
saber
Al que maña no se
dá,
Conosco que
perderá,
Mas no le hago
perder.
Veis aquí por donde
veamos,
Que es toda nuestra
la culpa
De los males que
hazemos,
Y será falsa
desculpa
Qualquiera, si la
ponemos:
Palabras son muy
sabidas
Que tenemos los
mortales
En nuestras manos
metidas
Nuestras muertes,
nuestras vidas,
Nuestras culpas,
nuestros males.
Conclusion en que
no ay dubda,
Que el Señor se
desatina
O la razon nos
ayuda;
Mas la voluntad
divina
Siempre está que no
se muda.
«Si yo mudo mi
conciencia,
Mudará Dios el fin
mio?»
No vale tal
consecuencia,
Antes anda su
presencia
Con nuestro libre
alvedrío.
En su saber
infinito
Todo está
predestinado,
Todo está claro y
escrito;
Mas el ser assí
ordenado
No constriñe el
apetito:
Y porque nadie no
ofenda
En dar la
declaración,
Aunque he dicho sin
enmienda,
Para que mejor se
entienda
Notá la
comparacion.
[p. 116] Por do a quien Dios condena
No puede llamarse a
engaño
Pues no puso en
mano agena
Nuestro bien y
nuestro daño.
Nuestra gloria y
nuestra pena:
Y pues que tarde o
temprano
Han de aver fin
nuestros hechos,
El que en este
juego humano
Sopiere alçarse a
su mano,
Gozará destos
provechos.
Quien por obra lo
pusiere
Gozará y terná
reposo
En el mundo si
biviere,
Y en el otro tan
glorioso
Cuando de este se
partiere.
Ser hijo y
consejador
Si al revés os
paresciere,
Mirad primero,
Señor,
Que aquel os sirve
mejor
Que mejor consejo
os diere.
Quien su natural
repuna
Y a ssí mismo
fuerça y sobra,
No tema fuerça
ninguna,
Porque el tal por
nombre cobra
Vencedor de la
fortuna:
Que la razon lo
concede
Y Aristótiles lo
tiene,
Que por mucho que
ande y ruede,
Nunca la fortuna
puede
Con quien en poco
la tiene.
Andar en medrar
despierto
En su tiempo yo lo
alavo,
Mas con límite y
concierto,
Que quien no causa
hasta el cabo
No está al cabo de
lo cierto:
Unas edades
requieren
Adquirir favor y
estado
Por cuantas partes
pudieren,
Y otras el
contrario quieren,
Pues gozan de lo
ganado.
Despídese Cartagena de su padre
Quien de tan breve carrera
La meitad andada
tiene,
[p. 117] Mudar su vida y manera
Para este mundo
conviene,
Cuanto más para el
que espera:
Y aun por fama
sostener
De vuestra
discreccion tanta
Y no la dexar caer,
Pues la gloria del
saber
Al fin de gloria se
canta.
Otras coplas que hizo teniendo el amor en el estrecho
que aquí dize
La
fuerça del fuego que alumbra, que ciega
Mi cuerpo, mi alma,
mi muerte, mi vida,
Do entra, do hiere,
do toca, do llega,
Mata y no muere su
llama encendida:
¿Pues qué haré,
triste, que todo me ofende?
Lo bueno y lo malo
me causan congoxa;
Quemándome el fuego
que mata, que enciende,
Su fuerça que
fuerça, que ata, que prende,
Que prende, que
suelta, que tira, que afloxa?
¿A dó iré, triste,
que alegre me halle,
Pues tantos
peligros me tienen en medio?
Que llore, que ría,
que grite, que calle,
Ni tengo, ni
quiero, ni espero remedio:
Ni quiero que
quiera, ni quiero querer,
Pues tanto me
quiere tan raviosa plaga;
Ni ser yo vencido,
ni quiero vencer,
Ni quiero pesar, ni
quiero plazer,
Ni sé que me diga,
ni sé qué me haga.
¿Pues que haré,
triste, con tanta fatiga?
¿Á quien me mandais
que mis males quexe?
¿Qué me mandáis que
siga, que diga,
Que sienta, que
tome, que haya, que dexe?
Dadme remedio, que
yo no lo hallo
Para éste mi mal
que no es escondido;
Que muestro, que
cubro, que sufro, que callo,
Que bivo me mata y
no puedo dexallo,
Por donde de vida
ya soy despedido.
[p. 118] Otras coplas suyas a la reina Doña Isabel
De otras Reinas diferente,
Princesa, Reina y
Señora,
¿Qué esmalte porné
que asiente
En la grandeza
excelente
Que con su mano
Dios dora?
Que querer yo
comparar
Vuestras grandezas
reales
A las cosas
temporales,
Es como la fe
fundar
Por razones
naturales.
Comparacion
Cuando más se ensobervesce
El río en la mar no
mella;
Que echen agua no
la cresce,
Ni tampoco la
descresce,
Porque saquen agua
della:
Pues si ombre
humano quiere
Vuestra grandeza
loar,
No la puede
acrescentar;
Si lo contrario
hiziere,
Tanpoco puede
apocar.
En istorias ay
famadas
Reinas de la nacion
nuestra,
Mas al cotejar
llegadas,
Las corónicas
passadas
Serán sombra de la
vuestra:
Usaron con gran
prudencia
De las virtudes
morales;
¡O notoria
diferencia!
Que estas a vuestra
excelencia
Todas vienen
naturales.
Que loaros, a mi
ver,
En vuestra y agena
patria,
Silencio deveis
poner,
Que daros a
conoscer
Hace la gente
idolatria;
Mas en mi lengua
bien cabe,
Porque el peligro
en que toco
[p. 119] Nascerá quando os alabe
Persona que mucho
sabe,
Y no en mi que
alcanço poco.
Que sea poco en la
verdad
Ser, Reina, vuestro
renombre,
Oiga vuestra
magestad,
Daré por autoridad
Las seis letras de
su nombre:
Que la I, denota
imperio,
La S, señorear
Toda la tierra y la
mar;
Y la A, alto
misterio
Que no se dexa
tocar.
Y la B, E, L, dizen
Lo natural no
compuesto
Que en vuestra
alteza está puesto;
Ellas no se
contradizen:
Lo que declaran es
esto:
Pronuncian vuestra
belleza
Que es sin nombre
en cantidad;
Mas es de tanta
graveza,
Que en mirar a
vuestra alteza
Da perpetua
onestidad.
Tan alta materia es
ésta
Que no se cómo me
atreva,
Que si a la tierra
se acuesta,
No me alcança la
ballesta;
Y si al cielo,
sobrelleva
Mas carrera
verdadera
Que sin defecto se
funda;
Es que sois muger
entera,
En la tierra la
primera
Y en el cielo la
segunda.
Una cosa es de
notar,
Que mucho tarde
contesce
Hazer que temer y
amar
Estén juntos sin
rifar,
Porque esto a Dios
pertenesce:
Miren cuán alto
primor
Fuerá de natural
quicio
En la gente que ay
bullicio,
Que el que os tiene
más temor
Ama más vuestro
servicio.
[p. 120] Porque se concluya y cierre
Vuestra empresa
començada,
Dios querrá, sin
que se yerre,
Que rematéis vos la
R
En el nombre de
Granada:
Viendo ser causa
por quién
Llevan fin los
hechos tales,
No estarés contenta
bien
Hasta que en
Jerusalem
Pinten las armas
reales.
Cabo
Lo que alcanço y lo que sé,
Lo que me paresce y
veo,
Lo que tengo como
fe,
Lo que espero y lo
que creo,
Es lo que agora
diré:
Que si Dios sella y
segura
Lo que yo firmo y
asiento,
Y que el mundo
entre en el cuento,
Será pequeña
ventura,
Segun el
merescimiento.
Otra obra suya en que introduce interlocutores el dios
del
amor y un enamorado
Si algun Dios de amor avía,
Como muchos han
escrito,
Yo le conoscí en el
grito
Anoche cuando
dormía:
Una voz muy
espantosa,
Temedera y amorosa
Me dixo que
despertasse,
Y porque mejor
velasse
Púsome pena
forçosa.
Y lo que se
contenía
En la pena por él
puesta,
Sin tornarle yo
respuesta,
De tal manera
dezía:
«Mira que estés
bien atento
Con forçoso
sofrimiento
A escuchar lo que
te enseño,
So pena que al
mejor sueño
Te despierte el
pensamiento.»
Y aunque la pena ya
dicha
Para mí no era muy
nueva,
Porque contino la
prueva
Mi alma, por mi
desdicha;
Por mostrarle mi
obediencia
Obedescí su
sentencia
Escuchando qué
diría,
Aunque por la
fantasía
Discurriesse su
potencia.
Mi lengua tornada
muda
Dixe entre mí con
temor:
«El que dizen dios
de Amor
Éste debe ser sin
dubda:
Éste es, cierto,
quien ordena
Que tengamos por
muy buena
La vida mala y
cruel;
Éste debe ser aquel
Por quien ay gloria
en la pena.
[p. 121] Éste es quien haze y deshaze
Todo nuestro bien y
mal;
Éste es el rico
caudal
Que al desseo
satisfaze:
Por quien es bien
empleado
Cualquier penoso
cuidado
Que nuestro sentido
prueve,
Porque en su gloria
se embeve
La pena que nos ha
dado.»
Puesto que mi
atención
Fuesse de ombre
desseoso,
Era el sentir
perezoso
Por mi mucha
turbacion:
De todo cuanto me
dixo
Aquesto me quedó
fixo:
Que le rogué me
otorgasse
Que visible se
mostrasse,
Lo cual él no me
desdixo.
¡Mas quien será tan
dichoso
Que le vea cara a
cara!
Porque contemplar
aclara
El bien de nuestro
reposo:
Que mi triste
desventura
Descubrióme su
figura
Cuando el sentido
era muerto,
Porque despues de
despierto
Se doblase mi
tristura.
El Dios de amor
«¿En qué piensas? ¿Con
quién hablas?
¿Qué litigas? ¿Qué
atraviessas?
Si dubdas de mis
promessas,
En falsa razon
entablas:
Vesme aquí do soy
venido
A complir lo
prometido
De anoche cuando
durmias;
Sossiega tus
fantasias
Pues tienes lo que
has pedido.»
El auctor
«Descanso de
nuestra pena,
Pena de nuestra
memoria,
Memoria de nuestra
gloria,
Gloria de nuestra
cadena:
Cadena que assí nos
ata,
Que si nos suelta
nos mata,
Y si nos mata
bevimos
Vida do nunca
sentimos
Quién el sentido
desata.
No dubdó jamás mi
fe
De vuestra promesa
cierta,
Mas mi dicha
desconcierta
Lo más cierto que
yo sé:
Y ésta me puso
temor
De no ser
merescedor
De mirar vuestra
presencia;
Y aun me tiene en
diferencia
Si sois vos el Dios
de Amor.
Porque anoche
cuando os ví
Víos en gloria tan
alta,
Que no tengo por
gran falta
Desconoceros assí:
Por lo cual, Señor,
os pido,
Sin culparme de
atrevido,
Desta dubda me
saqueis:
Si sois vos el que
hazeis
Siervo al libre del
sentido.»
Amor
«La gloria
que anoche viste
Yo consentí que la
viesses,
Porque durmiendo
sintiesses
Lo que despierto
escogiste:
Y aunque agora no
la veas,
No quiero por esso
creas
Que un momento de
mí huya;
Mas culpa la vista
tuya
Que no alcança do
desseas.
De manera que yo só
El que dizes que
cativa
La libertad mas
esquiva
Y el que la tuya
prendió
Y es tan grande mi
poder,
Que ninguno puede
ser
Sin mi remedio bien
sano;
[p. 122] Porque está puesto en mi mano
El sanar y
adolescer.
Yo soy quien a la
fortuna
Troxo y traigo a mi
mandar;
Yo soy quien puede
tornar
Dos voluntades en
una:
Yo soy aquel que
podré
Gualardonar quien
querré
Y pagar a los que
yerran;
Y sabe que en mi se
encierran
Desseo, esperança y
fe.
Yo soy quien no
hago iguales
A todos en los
amores,
Que a mis fieles
servidores
Les dó victorias
campales:
Y por el contrario
quede,
Que quien esto
hazer puede
A quien quisiere
ofender
Que bien puedo yo
hazer
Que al revés mi
rueda ruede.»
El auctor
«Agora pierdo querella
De mí por mi mala
vida,
Pues es cosa
conoscida
Tal poder andar
sobre ella;
Y conosco por mayor
Y por más culpado
error
No ver por
quién se ordenava,
Que la culpa que me
dava
No os conosciendo,
Señor.»
Sin mas dilatar
pregunto:
«No os pese de me
dezir
Cómo me hazeis
sentir
Gloria y pena todo
junto:
Y tambien quered
contarme,
Siquiera por
consolarme,
Las maneras que
tovistes,
Maña o fuerça o que
posistes,
Al tiempo del
derribarme.»
Amor
«Pues quieres y me
preguntas
Las formas de tu
morir,
Plázeme de
descobrir
Mis mañas y fuerças
juntas:
Un desseo te
impremí
El más forçoso que
vi,
Con esperança
temprado,
Porque sufriesses
de grado
Las passiones que
en él di.
Con estos agros
dulçores
De tus fuerças te
deshize,
Y a tus propios
ojos hize
Que fuessen los
corredores:
Y la libertad
preciada
Que toviste tan
guardada,
Por mi mando se
passó
Con aquella que te
armó
De tomarte en la
celada.
Perdida la libertad
Quedaste con mal
reparo,
Y luego se mostró
claro
Contra tí tu
voluntad:
Y despues que assí
te ví
Ser los tuyos
contra tí
Metidos en
encubierta,
Cerró firmeza la
puerta
De forma que te
prendí.»
El auctor
«Gran señor, pues
me prendistes,
En vuestra grave
prission,
Aved de mí
compassion
Deshaciendo lo que
hezistes:
Que vuestro poder
no niego
Que podrá dar vista
al ciego
Como podiste
cegalle
Si no quereis
acaballe,
Devéisle remediar
luego.
No quede por
entendido
Que demando
libertarme,
Que de mi mal
apartarme
Ni lo quiero, ni lo
pido:
Porque vista la
ocasion
Y conoscida razón
Que tengo de ser
penado,
[p. 123] El penar es de mi grado
Sin esperar
gualardon.
Solamente yo
demando,
Pues que teneis el
poder,
Remedio de
gradescer,
Pues quiero bevir
penando:
Y aqueste
gradescimiento
Venga de
conoscimiento
Que de mis
servicios tenga,
Porque no quiero
que venga
De absoluto
mandamiento.»
Amor
«Tan clara razon la
guia
A tu demanda o
querella,
Que si fuese contra
ella,
A mí mismo
ofendería:
Y vista la
informacion
De tan justa
peticion,
Mando aquella por
quien mueres
Que te quiera como
quieres,
So pena de
escomunion.
De la cual no pueda
ser
Absuelta mientra
biviere,
Hasta que diga que
quiere
Conformarse a tu
querer:
Y si desprecia y
consiente
De la excomunion
presente,
Muerta,
entredicha y sin calma,
Porque allá sienta
su alma
Lo que la tuya acá
siente.
Y por el mucho
valor
Que de tu merescer
siento,
Mando al
agradescimiento
Que te tenga por
Señor:
Porque tú solo
escogido
Meresces ser
gradescido
Sobre cuantos bivos
son:
No tuerce de la
razon
Quien te dá tu
merescido.»
El auctor
«Gran descanso,
gran consuelo
En vuestro mando me
dais,
Viendo que justo
juzgais;
Mas una cosa
recelo:
Que aunque podeis y
se escriva
Costreñir la más
esquiva,
Querrá competir con
vos,
Porque tiene por su
Dios
A su presunción
altiva.
Y tambien de parte
mia
He miedo de su
querella,
Por buscar para con
ella
Favor por ninguna
vía;
Pues si vos sois
inmortal
Como os me vendeis
por tal,
Alcançadme perdon
presto;
Más quiero remedio
desto,
Que no de lo
principal.»
Amor
«La más alta
presumpcion,
La libertad más
esenta
Conmigo vienen a
cuenta
Cuando sienten mi
passion;
Y si alguna se
desvia
So cubierta
ipocresia
De mi mando y
obediencia,
No se pone en
resistencia
Con la gran
potencia mia.»
El auctor
«Vuestro poder
soberano
No le niego ni le
huyo,
Que bien sé que
está de suyo
Que iria todo lo
humano;
Mas la que mi bien
desmaya
No se viste mortal
saya,
Porque dubdo, y con
razon,
Que vuestra
juridicion
La pueda tener a
raya.»
Amor
«En las dubdas que
tu pones
Que en mí hay ni
una falta,
Bien parecen tus
passiones
Venir de causa muy
alta;
Pues que tan
dubdoso estás
[p. 124] No estaré contigo más,
Por lo cual me
parto agora
A ver aquella
señora
A quien todo el
poder das.»
El auctor
«¡O enemiga de
plazeres!
¡Alma mia! ¿dónde
quedas?
¿Por qué no vas
tras quien puedas
Ver la causa por
quien mueres?
No te pene el
desconcierto
De dexar el cuerpo
muerto,
Pues tal muerte es
más plazer
Que el bevir y no
la ver,
Como tú sabes de
cierto.
¡O desconsuelo
venido
De mi triste
pensamiento,
Que me das
conoscimiento
Despues que el bien
he perdido!
Y lo que el seso me
priva
Es que donde dixo
que iva
Tal hermosura verá,
Que nunca se
acordará
De bolver en cuanto
biva.
Y si amor nunca fué
presso,
Oy converná que lo
sea,
Porque contra quien
pelea
No estima fuerça ni
seso.
Los rayos del casto
fuego
Sus alas quemarán
luego,
Y sus virtudes
perfetas
Despuntarán las
saetas
Tal que no le vala
ruego.
Y él quedando
prisionero
De mi Dios de
hermosura,
Quedaré yo sin
ventura
Mucho peor que
primero:
Porque muy
desbaratados
Quedan los
acaudillados
Si prenden al
capitán,
Y más si al huir
están
Todos los passos
tomados.
Que es tan cruel
sin medida
La belleza de
Orïana,
Que si dos mil
presos gana,
No toma ninguno a
vida:
Y si yo he quedado
bivo
Siendo su viejo
cativo,
Dame la vida de
suerte,
Que llamo siempre
la muerte
Por dolor menos
esquivo.»
Amor
«¿Duermes o velas,
cativo?
¿Qué hazeas, ombre
penado?
¿Que es de ti?
¿Cómo has estado?
¿Eres muerto o eres
bivo?
Sábete que yo me
fui
Muy descontento de
tí
Por las cosas que
dezias;
Mas la razon que
tenias
Por mis ojos ya la
ví.
Ya ví cuán justa
ocasión
Es que estés sin
libertad,
Y por quién tu
voluntad
Es convertida en
razon:
Ya vengo de ver
aquella
Porque en ti no
haze mella
De pesarte por ser
triste;
Ví la razon que
toviste
De por más que a mí
tenella,
Ví su clara
hermosura,
Su no fengida
bondad,
Su saber, su
honestidad,
Ser todo sobre
natura:
Su habla con tal
concierto
De poner vida en un
muerto
Y a cuantos biven
quitalla,
Y en sus gracias no
se halla
Quien sepa tomar el
puerto.»
El auctor
«Rey de nuestras
alegrías,
Alegre esperança
nuestra,
Con esta venida
vuestra
Atajastes mis
porfías;
Yo no os digo, ni
me atrevo,
[p. 125] El plazer que en ella pruevo,
Que más se alegra
el sentido
Recobrando un bien
perdido,
Que hallándole de
nuevo.
Mas dezid, Señor,
yo os ruego,
Lo que arriva me
dexistes,
¿Con cuales ojos lo
vistes,
Siendo vos del todo
ciego?»
Amor
«Con falsa razon arguyes,
Pues que mi vista
destruyes,
Siendo tal, que sin
más guía,
La noche, tambien
el día,
Testigo es do quier
que huyes.
Y si queda ya en
costumbre
Pintarme de tales
modos,
Es porque yo ciego
a todos,
No porque yo esté
sin lumbre:
Si no, dime, cuando
viste
La luz de quien te
venciste,
De verla, ¿qué tal
quedaste?
¿Piensas que porque
cegaste
Que en su luz mella
heziste?»
El auctor
«En gran dubda soy metido;
Siendo tal su
merescer,
¿Cómo la podiste
ver
Sin quedar della
vencido?
Que sus gracias
estremadas
De vos, Señor,
confessadas,
Claro está que son
de suerte,
Que no pueden ser
sin muerte
Conoscidas ni
miradas.»
Amor
«Mi natural
condicion
No consiente ser
vencida,
Porque no quede
perdida
La enamorada
afecion
Que si de una me
prendiesse,
Es forçado que le
diesse
Mi poder todo
complido,
Y que el mundo
destruido,
Faltando yo, se
perdiesse.
Mas esto puedes
creer;
Que si alguna acá
entre nos
Me ha de prender,
siendo Dios
Aquesta sola ha de
ser.»
El auctor
«Pues luego no es
maravilla
Si es mi pena no
senzilla;
Que de quien vos
aveis miedo,
No es mucho que mi
denuedo
No me baste a
resistilla.
Y pues ya por buen
derecho
De mis dubdas me
librastes,
De lo que a cargo
levaste,
Dezi, Señor, ¿que
aveis hecho?
Amor
«Hasta agora poco o
nada,
Porque era cosa
escusada
Pensar poderla
ofender;
Que nunca la pude
ver
Sin mis contrarios
cercada.»
El auctor
«Estos enemigos
tales
Querría yo
conoscellos,
Por saber guardarme
dellos,
Conoscidas sus
señales:
Y tanbien por
consolarme
Os plega, Señor,
contarme
La manera en que la
vistes,
Cuando, en verla,
os despedistes
De poder más
ayudarme.»
Amor
«Si respondo a tus
quistiones,
Porné en quistion
tu sosiego,
Porque se añade
fuego
Al fuego de tus
passiones.
[p. 126] Pero pues saberlo quieres,
No te turbes ni te
alteres,
Pues que tú, aunque
me pesa,
Hazes que haga tu
empresa
Tan alta que
desesperes.
En silla de fe y
firmeza
La vi que estava
assentada,
Vestida de gran
nobleza,
De honestidad
enforrada;
Y su rica bordadura
De humanidad y
cordura
Cosida con lealtad,
De constancia y de
verdad
Y castidad la
cintura.
La fortaleza y
prudencia,
La justicia y
temprancia
Su persona y rica
estancia
Velavan con
diligencia:
Yo, viéndola como
digo,
Estuve en dubda
comigo
Recelando de
ofendella,
Mas si quise
acometella
Mi arco te sea
testigo.
Al fin, viendo que
era vano
Pensar vencer tal
quistion,
Por no dalle
alteracion,
Tornar me fué lo
mas sano:
Y como veis, soy
venido
No poco, mas muy
corrido
Do puedes tú
consolarte,
Pues vees que la
mayor parte
De tu mal yo la he
sentido.»
El auctor
«Claro me mostrais, Señor,
Ser sin remedio mi
mal,
Pues que vos,
siendo inmortal,
De su fuerza aveis
temor:
Y lo que me
desconfía
Es que aquella
compañía
Jamás la pueda
perder,
Porque desde su
nascer
Se le dió por
guarda y guía.
Assí que vuestro
partir
No me fué muy
provechoso,
Porque hizo
temeroso
Vuestro esfuerzo al
combatir:
Pues para ser
informado
De lo que me aveis
contado
Escusado era
partiros,
Que mis penas y
sospiros
Os lo ovieran
declarado.»
Amor
«Si lo quieres
conoscer,
Poco daño te e
causado
Que quien nada no
ha ganado
No puede mucho
perder:
Cuanto más que a
buen caudillo
No puede ser un
castillo
Tan fuerte, tan
pertrechado,
Que muchas vezes
mirado
No le halle algun
portillo.»
No pierdas la
confiança
Aunque esté lexos
la gloria,
Que no se llama
victoria
La que sin pena se
alcança:
Tus servicios y
afection,
Tu fe sin
alteracion,
Mis saetas, arco y
alas
Serán pertrechos y
escalas
Con que alcances
gualardon.
Y porque te fies de
mi,
Quiero que vengas
comigo
Y tú solo seas
testigo
De lo que haré por
tí.»
El auctor
«No me metais entre
abrojos,
Que la fuerça de
sus ojos
Yo sé bien cuánto
es terrible;
Vos, Señor, siendo
invisible,
No temeis nuevos
enojos.»
Amor
«Ya recelas, bien
te entiendo;
Ven, que seguros
iremos,
[p. 127] Porque a tiempo llegaremos
Que la hallemos
durmiendo.
[1] Señor, recebís engaño.»
El auctor
«Es un caso muy estraño
Qu'esta que mi bien desdeña,
Si duerme, mis males sueña,
Si vela, piensa mi daño.»
Amor
«Pues te ofendes sin justicia,
Sígueme sin dilacion,
Que si no vale razon,
Usaremos de malicia:
Cobriréte con mis frechas
En fuego de aficion fechas,
Para que su vista prueve,
Si contra tí se conmueve,
Mis llamas no contrahechas.
El auctor y Amor hazen fin
«Pues mandais, Señor, que vaya,
Iré sobre vuestra fe,
Aunque muy de cierto sé
Que urdís lazo en que caya.
Vamos, que yo soy contento
De cualquier grave tormento
Que a vuestra causa me venga.»
Amor
«Sígueme y sin más arenga
Despide tal pensamiento.