Quien dice mal de
mujeres
Haya tal suerte e
ventura,
Que en dolores e
tristura
Se conviertan sus
placeres:
Todo el mundo le
desame:
De nadie sëa
querido:
No se nombre ni se
llame
Sino infame, y más
que infame,
Ni jamas sëa
creido.
Siempre viva
descontento,
Fatigado e
congojoso:
Nunca se vea en
reposo,
Jamás le falte
tormento:
Jamas le falte
cuidado,
Pene más que pena
fuerte,
Viva tan apasionado
Que de muy
desesperado
Haya por buena la
muerte.
E muera, pues que
meresce
Morir como
malhechor,
Pues por malicioso
error
Lo bueno mal le
parece,
Que el que está de
vicios lleno
Es enemigo mortal
Del que del mal es
ajeno;
Mas los buenos, de
lo bueno
Nunca saben decir
mal.
Los maldicientes
mundanos
Sufren menguas más
que menguas,
Que se esfuerzan en
las lenguas
Acobardando las
manos:
Mas quien tiene
fama buena,
De ser maldiciente
huya;
Que el más malo
más ordena
De matar la fama
ajena
Pues que no luce la
suya.
Yo no sé cómo ni
quién
Puede tener por
costumbre
De querer matar la
lumbre
De las que son
nuestro bien.
¡Oh malditos
maldicientes,
Hombres no para ser
hombres,
En maldades
diligentes!
¿A personas
inocentes
Quereis infamar sus
nombres?
Ved el gran bien
que tenemos
Por una Virgen
doncella;
E pues fué mujer,
por ella
Todas las otras
honremos.
Que si bien
consideramos
Cuanta honra se les
deba,
Siempre en debda
les quedamos;
Pues que por mujer
cobramos
Lo que perdimos por
Eva.
[p. 233] Sírvanlas todos de gana;
Pues que Dios, por
nos salvar,
De mujer vino a
tomar
En el mundo carne
humana.
Que si mal le
paresciera
La primera que
crió,
Creo yo que no la
diera
Por mujer e
compañera
Al hombre, como la
dió.
Si decís ser ella
el medio
Del pecado de los
dos,
Aquello permitió
Dios
Para ser él el
remedio.
Y el primer siglo
acabado,
Puesto el mundo en
perdición,
Él mesmo tuvo
cuidado
De dejar acompañado
Con la mujer el
varon.
He por mucha
maravilla
Cuál traidor puede
amenguar
Lo que Dios quiso
criar
De nuestra mesma
costilla:
A nosotros
amenguamos,
Pues los hombres
son sus padres:
Si a mujeres
ultrajamos,
Miremos que
deshonramos
Las honras de
nuestras madres.
¿Con qué gesto o
con qué cara
El que maldiciente
fuere,
Si algun mal dellas
dijere,
Delante dellas se
para?
Que en nuestras
honras desface
Dar en sus honras
estrago:
Y a Dios dello no
le place
Que a quien tanto
bien nos hace
Hayamos de dar mal
pago.
Ellas son muy
pïadosas
En todas nuestras
fatigas;
E las que más
enemigas
Son no menos
amorosas:
E la de más
crüeldad
Es de bien tan
virtüoso,
Que tiene de
voluntad
Mas mancilla e
pïedad
Quel hombre más
pïadoso.
Piadosas en dolerse
De todo ajeno dolor
Con muy sana fe y
amor
Sin su fama
escurecerse:
Ellas nos hacen
hacer
De nuestros bienes
franquezas;
Ellas nos hacen
poner
A procurar e querer
Las virtudes e
noblezas.
Ellas nos dan
ocasion
Que nos hagamos
discretos,
Esmerados e
perfetos
E de mucha
presuncion:
Ellas nos hacen
andar
Las vestiduras
polidas;
Los pundonores
guardar,
E por honra
procurar
Tener en poco las
vidas.
Ellas nos hacen
devotos,
Corteses e bien
criados;
De medrosos,
esforzados;
Muy agudos de muy
botos.
Queramos lo que
quisieren;
De su querer no
salgamos;
Cuanto más pena nos
dieren,
Cuanto más mal nos
hicieren,
Tanto más bien les
hagamos.
Que si con nuestra
porfía,
No siguiéssemos su
gala,
Maldita la mujer
mala
Que en el mundo se
hallaría.
Nosotros fingimos
penas
Por mostrarles que
penamos,
Mil prisiones e
cadenas,
E aunque quieran
ser muy buenas
Nosotros no las
dejamos.
No porque muchos no
tengan
Tal querer con las
que quieren,
[p. 234] Que mueren e más que mueren;
Mas otros hay que
se vengan.
Vénganse de las
burlar
E que siempre mal
les vaya;
Mas quien quiere su
pesar,
No se debe de
contar
Por hombre donde
hombres haya.
Miremos lo que es
razón;
Si algunas culpadas
hallan,
Callemos pues ellas
callan,
Que las culpas
nuestras son.
Callemos nuestra
maldad,
Nuestros engaños
con arte,
Pues ellas son en
verdad
Inclinadas a
bondad,
Todas por la mayor
parte.
Mas los hombres,
ved qué dicha
Que los buenos son
muy ralos,
E veréis mil
hombres malos,
Y una mujer por
desdicha.
Si decís que la
vergüenza
Encubre sus
pensamientos,
Esa fué más
excelencia
Darles Dios más
preminencia
Por sus más
merecimientos.
No hay mujer, según
su estado,
Ni la mayor ni la
menor,
Que no tenga algún
primor
Que merezca ser
löado.
Todas deben ser
löadas,
Todas son dignas de
gloria,
Todas sean
acatadas,
Todas de todos
amadas,
Pues amarlas es
victoria.
Bendito quien las
sirviere
Y ensalzare su
corona.
¡Viva, viva la
persona
Del que más suyo se
viere!
Muera quien mal les
desea
Peor muerte que
Torrellas:
En placer nunca se
vea,
¡E de Dios maldito
sea
El que dijere mal
dellas!
Como
quien entra en floresta
De muy suaves
olores,
Muy galana, muy
compuesta,
Con vista ganosa e
presta
Para contemplar sus
flores,
Sus lindezas, sus
colores,
Tal que nunca tal
se vió,
Que despues con los
amores
De ver sus altos
primores
Alaba al que tal
crió;
Así
yo, más que dichoso,
Con dichoso
pensamiento,
De veros muy
desëoso,
Entréme sin más
reposo
En vuestro
aposentamiento:
Donde viendo muy
atento
Vuestra gracia e
discrecion
Vuestro gran
merescimiento,
Alabo cada momento
Al que os dió tal
perfeccion.
Porque
damas tan guardadas
Como vosotras
estais,
Tan perfetas e
acabadas,
No serán ni son
halladas,
Que a todo el mundo
penais.
Los que os miran e
mirais
No gozan de
libertad
Por más e más que
os sirvais:
De tanta bondad
usais
Que sois la mesma
bondad.
Señoras
damas reales,
Muy galanas, muy
hermosas,
¡Oh, cuán buenos
son los males
[p. 235] De los galanes mortales
A quien dais penas
penosas!
Vuestras gracias
muy graciosas
Hízolas Dios tan
sin par,
Que sus vidas
lastimosas
De sólo penar,
dichosas
Se deben cierto
llamar.
En
amaros muy despiertos,
Con tormentos que
les dais,
Descubiertos,
encubiertos,
No me espanto de
los muertos,
Mas de los que no
matais.
Cuando más favor
negais,
Más cativos los
teneis:
Cuando más se los
mostrais,
Más e más los
cativais
A querer lo que
quereis.
E
todo vuestro favor
Es en mostraros
servidas
De su pena e su
dolor:
Los que os tienen
más amor
En ménos tienen sus
vidas.
Harto sois
agradescidas
En haber dellos
memoria,
De sus penas muy
crescidas,
Bien sufridas, mal
sufridas;
En su pena está su
gloria.
¡Oh
qué gloria de sentir,
El que vuestro
puede ser,
Ser dichoso de os
servir,
Y el que emplea su
vivir
En seguir vuestro
querer!
Porque se debe
tener
Por muy dichoso
aunque muera;
Y es vitoria
padecer
Por tan alto
merescer,
Pues otro fin no se
espera.
No
se espera de alcanzaros,
Ni se alcanza por
quereros,
Ni hay quien ose
desëaros
Para más poder
gozaros
De sólo gozar de
veros.
Harto se pierde en
perderos
Quien no goza de
serviros;
Porque en sólo
conoceros,
Sin jamas pensar
venceros
Se ganan cien mil
sospiros.
Sospiros
que dan consuelo
En darse por quien
se dan:
Danse que llegan.
al cielo,
Tan penados, que me
duelo
De ver cuán penados
van.
Al ménos e más
galan
Los teneis ya tan
cativos
Tan cativos, que
dirán
Que ni saben dónde
están
Ni si están muertos
ni vivos.
Viven
sin vida muriendo,
Viviendo penada
vida,
Vida que muere
viviendo,
Más que muerte
padesciendo,
Dichosa pena
sufrida.
Sufrida bien
merescida,
Pues por veros se
atormentan
Con esperanza
perdida,
No de pena
despedida,
Que con pena se
contentan.
Serviros
son sus deseos;
Para más os
contentar,
Procuran galas e
arreos,
Toros, cañas e
torneos,
Festejar, danzar,
justar.
Nunca pueden
sosegar
Estos cativos
galanes,
Vandëar e pelear,
Desafïar e lidiar
Con mil trabajos e
afanes.
Así
que, señoras damas,
A los que tan
vuestros son,
El amor con vivas
llamas,
Por dejar vivas sus
famas,
[p. 236] Les abrasa el corazón:
Pues os tienen
afición
Favoreced su
cuidado;
Porque, en fin e
conclusion,
Con su pena e su
pasion
Les pagais, e bien
pagado.
A su amiga en tiempo de cuaresma
Bien
sufre el tiempo lugar
Que querelle mi
querella,
Pues habeis de
confesar
La pena de mi
penar,
Vos que sois la
causa della.
Vos crüel cuando
doncella,
E agora muy mucho
más,
Pues os hizo Dios
tan bella,
La vida puedo
perdella,
Mas la fe nunca
jamas.
Acordad
vuestra memoria
Vuestra poca
contricion,
Robadora de mi
gloria,
Que venganza es la
vitoria
Del vencido
corazon:
Haced ya
satisfacion,
Tornad lo suyo a su
dueño,
Confesad en
confesion,
La culpa de mi
pasion
No como de mal
pequeño.
Restitüidme
mi vida,
Mis placeres tan
robados;
Conoced,
desconoscida,
Cuánto sois
desgradescida;
No negueis vuestros
pecados.
Porque seamos
librados
Vos de culpa, yo de
pena,
No descuideis mis
cuidados
En estos días
contados
Desta santa
cuarentena.
Basta
ya lo que he sufrido;
Consentid mi
atrevimiento,
No por haberos
servido,
Mas por haberos
querido
Tanto, con tanto
tormento:
E porque en el
pensamiento
Os acordeis de mi
mal,
Para mayor
cumplimiento
Contaréis por este
cuento
De aqueste
memorïal.
Ordenaréis
confesaros,
De manera que
digais
Cuánto peno por
amaros,
Cuánto huyo de
enojaros,
Cuán mala vida me
dais.
Confesad que me
causais
Que, por serviros a
vos,
Vos que tanto me
penais,
Por ganar que me
querais
Olvido servir a
Dios.
Las
iglesias donde creo
Que más cierta
soleis ser,
Sígolas más con
deseo
E las mismas donde
os veo
Vos me estorbais de
las ver.
Vos me esforzais
padecer
Cuanto mal mi mal
padece;
Por vos me dejo
perder;
Por vos pierdo mi
placer,
E por vos Dios me
aborresce.
A
vos debe Dios culpar
Las culpas de mis
errores;
A mí debe perdonar
E apartarme de os
amar,
E a vos daros mis
dolores.
Vos me poneis mil
temores,
Vos me quitais el
temor,
Vos favor e
disfavores,
Vos me meteis en
amores,
Vos me mostrais
desamor.
[p. 237] Justicia no las consiente
Pasiones tan
lastimeras:
Penaisme, si soy
presente;
Mataisme, si soy
ausente;
Más es mi mal que
de véras.
Cuanto más busco
maneras
Para alcanzar lo
que pido,
Tanto son más
verdaderas,
Más crecidas, más
enteras
Mis penas e vuestro
olvido.
Vos
sois en cargo de mí
Sin de mí tener
cuidado.
¡Triste yo lo que
temí
Desde el día que me
ví
Tan de vos
enamorado!
A mí tengo ya
olvidado
Por más de vos
acordarme;
Vivo tan
apasionado,
Que el remedio es
escusado
Si tardais en
remediarme.
Adonde
quiera que vais,
Allá voy con mis
pasiones;
Siempre estoy
adonde estais;
Voy con vos, que me
llevais
Preso de vuestras
prisiones.
Vos quitais mis
devociones
E haceisme hacer
del devoto;
Haceisme andar
estaciones;
Soy tan cierto en
los sermones
Como la pega en el
soto.
No
puedo ¡triste! sentir
Lo que mejor me
sería;
Siempre pienso en
vos servir,
Pierdo el comer y
el dormir,
Peno de noche e de
dia.
¡Ay cuitado! que
solia
Escribir devotas
cosas,
E hora amor con su
porfía
Me manda sin
alegría
Que escriba penas
penosas.
De
noche me desconcierta
Mucho más mi
desventura,
E mi vida medio
muerta
En pasaros por la
puerta
Algun tanto se
asegura.
Ya que no basta
cordura,
Si me duermo con
fatiga,
Entre sueños, con
tristura,
Sueño ver vuestra
figura,
Más crüel que de
enemiga.
Entierros
e perdonanzas,
Sigo siempre,
romerías:
Tengo más
desconfianzas,
Más e más
desesperanzas
Que aquel triste de
Macías.
Son serviros mis
porfías;
E vos siempre más
crüel;
Hago mill
hechicerías,
Hago de las noches
días,
Llora sangre mi
papel.
Las
justas e los torneos,
Juegos de cañas e
toros,
No me alegran mis
deseos;
Ántes me traen
rodeos
Para más doblar mis
lloros;
Sois mi bien e mis
tesoros,
E daisme tan gran
dolor,
Que preso en tierra
de moros,
Entre negros ni
entre loros
No me trataran
peor.
En
vuestra vista contemplo
Con aficion
amorosa;
De galanas sois
ejemplo;
Luego a vos
hicieran templo
Los antiguos por
hermosa.
Que os alabe de
graciosa
De suyo se está
alabado;
De discreta, de
donosa:
Sois en todo tan
dichosa
Cuanto yo soy
desdichado.
Nunca
yo supe sufrir
Hasta que vos me
heristes;
Nunca yo supe
morir,
Ni en amores
escribir,
[p. 238] Hasta que vos me prendistes.
Vos, señora, me
vencistes;
Vos sola me
cativastes;
Vos con vos sola
hecistes
Tanto más mis dias
tristes,
Cuanto más me
enamorastes.
Cese
ya mi triste suerte,
Cese ya vuestra
crüeza,
Cese mi penosa
muerte,
Cese ya mi mal tan
fuerte,
Cese ya mi gran
tristeza.
Pues no cesa mi
firmeza,
No cese vuestro
remedio:
Ponga ya vuestra
belleza,
Vuestra virtud e
nobleza
En mi pasion algun
medio.
Ya
sabe que me es en cargo,
Ya sabe mi
sufrimiento,
Desembargue ya el
embargo
Puesto en mi vivir
amargo
Por vuestro
merecimiento:
Haya en vos
conocimiento
Cuanto mi querer os
quiere;
Haya de mi
perdimiento
Algun
arrepentimiento,
Pues el tiempo lo
requiere.
No
queráis que se publique
Mi dolor, pues yo
no quiero,
Ni querais que más
replique,
Ni que más os
certifique
Qué mal es el de
que muero.
Es mi mal tan
verdadero,
Que si tal fuese mi
bien,
Tal cual yo de vos
espero,
Yo sería por entero
Más rico que no sé
quién.
Así
que vuestra beldad
Confiese con gran
paciencia
Su sobrada
crüeldad,
E ponga su voluntad
Conforme con mi
inocencia.
Descargad vuestra
conciencia
De males tan
inhumanos,
E así hecha
penitencia,
Con debida
reverencia
Beso vuestros pies
e manos.
Villancicos
Decidme,
pues sospirastes,
Caballero, que goceis,
¿Quién es la que más quereis?
Lástima tan
lastimera
¿Para qué la
preguntais
Pues que sabeis que
me dais
Mayor mal porque
más muera?
Quien yo quiero que
me quiera,
Vos, señora, lo
sabeis;
E más no me
pregunteis.
En preguntaros,
señor,
Yo no creo haber
errado;
Que en veros
apasionado
Hobe de vos gran
dolor.
Si padeceis mal de
amor,
¡Así della vos
goceis!
Que vos no me lo
negueis.
¡Oh señora, e qué
lindeza
La de quien me
cativó,
Sino que se me
tornó
Para mí toda en
crüeza!
Es tanta su
gentileza,
Que vos mesma la
amaréis
E a mí no me
culparéis.
No negueis vuestra
fatiga
A quien os busca
consuelo:
[p. 239] Pues de vuestro mal me duelo,
Sepa quién es
vuestra amiga.
Que más parece
enemiga
Esa por quien
padeceis,
Pues que vos no la
venceis.
Obedescer e
serviros
Es lo que yo más
deseo;
Que lo sepais bien
lo creo,
Mas mi mal quiero
deciros:
Los tormentos e
sospiros
De la pena en que
me veis,
Remediar vos los
podeis.
Remediar a vuestra
pena
Si decis penaros
yo:
Pues el Amor os
prendió,
El quitará la
cadena.
Sabed que ya soy
ajena;
Vos de mí más no
cureis,
Que mal remedio
teneis.
Vencedores son tus ojos,
Mis amores;
Tus ojos son vencedores.
Fué de tal contentamiento
Mi querer de
tu beldad,
Que te dí mi
libertad
A troque de
pensamiento,
E me hallo más
contento
Que todos los
amadores.
Mis amores,
Tus ojos son vencedores.
Rematada está la cuenta,
Pues mi fe te da la
paga;
Que no hay cosa que
no haga
Por tener a tí
contenta.
Yo no sé quién se
arrepienta
De sufrir por tí
dolores;
Mis amores,
Tus ojos son
vencedores.
Aunque pongas duda
en ella,
Tienes mi fe tan
vencida,
Que por ti perder
la vida
En poco tengo
perdella.
¿Quién te puede ver
tan bella
Que en mirar no le
enamores?
Mis amores,
Tus ojos son
vencedores.
No descuides mi
cuidado,
Mira bien cuánto te
quiero,
Que amador tan
verdadero
No debe ser
olvidado.
Mil pasiones he
pasado
Por alcarzar tus
favores
Mis amores
Tus ojos son vencedores.
Con esfuerzo e
osadía
De poderme llamar
tuyo
No me temo ni
rehuyo
Cativarme, vida
mia.
Tú, mi bien e mi
alegría,
Pones e quitas
temores;
Mis amores,
Tus ojos son
vencedores.
E mi libertad
cativa,
Pues la tienes, ten
por cierto
Que seré mil veces
muerto
E la fe quedará
viva.
Olvida de ser
esquiva
Porque mis bienes
mejores;
Mis amores
Tus ojos son
vencedores.
Si bien sientes mi
deseo,
Sentirás en. tu
memoria
Que mirarte es
tanta gloria
Cuanto mal si no te
veo.
Así que por ti
poseo
Amarguras e
dulzores;
Mis amores,
Tus ojos son
vencedores.
[p. 240] Conformes creo que estamos:
¡Plega a Dios que
siempre sea!
E lo que el uno
desea
Ambos juntos lo
queramos.
E muy buena fe
tengamos,
E las obras muy
mejores;
Mis amores,
Tus ojos son
vencedores.
Agora por no enojarte
No te digo más
de aquesto,
Sino que de
aquí protesto
De ser tuyo
sin errarte,
E jamas nunca
olvidarte
Aunque
muestres disfavores;
Mis amores,
Tus ojos son
vencedores.
Montesina
era la garza
E de muy alto volar:
No hay quien la
pueda tomar.
Mi cuidoso
pensamiento
Ha seguido su
guarida,
Mas cuanto más es
seguida,
Tiene más
defendimiento.
De seguirla soy
contento
Por de su vista
gozar:
No hay quien la
pueda tomar.
Otros muchos la han
seguido
Pensando poder
tomalla
E a quien más cerca
se halla
Tiene más presto en
olvido.
Harto paga lo
servido
En sólo querer
mirar:
No hay quien la
pueda tomar.
Nunca vi tanta lindeza
Ni ave de tal
crïanza;
Mas a quien tiene
esperanza
Muéstrale mucha
esquiveza,
Puede bien con su
belleza
Todo el mundo
cativar:
No hay quien la pueda tomar.
Tiene tan gran hermosura
Y es tan noble e
virtuosa,
Que en presencia
nadie osa
Descobrirle su
tristura.
Es de dichosa
ventura
El que sirve en tal
lugar:
No hay quien la pueda tomar.
El que más sigue su
vuelo
Le parece muy más
bella:
Por sólo gozar de
vella
El trabajo le es
consuelo:
Su mirar pone
recelo,
Porque calle el
desear:
No hay quien la pueda tomar.
Si la sigo por
halago,
No me crece mi
deseo;
Si por mal perdidos
veo
Los servicios que
le hago,
Quiérole pedir en
pago
Me deje suyo
llamar:
No hay quien la pueda tomar.
E pues de tan alta
suerte
La hizo Dios en
estremo,
De ningun peligro
temo
Si es contenta con
mi muerte.
Puede con su fuerza
fuerte
Ligeramente matar:
No hay quien la pueda tomar.
No quiero sino
fatiga,
Soy contento ser
penado,
Pues que quiere mi
cuidado
Que sin descanso la
siga,
E que pene e no lo
diga,
[p. 241] Pues es vitoria penar:
No hay quien la pueda tomar.
Así
que por muy dichoso
Me siento por la
servir,
Aunque sienta mi
vivir
Trabajo muy
trabajoso.
Quiero vida
sin reposo
Por huir de la
enojar:
No hay quien la
pueda tomar.
Anda acá, pastor,
A ver al Redemptor.
Anda acá, Minguillo,
Deja tu ganado,
Toma el caramillo,
Zurron e cayado:
Vamos sin temor
A ver al Redemptor
No nos aballemos
Sin llevar presente;
Mas ¿qué llevarémos?
Dilo tu, Llorente.
¿ Qué será mejor
Para el Redemptor?—
Yo quiero llevarle
Leche y mantequillas,
E para empañarle
Algunas mantillas,
Por ir con amor
A ver al Redemptor.
Con aquel cabrito
De la cabra mocha
Darle algun quesito
E una miga cocha,
Que terná sabor,
Sabor al Redemptor.
No piense que vamos
Su madre graciosa
Sin que le ofrescamos
Más alguna cosa;
Que es de gran valor
Madre del Redemptor.
En cantares nuevos
Gocen sus orejas:
Miel e muchos huevos
Para hacer torrejas,
Aunque sin dolor
Parió al Redemptor.
V
Levanta,
Pascual, levanta:
Aballemos o Granada,
Que se suena ques tomada,
Levanta toste
prïado,
Toma tu perro e
zurron,
Tu zamarra e
zamarron,
Tus alboguees
e cayado.
Vamos ver el
gasajado
De aquella ciudad
nombrada,
Que se suena ques tomada.
¿Asmo cuidas que te
creo?
¡Juro a mí!
que me chufëas.
Si tú mucho lo
deseas,
Soncas, yo mas
lo deseo.
Mas a la mia
fe no veo
Apero de tal
majada,
Que se suena ques
tomada.
Hora ¡pese a Diez contigo!
Siempre
piensas que te miento:
Ahotas que me
arrepiento
[p. 242] Porque a tí nada te digo.
Anda acá, vete
comigo,
No te tardes más
tardada,
Que se suena ques tomada.
Déjate deso,
Carillo,
Curemos bien
del ganado,
No se meta en lo
vedado
Que nos prenda
algun morillo.
Tañamos el
caramillo,
Porque todo lo otro
es nada
Que se suena ques tomada.
Pues el ganado se
estiende,
Déjalo bien
estender;
Porque ya puede
pacer
Seguramente hasta
allende.
Anda acá, no te
estés ende,
Mira cuánta de
ahumada,
Que se suena ques tomada.
¡Oh, qué reyes tan
benditos!
Vámonos,
vámonos yendo,
Que ya te voy
percreyendo,
Segun oyo grandes
gritos.
Llevemos estos
cabritos,
Porque habrá venta
chapada,
Que se suena ques tomada.
Aballa, toma tu
hato,
Contaréte a
maravilla
Cómo se
entregó la villa,
Segun dicen, no há
gran rato.
¡Oh, quién viera
tan gran trato
Al tiempo que fue
entregada!
Que se suena ques tomada.
Cuenta, cuéntame
las nuevas,
Que yo estoy muy
gasajoso;
Mas no tomaré
reposo
Hasta llegar
do me llevas.
Chapado zagal
apruebas:
Dios nos dé
buena jornada,
Que se suena ques
tomada.
Yo te diré cómo fué
Que nuestra
Reina y el Rey,
Luceros de
nuestra ley,
Partieron de
Santa Fe.
E partieron
soncas que
Dicen que esta
madrugada:
Que se suena ques
tomada.
Ya luego allá estarán todos
Metidos en la
ciudad
Con muy gran
solenidad,
Con dulces
cantos e modos.
¡Oh claridad
de los godos,
Reyes de
gloria nombrada!
Que se suena ques
tomada.
¡Qué consuelo e qué conorte,
Ver por torres
e garitas
Alzar las
cruces benditas!
¡Oh qué placer
e deporte!
Y entraba toda
la córte
A milagro
atavïada,
Que se suena ques
tomada.
Por vencer con tal vitoria
Los Reyes
nuestros señores,
Demos gracias
e loores
Al Eterno Rey
de gloria
Que jamás
quedó memoria
De Reyes tan
acabada:
Que se suena ques
tomada.
Nuevas le trayo,
Carillo,
De tu mal.
Dímelas hora, Pascual.
Sábete
que Bartolilla,
La hija de
Mari-Mingo,
Se desposó di
domingo,
Con un garzon de la
villa.
He gran cordojo e
mancilla
De tu mal,
Porque eres tan
buen zagal.
[p. 243] Dí si burlas o departes,
O si lo dices de
vero,
Porque en mal tan
lastimero
No es razón que tu
me enartes.
Yo hablé con ella
el martes
So el portal;
Mas nunca me dijo
tal.
Yo
te juro a Sant Rodrigo
Que no te burlo ni
miento,
Porque a su
desposamiento
Me llamaron por
testigo:
Créeme lo que te
digo,
Que este mal
Te será muy
desigual.
¡Pese
a Diez con el cariño
Que yo con ella
tenía,
Porque con su
galanía
Me ha burlado como
a niño!
Tal descuetro e
desaliño,
Por tu mal,
Me será más que
mortal.
Si
te tuviera amorío,
Sábete cierto e
notorio
Que aburriera el
desposorio
Con todo su
poderío.
Su querer es muy
crudío,
Que en lo tal
No hizo de tí
caudal.
¡Oh lazerado e
aborrido!
No hay dolor que
así me duela,
Que en perder esta
mozuela
El gasajo he ya
perdido
Estoy tan
amodorrido,
Que
muy mal
Te conozco ya,
Pascual.
Tu
cordojo e tu llanteo
Me pone gran
acedía,
Que toda tu
mancebía
Has gastado en
devaneo.
Muda, muda tu
deseo,
Pues tu mal
Es un mal muy
principal.
No
puedo mostrar mudanza,
Ni vivir sin su
presencia,
Que no trayo mi
hemencia
Sino tras su
semejanza.
Sufrir con
desesperanza
Tanto mal,
Es cosa descomunal.
Apacienta
tu ganado,
Procura buscar
conorte,
Las fiestas date a
deporte,
Los jueves vete al
mercado.
No cuides en tal
cuidado
De lo cual
Te puede venir más
mal.
Ya no quiero el caramillo,
Ni las vacas ni
corderos,
Ni los sayos
domingueros,
Ni el capote de
pardillo,
Ni quiero ya
zurroncillo
Ni cotral,
Ni yesca ni
pedernal.
Ora,
Carillo, descrucia
De seguir esta
zagala;
Ni te quellotre su
gala,
Ni tengas en ella
hucia,
Dígote que era muy
lucia;
De lo ál
No te sabré dar
señal.
Aunque
pese a quien pesáre,
Juro a mi de
siempre amalla,
De seguilla e
remiralla
Do quiera que la
halláre.
A quien esto me
estorbáre,
Si me val,
Yo le daré mal
final.
[p. 244] VII¿
Quién te
trajo, caballero,
Por esta montaña escura?
—
¡Ay, pastor! que mi ventura.
Para
el cuerpo de sant Polo
Que estoy asmado de
tí!
¡Quién te arribó
por aquí
Tan lagrimoso e tan
solo?
Yo cuidé que eras
Bartolo,
Un pastor de
Extremadura,
Que aprisca en
aquell altura.
¡Pluguiera
a Dios que yo fuera
Ese rústico pastor,
Por quel falso del
amor
Subjeto no me
tuviera.
Ando muerto sin que
muera,
Cual te muestra mi
figura,
Que vivir ya no
procura.
¿E
cuidas tú, palaciego,
Que a nosotros los
pastores
No nos acosan
amores,
No nos percunde su
fuego?
¡Mie fe! yo dellos
reniego,
Que aun aquí en
esta espesura,
No perdonan
criatura.
Pues
dices que sois heridos
Y en amores
padeceis,
Dime qué es lo que
haceis
Para ser de amor
queridos.
Que no pueden mis
sentidos,
Ni discrición, ni
cordura,
Hacer mi vida
segura.
Dígote que una zagala
Me ha traido
amodorrido;
Mas hétela
perseguido
Hasta deslindar su
gala.
E otra que dicen
Pascuala,
De muy huerta
gestadura,
Trayo ahora en
aventura.
¡Triste
de mí, desdichado!
Sin ventura soy
perdido,
Que me tiene
despedido
Quien me tiene
cativado.
Quiero ya tener
cuidado
De buscar la
sepultura,
Pues mi mal es sin
mesura.
Dime,
dime quién tú sos,
Y endílgame quién
es ella;
No quellotres tu
querella,
Aunque pese a non
de Dios.
Vámonos ambos a
dos:
Amostrarte hé una
verdura
Donde tomes gran
holgura.
Desque
ya perdí la gloria
De quien me negó
por suyo,
Ni yo sé quién soy,
ni cuyo,
Ni de mí tengo
memoria.
Ha ganado tal
vitoria
En amar mi
desventura,
Quel placer es mi
tristura.
Descordoja
ya tu saña,
Desensaña a tus
cordojos;
Deja ya holgar tus
ojos
Siquiera en esta
montaña.
Vámonos a mi
cabaña,
Que allí tengo
albergadura
E gran abondo e
hartura.
Consolando
más me hieres;
Vete ya, que se va
el dia:
Dios te dé tanta
alegría
Cuanta tú para mí
quieres.
Yo no sé, pastor,
quién eres,
Que te duele mi
amargura,
La cual ya no sufre
cura.
[p. 245] Yo soy Domingo Pascual,
Carillo de la vecina,
Y es mi choza so un encina
La mayor deste encinal:
Duéleme tanto tu mal,
En ver tu pena tan dura,
Que estoy sin semejadura.
Por tu sér a mí me place
Desta noche estar contigo;
Aunque de cierto te digo
Que muy duro se me hace:
Pues el placer me desplace
E mi muerte se apresura,
Ya mi vida no es de cura.
Ya soy desposado,
Nuestramo,
Yo soy desposado.
Dime,
dime, Mingo,
De tu buen
estrena.—
Mi fe ayer
domingo
(¡Dios en hora
buena!)
Con la que me pena,
Nuestramo,
Ya soy desposado.
¿Ques
lo que te han dado
Con tu
desposada?—
Harto del
ganado,
E casa
alhajada,
E moza chapada.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
¿Qué ganado sacas
Que te den de
vero?—
Un buey e dos
vacas,
E más un
otrero
Con todo su apero.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
¿No
te dan con eso
Otra res
alguna?—
Un burro bien
grueso,
E una res
porcuna,
E áun otra ovejuna.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Pues
te vaga espacio,
Cuéntame su
gesta.—
Es de buen
gernacio,
Galana e dispuesta,
Aliñosa e presta.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
¿Es
quizá vecina
De allá de tu
tierra?—
Yo soy del Encina
Y ella es de la
Sierra
Que me daba guerra.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Deslindame
luego
Sus deudos
juntos.—
Son ella y el
crego
Carmenos conjuntos
Que sacar por
puntos.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
¿Qué
diste a las vistas
La vista
primera.—
Alfarda con listas,
E faja, e gorguera,
Cinta dominguera.
Nuestramo,
Ya
soy desposado.
¿Saya
no le diste
Para andar
preciada?—
Una que se viste
[p. 246] Añir torquesada
De manga tranzada.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Tu dar me
semeja
De buen
repiquete.—
Zapata bermeja,
E mucho alfilete,
E buen cordoncete.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Bien topo
contigo,
No sé si me
enartas.—
¡Ah! pues no te
digo
Cercillos e sartas
E otras cosas
hartas.
Nuestramo
Ya soy desposado.
E allí si
vinieron
Muchos zagalejos.
E áun barveza
dieron
A largos concejos
A mozos e a viejos.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
¿Hobo
barraganes
En alguna
lucha?—
Pastores e
aldranes,
E otra gente mucha,
Otea y escucha.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Veamos,
¿llevaste
La tu fe
degosa?—
¡Pesar de
Santiaste!
¿Quién lleva tal
cosa
A ver a su esposa?
Nuestramo,
Ya soy desposado.
¿ Tocaste
las quintas
De tu
caramillo?—
E al trocar las
cintas
Mucho cantarcillo,
Dime aqueste
orillo.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
¿Cuánta
castañeta,
Mingo, por el
cielo!—
E aunque zapateta
Daba allí un
mozuelo,
A tremer el suelo.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
La buena pro haga,
Pues no se te
escusa.—
Agora ¡Dios praga!
Ya di sobreusa
Allá do se usa.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
¿Qué
le diste en donas?
¡Que te dé Dios
vida!—
Lo que otras
personas
Dan a su querida;
Cosa bien garrida.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
¿Manto
de bermejo,
Hásle ya
donado?—
E áun buen
capillejo
De hilo trenado
Azul e morado.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
¿Dístele,
vaquero,
Sortija de
prata?—
Buen revolvedero,
Buen zueco e
zapata;
Ques moza que mata.
Nuestramo
Ya soy desposado.
Aburre
los celos;
Tenla
repicada.—
[p. 247] Sobarbos e velos,
Camisa labrada
De estopa delgada.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Para bien
te sea:
¿Dístele más
dones?—
A fuer del aldea,
Saya de mangones
Como otros
garzones.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Qué donas
honradas,
¡Llevaste,
Minguillo!—
E aun mangas
brocadas
Le di de amarillo,
E bolsa e tejillo.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
De ajüar de
casa
No te dejen
mondo.—
Soncas ya se embasa
Todo bien abondo,
Chapado e redondo.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Dos camas
de ropa
Habrá, tales
cuales.—
Sábanas de estopa,
Hietro e cabezales,
Mantas e costales.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Si tal es
el hecho,
Soy en que te
veles.—
Darme han ante
lecho,
Frundas e receles,
E mesa e manteles.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
E darte han
almario,
Arca y
espetera.—
E aun de buen
donario,
E trulla e caldera,
Olla e cobertera.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Dente,
dente jarro,
E algun
tajadero.—
E aun colodra e
tarro,
E un cántaro entero
Con su coladero.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Darte
han badilleja,
E arganas y
escaño.—
Cesto e gamelleja
Y escriño tamaño,
E aun antes de un
año.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
También,
pues, debrias
Pedir todos
hatos.—
Jarra e altamias,
Barreños e platos,
E dos o tres gatos.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Dente
algun dornajo,
Rallo e
asadores.—
E aun darme han un
tajo,
E más dos morteros
Con sus majaderos.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Cucharon
e cazo
Tambien lo
demanda.—
E artesa e cedazo,
Que aliñando se
anda,
Y a mercar se
manda.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Mérquente
unos pendes
Para pendar
lana.—
[p. 248] Sí tú me los vendes,
Antes de mañana,
E aun de buena gana,
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Ella pide rueca,
E un huso e tortera.—
E aun gallina crueca
E otra ponedera,
E ánsar criadera.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Despues a la boda,
Que tal será el gasto.—
A la gente toda
Hartalla a repasto,
Todo muy abasto.
Nuestramo
Ya soy desposado.
Yo seré el padrino,
Gasta, no te duela.—
Pan e carne e vino,
Ajo e mostazuela
Hasta tentejuela.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Todo te me engrilla,
Deja esos picaños.—
E aun a mi esposilla
Dártele otros paños,
Paños muy extraños.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
¿Darle has otro manto
Tú de tu dinero?—
Sí si yo entre tanto
No debroco o muero,
Mejor quel primero.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Dale con que vaya
Buena vestidura.—
Buena sobresaya,
Verde o verde escura,
Con botonadura.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
Asmado me dejas
Muy en demasía.—
E aun si más me aquejas,
Más te contaría,
Ende esta otro dia.
Nuestramo,
Ya soy desposado.
¡
Ay triste, que vengo
Vencido de amor,
Magüera pastor!
Más sano me fuera
No ir al mercado,
Que no que
viniera
Tan
aquerenciado,
Que vengo cuitado,
Vencido de amor,
Magüera pastor.
Dí queses en villa,
Viera una dueñata;
Quise requerilla
E aballó la pata:
Aquella me mata,
Vencido de amor,
Magüera pastor.
Con vista halaguera
Miréla, e miróme;
Yo no sé quién era,
[p. 249] Mas ella agradóme,
E fuése, e dejóme
Vencido de amor,
Magüera pastor.
De ver su presencia
Quedé cariñoso,
Quedé sin hemencia,
Quedé sin reposo,
Quedé muy
cuidoso,
Vencido de amor,
Magüera pastor.
Ahotas que creo
Ser poca mi
vida,
Segun que ya veo
Que voy de caida.
Mi muerte es
venida,
Vencido de amor,
Magüera pastor.
Sin dar yo tras
ella
No cuido ser vivo,
Pues que yo por
ella
De mi soy esquivo
Y estoy muy cativo,
Vencido de amor,
Magüera pastor.
Díme,
Juan, por tu salud,
Pues te picas de amorio,
¿
Si es mal de amores el mío?
Maginar
debes ¡Dios praga!
¿Cómo quieres tú,
Pascual,
Que te diga yo tu
mal
Sin que me
cuentes la llaga?
Si algun espacio te
vaga,
En este monte
sombrío
Cuénta me tu
modorrío.
¡Ay triste! que todo el bazo,
Asadura e
pajarilla,
Todo se me
desternilla,
Que no me
queda pedazo.
Cada pierna e cada
brazo
Siente muy gran
dolorïo.
¿Si es mal de amores el mio?
Cosa no puedo comer
Aunque me muera de
hambre;
Toma me tan gran
calambre,
Ques dolido de
me ver;
Gran temblar e gran
tremer,
Muy gran pasmo e
calofrio.
¿Si es mal de amores el mio?
Siempre
estoy despeluncado,
Que desmayo cada
rato;
No conozco ya mi
hato;
Ando ya desojarado;
Nunca estoy sino
cansado,
Aunque no de
laborío.
¿Si
es mal de amores el mio?
De mí tengo ya despecho:
No siento ningun
abrigo;
Aunque me dan pan
de trigo,
Ni aunque voy
dormir so techo,
Nunca duermo ni
aprovecho;
Poco a poco me
resfrío.
¿Si
es mal de amores el mio?
Nunca dejo de
pensar,
Puesto mano sobre
mano;
Cada paso me
rellano
Que no me puedo
aballar;
Gran gemir e
sollozar,
Que nunca jamas me
río.
¿Si
es mal de amores el mío?
Ando ya desmemorado,
Sin poder tomar
reposo,
Deslumbrado, muy
pensoso,
[p. 250] Muy cuidoso e descuidado;
Piérdese todo el
ganado.
Dios me tiene ya
omecillo.
¿Si es mal de amores el mio?
Solia cuando más
mozo
(Bien lo sabes tú,
Juanillo)
Repicar mi
caramillo,
Mi respingo e mi
retozo;
¡Mie-fe! ya no me
alborozo,
Del gasajo me
desvío.
¿Si es mal de amores el mio?
Pariente, primo
segundo,
No te quiero decir
más;
En el gesto me
verás
Que ya no soy deste
mundo;
Que de pasmo me
perhundo,
Como yo no
desvarío.
¿
Si es mal de amores el mio?
Pues aun quiero que
me cuentes
Este mal tan
lastimero
Donde te tomó
primero,
E de cuando acá lo
sientes;
Aguza, pára bien
mientes,
Esfuerza sin
aborrío,
Que de tu salud
confío.
Percanzóme esta
pasión
El día de la
velada,
Otëando mi adamada
Aquella del
Torrejon,
Do sentí tal
turbacion
Que de mi ya
desconfio.
¿Si es mal de amores el mio?
Llévame tras sí los
ojos
Donde quiera que la
veo;
Cuanto más e
más la oteo,
Siento más e más
antojos;
E con todos mis
enojos
Para velar me
atavio.
¿Si es mal de amores el mio?
Siento en mí tan
gran cariño,
Que me quema como
fuego;
Hélo preguntado al
crego,
No me sabe dar
aliño.
Sobre esta razon me
ciño
Que tú sabrás, yo
lo fio,
¿Si es mal de amores el mio?
¿En cuál seso agora
cabe,
Pues que quieres
que lo diga,
Que sepa yo tu
fatiga
Cuando el crego no
lo sabe?
No creas que yo me
alabe
Ni con mi saber me
engrio,
Que no sé, ni lo
porfio.
Aunque sós de estos
casares
De aquesta
silvestre encina,
Tú sabrás dar
melecina
A mis cuitas e
pesares;
Pues allá con
escolares
Ha sido siempre tu
crio.
¿Si
es mal de amores el mio?
Mie-fe, Pascual,
bien lo siento,
Aunque yo crego no
so,
Que sonriéndome
estó
No conocer tal
tormento.
Es amor tu
perdimiento,
Que bien siento su
natío,
Su amargor e
saborío.
Juro a mí que yo lo
creo,
Segun sus ahincos
son,
Que me van al
corazón
Los aguzos y el
deseo;
Pues que sus males
poseo,
Dí quién es este
amorío.
¿Si
es mal de amores el mio?
Es amor un no sé
qué,
Que se engendra no
sé como,
Yo ningun tino le
tomo,
Aunque mucho suyo
fué;
Sé que pone tanta
fe
Su forzoso poderío,
Que cativa el
albedrío.
[p. 251] Pues dime, ¿que te parece
Que debo ¡triste! hacer
Para me poder valer
Deste mal que siempre crece?
¿Con qué remedio guarece
El que está de amor sandío?
¿Si es mal de amores el mio?
Si alguna zagala bella
Amares sin ella amar,
Ama tú en otro lugar
O la sigue hasta vencella
E si tambien te ama ella,
No muestres tanto amorío;
Que este consejo es el mío.
Romance
Por unos puertos arriba
De montaña muy escura
Caminaba el caballero
Lastimado de tristura:
El caballo deja muerto,
Y él a pie por su ventura,
Andando de sierra en sierra
De camino no se cura,
Huyendo de las florestas,
Huyendo de la frescura,
Métese de mata en mata
Por la mayor espesura.
Las manos lleva añudadas,
De luto la vestidura,
Los ojos puestos en tierra
Sospirando sin mesura;
En sus lágrimas bañado,
Más que mortal su figura;
Su beber y su comer
Es de lloro e amargura,
Que de noche ni de día
Nunca duerme ni assegura
Despedido de su amiga
Por su más que desventura,
A haberle de consolar
No basta seso e cordura;
Viviendo penada vida,
Más penada la procura,
Que los corazones tristes
Quieren mas menos holgura.
Villancico
I
Ya
cerradas son las puertas
De mi vida
Y la llave es ya
perdida.
Tiénelas
tan bien cerradas
El portero del
Amor;
No tiene ningún
temor
Que de mí sean
quebradas.
Son las puertas ya
cerradas
De mi vida,
Y la llave es ya
perdida.
Las
puertas son mis servicios,
La cerradura es
olvido,
La llave que s'ha
perdido
Es perder los
beneficios.
Así que fuera de
quicios
Va mi vida,
Y la llave es ya
perdida.
Puse
la vida en poder
D'aquella que
siempre amo;
Ahora triste;
aunque llamo,
No me quiere
responder.
Cerróme con su
poder
La salida,
Y la llave es ya perdida.
[p. 252] Fin
Servíla
con tanta fe,
Con cuanta nadie
sirvió;
El galardón
que me dió
Fué peor que nunca
fué.
Cerróme no sé por
qué
La salida,
Y la llave es ya perdida.
Más vale trocar
Placer por dolores,
Qu'estar sin amores.
Donde es gradecido
Es dulce morir;
Vivir en olvido
Aquel no es vivir;
Mejor es sufrir
Passion y dolores,
Qu'estar sin amores.
Es vida perdida
Vivir sin amar,
Y más es que vida
Saberla emplear:
Mejor es penar
Sufriendo dolores,
Qu'estar sin amores.
La muerte es vitoria
Do vive aficion;
Qu'espera haber gloria
Quien sufre passion:
Más vale presión
De tales dolores,
Qu'estar sin amores.
El que es más penado
Más goza d'amor;
Qu'el mucho cuidado
Le quita el temor:
Assi qu' es mejor
Amar con dolores,
Qu'estar sin amores.
No teme tormento
Quien ama con fe,
Si su pensamiento
Sin causa no fué;
Habiendo por qué,
Más valen dolores
Qu'estar sin amores.
Fin
Amor que no pena
No pida placer,
Pues ya le condena
Su poco querer:
Mejor es perder
Placer por dolores,
Qu'estar sin amores.
III
Hermitaño
quiero ser
Por ver,
Hermitaño quiero
ser.
Por probar nueva manera,
Mudar quiero mi
vestir,
Porque en el traje
de fuera
Desconozcan mi
vevir;
No mudaré mi
querer;
Por ver,
Hermitaño quiero ser.
Serán mis hábitos
tales
Que digan con mi
dolor;
Será el paño de mis
males,
Será la fe la color
[p. 253] Y el cordon de padescer;
Por ver,
Hermitaño quiero ser.
Será hecho mi
cilicio
De muy áspero
tormento,
Tejido con mi
servicio,
Cosido con
sufrimiento,
Y helo siempre de
traer;
Por ver,
Hermitaño quiero
ser.
Las cuentas para
rezar
Han de ser cient
mil querellas;
El bordon para
esforzar
Ha de ser la causa
delllas:
Y pues me dejé
vencer,
Por ver,
Hermitaño quiero
ser.
Crescerán mis
barbas tanto
Cuanto cresciere mi
pena;
Pediré con triste
llanto
«Dad para la
Magdalena».
Si me quisieren
valer,
Por ver,
Hermitaño quiero
ser.
No peinaré mis
cabellos
Ni descansarán mis
ojos,
Hasta que se duela
de ellos
Quien me causa mil
enojos;
Si se quissiese
doler,
Por ver,
Hermitaño quiero
ser.
Haré vida tan
estrecha
Que peor será que
muerte,
Porque no tenga
sospecha
Que vivo por otra
suerte,
Y no tomaré placer;
Por ver,
Hermitaño quiero
ser.
Andaré sin alegría
Aquejado de
cuidados,
Por los páramos de
día,
De noche por los
poblados,
Y ansi quiero
fenescer;
Por ver,
Hermitaño quiero
ser.
Quizá que por mi
ventura
Andando de puerta
en puerta,
Veré la gentil
figura
De quien tien mi
vida muerta;
Si saliesse a
responder
Por ver,
Hermitaño quiero
ser.
Los sospiros
encubiertos
Que he callado por
mi daño,
Hora serán
descubiertos
En hábito de
hermitaño,
Hora ganar o
perder;
Por ver,
Hermitaño quiero
ser.
Pensarán los que me vieren
Que sospiro con
pobreza,
La que mis ojos ver
quieren
Bien sentirá mi
tristeza,
Bien me sabrá
conoscer;
Por ver,
Hermitaño quiero
ser.
Fin
¡Oh qué
bienaventuranza!
Ternia mi corazón,
Si cumpliesse mi
esperanza
Viéndome en tal
Religión:
Haré todo mi poder;
Por ver,
Hermitaño quiero
ser.
[p. 254] IV Romerito, tú que vienes
De donde mi vida está,
Las nuevas della me da.
Dame nuevas de mi vida,
¡Así Dios te dé placer!
Si tú me quieres hacer
Alegre con tu venida,
Que después de mi partida
De mal en peor me va.
Las nuevas della me da.
Bien muestras en el hablar
Ser ageno de placeres,
Mas si yo no sé quien eres
¿Qué nuevas te puedo dar?
Quien nunca te oyó nombrar
¿Cómo te conocerá?
Las nuevas della me da.
«Véome triste, aflegido,
Más que todos desdichado
Que en el tiempo ya pasado
Solía ser conocido.
Mas agora con olvido
La memoria muerta está.
Las nuevas della me da.
Aunque mis nuevas te den,
Pensamiento, tú descansa,
Y los sospiros amansa,
Y las lágrimas deten.
Dime tu mal y tu bien,
Que yo te conozco ya.
Las nuevas della me da.
Bien sabes que me partí
Fuyendo del mal que quejo,
Mas cuanto yo más me alejo,
Muy más cerca está de mí.
La esperanza que perdí
Ya nunca se cobrará.
Las nuevas della me da.
Fin
Yo bien sé que te partiste
Con mucha desesperanza,
Y tu bienaventuranza
Vino y no la conociste.
¡Mas esfuerza, esfuerza, triste!
Que tu acuerdo vivo está.
Las nuevas della me da.
Pues
amas, triste amador,
Dime, ¿qué cosa es amor?—
Es amor un
mal que mata
A quien le mas
obedesce,
Mal que mucho más
maltrata
Al que menos mal
meresce,
Favor que más
fadoresce
Al menos
merescedor.
Es amor una aficion
De desseo desseoso,
Donde falta la
razon
Al tiempo más
peligroso;
Y es un deleite
engañoso
Guarnescido de
dolor.
Es amor un tal
poder
Que fuerza la
voluntad;
Adonde pone querer
Quita luego
libertad;
Es mas firme su
amistad
Cuando finge
desamor.
Es una fuente do
mana
Agua dulce e
amargosa,
Que a los unos es
muy sana
E a los otros
peligrosa;
[p. 255] Unas veces muy sabrosa
E otras veces
sin sabor.
Es una rosa en
abrojos
Que nasce en
cualquier sazón,
Cuando se vencen
los ojos
Consintiendo el
corazón;
Cógese con gran
passion,
Con gran peligro e
temor.
Fin
Es un jarope
mezclado
De un placer e mil
tristuras,
Desleído con
cuidado
En dos mil
desaventuras,
Que si beberlo
procuras
Morirás si no hay
favor.
¿A
quién debo yo llamar
Vida mía,
Sino a ti, Virgen María?
Todos te deben
servir,
Virgen y madre de
Dios,
Que siempre
ruegas por nos
Y tu nos hacer
vevir.
Nunca me verán
decir
Vida mía,
Sino a ti, Virgen María.
Duélete, Virgen, de
mí,
Mira bien nuestro
dolor,
Qu'este mundo
pecador
No puede vevir
sin ti.
No llamo
desque nací
Vida mía,
Sino a ti, Virgen
María.
Tanta fué tu perfeccion
Y de tanto merecer,
Que de ti quiso
nacer
Quien fué nuestra
redención;
No hay otra
consolación,
Vida mía,
Sino a ti, Virgen
María.
El tesoro divinal
En tu vientre
se encerró,
Tan preciosa
que libró
Todo el linage
humanal.
¿A quien.
quejaré mi mal,
Vida mía,
Sino a ti, Virgen
María?
Tu sellaste nuestra fé
Con el sello
de la cruz;
Tú pariste
nuestra luz,
Dios de ti
nacido fué.
Nunca, jamás
llamaré
Vida mía,
Sino a ti, Virgen
María.
Fin
¡Oh clara virginidad,
Fuente de toda
virtud,
No cesses de
dar salud
A toda la
cristiandad!
No pedimos
piedad,
Vida mía,
Sino a ti, Virgen
María.
VII
Ninguno
cierre las puertas
Si Amor viniere a llamar;
Que no le ha de aprovechar.
Al amor obedezcamos
Con muy presta
voluntad;
Pues es de
necesidad,
[p. 256] Con fuerza virtud hagamos.
Ell amor no
resistamos,
Nadie cierre a su
llamar;
Que no
le ha de aprovechar.
Amor amansa al más
fuerte,
Y al más flaco
fortalece;
Al que menos le
obedece
Más le aqueja con
su muerte.
A su buena o mala
suerte
Ninguno debe
apuntar;
Que no le ha de aprovechar.
Amor muda los
estados,
Las vidas y
condiciones,
Conforma los
corazones
De los bien.
enamorados;
Resistir a sus
cuidados
Nadie debe
procurar;
Que no le ha de aprovechar.
Aquel fuerte del
Amor
Que se pinta niño y
ciego,
Hace al pastor
palaciego
Y al palaciego
pastor.
Contra su pena
y dolor
Ninguno debe
lidiar;
Que no le ha de
aprovechar.
El qu'es amor verdadero
Despierta al
enamorado,
Hace al
medroso esforzado
Y muy polido
al grosero.
Quien es de
amor prisionero
No salga de
su mandar;
Que no le ha de
aprovechar.
Fin
El Amor con su poder
Tiene tal
jurisdiccion,
Que cautiva el
corazon
Sin poderse
defender.
Nadie se debe
asconder
Si Amor
viniere a llamar;
Que no le ha de
aprovechar.
Tan
buen ganadico,
Y más en tal valle,
Placer es guardalle.
Ganado d'altura
Y más de tal
casta,
Muy presto se gasta
Su mala pastura;
Y en buena verdura,
Y más en tal valle,
Placer es guardalle.
Ansí que yo quiero
Guardar mi
ganado,
Por todo este
prado
De muy buen apero:
Con este tempero,
Y más en tal valle,
Placer es guardalle.
Está muy vicioso
Y siempre callando;
No anda balando
Ni es enojoso;
Antes da reposo
En cualquiera valle:
Placer es guardalle
Conviene guardalla
La cosa preciosa,
Que en ser
codiciosa
Procuran hurtalla.
Ganado sin falla,
Y
más en tal valle,
Placer es guardalle.
Pastor de buen
grado
Yo siempre sería,
Pues tanta alegría
Me dá este ganado;
Y tengo jurado
De nunca dejalle,
Mas siempre
guardalle.
Pues
que tú, Reina del Cielo,
Tanto vales,
Da remedio a
nuestros males.
Tú, que reinas con el Rey
D'aquel reino
celestial,
Tú, lumbre de
nuestra ley,
Luz de linaje
humanal;
Pues para quitar el
mal
Tanto vales,
Da remedio a
nuestros males.
Tú, Virgen, que mereciste
Ser madre de tal
Señor,
Tú que cuando le
pariste
Le pariste sin
dolor;
Pues con nuestro
Salvador
Tanto vales,
Da remedio a
nuestros males.
Tú, que del parto quedaste
Tan virgen como
primero,
Tú, Virgen, que te
empreñaste
Siendo virgen por
entero;
Pues que con Dios
verdadero
Tanto vales,
Da remedio a
nuestros males.
Tú, que lo que perdió a Eva
Cobraste por quien
tú eres,
Tú, que nos diste
la nueva
De perdurables
placeres;
Tú, bendita en las
mugeres,
Si nos vales
Darás fin a
nuestros males.
Tú, que te dicen
bendita
Todas las
generaciones;
Tú, que estás por
tal escrita
Entre todas las
naciones;
Pues en las
tribulacionenes
Tanto vales,
Da remedio a nuestros males.
Tú, que tienes por
oficio
Consolar
desconsolados;
Tú, que gastas tu
ejercicio
En librarnos de
pecados;
Tú, que guias los
errados
E los vales,
Da remedio a nuestros males.
Tú, que tenemos por
fe
Ser de tanta
perfección,
Que nunca será ni
fué
Otra de tu
condicion;
Pues para la
salvacion
Tanto vales,
Da remedio a nuestros males.
¿Quién podrá tanto
alabarte
Segun es tu
merecer?
¿Quién sabrá tan
bien loarte
Que no le falte
saber?
Pues que para nos
valer
Tanto vales,
Da remedio a nuestros males.
¡Oh madre de Dios y
hombre!
¡Oh concierto de
concordia!
Tú, que tienes por
renombre
Madre de
misericordia;
Pues para quitar
discordia
Tanto vales,
Da remedio a nuestros males.
Tú, que por gran
humildad
Fueste tan alto
ensalzada,
Que a par de la
Trinidad
Tú sola estás
assentada;
Y pues tú, Reina
sagrada,
[p. 258] Tanto vales,
Da remedio a nuestros males.
Tú, que estabas ya criada
Cuando el mundo se crió;
Tú, que estabas muy guardada
Para quien de tí nació;
Pues por tí nos conoció,
Si nos vales,
Da remedio a nuestros males.
Fin
Tú, que eres flor de las flores;
Tú, que del Cielo eres puerta;
Tú, que eres olor de olores;
Tú, que das gloria muy cierta;
Si de la muerte muy muerta
No nos vales,
No hay remedio en nuestros males.
Villanesca
Pedro, y bien te quiero,
Magüera vaquero.
Has tan bien bailado,
Corrido y luchado,
Que m'has namorado
Y d'amores muero.
A la fe, nostrama,
Ya suena mi fama,
Y áun pues en la cama
Soy muy más artero.
No sé qué te diga,
Tu amor me fatiga;
Tenme por amiga,
Sey mi compañero.
Soy en todo presto,
Mañoso y dispuesto,
Y en ver vuestro gesto
Mucho más me esmero.
Quiero que me quieras;
Pues por mí te esmeras,
Tengamos de veras
Amor verdadero.
Fin
Nostrama, señora,
Yo nascí en buen hora,
Ya soy desde agora
Vuestro por entero.
Villancico
Una amiga tengo,
hermano,
Galana y de gran valía.—
¡Jur'à diez! más es la mía.—
Júrote
por a San Gil
Que si tú la
conociesses,
Ahotas que no
dijesses
Haber otra más
gentil.
No puede ser entre
mil
Otra de más
galanía.—
¡Jur'à diez! más es la mía.—
Ufano
muestras que estás;
Sábete, e no te
alboroces,
Que si la mía
conoces,
Yo cuido que la
amarás.
Otëa, mira, verás
Que en beldad e
lozanía.—
¡
Jur´à diez! más es la mía.—
El
diablo me semejas;
Bien sabes de
garatusas;
Pues de la verdad
rehusas,
[p. 259] Aburramos las ovejas.
Vamos ver las
zagalejas,
No'staremos en
porfía.—
¡
Jur'à diez! más es la mía. —
No
pienses que no barrunto
Tus lazos y
guadramañas;
Aunque piensas que
me engañas,
Yo sé más que el
diablo un punto
Por la tuya te
pregunto:
Dime si es la que
solía.—
¡Jur'à diez! más es la mía.—
De
la mía tú te sabe
Qu'es muy garrida
zagala;
Tiénese tanta de
gala,
Que en el cuerpo no
le cabe.
No sé como te la
alabe;
Mátame su
donosía.—
¡Jur'à diez! más es la mía.—
Es
tan fuerte mi adamada,
Que mata con su
figura;
En cuerpo y en
gestadura
No hay otra tan
repicada.
Siempre está
recrestillada,
Y más cuando se
atavía.—
¡
Jur'à diez! más es la mía.—
La
mía tiene buen hato,
Buen copetón y
cernejas,
En ojos y
sobrecejas,
Nadie le llega al
zapato:
Echa cuando no me
cato
Un mirar de
travesía.—
¡Jur'à diez! más es la mía.—
Es mi dama
muy aguda
Y en el trage medio
dueña,
Ojiprieta y
aguileña,
No tuerta ni
tartamuda,
No tetuda ni
bocuda,
Muy sabionda en
demasía.—
¡
Jur'à diez! más es la mía.—
No marra
cosa en su gesta;
Tiene buenas
mamilleras,
Buena boca sin
bolseras,
Buenos mollares y
tiesta,
Buenas nachas, bien
dispuesta.
Tiene en todo
mejoría.—
¡
Jur'à diez! más es la mía.—
Zagala
de buen aliño
Es la mía más que
todas;
Baila muy bien en
las bodas,
De lo que yo más me
ciño.
Téngole muy gran
cariño,
Que mil saludes
m'envía.—
¡
Jur'à diez! más
es la mía.—
Ya
tú sabes que en abono,
Aunque pese a San
Pachon
Que tiene ella un
Chaton
Sin donas que yo
l'endono.
Pues contigo me
razono,
Contarte he su
valería.—
¡Jur'a diez! más es la mía.—
No se viste mi
querida
Sino paños de
color;
De joyas de gran
valor
Siempre está muy
bien guarnida;
Saya plegada y
fruncida,
A fuer de la
serranía.—
¡
Jur'à diez! más es la mía.—
Azul
se viste y pardillo
La de quien soy
namorado,
Alcorques de
colorado,
Y las cintas
d'amarillo,
Buena gavela y
tejillo,
Cercillos,
botonería.—
¡Jur'à diez! más es la mía.—
Mi
dama, buen capillejo
E alfardas bien
orilladas,
Buenas bronchas
granujadas,
Buen manton del
tiempo viejo,
E zapatos de
bermejo,
E faja de
polecía.—
¡Jur'a diez! más es la mía.—
Al
somo de las laderas,
Por los valles, por
los cerros,
[p. 260] Ando buscándole berros,
Cornezuelos y
acederas.
Sírvola de mil
maneras
Por le dar más
alegría.—
¡Jur'à diez! más es la mía.—
Tráigotele
tortolillas,
Asisones y
abutardas,
Pájaras blancas y
pardas,
Cogujadas y
abubillas,
Y gavanzas cada'l
día.—
¡Jur'á diez! más es
la mía.—
Repúllole
chanzonetas,
Úrdole mil
remoquetes,
Hágole mil
sonsonetes,
Sáltole mil
zapatetas.
Tráigole mil
berbilletas,
Y aun ella más
merecía.—
¡Jur'à diez! más es la mía.—
Hora
juro a ¡non de Dios!
Tus trovas y
cantilenas,
Que dicen que
son agenas,
Y el dueño tú no lo
sós.
Desenártote entre
nos,
Aunque estás en
terrería.—
¡Jur'à diez! más es la mía.—
Bien
me place desa nota,
¡Hideputas
rabadanes!
Lladran detrás como
canes
Y no saben una
jota.
No les daré más
bellota
Dell encinal que
solía.—
¡Jur'à diez! más es la mía.—
Fin
Otearte
quiero ya
De buen llotro y de
buen rejo,
Qu'el cordojo y
sobrecejo
Ya quitándoseme va.
Anda, Carillo, anda
acá,
Dejemos esta
porfía.—
¡Jur'à diez! más es la mía.—
[p. 261] A LOS MUY ESCLARECIDOS Y SIEMPRE VITORIOSOS PRINCIPES
DON HERNANDO E DOÑA ISABEL
Comiença el prólogo de la traslación de las «Bucólicas» de Virgilio por Juan del Enzina
La grandeza de vuestras hazañas, dignas de inmortalidad, muy altos e muy poderosos reyes, despierta las lenguas de los dormidos coraçones e no dexa tener sufrimiento para que puedan callar aun los que hablar no saben; más ¿quién será tan digno, por mucho saber que alcance, que deve tener confiança en su ingenio para dignamente llegar a contar el menor quilate de las excelencias de vuestra real majestad? Cuanto más yo, que aun agora soy nuevo en las armas e muy flaco para navegar por el gran mar de vuestras alabanças? ¡O invitíssimos príncipes! ¿quién supiese recontar las vitorias e triunfos que en los reinos, por vuestra mano conquistados, havéis recebido; que no solamente el reino de Granada, más aun el vuestro de Castilla, casi todo ganastes con fuerza de armas, queriendo Dios ayudaros? e aunque aquesto agora nos parece mucho, es cierto después no parecerá casi nada en comparación de las victorias que os están guardadas. ¿Pues qué diré de vuestra poderosa justicia, e con cuánta paz e sosiego vuestros reinos son regidos, hallando como los hallastes tan estragados, que, según el gran daño que en ellos estava, no se esperava remedio, e, sobre todo nuestra fe, que ya estava puesta en despeñadero donde muchos deslizavan. Vosotros, cristianísimos reyes, la restaurastes y esclarecistes, que quiso Dios escogeros para remedio de tantos males. Vosotros sois la cumbre de todos los príncipes e reyes a donde la fe e la justicia se conoce bien quien son, [p. 262] a donde la munificencia tiene sus fuerças enteras, sois la mesma libertad en las cosas que lícitamente podéis usar della; no sé para qué me pongo en alabaros, pues entrar por este camino es querer agotar el mar, ni mi saber da lugar para ello. Mas como el desseo de servir a vuestra alteza sea mayor que el temor de descubrir mis defetos, aunque grandes, no quiero escusarme de salir a barrera y ensayarme primero en algún baxo estillo, más alto si en ello mostráis serviros. E porque mi desseo consiga effeto más concertado, acordé dedicaros las Bucólicas de Virgilio, que es la primera de sus obras, adonde habla de pastores, siguiendo, como dize el Donato, la orden de los mortales, cuyo exercicio primeramente fue guardar ganados, manteniéndose de frutas silvestres; e después siguióle la agricultura, e andando más el tiempo nacieron batallas. Y en esta manera el estilo del gran Homero mantuano en sus tres obras principales procedió. De las cuales, por agora, por entrada y preludio de mi propósito, estas Bucólicas quise trasladar, trabadas en estilo pastoril, aplicándolas a los muy loables fechos de vuestro reinar, según parece en el argumento de cada una. E dexadas otras muchas razones que a ello me movieron, parecióme ser deuda muy conocida a tales príncipes e reyes, que tan gran primado y excelencia tienen sobre todos los otros, se oviesse de consagrar e dirigir obra de tan gran poeta, a quien el nuestro Quintiliano da la palma entre los latinos, y esso mesmo Macrobio e Servio e todos los que se pusieren a cotejar los estilos poéticos. E assí como haziendo mención de poeta sin añadir otro nombre, entendemos de Virgilio por excelencia, assí es mucha razón que haziendo mención de reyes, por excelencia entendamos de vuestra real corona. ¿Quién ovo que tan gran magestad de palabras alcançasse como Virgilio? ¿Qué sentencia o que seta de filósofos ovo que él no comprendiesse? No sin mérito, dize Cicerón averle llamado segunda esperanza de Roma cuando en su mocedad pronunciava ciertos versos en el teatro romano. No tengáis por mal, magnánimos príncipes, en dedicaros obras de pastores, pues que no ay nombre más convenible al estado real, del cual nuestro Redentor, que es el verdadero rey de los reyes, se precia mucho, según parece en muchos lugares de la Sagrada Escritura. E las alabanças de la vida pastoril, no sólo Virgilio e [p. 263] otros poetas, más aun Plinio, gravíssimo autor, las pone en el décimo otavo libro de la natural historia, hablando muy largamente de la vida rústica e no menos de agricultura; e testigo es Catón el mayor en el libro De rebus rusticis, adonde dize que cuando antiguamente alavaban algún hombre, llamávanle buen laborador. E aun los poetas e hombres doctos desseavan lugares apartados, assí como bosques e montes e otras silvas e arboledas, e con este desseo dezía Virgilio: O qui me sistat in vallibus Hemi. Mas tornando en mí quiero saber quién me traxo en tan gran cuidado, que a reyes tan excelentes mi pluma osasse llevar nuevas de mi desseo; que no soy digno para ponerme en aplicar esta obra a vuestros tan altos primores. ¡O, cuántas vezes me paro a pensar, desconfiando de mi ingenio, quién me puso en este trabajo, aviendo otros muchos que muy mejor que yo lo pudieran tomar! Mas consuélome con aquello que dize Tulio en el libro De perfecto oratore a Marco Bruto, diciendo que ninguno deve desesperar de trabajar en las letras, e si no pudiera llegar al más alto escalón, llegará al segundo o tercero o cuarto; que en tiempo de Homero fueron otros, aunque no tan notables, y esso mesmo cuando Archiloco e Sófocles e Píndaro florescieron, no faltaron otros que escriviessen, aunque no pudieron bolar tal alto, que ni el gran estilo de Platón espantó a Aristóteles, ni el mesmo Aristóteles e otros muchos sin cuento, ni Demóstenes, que fué el más excellente orador de Grecia, espantó a otros algunos de su tiempo, e no solamente fué esto en las artes excelentes, más aun entre los maestros de otras obras, según parece en los pintores que aun no pudieron imitar la hermosura de una imagen que estava en Rodas, ni la de Venus que estava en la ínsola Coo, ni la de Júpiter Olímpico, no por esso dexaron de pintar. E assí yo, aunque mi obra no merezca ser muy alabada en perfección, a lo menos no dexaré de tentar vados para ver si podré alcançar algún poco de loor con esfuerço de aquellas palabras que Virgilio dice: Tentanda via est qua me quoque possim tollere humo, victorque virum volitare per ora. E muchas dificultades hallo en la traducción de aquesta obra por el gran defeto de vocablos que ay en la lengua castellana en comparación de la latina, de donde se causa en muchos lugares no poderles dar la propia significación, cuanto más que [p. 264] por razón del metro e consonante será forçado algunas vezes de impropiar las palabras e acrecentar o menguar, según fiziere a mi caso, e aun muchas razones avrá que no se pueden traer al propósito; mas aquellas tales, según dice Servio, ovémoslas de tomar como razones pastoriles, assí simplemente dichas; e si fuese necesario usar de aquello que usan los eclesiásticos, diziendo un psalmo por un solo verso que haze al caso de la fiesta. Mas en cuanto yo pudiera e mi saber alcançare, siempre procuraré seguir la letra, aplicándola a vuestras más que reales personas y endereçando parte dello al nuestro muy esclarecido príncipe D. Juan, vuestro bienaventurado hijo. E atribuyendo cada cosa al que mejor se pudiera atribuir. E aunque en los más de los lugares no hable sino de uno, será por más verdaderamente seguir al poeta, e porque son vuestras virtudes y excelencias tan pareadas e puestas en unidad, que no se pueden tocar las del uno sin que suenen las del otro. E pues el grandíssimo desseo de servir a vuestra alteza me puso en este cuidado, con aquella humildad e acatamiento que devo, suplico a vuestra real magestad quiera recibir este pequeño presente de su siervo con aquellas manos triunphales e bulto sereno con que illustra toda la monarchía de España e modera e rige la occidental región, e con que combida a su amistad, no solamente a los príncipes de la religión cristiana, mas aun a gran parte de la barbárica gente.
[p. 265] AL MUY ESCLARECIDO Y BIENAVENTURADO PRINCIPE DON JUAN
Comiença el prólogo en la traslaçión de las «Bucólicas» de Virgilio por Juan del Enzina
Suelen aquellos que dan obra a las letras, príncipe muy excelente, esperimentar sus ingenios en trasladar libros e autores griegos en lengua latina, e assí mesmo los hombres de nuestra nación procuran tomar experimento de su estudio, bolvendo libros del latín en nuestra lengua castellana. Y no solamente los hombres de mediano saber, mas aun entre otros varones muy doctos no rehusó aqueste ejercicio Tulio, puesto en la cumbre de todos los ingenios, que bolvió a la lengua latina muchas obras griegas ya perdidas por negligencia de nuestros antecessores, principalmente aquellas muy altas oraciones de Esquines e Demóstenes, cuyo argumento parece; los cuales nuevamente trasladó Leonardo Aretino poco tiempo ha e la Ethica de Aristóteles que agora se lee, e otros libros de Platón e aun entre los santos doctores no dió pequeña gloria a San Hieronimo la interpretación e tradución de la Biblia; y en este trabajo se ocuparon Aquila e Simaco, Teodoción, Orígenes y Eusebio. E de los modernos, no solamente Leonardo e Filelpho se pusieron a trasladar de una lengua en otra, mas también otros muchos gastaron parte de su tiempo en semejantes exercicios, dedicando sus obras a quien su desseo les aconsejava. E como quiera que yo sea tan deseoso del servicio de vuestra alteza como el que más, con aquella fee que a vuestros claríssimos padres, procurando mostrar algo de mi desseo, en las Bucólicas de Virgilio metí la pluma, temblando, con mucha razón, [p. 266] viendo el valer de vuestro gran merecimiento, e amonestado por Oracio en el arte de poesía, donde dize los escriptores haver de elegir materias iguales a las fuerças de sus ingenios.
O bienaventurado príncipe; esperança de las Españas; espejo e claridad de tantos reinos e de otros muchos más merecedor, e quién será tan fuera de sentido, que cuanto más piense que sabe, tanto más no tema de escrivir obra de vuestro nombre? No con poco temor mill vezes bolviera las riendas si no me atajara Marcial, que en sus epigramas e título de baxas obras y entre sus procaces e desvergonzadas palabras entretexiera el nombre de Domiciano, el más sobervio e vanaglorioso de todos los emperadores romanos. El cual pestífero vicio está muy alongado de la real magestad de vuestros padres e vuestra.
Assí que con este esfuerço, mi verdadero desseo e vuestra muy claras virtudes me dieron atrevimiento para dirigir e consagrar estas Bucólicas a nuestros muy poderosos reyes e aplicaros parte dellas. Porque creo que en vuestra tierna niñez os avréis exercitado en las obras de aqueste poeta, e porque favorecéis tanto la sciencia andando acampanado de tantos e tan doctíssimos varones, que no menos dexaréis perdurable memoria de aver alargado y estendido los límites y términos de la sciencia que los del imperio; mas por no engendrar fastidio a los lectores desta obra, acordé de la trobar en diversos géneros de metro y en estilo rústico, por consonar con el poeta, que introduze personas pastoriles. Aunque debaxo de aquella corteza e rústica simplicidad puso sentencias muy altas e alegóricos sentidos, y en esta obra se mostró no menos gracioso que docto en la Geórgica e grave en la Eneyda. E no en poca estimación era tenida la vida rústica antiguamente, que de allí nacían e se engendravan los varones e capitanes fortíssimos, según dize Catón el Censorio en su libro de agricultura; e aquesta fué la que dió nombre a las familias de los sabios Pisones, Cicerones e Léntulos, y en este exercicio estava ocupado Cincinato cuando le denunciaron de parte del Senado romano ser criado dictador; e aquesta agricultura sustentava a Marco Régulo, cuyo mayordomo muerto quiso dexar la capitanía e hueste que en África gobernava para venir a labrar sus tierras; mas el Senado e pueblo romano no ovo vergüença de ser [p. 267] su mayordomo e labrarle las tierras. ¿Pues qué diré de aquel primer justo Abel, que guardando estava ganado cuando su hermano le mató? E Noé labrador era; e Abrahan e Isaac e Jacob con sus doce hijos pastores fueron; e Moisés en su vida pastoril estava metido cuando vió aquella visión de la çarça; e David, siendo pastor e andando con sus ganados, exercitava las fuerças matando ossos e leones e otros fieros animales, e de allí fué ungido por rey, del cual dixo Dios Inveni virum secundum cor meum. Y todos los más de los patriarcas e profetas bevieron en semejantes vidas. Ni tuvieron por mal muchos grandes filósofos oradores e poetas escrivir de pastores e ornamento del campo; mas dexados agora todos los otros, assí griegos como latinos, que en esta facultad escrivieron libros que a nuestras manos nos han venido, yo hallo aquel Marco Varrón, a quien Sancto Agustino, en el tercero de La Cibdad de Dios llama el más enseñado de los romanos, aver escrito d'aqueste rústico exercicio, siendo de ochenta años, assí como él confiessa en el prohemio de una obra que compuso, enseñando a su muger cómo labrasse una heredad que avía mercado, e también Tulio en el De Senectute faze mención de las alabanças de la rústica vida, e no menos Paladio ocupó su pluma en semejante estilo; e assí mesmo Plinio e Columela escrivieron largamente de agricultura, e, según ellos dizen, muchos culpan agora a la tierra, porque no dé tanto fruto como en otro tiempo, e dize que lo causa estar ya cansada de engendrar; mas estos dos claros varones dañan la tal opinión, e afirman se la causa porque agora las heredades e tierras son labradas por manos de siervos e hombres viles e de baxa suerte, e no dan tanto fruto como cuando las labraban aquellas manos que regían las riendas de los carros triunphales; porque entonces, con aquel cuidado e diligencia que tratavan las guerras, con aquel labravan el campo, e de aquí davan las coronas cívicas murales e obsidionales gran ornamento de la milicia, e aquí mandavan las leyes de Licurgo que se criasen los hijos de los espartanos fasta que fuessen para tomar las armas. E pues tan excelentes cosas se siguieron del campo e tan grandes hombres amaron la agricultura e vida rústica y escrivieron de ella, no deve ser despreciada mi obra por ser escrita en estilo pastoril, e no dudo que mi trabajo sea reprehendido de muchos por [p. 268] averme puesto a trasladar con mi poco saber obra de tan gran poeta, mayormente atreviéndome a dedicarlo a los más altos príncipes del mundo; mas los que maliciosos no fueren, no la obra, sino la voluntad e desseo deven juzgar, e consuélome con esto que aun a Sant Hierónimo, en quien ninguna cosa de reprehensión avía, no faltaron maldizientes y embidiosos que le reprendiessen, según él se quexa en diversos lugares; ni menos careció Virgilio de quien le motejasse, e aun, según dize Quintiliano, no se pudo defender Cicerón, en cuyo ingenio las virtudes oratorias e retóricas se encerraron sin que detratores le tocassen. Mas si vuestra alteza mi baxo servicio manda recibir por suyo, lo cual le suplico con el temor e verguença que a príncipe tan esclarecido se deve, podrán muy poco dañarme cuantos maldizientes biven.
Argumento
Aquí comiençan las Bucólicas de Virgilio, repartidas en diez églogas, bueltas del latín en nuestra lengua e trobadas en estilo pastoril por Juan del Enzina: dirigidas a los muy poderosos e cristianísimos reyes D. Fernando e Doña Isabel, príncipes de las Españas, reyes naturales y señores nuestros, señores de las insulas de nuestro mar, etcétera. Van esso mismo algunas de las dedicadas al muy esclarecido y bienaventurado príncipe D. Juan, y en esta primera égloga se introduzen dos pastores, razonándose el uno con el otro como que acaso se encontraron: uno llamado Melibeo, que habla en persona de los cavalleros que fueron despojados de sus haziendas por ser rebeldes, conjurando con el rey de Portugal que de Castilla fué alçado e con él anduvieron amontados e corridos, perseverando en su contumacia. Y el otro pastor, que Tytiro fué llamado, habla en nombre de los que en arrepentimiento vinieron y fueron restituidos en su primero estado e ya tocando el tiempo que reinó el señor rey D. Enrrique cuarto, comenzando su reinar con tanto rigor de justicia, que no menos de temido que de poderoso pudiera ser alabado; mas en el fin, ataviando su poder y afloxando su justicia, dió lugar a que los coraçones de sus súditos a vanderas desplegadas, vicios e robos, se apoderassen, para cuyo remedio tan cathólicos e tan excelentes príncipes Dios por su misericordia nos quiso dar, e agora Tytiro por más lastimar a Melibeo, que era del vando contrario, muestra a cuánta mejoría e excelencia lleva la realeza deste nuestro muy victorioso rey a la de todos los otros, doliéndose porque [p. 270] tarde vino en el verdadero conocimiento e maravillándose en persona del poeta cómo tuvo atrevimiento para escrivir hazañas de tan alto príncipe, e dando gracias por las mercedes recebidas.
Tytire' tu'
patulae recubans sub
tegmine
fagi , etc.
Melibeo
¡Tytiro, cuán sin
cuidado
Que te estás so
aquesta haya,
Bien tendido e
rrellanado!
Yo triste
descarriado
Ya no sé por do me
vaya.
¡Ay! Carillo,
Tañes tú tu
caramillo:
No hay quien
cordojo te traya.
Yo lazerado,
aborrido,
He dexado ya mi
tierra;
Ando acossado e
huido,
Y tú estáste aquí
tendido
A sabor por esta
tierra
Canticando,
Por las silvas
retumbando;
No tienes quien te
dé guerra.
Cantas dos mil
cantilenas
De Amarilis, tu
adamada,
Deslindándole tus
penas,
Tus prisiones e
cadenas;
Tienes la bien
canticada
Con reposo;
A la sombra
gasajoso
No te das nada por
nada.
Tytiro
¡O buen zagal
Melibeo,
Cuánto bien nos
hizo Dios!
Diónos rey de tal
asseo
Que todo nuestro
desseo
Se nos cumple, juro
a nos;
E le amamos
Tanto, que por él
rezamos
Primero que no por
nos.
El nos dexa andar
paciendo
Al ganado por do
quiere,
Bien assí como
estás viendo,
Y estar nos tanto
tañendo
Cuanto a nuestra
gana fuere,
E cantar,
Cada cual de buen
vagar,
Cual cantar por
bien tuviere.
Melibeo
Embidia no te la
tengo,
Mas antes me
maravillo;
Que por todo allá
do vengo
Tienen un temblor
muy luengo
Y es muy fuerte el
omezillo.
Ay cuitado,
Con este poco
ganado
Ando triste e
amarillo.
Apenas puedo
aballar
Por los cerros ni
los llanos;
Desta cabra he gran
pesar,
Que comienza de
anaziar,
No me doy con ella
a manos;
Que parió,
E dos mielgos me
dexó
Entre aquellos
avellanos.
E pariólos hembra e
macho
Que era verlos
maravilla,
Do pudiera aver
buen cacho
Para campo sin
empacho
O para vender en
villa.
¡Ay cuán cruda,
En una peña desnuda
Los parió que era
manzilla!
Muchas vezes he
membrança
Del cielo venir
señales
Que nos davan
figurança
[p. 271] De la mal aventuranza
De nuestras
cuitas e males.
Digo hoy
¿Quién es ora
aquesse rey
De tan buenos
temporales?
Tytiro
O Melibeo, solía
Yo de muy bovo
pensar
La que corte se
decía
Deste rey, que
parezía
Aqueste nuestro
lugar,
Y en su corte
Que no avía más
deporte
Del que acá suelen
tomar.
Por estos valles e
cerros
Do guardamos los
pastores,
Vemos perritos a
perros,
E a las madres los
bezerros
Semejar aunque
menores.
Bien assí
Al lugar en que
nascí
Comparava a los
mayores.
Tan gran diferencia
va
De otras villas e
lugares
Al lugar do el rey
está.
Todo te parecerá
Cual el placer con
pesares:
Bien como es
Con el viburno el
ciprés,
Que acá todos son
casares.
Melibeo
E ¿dime qué te movió
O qué caso tan
profundo
Por ventura te
acuntió
Que en cariño te
metió
De ver corte e tan
gran mundo?
Por tu fe
Que me digas cómo
fué;
Que de pasmo me
perhundo.
Tytiro
A la mi fe tú te
sabe
Que por verme en
libertad,
Que es lo que más
oy se alabe
Y el libro do
quiera cabe
E le dan autoridad,
He buscado
Cómo me ver
libertado,
Fuera de catividad.
Mas esta libertad
mía,
Porque yo me
emperezava
E mostrava
cobardía,
Vino algún poco
tardía,
Ya que la barva
rapava,
E ha traido
Un gasajo tan
complido
Cuanto yo lo
desseava.
Desque aqueste rey
nos tiene
E al otro señor
dexamos,
Mucho ganado nos
viene
E aun a Dios como
conviene
Harto diezmo le
pagamos
De buen peso.
Ya podremos hazer
queso
Para en villa que
vendamos.
Mas en el otro
poder
Libertad no se
esperava;
No gozávamos
plazer,
Nada osávamos
vender,
Porque no se nos
pagava;
Las haziendas,
Con trabajos e
contiendas,
Ninguno nos las
labrava.
Tytiro al rey
Maravillado me
siento,
O gran rey, qué
cosa fuesse
Passarme por
pensamiento
De tener
atrevimiento
Que en tus hechos
yo escriviesse.
Tu justicia
A todos pone
codicia,
Que en loarte nadie
cesse.
[p. 272] En tu virtud trasportado
Me parava yo a
pensar
Que estarías
enojado
En verme tan
descuidado
No escrivir de tu
reinar,
E aun asmava
Que tu gloria me
llamava
Que la aprendiesse
a contar.
No sé para quién guardavas
Que estas églogas
trobasse,
Segun las obras
obravas
Tal obra se te
aplicasse.
Juro a mí,
Tytiro no estava
aqui
Para que su fe
mostrasse.
Tytiro vía dezir
Arboles, pinos e
fuentes;
Vía tanto reluzir
La virtud de tu
bivir
Que alumbrabas tú
las gentes;
No sabía
Escrivir, aunque
quería,
Tus hechos muy
excelentes.
Mas agora ya que
entiendo
Algún poco deste
oficio,
Ya que voy más
conosciendo,
Favor te pido
sirvendo,
Porque luzia mi
servicio.
Quien te quiere
Sírvate como
supiere,
Que yo servirte
codicio.
Tytiro a Melibeo
Aquí le vi,
Melibeo,
Este rey siendo
zagal
E cada mes le
ofrendeo,
Le rezo con buen
desseo
Que Dios le guarde
de mal,
E que vea,
Tanto cuanto bien
dessea
Su persona muy
real.
Si mercedes le pedí
Luego me las
otorgó,
A otros moços e a
mí,
Los ganados por
aquí
Como de antes nos
dexó;
E las vacas,
Dexar hacer
alharacas
Con los toros nos
mandó.
Melibeo
Viejo
bienaventurado,
Luego tus tierras
te tienes
Que te las han ya
tornado,
Aunque son de mal
labrado,
Ya con ellas te
sostienes;
Mas yo triste,
De cuantos bienes
me viste,
No tengo ningunos
bienes.
Los pastos no
acostumbrados
A las tus reses
preñadas,
Ni aun a todos tus
ganados
No los ternán
destemplados,
Ni ternán malas
majadas;
Ni maldad,
De la res de
vezindad
Terná las tuyas
dañadas.
Bienaventurado
viejo,
Entre estas fuentes
e ríos,
Estarás tu muy
sobejo
Tendido sin
sobrecejo,
Cogiendo los aires
fríos;
Dormirás,
Con los sones que
oirás
De las avejas
sordíos.
El que cortare la
rama
Mientras duermes,
cantará,
Ni porque estés en
tu cama,
La que paloma se
llama
Entretanto dexará
Los ronquidos,
Ni la tórtola
gemidos
Desde el olmo
cessará.
Tytiro
E aun por esse tal
consuelo
Primero podrán
pacer,
[p. 273] Los ciervos allá en el cielo,
E el mar secarse
en el suelo
Y en seco los peces
ver,
Que yo pueda,
De rey que tal
fama queda,
Partirme de le
querer.
Primero beverá el
Parto
En Araris
desterrado,
Y el Germán primero
harto
Beverá en el río
cuarto,
Que fué del paraiso
dado
Que es el Tigre,
Primero que yo
peligre
De aver al rey
olvidado.
Melibeo
Ay que nosotros
iremos
Unos por Libia
sedientos,
E otros en Citia
daremos,
E otros a Creta
vernemos
Por Oaxes con
tormentos
Muy perdidos,
Por los britanos
partidos,
¡Ay que grandes
perdimentos!
Algún tiempo por
ventura
Ya después de algún
agosto,
Si veré la
labradura,
La cabaña e
lindadura,
De mi padre e mi
regosto,
Yo bien creo,
Ser asmado si lo
veo,
Fe por esta tierra
abosto.
¿El hombre darmas
feroz
Ha de aver estas
labranças,
Y el extraño con su
hoz
Mis mieses siegue
en su hoz?
¡O que malas
ordenanças
Que con guerra,
Nos echen de
nuestra tierra
E de nuestras
heredanças!
Habla consigo
¡Ay qué tiempos son
ya tales!
¡Mirad para quién
sembramos!
Melibeo, pon
parrales,
Enxiere agora
perales
Agora, agora
medramos
¡Desdichados!
Por nuestros malos
pecados
Ya nunca cabeça
alçamos.
Aballa, aballa,
ganado,
Andad, andad, mis
cabritas,
Que en algún tiempo
passado
Siendo yo más
prosperado
Fuistes vos otras
benditas.
No os veré
Por las peñas, ni
estaré
Ya tendido en
belloritas.
Ya no cantaré mis
trobas,
Ni tañeré
caramillo,
Ni vosotras cabras
bovas
Pareceis ya las
escobas,
Ni las flores del
tomillo,
Ni vereis
Los salzes de que
cortéis
Con la boca algún
ramillo.
Fin
Si aquesta noche
conmigo
Alvergar a ti te
plega,
Daré te mi buen
amigo,
Mançanas e pan de
trigo,
E aun miga cocha te
cuega
E aun castaña;
Vámonos a mi
cabaña,
Que ya la noche se
allega.
[p. 274] ÉGLOGA SEGUNDA
Adonde en persona del autor de aquesta presente obra, se introduze un pastor llamado Coridón, el cual, como desseasse cantar y escrivir las hazañas tan dignas de perdurable memoria de nuestro muy exclarecido rey D. Fernando, pudiendo callar la grandeza de su fama que por todo el mundo da vozes e sacude sus alas con aquexado pensamiento e continuas vigilias se congoxaba temiendo su baxo saber para escrivir de tan alta magestad no sería favorescido. Mas lidiando con él la fuerça del aficionado desseo, no pudo resistir la pluma sin entrar en el gran mar de sus alabanças, para las cuales proseguir, invoca e pide su favor, suplicando no desprecie los servicios pastoriles e protestando gastar todo el tiempo que biviere en la cuenta de sus victorias.
Formosum
pastor Corydon
ardebat Alexim
Coridón siendo
pastor,
Trobador,
Muy aficionado al
rey,
Espejo de nuestra
ley,
Con amor
Desseava su
favor;
Mas con mucha
covardía,
No creia
De lo poder
alcançar.
Por los montes se
salía
Cada día
Entre sí solo a
pensar.
Entre las hayas
metido
E tendido
Por las sombras
muy señero
E sin ningún
compañero;
Con gemido,
Aquexado e
afligido,
Cercado de
pensamiento,
Con tormento,
Congoxado de
passiones
Echava bozes al
viento
Muy sin tiento,
Diziendo tales
razones.
O rey de reyes
primor,
E señor
[p. 275] De las tierras e los mares,
No curas de mis
cantares
Ni has dolor
De aqueste tu
servidor;
Dexasme triste
morir
E sufrir
Por no me
favorecer,
Para te aver de
servir
Y escrivir
Algo de tu
merecer.
Ora en estos temporales
Tan mortales,
Los ganados con
calores
Buscan sombras e
frescores
Muy frescales,
E los lagartos
çarçales,
Ragoza en aqueste
estío
Tan crudio,
Testiles coge
las rosas
Por dar al
segador frío
E amorío,
E otras yervas
olorosas.
Mas por
triste sin consuelo,
Con recelo
En ti mi memoria
puesta
Andome toda la
fiesta
Por mi duelo,
E aun de noche me
desuelo
Porque favor no
posseo:
Yo rodeo
Las arboledas e
parras,
No veo lo que
desseo,
Antes veo
Comigo cantar
cigarras.
¿Piensas quiçá
por ventura,
La escritura
De los cantos
pastoriles,
Aunque en
palabras más viles
Te figura
Que no requiere
cordura?
Aunque tu muy
gran poder
Deva ser
Más loado, e más
mereces,
Doblarás con tu
querer
Mi saber,
Si tú, rey, me
favoreces.
O gran rey de
gran potencia
E prudencia,
Por la color no
te creas.
Aunque ser pastor
me veas,
Tu excelencia
Me dará gran
elocuencia:
Por ser rústico
zagal
E assi tal
De ti desechado
estoy,
No hazes de mi
caudal
Por mi mal,
Nunca preguntas
quién soy.
Cuán rico soy de
ganado
E abastado
De leche en todo
tempero,
Mil borregas he
de apero
Bien chapado,
E todas a tu
mandado:
Tengo te mucha
afición,
Con razón,
Rey sobre todos
los reyes;
Canto la mesma
canción
Que Anfión
Cuando llamava
sus greyes.
Ni yo soy tan
bovo afé,
Que no sé
Conocer menguas e
sobras,
Que no ha mucho
que en mis obras
Me agradé
Sino me cegó la
fe:
Mas a ti para
alabarte
Sin errarte,
Más e más saber
deviera;
Más no cesaré
loarte
De mi parte,
Aunque me juzgue
cualquiera.
Plega a Dios que
en nuestra aldea
Yo te vea,
Ver las obras de
tus siervos
[p. 276] E andar a caça de ciervos,
Porque sea
Como mi gana
dessea:
Mira que Pan
inventó
E ordeñó
Los albogues
tañedores,
E ovejas apacentó
Y el tomó
La guarda de los
pastores.
No te deve de
pesar
Semejar
Al nuestro Pan en
cantares;
Por las silvas e
lugares
Sin dudar
Me dexa de ti
cantar;
No recibas por
enojo
Ni cordojo
Tocar nuestro
caramillo;
Que Amintas con
gran antojo
Abre el ojo
Por semejar
pastorcillo.
Tengo una flauta
muy buena,
Que bien suena,
De siete diversas
bozes,
Para que tú della
gozes
Muy sin pena:
Tañe cualquier
cantilena.
Dametas cuando
murió
Me la dió,
Porque mucho me
quería,
E aun Amintas que
lo vió
Rescibió
Gran embidia en
demasía
Dos cabritos buenos he,
Que apañé
En no muy seguro
valle,
Manchados e de
buen talle
Los hallé.
Con ellos te
serviré
Nunca cessan de
mamar
Y engordar,
Que ya por ellos
me ruegan;
Quiçá los avré de
dar
Y endonar
Si tus favores me
niegan.
Ven agora, rey
precioso,
Poderoso,
E a mis obras da
favores.
Las ninfas,
lirios e flores
Con reposo.
Te traen, o rey
gracioso,
Violetas
amarillas
E pardillas;
Náyade la más
luziente
Dormideras
maravillas
De rodillas
Te presenta por
presente.
Para ti coge la
rosa
Muy
hermosa
De aquel narciso
color,
Y el eneldo con
su flor
Olorosa
E cassia muy
virtuosa:
Siempre piensa en
contentarte
E llevarte
Flores blandas e
alagueras;
Nunca cessa de
ayuntarte
E buscarte
Yervas de dos mil
maneras.
Yo también con
una gana
Muy ufana
Para tu real
corona
Cogeré por mi
persona
La mançana,
Con su flor e muy
loçana.
Cogeré del
castañal
Y enzinal
Las bellotas e
castañas,
Pues tu fama es
inmortal,
Triumphal,
Con vitorias muy
estrañas.
E otras frutas
más e más
De mí avrás,
Dexándonos Dios
bevir,
[p. 277] Si con gana recebir
Las querrás,
Muy gran merced
las harás:
También os he de
cortar
E podar,
O laureles e
arrayhanes,
Porque siempre
soléis dar
E mezclar
Olores dulces
galanes.
Habla consigo
No cura el rey de
tu don,
Coridón,
Que eres rústico
aldeano;
Otro avrá más
cortesano
De afición
De quien haga más
mención:
¡Ay mezquino, en
qué cuidado
Tan penado
He puesto mi
pensamiento!
Mal he sido
aconsejado,
Lazerado,
Yo mesmo busqué
tormento.
¿A quién huyes?
¿Con qué guerras
Te destierras?
Encubre, encubre
tus faltas
E no escrivas
cosas altas,
Que lo yerras,
Ni huyas de por
las sierras:
Que los dioses no
huyeron,
Antes fueron
De las silvas
moradores;
Los que a Páris
conocieron
Me dixeron
Que vino con
labradores.
Palas, que torres
labró
E fundó,
More en las
torres pomposas,
Y escriva las
grandes cosas
Quien buscó
Gran saber e lo
alcançó.
Mas nosotros los
villanos
Rusticanos
Montes e silvas
busquemos:
Pongamos en
fechos llanos
Nuestras manos:
De los grandes no
curemos.
La leona sigue al
lobo
Por el robo,
Y el lobo sigue
a la cabra
Porque la come e
la labra
De su adobo,
La cabra al
florido escobo:
E a ti rey muy
virtuoso
Yo cuidoso
Por escrivir tus
arreos;
Que en este mundo
penoso
Sin reposo
Son diversos los
desseos.
Mira que sufren
colgados
Los arados;
Los toros el
tiempo andando,
Y el sol se va
derrocando:
Mis cuidados
No los puedo ver
domados:
En mi penada
passión
E afición,
¿Qué modo terné
mezquino?
¡Ay, Coridón,
Coridón,
Buen garçón,
Que locura que te
vino!
Fin
Agora ya
comenzada
Y en lazada
Mi gana en tan
gran dezir,
Cúmpleme de
proseguir
La jornada
E buscar fuerça
esforçada.
Haré cuanto más
pudiere
E supiere;
Mostraré mi buena
fe;
Si con esto no
compliere
Ni sirviere,
Otro modo
buscaré.
Argumento
En la cual se introduzen tres pastores, Menalcas e Dametas e otro llamado Palemón, que fué elegido por juez entre ellos, por que, después de averse motejado e vituperado, vinieron en apuesta a cantar: mas Palemón, queriendo complir con ambos, a ninguno quiso assignar mejoría. Esto se puede aplicar a los primados del señor rey D. Enrique e a muchos grandes que con envidia dellos e aun ellos mismos entre sí sembraron gran discordia en nuestra Castilla; e algunos dellos tentaron alçar por rey al príncipe D. Alfonso, su hermano, por poner en obra sus malos pensamientos: de manera que el muy magnífico rey D. Enrique, andando ya acovardado e temeroso de aquellos que temer le solían, no osava ni curava essecutar justicia, ocupado en otros exercicios, dexando a cada uno facer lo que quería, e con esto las maldades tanto se multiplicaron y enxambraron en este reino, a que no solamente lo de la corona real, mas aun las propias haciendas unos a otros se robaban, e como malos pastores ordeñaban ajenas ovejas. Assí que al tiempo que nuestros muy poderosos príncipes D. Fernando y Doña Isabel a suceder vinieron, muchos ovo que por malicia o por mal conocimiento ayudaron e favorecieron al rey de Portugal dándole entrada en Castilla adonde no poco peligrosa le fué después la salida. E otros también avía que jugavan de dos manos, queriendo complir con una parte e con otra: de suerte que en esta guerra cada cual, presumiendo de más sabio e poderoso, cantava e alabava su partido, favoreciendo sus reyes, mostrando privar con ellos.
[p. 279]
Dic mihi Damoeta cuium pecus?
an
Melibei? etc.
Melibeo
Dime, Dametas mateo,
¿ Cuyo te es
esse ganado?
Soncas, soncas mal
pecado,
Quiça que es de
Melibeo.
Dametas
Juro a diez que tal no creo;
Antes es de
Egon romacho,
Que por él lo
pastoreo,
Y él me lo dexó en
oteo
Ora avrá no muy
gran cacho.
Menalcas
¡ O ganado
desvalido,
Ovejas
descarriadas!
Él allá por las
majadas
Con nevera
embovescido:
De mi miedo
amodorrido
No osa desaprir
della,
Teme ser yo más
querido
Y él por no ser
aborrido
Todo aburre por
querella
.
E aqueste ageno
pastor
Las ovejas empeora;
Que dos vezes
cada hora
Las ordeña sin
temor;
Desfloréales la
flor
Que el ganado no
aproveche,
De boca siempre
peor,
Los corderos sin
sabor
Ya descruzian de la
leche.
Dametas
Cata, cata, mira
bien,
Atempérate en tu
llotro,
E no
desmalingres de otro,
Que aun de ti
sabemos quién....
E por ser sabido
ten
De través estar
mirando,
Los cabrones por
desdén
E las ninfas donde
estén,
Estarán de ti
burlando.
Menalcas
Asmo que en
aquellos días,
Cuando el árbol de
Micón
Cortaste en el
fegurón,
E las vides
novalías.
Dametas
O cuando con tus
porfías
El arco a Danes
quebraras,
Que las saetas le
vías,
E de enbidia te
morías
Si en algo no le
dañaras.
Menalcas
¿Qué chufas se
harán los amos
Cuando tal osa el
collaço?
E no te vi
lladronaço
Hurtar el cabrón
digamos;
Hizo nos que te
oteamos
La perra con su
ladrido,
Yo dixe: «guarda
veamos,
Do va aquél», e te
hallamos
Tras una mata
ascondido.
Dametas
Lo que gané
canticando
No me lo avian de
dar;
Que a Damón gané a
cantar
El cabrón
albogueando:
Si no lo sabes,
jurando
Te digo me lo
devía,
Y él lo andava
confessando,
Mas andávase
escusando
Que dar no me lo
podía.
Menalcas
¿Tú venciste a
Damonillo?
Calla, calla, no te
alabes
Que de albogues tú
no sabes
Ni menos de
caramillo:
[p. 280] No solías moçalvillo
Aullar por los
caminos
Engrillando el
cantarcillo,
Llateoso e
tristezillo
De aquellos
llantos llorinos.
Dametas
Daca, daca, pues
que estás
En repuntas
atufadas,
Cantiquemos a
vagadas,
Veremos quién sabe
más:
Apostemos si
querrás
Venir conmigo
en desgarro,
Tú dime lo que
pornás;
Que esta vaca
ganarás
Que dos veces viene
al tarro.
Menalcas
Del ganado no
osaría
Ninguna cosa
apostarte,
Aunque supiese
ganarte,
Nada yo no te
pornía:
Quel padre e
madrasta mía
Son, ahotas, tan
caseros,
Que dos
vegadas al día
Me cuentan en
estrechía,
El ganado e los
corderos.
Mas pues tú con
desvarío
Presumes de tal
locura,
Yo te apostaré
postura
De mucho más
valorío:
Poner te he en el
desafío
Taça de haya
tapada,
E de muy fuerte
natío,
Su labrança e
atavío
Por Alcimedón
labrada.
Tiénete mill
quellotranças
Alderredor
añedidas,
E unas de yedra
esparzidas
Y en medio dos
figuranças,
Y el otro se me
destella
Que escrivió las
rodeanças,
Los tiempos de las
labranças
E aun nunca beví
por ella.
Dametas
De essas taças dos
posseo
Que las hizo que es
espanto,
Alcimedón e de
canto
Las asas cercó en
rodeo:
Y en el medio
puesto Orfeo
E las silvas bien
abondo,
Ni por ellas bever
creo,
Que las guardo e
las asseo,
Mas la vaca es más
en hondo.
Menalcas
No te puedes
perllotrar
Ni me puedes
rehuir;
Yo te porné sin
mentir
Lo que querrás
apostar:
Quien viniere puede
usmar
Nuestras repuntas e
aquestes;
Bete Palemón andar,
Yo te quiero
escarmentar,
Que después con
nadie apuestes.
Dametas
¡He allá! di, di,
zagal,
Aburre si tienes
algo,
Que yo sin tardar
te salgo
A qualquiera bien o
mal:
E tu Palemón
Pascual
Descruziame deste
loco,
Con hemencia
natural,
Da sentencia
general
E no cuides que es
tan poco.
Palemón
Si vos praz,
carillos, he;
¡A ello juro, a
sant pravos!
Y en este prado
assentavos,
Que yo me
rellenaré:
Que nunca tal año
fué
De flores e
garatusas,
Di, Dametas, algo
que
Tú, Menalcas, tras
él ve,
Que aquesto quieren
las musas.
[p. 281]
Dametas
Las musas tienen su
ser
De Júpiter y él lo
es todo:
En mi cantilena e
modo
Él quiera gracia
poner:
Febo me tiene
querer
Y en sus dones me
repinto,
Son sus lauros mi
plazer,
E he gasajo de
traer
Belloritas de
jacinto.
Dametas
A mí la mi Galatea
Con la mançana me
da,
E a los salzes se
me va,
E antes quiere que
la vea:
Tanto, Amintas, me
dessea,
Que si quiero tras
los cerros
De su grado se me
emplea,
E aun más
conoscida sea
Que no Delia de mis
perros.
Menalcas
¿Con la mía tú la
açomas,
Que las donas
pernotadas,
Te le tengo
aparejadas
En un nido de
palomas?
Dametas
¿E comigo tú te
tomas,
Que mi zagala embié
Diez mançanas sin
carcomas?
E aun por más
que te carcomas,
Más mañana embiaré.
Dametas
¡O cuantas vezes
qué cosas,
Galatea me ha
hablado!
¡O vientos, tened
cudiado
De llevar
parte a las diosas!
Menalcas
No me
desprecias ni osas
Negarme, Amintas,
mercedes;
Dasme las tan
cariñosas,
Que tras ciervos no
reposas
Mientras yo guardo
las redes.
Dametas
A Filis me enbia
Iola
Oy que hago mi
natal,
Mientras rezo al
temporal,
Por venirte
desmostola.
Menalcas
Más que todas me
empiola
La mi Filis sin
dudança,
Que en venir me se
destrola,
E al partir de mí
tan sola,
Chapóme gran
saludança.
Dametas
Lobo entrista la
majada,
E agua los frutos
maduros,
E árboles los
vientos duros,
E a mí Amarílis
irada.
Menalcas
Dulce es agua a la
sembrada,
E las matas al
cordero,
E a cordera
destetada,
Y el salce a la res
preñada,
E Amintas a mi
señero.
Dametas
Polio tiene gran
amor
Y en mi musa
descordoja,
O musas, cría una
anoja,
Aqueste vuestro
lector.
Menalcas
Es Polio gran
trobador
Y en muy grandes
trobas lee,
Criadle un toro a
sabor,
Que acornee sin
temor
Y en el arena
cocee.
[p. 282]
Dametas
O Polio, quien bien
te quiere
Venga do te goza
ver,
Vea amonio e
miel correr,
Allí de çarçal que
hiere.
Menalcas
Quien a Bavio no
aborriere,
E ama, Mevio, tus
versones,
Tras las raposas
lazere,
Por unirlas
desespere
Y él ordeñe los
cabrones.
Dametas
O zagales que
cortais
Flores moras sin
corrida,
Aballad que
está metida
Una sierpe aquí do
estáis.
Menalcas
Las ovejas no
metais
A bever aunque ayan
gana,
En agua no os
atrevais;
Que el carnero
que oteais,
Aun ora seca la
lana.
Dametas
Titiro, carea e
vente,
Quita las cabras
del río;
Que en siendo
tiempo e natío,
Yo las lavaré en la
fuente.
Menalcas
Recoged muy prestamente
Zagales, esse
ganado;
Que en el estío
valiente,
Si viene tiempo
caliente,
No ordeñaremos
bocado.
Dametas
¡Ay cuan magro que
desbarda
Mi torillo en
yervos gruessos!
Amor lo tiene en
los huessos,
Como el pastor que
lo guarda.
Menalcas
Yo te juro a santa
albarda
Que tal mal de amor
no viene,
Mi ganado se
deslarda;
No se cual ojo lo
escarda,
Que aojado me lo
tiene.
Dametas
Dime agora, tú
moçuelo,
E serás mi gran
Apolo,
¿Donde no verán tan
solo
Sino tres braças
del cielo?
Menalcas
Dime qué tierra o
qué suelo
Da en la flor
escritos nombres
De reyes, e sin
recelo,
De Filis avras
consuelo,
Tú solo que no te
asombres.
Palemón
No me es dado
deslindar
Entre vos tanta
alharaca,
Tú meresces bien la
vaca
Y él también, pues
sabe amar:
E aun cualquiera
del lugar
Que sepa ser
namorado,
E del cariño gozar,
O por lo gozar
penar,
Merece ser alabado.
Fin
O moços, ya estó
atordido,
Cerrad los ríos en
paz,
Que va los orados
assaz
Abondo tienen
bevido:
Bien os tengo
peroido
Vuestras temas e
pendencias,
Harto aveis ya
debatido,
Deslindado e
descutido,
No passen más
percundencias.
Argumento
En alabanza y loor de los muy vitoriosos e cristianísimos príncipes D. Fernando e Doña Isabel, reyes naturales y señores nuestros. Aplicada al nacimiento bienaventurado del nuestro muy esclarecido príncipe D. Juan su hijo, adonde manifiestamente parece Sibila profetizar dellos; e Virgilio aver sentido de aqueste tan alto nacimiento, pues que después dél en nuestros tiempos avemos gozado de tan crecidas vitorias e triunfos e vemos la justicia ser no menos poderosa en el mayor que en el menor. Ya los menores no saben qué cosa es temer las sin razones e demasías que en otro tiempo los mayores les hazían, ya con la sancta inquisición han acendrado nuestra fe e cada día la van más esclareciendo. Ya no se sabe en sus señoríos e reinos qué cosa sean judíos; ya los ipócritas son conoscidos e cada uno es tratado según bive. Las virtudes son por su providencia benigníssimamente favorescidas e los vicios severíssimamente castigados. Ya Dios nos da los tiempos a su causa como nosotros los desseamos.
Sicelides musae paulo maiora canamus, etc.
Musas de Sicilia,
dexemos pastores,
Alcemos las velas
del nuestro dezir,
Razón nos combida
aver de escrivir
Misterios más altos
de cosas mayores;
Ni a todos agradan
los grandes primores
Ni a todos tampoco
las cosas palpables,
Cantemos estilo
notable a notables
E suene el menor
allá con menores.
[p. 284] Si silvas cantamos, las silvas merecen
De rey tan notable
gozarse e dar gloria,
Pues reina tal rey
de tanta vitoria
Los grandes
triunfos a él se enderecen;
Los bienes
comiençan, los males fenecen,
Según que Sibila lo
canta e lo reza,
Gran orden comiença
en su realeza,
Los reinos
saturnios en él rebivecen.
La mesma justicia
con él ha venido,
Del cielo nos vino
tal generación.
O Virgen María tú
da perfeción
Al príncipe nuestro
Don Juan ya nascido:
Por ti le veamos
muy favorecido,
Pues reina en la
tierra tan cristiano rey,
Tal reina, tan
santa luz de nuestra ley,
Que en todas sus
obras es Dios muy servido.
Al rey e reina
O rey Don Hernando e Doña Isabel;
En vos començaron
los siglos dorados;
Serán todo tiempo
los tiempos nombrados
Que fueron regidos
por vuestro nivel;
Tenéis él e vos e
assi vos como él
Con Dios tanta fe,
que sus deservicios
Aveis destruido e
todos los vicios
E alguno si queda
daréis cabo dél.
Biváis muchos años
acá en este suelo
Reinando e saliendo
con cuanto quisierdes,
Mas ya Dios
queriendo después que partierdes
Coronas de reyes
avréis en el cielo;
Avréis con los
santos su mismo consuelo
Gozando en
presencia la vista de Dios,
Y el príncipe acá
después ya de vos
Los reinos seguros
terná sin recelo.
Al príncipe
A vos, principado,
por daros holgança
En vuestra niñez la
tierra os dará
Yedras e nardos e
más mezclará
Acanto e más
plantas sin darle labrança;
Las cabras darán
muy gran abundança,
Las tetas tendidas
con leche a montones;
No temerá nadie los
grandes leones,
Avrá muchas flores
en vuestra criança,
[p. 285] Ninguna ponçoña podrá ponçoñar;
Ninguna serpiente
avrá ponçoñosa;
Será destruida la
yerva engañosa,
Podremos do quiera
de amomo gozar;
Después que mayor
sabréis ya mirar
Los hechos antiguos
e de vuestro padre,
La gran excelencia
de vuestra gran madre
Vereis las
virtudes, sabréis las obrar.
Iréis poco a poco
creciendo e mostrando
Cordura, saber,
virtud e bondad;
Los campos darán de
su voluntad
Nascidos los panes
creciendo e tostando,
Las çarças y
espinas, las uvas colgando
De grandes razimos
muy mucho cargadas,
Maduras e dulces no
siendo labradas,
Los robles muy
duros, las mieles sudando.
Algunas pisadas del
mal ya passado
Podrá ser que
queden de aquel siglo duro:
Que manden lugares
cercarse de muro
E pongan las naves
por mar en cuidado;
E hagan hacer con
reja e arado
Los surcos hendidos
por baxo de tierra
Dó sereis avido en
esta tal guerra
Por el gran
Archiles a Troya embiado.
Después que la edad
más hombre os hiziere,
Ni avrá marinero ni
nave ninguna;
Terná cada tierra
tan buena fortuna,
Que tenga
abundancia de cuanto quisiere;
Entonces la tierra,
cualquiera que fuere,
No avrá menester de
ser ya labrada,
Ni viña ninguna de
ser ya podada:
Darán tan buen
fruto cual hombre pidiere.
Y entonces también
cualquier labrador
Soltará sus bueyes
sin darles más pena,
No avrá menester el
yugo e melena,
Dexarlos ha libres
de toda lavor;
No avrá ya tintura
de ningún color,
No avrá menester
teñirle de lana,
El mesmo carnero de
púrpura e grana
Terná vellocino
teñido e con flor.
Tambien los
corderos serán revestidos
De aquella color
cual yerva pacieren,
[p. 286] Color sandicino si sandís comieren
De su natural sin
tinta teñidos;
Con firme concierto
los hados movidos
Dixeron conformes
las parcas fatales,
Hilemos los siglos
agora ya tales
Que buelvan de
nuevo dorados polidos.
O claro linaje,
victoria escogida,
Los grandes
triunfos e mucha alabança
A vos que se deve
se dé sin dudança,
Ya vienen los
tiempos de gloria crecida;
Mirad toda España
que estava perdida,
Las tierras y el
mar, la fe no constante,
Alégrense todos por
lo de adelante,
Que el bien se nos
viene con vuestra venida.
O Dios, quién
pudiesse bivir tantos días,
Que bien vuestros
hechos podiesse contar;
Ni Orfeo ni Lino
podría igualar
Comigo tan dulces
cantando armonías;
Aunque sabemos de
sus melodias
E Orfeo ser hijo de
Caliopea,
E a Lino su padre
Apolo le sea,
En esto les puedo
llevar mejorías.
E aquel Pan
Cilenio si quiere su vez
Comigo apostar yo
tengo creido
Que el mismo a sí
mesmo se dé por vencido
E aun siendo entre
nos Arcadia juez;
O niño gracioso, en
vuestra niñez
Riendo mostrad
plazer desde agora;
Quitad los
fastidios de vuestra señora,
Pagadle el trabajo
del parto e preñez.
Fin
Mostralde comienço
de bienes extraños,
Pues deven los
hijos gran deuda a las madres;
Que a los que no
toman plazer con su padres,
Aquellos da Dios
trabajos e daños;
Comiençen verdades;
fenezcan engaños;
Fenezcan pesares;
comienzen plazeres;
O reina tan santa,
primor de mugeres,
O rey excelente,
bivais dos mil años.
Adonde se introducen dos pastores muy amigos, el uno Menalcas y el otro llamado Mopso, los cuales cantando lloran la muerte de Danes, pastor entre ellos muy nombrado; en cuya persona podemos entender la desastrada muerte del muy desdichado príncipe de Portugal, a quien la fortuna se quiso mostrar muy envidiosa en su mayor prosperidad, ya que avia casado con la esclarecida infanta Doña Isabel, hija de nuestros muy poderosos reyes: princesa de Portugal, a cuya causa con mucha razón nos cupo gran parte de su dolor.
Cur non, Mopse, boni quoniam
convenimus ambo,
etc.
Menalcas
¿Por qué no, mi
buen carillo,
Pues aquí nos
perjuntemos
Tú a tañer tu
caramillo,
Yo a cantar un
cantarcillo
Por aquí no nos
tendemos
Entre aquestos
avellanos
Muy loçanos
Y a estos olmos nos
sentemos
Porque más nos
gasajemos
E cantemos como
hermanos?
Mopso
Tú Menalcas mayoral
Como quier que se
te deva,
Pues eres tan buen
zagal
Para bien o para
mal
Por do quisieredes
me lleva,
O nos vamos a la
sombra.
Tú lo nombra,
O mira en aquella
cueva
Si quieres que yo
me mueva
Tú te aballa e te
descombra.
Menalcas
No hay en toda
aquesta sierra,
Júrote para Sant
Polo,
Ni por toda nuestra
tierra,
En cantar quien te
dé guerra,
Salvo si es Aminta
solo.
Mopso
Si él osa cantar
comigo,
Yo te digo
[p. 288] Que se iguale con Apolo,
Mas aquese Amintas,
do lo,
Venga, venga aquí
contigo.
Menalcas
Comiença, carillo,
luego
Si sabes de amor
passión
De Filis e de su
fuego,
O si no di, yo te
ruego,
Las alabanças de
Alcón;
Dí, de Codro las
renzillas
Omezillas;
Quel buen Titiro
garçón,
Mientras cantas
algún son,
Te guardará las
cabrillas.
Mopso
Antes otras
cantilenas
Te quiero agora
cantar,
Que cuido que son
muy buenas,
Que aun agora,
agora apenas
Acabo de pernotar;
Quiero te dezir lo
que es
E después,
Si cuidares de
ganar,
Manda que venga
apostar
El tu Amintas de
través.
Menalcas
Tanta cuanta
diferencia
Va de oliva a salce
ser
Rosal o mala
ervolencia,
Canta puja tu
excelencia
Sobre Amintas a mi
ver;
En la cueva nos
entremos,
Aballemos,
Sin más razones
poner
Para cantar e
tañer;
Comiença, no nos
tardemos.
Mopso
Llorá, ninphas, sin
abrigo
Cruel muerte de un
moçuelo
A hotas que deis
testigo
Ríos e árboles
comigo
De Danes muerto en
el suelo,
Que su madre le
llorava
E abraçava,
Dando bozes contra
el cielo
Con tan gran dolor
e duelo,
Que a todos nos
lastimava.
Llorava su muerte
tal
La triste Doña
Isabel,
Nuestra infanta
principal,
Princesa de
Portugal,
Porque era su mujer
dél.
Yo la vi tan
dolorida
Que en la vida
Estava más muerta
que él,
Haciendo llanto
cruel
Por tal pérdida
perdida.
Ay Danes que en
aquel día
E aun después ya de
tu muerte,
Ningún animal
pascía
Ni de las aguas
bevía
Con nuevas de mal
tan fuerte;
Los montes silvas e
fieras
Muy de veras.
Por tan desdichado
verte
Lloravan tu mala
suerte
Con bozes muy
lastimeras.
Danes un zagal
chapado
Fuera de la
palaciega,
En todo muy
pernotado
Un garçón tan
repicado
Que en todo el
mundo se entrega,
Juro a diez gran
alboroto
Yo pernoto
Que en su muerte se
nos pega
Hasta el alma nos
allega,
¡O qué zagal tan
devoto!
Soncas bien cómo
florecen
Los toros en el
rebaño,
Bien assí como
parecen
Las miesses cuando
más crecen
Por las sembradas
cada año,
[p. 289] Como en el campo los panes
Assí Danes
Era de mirar
extraño,
Sin aver otro
tamaño
Entre garçones
galanes.
Desque tú, Danes, moriste
Aburrió los campos
Pales,
E Apolo por ti muy
triste
Can tu muerte le
heziste
Dexar las cosas
campales;
Yervas nos davan
malvadas
Las sembradas
En aquellos
temporales;
Traxo tu mal muchos
males
Con desdichas
desdichadas.
En lugar de trigo
davan
Magarça, jollo e
avena,
Yervas que flores
llevavan,
Cardos y espinas
mostravan
Fruto de dolor e
pena;
O vaqueros o
pastores
Con dolores,
Pues Danes assí lo
ordena,
Que por todo el
mundo suena,
Cercad las fuentes
de flores.
Danes manda que
hagáis
Sus honrras e
sepultura
Según vosotros
usáis,
E alrededor que
pongáis
Estas letras y
escritura:
En las cuales
letras diga
Con fatiga,
Con fatiga e con
tristura:
Yo soy Danes sin
ventura,
Ventura me fué
enemiga.
Yo soy Danes
desdichado,
Sin dicha
triste nacido,
En las silvas muy
nombrado,
Pastor de galán
ganado,
Yo galán muy más
polido:
Que con mi muerte
percundo
Todo el mundo,
Con dolor muy
dolorido
Hasta el cielo
conoscido,
Sin tener par ni
segundo.
Menalcas
Tal ha sido tu
cantar
Para darme saborío,
Cual es para
descansar
El dormir al
trabajar,
En el tiempo del
estío:
Como cuando el muy
sediento
Que sin tiento,
Mata la sed en
buen río
Assí contento e
hartío
Con tu canto yo me
siento.
Eres tan buen
moçalvillo,
Tan chapado e tan
diestro,
Que no sólo en
caramillo,
Mas en la boz e
gritillo
Iguales con tu
maestro:
Tu sos el más buen
zagal
Principal
De todo el terruño
nuestro,
E aun te quiero más
que muestro
Que no te siento tu
igual.
Yo también quiero
ayudarte
Bien ó mal, como yo
sé,
Responder te e
remedarte,
E cantar hasta
hartarte
De Danes, pues ay
porque:
Porque mejor le
alabemos,
Cantiquemos
Boz en grito por tu
fe,
Pues ya tan bién
suyo fué,
Con plegarias le
ensalcemos.
Mopso
Yo te juro a Sant
Simón
Que era él para
ensalçar,
Di tus trobas e
canción
Que aun agora
Stimicón
Te me acaba de
alabar:
[p. 290] Pues eres cantor valiente,
Di pariente,
No te quieras
excusar,
Canta, canta sin
dudar,
Pues cantas
chapadamente.
Menalcas
El cielo se
maravilla
E se muestra muy
asmado
De Danes nuestra
manzilla
Que ya tiene allá
su silla
Con los santos
collocado:
Fué de virtudes tan
bellas,
Que por ellas,
Para siempre está
ensalçado,
Ensalçado y
assentado
Sobre las nuves y
estrellas.
Pues él goza de tal
gloria,
Silvas, campos,
Pan, pastores,
Todos canten su
victoria,
Las ninphas en su
memoria
Muestren plazer e
favores:
E no cuiden hazer
robos
E a los lobos,
Los lobos falsos
traidores
Dexen de ser
robadores,
De robar ganados
bovos.
Los ciervos no
teman ya
De las redes e
armaduras,
Pues que arriba
Danes ha,
Gasajo de ver acá
Las cosas todas
seguras
Montes, tierras,
arboledas,
Ya muy ledas,
Alegrando las
tristuras
Resuenen por las
verduras,
Por los prados e
veredas.
Van mostrando el
alegría
Con mucho plazer e
canto.
Mopso
Menalcas, tenle por
santo,
Que santo me
parecía.
Menalcas
Por tus siervos e
gañanes,
O buen Danes,
A Dios ruega cada
día,
Ruega, ruega
todavía,
Por tus pastores e
aldranes.
Cata, cata aquí
entre nos
Cuatro altares de
notar,
Para te offrendar
los dos,
Dos para servir a
Dios,
Por mejor
assolazar:
E dos barreños de
leche
Que aproveche
Para tus honras
honrrar,
E azeite te quiero
dar,
Dos taças con que
te peche.
En tu memoria yo quiero
Hazerte cada año
fiesta,
Combidar muy
plazentero,
Tras fuego en frío
tempero,
E a la sombra si
haze fiesta:
E de dulces vinos
buenos,
Vasos llenos
Verteré con fe muy
presta,
Prestamente sin
requesta,
E antes de más que
de menos.
Allí Dametas mateo
Ahotas que cantará,
E aun Egon con buen
desseo
Y el pastor
Alfesibeo
Sátiro semejará:
Siempre aquestos
prometemos
Te daremos,
E cada año assí
será,
Que a las ninphas
se dará
Cuando los campos
cerquemos.
Mientra el javalin
crudío
Ha cariño del
collado,
Mientra el pece
quiere el río,
E las cigarras
rocío,
Por el rastrojo y
el prado:
[p. 291] Mientra pacen las ovejas
Tomillejas,
Siempre tú serás
loado,
Muy loado e
alabado,
Con que gocen
tus orejas
Loado siempre
serás:
Assí como Baco e
Ceres,
Tus votos
recibirás,
Cada año te
offrendarás
De los hombres e
mugeres:
Darante los
labradores
Mill loores,
Con sus haziendas e
averes,
Para te dar más
plazeres,
Plazeres mucho
mayores.
Mopso
¿Que donas te
endonaré
Por tu buen cantar
contento?
Que te juro e
jurare
Que más gasajo
tomé,
Que con silvo de
buen viento:
Ni suenan tan
plazenteras
Las riberas,
Cuando el río
correr siento
Por peñascos muy
sin tiento,
Entre valles e
pedreras.
Menalcas
Mas yo te quiero
endonar
Mi caramillo
gracioso
Con que yo aprendí
a cantar
El cantar e
canticar
De aquel Coridón
hermoso:
Y el cantar de
Melibeo
Según creo,
Que suena muy
gasajoso,
Gasajoso e
deleitoso,
Que me pone gran
desseo
.
Fin
E tú toma mi
cayado,
Ques lo mejor de
mis bienes,
Bien ñudoso e bien
herrado,
Que aunque me fué
demandado
No me lo sacó
Antigenes:
En tiempo que con
gran fe
Yo le amé;
Más si tú gana lo
tienes,
Menalcas, por él no
penes,
Que luego te lo
daré.
[p. 292] ÉGLOGA SEXTA
Argumento
Donde se contiene la seta de los filósofos epicúreos que creyeron ser los elementos criados de los átomos que en la raya del sol parecen, e por consiguiente de los elementos todas las otras cosas. Contiene esso mismo muchas fábulas e historias diversas. Va aplicada a nuestro bienaventurado príncipe D. Juan: porque los príncipes e reyes deven ser en su mocedad instrutos en la filosofía y en las hazañas e istorias de sus antepasados, para que sepan apartar de sí lo malo y echar la mano a lo bueno según en los muy excelentes reyes sus padres se puede tomar exemplo.
Prima siracusio dignata est
ludere versu, etc.
Mi primer musa
Talía
Ha gasajo e alegría
A Teócrito imitar,
E por las silvas
morar
Sin empacho e
medrosía:
Mas cuando cantar
quería
De batallas e de
reyes,
A Febo no le
plazía,
Antes luego me
dezía:
Tyro, guarda tus
greyes,
Tus ovejas e tus
bueyes.
Dezía: guarda el
ganado,
Tenlo gordo e bien
guardado,
Canta cantos
pastoriles,
Dexa las cosas
sotiles,
Descruzia de tal
cuidado:
Assí que por su
mandado
Con el mi son
pastoril
Cantaré yo de buen
grado,
Tú Don Juan serás
loado
Por otros después
cien mil,
En otro estilo
gentil.
Si alguno mirar
querrá,
Aun los bosques
hallará
Llenos de tus
cantilenas,
Porque canto en que
tú suenas
A Dios le
contentará:
E más gradosa será
La carta de tu
nombrar,
Más e más le
agradará
Que cuantas acá
verá,
Mas por más te
gasajar
Agora quiero
cantar.
[p. 293] Levantad vuestro saber,
O Musas para poder
Cantar en mi baxo
estilo,
Cuando Cromes e
Mansilo
Fueron a Sileno
aver:
Que ellas le vieron
yazer
En una cueva
tendido,
Perturbado el
entender,
Con el Contino
bever
Del mucho vino
bevido,
Con gran sueño
amodorrido.
Las guirnaldas por
el suelo,
Desgreñado todo el
pelo,
Durmiendo de tal
manera,
El jarro a la
cabecera
Por dormir con más
consuelo:
Y entraron aunque a
recelo
Los zagales do
durmía,
E con sus befas sin
duelo
Ataron al vegezuelo
Que burlan de él
cada día,
Diziendo que
cantaría.
Con estos dos
mozalvillos
Temerosos e
amarillos,
Egle se juntó
adesoras,
E al viejo con
muchas moras
Pintóle frente e
carrillos:
Desque començó a
sentillos,
Díxoles: ¿qué me
posistes,
Qué cadenas o qué
grillos?
Desatadme ya,
carillos,
Pues me atastes e
prendistes,
Que bien basta que
me vistes.
Los cantares que queréis
Escuchad e oir los
heis,
Mas a la Musa
malvada
Otra será su
soldada,
Soncas porque no
penseis:
Dicho lo que oido
haveis
Començó el viejo su
canto,
Allí entonces ¿qué
diréis?
Fieras e Faunos
vereis,
E robles gozarse
tanto,
Que era una cosa de
espanto.
Nunca vió tal
gasajado
Aquel Parnasio
collado
Con el su Phebo
Cirreo,
Ni fué tanto con
Orpheo,
Ismaro y Rodope
asmado:
Que no fué jamás
hallado
Plazer de plazer
tan lleno,
Cuando el mundo fué
gozado
En aquel tiempo
passado
Con el canto de
Sileno,
Cantador muy más
que bueno.
Cantava de qué
manera
De los átomos
saliera,
Al criar del mundo
luego
Tierra, e aire, e
agua, e fuego,
En la criación
primera;
E también de cómo
fuera
Hecho destos
elementos,
Cuanto después se
hiziera
Y el mundo cómo
creciera
Desde sus tiernos
cimientos
En mayores
fundamentos.
Cantava de cómo el
mar
Se quiso luego
apartar,
E dexar la tierra
aparte;
Cada cosa por tal
arte
Su forma quiso
tomar:
El sol començó a
alumbrar
Las tierras que se
espantavan,
E las naves a
nublar,
A llover, a
lloviznar,
A montes se
levantavan
Por do animales
andavan.
E después también
cantó
Las piedras que
Pirra echó,
E las aves
Caucaseas
E las flamas
prometeas
Que Prometeo hurtó:
E con esto perjuntó
Cómo los nautas
llamaban
A Hylas que se
perdió
Y en una fuente
cayó:
Las riberas
resonaban,
Hylas, Hylas retumbaban.
[p. 294] E Pasife ser dichosa,
Si no supiera qué
cosa
Fuera amor de
blanco toro.
¡O muger dingan de
lloro,
Desdichada e
dolorosa!
Que aunque por Juno
sañosa
Las Proetides
bramaron,
Ninguna fué
desseosa
Ni de toros
amorosa,
Aunque vacas se
cuidaron
E los cuernos se
atentaron.
E tú, muger
desdichada,
Andas por montes
errada
Tras un toro por le
ver,
Y él no dexa de
pacer
Ni por ti no se da
nada:
Tú, triste,
descarriada,
Y él por las yervas
tendido
So el enzina que le
agrada,
Buscando buena
majada
Por el jacinto
florido
O con vacas
encendido.
Tú dando bozes tras
él,
Más amarga que la
hiel
Por los boscages
corriendo,
«Ninphas Diteas,
diziendo,
Encerradme esse
cruel:
Si algunas pisadas
dél
Hallo a casso
desastrado,
Rastreando por
nivel
Le veré en algún
tropel
De vacas encariñado
O paciendo en algún
prado.»
E también, también cantava
Cómo se maravillava
La moça muy
corredera
De las mançanas que
viera
Que, al correr,
Venus echava,
E cantó cómo
cercava
Las hermanas de
Fetón
El vello que encima
estava
De corteza que
amargava
Cantava su
conversión
Las que en olmos
bueltas son.
Cantava con amorío
De Galo que cabe el
río
De Parmiso fué
tomado
E de una Musa
llevado
Con todo su
poderío:
Por los montes en
desvío
En Aonia lo llevó
Donde el Febeo
gentío
Le cantava señorío,
Que todo se levantó
Al tiempo cuando él
llegó.
E cantó como un
pastor,
Las crines llenas
de flor
E de apio coronado,
Tal cantar ha
començado
Començando en tal
tenor:
Las ninfas con
mucho amor
Estos albogues te
dan
Con que cantes a
sabor,
Tú los toma sin
temor,
Que muy bien se
sonarán;
Su sonido es muy
galán.
Aquestos son los
que creo
Que dieron al
viejo Ascreo
Conque de antes él
tañía
E por los montes
solía
Cantando poner
desseo,
E con éstos, según
veo,
Ternás comienço e
vitoria
De aquel boscage
Grineo
Que no avrá soto
Febeo
Donde Apollo en su
memoria
Goze más que aquí
de gloria.
¿Qué diré que ya no
siento
Quien devina tanto
cuento
Cuanto Sileno
contó?
La Cila también
mentó
La de Niso y su
tormento,
La que se ciñe sin
tiento
De perros e cosas
feas,
La que causa
perdimiento,
Gran temor e
pensamiento
A las naves e
galeras
Que quebró las
ulixeas.
[p. 295] También se puso a contar
La mudança y el
mudar
De los miembros de
Teseo,
Y el cruel manjar
iteo
Que le dieron a
cenar,
Hizo se lo aparejar
La triste de
Filomena,
E cantava en
qué lugar
La cuñada fué
forçar
Que en ave mudó su
estrena
Andando volando en
pena.
Aquel
bienaventurado
Que Eurotas fué
llamado,
Todo aquesto bien
oyó,
Lo que Febo
ressonó
En otro tiempo
passado:
E mandó por su
mandado
Los laureles
aprender,
Aprender lo
pernotado,
Lo cantado e
canticado
Para conoscer e ver
El saber de su
saber.
Fin
Cuando Sileno
cantava
En los valles
retumbava,
Cantando por este
modo
Hasta que el ganado
todo
Ya recoger lo
mandava:
E por cuento se
contava
Ya que la noche
venía;
Mas el cielo que
escuchava
Aquel dulçor que
sonava,
Muy forçado se
partía
Porque el día
fenecía.
[p. 296] ÉGLOGA SÉPTIMA
Argumento
En la cual tres pastores se introducen, Melibeo e Coridón e otro llamado Tyrses: de aquestos dos postreros, cada cual, presumiendo de más sabio, cantavan muy a porfía; e Melibeo, andando en busca de su ganado, se detuvo a escuchar el canto por mandado de otro pastor que se llamava Danes. Esto se puede aplicar, entendiendo por Danes a nuestro muy esclarecido príncipe D. Juan, que goza e quiere que todos gozemos de ver las excelencias que de sus padres, no sin méritos, los poetas e oradores cantan, los cuales, procurando unos a otros exceder en esta égloga, muestran el gran gozo e alegría que tiene cada reino e señorío de aquestos muy poderosos reyes quando ellos en él están: e la soledad e tristeza que sienten cuando se parten: e Coridón, en persona del autor de aquesta obra, canta la soledad que Castilla sentía cuando los reyes iban a Aragón: e Tyrses, en nombre de los aragoneses, muestra cuán deseados allá los tenían, de manera que cada cual presume de tenerles más amor.
Forte, sub arguta consederat
ilice Daphnis, etc.
Melibeo
Vino a caso e a
sazón
Que estava Danes
sentado
So una enzina de
buen son,
Que Tyrses e
Coridón
Recogeron su
ganado:
Tyrses chapadas
ovejas,
Coridón cabras
luzientes,
Ambos moços
florecientes
Y en cantar bozes
parejas
Como Arcados
respondientes.
Estando
por aquí yo
Mis arrayhanes
cubriendo,
[p. 297] Un cabrón se me perdió,
E Danes como me
vió,
Luego me llamó
diziendo:
«O Melibeo, anda
acá
Si vagar tienes de
veras,
Vente a estas
solombreras;
Que no se te
perderá
El cabrón ni las
corderas.
Porque
aquí por estos prados
Suelen venir a
bever,
A bever,
acodiciados,
Los novillos e
ganados
Desque hartos de
pacer,
E aquí Mincio
verderío
Tiene riberas
tendidas
Con cañas tiernas
texidas
E avejas suenan
sordío
En sacro roble
metidas.»
Con
esto que me decía
No sabía que
hiciesse
Alcipe me fallecía,
Filis allá no
tenía
Que los corderos
cogesse:
Y estava de fuerte
modo
Coridón por apostar
Con Tyrses sobre
cantar;
Yo dexé el ganado
todo
Con cariño de
escuchar.
Comenzaron
luego allí
Ambos sus trobas
cantadas,
Cada cual su vez
por sí;
Que a las musas
place así
Cantar el
canto a vegadas;
Aquestos versos
cantava
Coridón muy a
plaziente
E otros Tyrses
otramente
En orden le
replicava
Por este modo
siguiente:
Coridón
O
vos, ninphas, nuestro abrigo
De la fuente de
Lybetros,
Repartid tal don
comigo,
Que, como Codro, mi
amigo,
Sepa yo trobar los
metros;
Que tan buenos
versos haze,
Que ya Febo no le
cede:
Mas si alcançar no
se puede,
Esta mi flauta me
plaze
Que en este pino se
os quede.
Tyrses
O
vos acá, Dios pastores,
Ornad mis nuevos
cantares
Con yedra, me dad
favores,
Porque Codro con
rencores
Rebiente por los
ijares.
Si su lengua
maldiziente
Con color de me
alabar
Quisiere de mi
burlar,
Poned bácare en mi
frente,
Que no me puedan
aojar.
Coridón
Del
javalín que caçamos
Avrás, Delia, de
Micón
La cabeça e de los
gamos
Los cuernos llenos
de ramos
Si me otorgas este
don:
De mármol te
alabaré
A las maravillas
mil,
E buen borzeguí
gentil
En las piernas te
porné
De color de buen
brasil.
Tyrses
O
Priapo, ten por cierto
Un tarro bueno de
leche
Cada año sin
desconcierto,
Pues guardas mi
pobre huerto
Y esto basta que te
peche:
Tu vulto tengo
labrado
De buen mármol por
agora;
Mas si mi caudal
mejora,
Haréte todo dorado
Queriendo Dios en
buen hora.
[p. 298]
Coridón
Du!ce
me eres, Galathea,
Más que miel de
tomillar,
Blanca más que el
cisne sea,
Más hermosura te
assea
Que a cualquiera
yedra alvar.
Si por yo penar por
ti
Se te pega algún
cuidado
Al repastar el
ganado,
Vente, vente para
mí
Coridón tú
enamorado.
Tyrses
Yo
te parezca en tus ojos
Más amargo que el
torvisco,
De más ásperos
cordojos
Que las hortigas e
abrojos
Horribles de gran
arrisco,
E de más poca valía
Que la yerva más
cuidada
Si no siento más
tardada
Que de un año en
este día,
Id bueyes, id ya a
majada.
Coridón
Vosotras,
fuentes limosas,
Yerva más muelle
que sueño,
Arboledas muy
umbrosas,
Quitad siestas
calurosas
A mi ganado
estremeño:
Que ya viene a más
andar
El estío muy
tostado,
Las parras con
gasajado
Comiençan de
rebentar
Las gomas que ya
han echado.
Tyrses
Aquí
tengo en mis hogares
Gruessas teas e
gran fuego,
Siempre los postes
e llares
De muy gruessos
hollinares
Cargados, juro a
sant Pego,
Es mi cuidado
tamaño
En curar del cierço
frío,
Como el lobo muy
hambrío
Suele curar del
rebaño
E de riberas el
río.
Coridón
Téngote
yo muy abondo
Peruétanos e
castañas
Esparzidas en
redondo
De los árboles que
escondo
En mis erencias
estrañas:
Agora en gran
alegría
Todas las cosas
están;
Mas si Alexis muy
galán
Destos montes se
desvía,
Los ríos se
secarán.
Tyrses
La
tierra seca, perdida,
La yerva de sed se
pierde,
La viña toda
marrida;
Mas Filis con su
venida
Todo lo tornará
verde,
Buen viento
decenderá
Con agua muy
gasajosa,
Toda cosa virtuosa
Con su venida verná
Que del bien no
falle cosa.
Coridón
El
álamo agrada Alcides,
E a Venus el
arrayhán,
E a Baco parras e
vides,
E al buen Febo e
Perionides
Los laureles plazer
dan:
E a Filis quien
bien mirare
Los avellanos dan
gloria
Y ellos levan. la
vitoria
Mientra que ella
los amare;
De los otros no ay
memoria.
[p. 299]
Tyrses
En silvas,
fresno es hermoso,
E por los huertos
el pino,
Y en ríos olmo
gracioso,
E abíes muy
gasajoso
Por los montes de
contino.
Si tú, Lycida,
querrás
Verme con ojos
despiertos.
En las silvas y en
los huertos
Fresno e pino
vencerás:
Mis servicios
tienes ciertos.
Fin
Melibeo
Estas
cánticas oí,
Según cada cual
cantava,
E vencido a Tyrses
vi
Y en su canto
conocí
Que por demás
apostava:
Desde allí quedé
agradado,
Que Coridón,
Coridón
Me semeja buen
garçón;
Porque canta
repicado
Le tengo mucho
affición.
Argumento
Dirigida a nuestro bienaventurado príncipe D. Juan, en la que se introducen dos pastores, uno llamado Damón, que cantando quexa los grandes tormentos e passiones que sufría por amores de su amiga Nisa, la cual le posseia otro pastor que llamavan Mopso, siendo muy feo e sin ningún merecimiento. Esto se puede aplicar al muy crecido amor que nuestro cristianísimo rey D. Hernando tenía con la conquista del reino de Granada, por lo sojuzgar e traer al yogo de nuestra verdadera ley, penando muy sin medida en verlo de paganos ocupado, señoreándolo rey estranjero de nuestra fe, e muestra cómo luego en principio desta guerra, pasados ya cuasi doce años de su reinar en Castilla, después que Alhama se tomó, estando muy enamorado de seguir la tal empresa, la primera vez que asentó real sobre Loxa allí dexó parte de la flor de su gente, donde murió el maestre de Calatrava e otros algunos con él: lo cual en su coraçón puso tan penado desseo por vengar aquellas muertes e acrecentar nuestra fe, que fasta conseguir entera vitoria de todo el reino no cessó de conquistar. El otro pastor, llamado Alfesibeo, cantava unas hechicerías y encantaciones que hazía una muger para traer a sí a Danes, otro pastor enamorado suyo, pensando que la tenía olvidada, lo cual podemos entender por el gran tiempo que avía que el reino de Granada esperaba a nuestro muy victorioso rey Don Fernando e las hechizerías que le hacía para más le acodiciar, permitiendo Dios algunos fortunios e aun casos desastrados; assí como en las Lomas de Málaga, donde fué preso el conde de Cifuentes e otros muchos [p. 301] cavalleros e señores: e agora Granada, viéndose inficionada de aquella malvada seta, cuenta de cómo Mahoma le enseñó todos aquellos hechizos, porque los moros dan fe mucho al ejercicio de la mágica sciencia.
Pastorum Musam Damonis
et
Alphesiboei, etc.
Del
cantar de los pastores
Alfesibeo e Damón
La nuvilla se
embaçava
Asmada de sus
dulçores,
Oteando su canción,
De pacer se le
olvidaba:
A las fieras
espantava,
E a los ríos en
oteo
Sin correr hazía
estar
El sonido que
sonava
De Damón e
Alfesibeo,
De lo cual quiero
cantar.
Tú,
príncipe principado,
Hijo de reyes tan
altos
Cuanto jamás nunca
fueron
Reyes de bien.
acabado,
Muy perfetos, nunca
faltos,
Nunca tales dos se
vieron.
Pues tal príncipe
nos dieron,
Siempre quiero ser
tu esclavo;
Con fe más que
verdadera
Sírvante cuantos
nascieron,
Aun que vayas a
Timavo
E a la Ilírica
ribera.
Si
aquel día ya viniesse
Que tus hazañas
contasse
E tus hechos e
vitorias;
Si en tal edad
ya te viesse,
Juro a diez, yo
pregonasse
Por todo el mundo
tus glorias:
Dígote que tus
historias
Serán dinas de
cantar
Por estilo
sofocleo;
Cosas dinas de
memorias
En ti quiero
començar
Porque goce mi
desseo.
Reciba
mi voluntad
Tu poderoso poder,
Tu perfeción y
excelencia;
Confiando en tu
bondad,
Quiere mi poco
saber
Que te escriva con
hemencia;
Toma de mi poca
sciencia
Estos versos, e
perdone
El primor de tus
primores
Déxame, con tu
licencia,
Que de yedra te
corone
Entre lauros
vencedores.
Apenas
la sombra fría
De la noche se
apartava,
Cuando el alva se
alterava
Ya quel rocío caía
Que a las reses
agradava
En la yerva
pacedera:
Entonces, entonces
era
Cuando aquel Damón
nombrado
Sus cantilenas
cantó
Bien assí desta
manera
Sobre un bordón
arrimado
Boz en grito
començó.
Damón
Nasce, nasce ya, lucero,
Venga presto tu
venida,
Mientras mi querer
se quexa
Del amor crudío e
fiero
[p. 302] De Nisa la mi querida
Que sosegar no me
dexa,
Pues mortalmente me
aquexa:
A Dios quiero dar
clamor,
Finalmente, que me
ayude
E la acerque si se
alexa,
E le ponga tal
temor
Que a querer me se
trasmude.
Tú, mi caramillo empieça
A
decir como yo digo
Versos
menalios comigo.
Menalo
tiene lugares
De boscages que
resuenan,
E pinos que buen
son dan;
Oye siempre los
cantares
De los pastores que
penan
Y enamorados están:
Oye también siempre
a Pan,
El que en Arcadia
inventó
Primero que en otra
parte
El caramillo galán,
Aquel que no sintió
Los albogues ser
sin arte.
Tú, mi caramillo, empieza
A
dezir como yo, etc.
A
Mopso Nisa fué dada;
¿Qué razón pudo
juntallos?
¿Amadores, qué
esperamos;
La contrariedad
juntada,
Los grifos con los
cavallos,
E con los perros
los gamos?
¡O Mopso! corta,
veamos,
Las hachas nuevas
de tea;
Pues cobraste tal
muger,
Esparce nueces:
digamos
Que ya el Héspero
dessea
Irse tras Eta a
poner.
Tú, mi caramillo, empieça
A
dezir como yo, etc.
O
mal empleada Nisa;
Tal varón meresces
tú,
Pues que desprecias
a todos,
Pues aburres por
tal guisa:
Por quien no sabes
quién fu
Desamparaste los
godos;
Mis caramillos e
modos
No te agradan de
buen rejo;
Con mis cabras
tienes ira;
Menosprecias más
que lodos
Mis barvas e sobre
cejo:
Cuidas que Dios no
lo mira.
Tú, mi caramillo, empieça
A
decir como, etc.
En
nuestros huertos un día,
Tú, pequeña niña
siendo,
Con tu madre yo te
vi,
E aun era yo
vuestra guía;
Andando fruta
cogiendo
De la más fresca te
di:
E luego sentí de
mi,
Aunque moço de doze
años
Que los ramos yo
alcançava,
Cómo en verte me
prendí
Con amores muy
estraños:
Errado e perdido
andava.
Tú, mi caramillo, empieça
A
decir como, etc.
Agora
sé qué es amor:
Un garçón fiero en
desseo
Contra los buenos
amantes;
O criaron tal rigor
Ismaro e Rodope,
creo,
O los duros
garamantes:
Yo no sé si fueron
antes
De ponçoñoso potage
Sus galardones tan
llenos;
Sus engañosos
semblantes
No son de nuestro
linage
Ni de nuestra
sangre menos.
Tú, mi caramillo, empieça
A
dezir como, etc
El
amor cruel mostró
La madre ensuziar
las manos
Con la sangre
filial;
De la madre lo tomó
Ser sus hechos
inhumanos,
Que eres tú su
madre tal:
[p. 303] De vosotros no sé cuál
Juzgue ser el más
cruel,
Tú su madre y él tu
hijo,
Él es crudo e muy
mortal,
Tú también
menos que él:
Ambos sois de mal
litijo.
Tú, mi caramillo, empieça
A
dexir como, etc.
Pues
que a Mopso Nisa quiso,
Corran ovejas a
lobos,
Huyan de sus
propias ganas,
Y el olmo lleve
narciso,
Suden ambar los
escobos,
Echen los robles
mançanas,
E las ululas
hufanas
Como cisnes
quieran ser,
E Tytiro como Orfeo
Orfeo en silvas
loçanas,
Y entre delfines
tañer
Arión nombrado veo.
Tú, mi caramillo, empieça
A
decir como, etc.
Ya
todo se torne mar,
Ya, silvas, quedar
con Dios,
Nisa, ya dexaros
quiero,
Que en el mar me
quiero echar:
Lo que passa aquí
entre nos
Tomadlo por don
postrero,
Que de amores yo me
muero;
Ya mi muerte e
omecillo
Viene por modos
diversos,
Que ya casi
desespero:
Dexa ya, mi
caramillo,
Dexa los menalios
versos.
Esto
todo ya contado
Cuanto darriba
aveis vido
Es lo que dixo
Damón,
Un zagal bien
repicado,
Muy penado y
encendido
De enamorada
passión;
E pues Dios tal
perfeción
En vosotras, musas,
puso,
Recontad por dulce
modo
La respuesta e la
razón
Que Alfesibeo
repuso:
No todos podemos
todo.
Alfesibeo
Trae,
trae agua luego
E ciñe con tocas
buenas
Todos aquestos
altares,
Y enciende con bivo
fuego
Enciensos machos,
verbenas,
Las que más gruesas
hallares:
Anda presto, no te
pares,
Que quiero
esperimentar
Unos hechizos que
sé;
No faltan sino
cantares
Para la fe
trastornar
Del que no me tiene
fe.
Vosotras, encantaciones,
A
Danes acá me dad;
Sacadle
de la ciudad.
Los
cantos pueden traer
Desde los cielos
primeros
A la luna
prestamente;
Con cantos mudó su
ser
Circes a los
compañeros
De aquel Ulixes
prudente,
E cantando, la
serpiente
Vencer se dexa en
los prados
De qualquier
encantador;
E assí, por el
consiguiente,
Los que son
desamorados
Se vencerán del
amor.
Vosotras, encantaciones,
A
Danes, etc.
Primeramente
comienço,
Porque vayan por
más arte
Mis hechizos e
mejores,
Estos tres lizos de
lienço;
Agora quiero
cercarte
Con tres diversas
colores:
Y, en nombre de mis
amores,
Con esta imagen
rodeo
Tres veces estos
altares;
[p. 304] Que Dios goza mas loores
E cumpla más el
desseo
Con los números
impares.
Vosotras, encantaciones, etc.
A
Danes, etc.
Amarilis,
toma e ata
Aquestas colores
tres
Con tres ñudos bien
atados;
Ata presto, mira e
cata
Que en atarlos no
te estés,
E vayan muy
añudados;
Aguza bien tus
cuidados
En atarlos bien
assí,
E no te tardes gran
rato,
E antes que estén
apretados
Aquestas palabras
di:
Cadenas de Venus
ato.
Vosotras, encantaciones, etc.
A
Danes, etc.
Como
aqueste barro endura
E se ablanda
aquesta cera
E todo con una
lumbre,
Assí Danes con
mesura
Ablanda e por mí se
muera
E con otras nunca
encumbre:
Derrama como es
costumbre
Harina e sal con
gran terna,
Y enciende mucho
laurel
Con betumen porque
alumbre.
Pues Danes a mí me
quema,
Yo quiero lauros
por él.
Vosotras, encantaciones,
A
Danes, etc.
Tal
amor vencido tenga
A Danes por mi
querer
Que me quiera a
maravilla
Y él mismo a
buscarme venga,
Yo no cure de le
ver
Ni quererle aver
manzilla:
Ande como la
novilla
Cuando algún
novillo busca
Por los bosques,
muy cansada,
Que de cansada
arrodilla
E aunque la noche
se enfosca
No cura buscar
majada.
Vosotras, encantaciones,
A
Danes, etc.
Aquel
muy desamorado
Me dexó aquestos
despojos,
Prendas quél mucho
estimava
Quedaron de lo
passado
E ora yo con los
enojos
So el umbral las
soterrava:
Pues él tanto las
amava
Ellas me darán a
Danes
Si las quisier
recobrar,
Mas ya mucho
retardava;
Que aquestas
guerras e afanes
Ya devrían acabar.
Vosotras, encantaciones,
A
Danes, etc.
Estas
yervas que me dieron
Son ponçoña todas
ellas:
Aquel Meris me las
dió,
E para mí se
cogieron
En Ponto, que nacen
dellas
Más que nadie nunca
vió:
E vi muchas vezes
yo
Con estas lobo
tornarse
Meris por silvas e
sierras,
E bivir quien ya
murió,
E las sembradas
mudarse
De una tierra en
otras tierras.
Vosotras, encantaciones,
A
Danes, etc.
Amarillis,
lleva a fuera
Para que a Danes
empeça
Esta encina
caliente,
Y héchala de tal
manera
Por detrás de la
cabeça
En algún río
corriente:
Has de ser tan
diligente
Que mirar atrás no
oses
Porque vence sus
porfías;
Que se siente tan
valiente
Que no cura de mis
dioses
Ni de mis
hechizerías.
Vosotras, encantaciones,
A
Danes, etc.
[p. 305] Fin
Mira
que aquesta ceniza
Mientras llevar se
tardó
Una llama algo
mortal
De suyo que me
eneriza
Que los altares
ardió,
No sé si es buena
señal:
Hilas ladra en el
umbral,
Creo que alguno
está allí,
O me miente el
coraçón,
O los que de amor
han mal
Fingen sueños ser
assí
De las cosas que no
son.
Vosotras, encantaciones,
A
mi Danes, etc.
Argumento
Adonde se introducen dos pastores moros que camino de Granada se encontraron. El uno, moro de allende que Lycida se llamava, el cual como no supiera los triunfos e vitorias de nuestros reyes, comenzó de preguntar al otro que le dixesse para dónde caminava, y el otro, llamado Meris, en cuya persona podemos entender el mesmo Mahoma, como muy lastimado e triste, le respondió ser su camino para la ciudad de Granada, por llevar algún servicio e reconoscimiento de servidumbre a nuestros muy poderosos príncipes D. Fernando e Doña Isabel, que ya dentro de la ciudad estavan apoderados. E Lycida muéstrase muy maravillado de tales nuevas, porque avía oído dezir de muchos tiempos antiguos que Menalcas, otro pastor, señoreaba toda aquella tierra; por el cual se entiende el rey moro de Granada que en todos los reinos de allende solía ser muy nombrado, de manera que Lycida no puede creer aver hombre tan poderoso que a Menalcas vencer pudiesse; mas Meris, aviendo visto muchas señales e agüeros de su perdición, temiendo que aquestos cristianísimos reyes han de sojuzgar todos los reinos de su seta, duélese en ver sus términos tan cercanos de los nuestros, e querría e a siquiera tener cierto le dexaría un solo lugar donde su seta quedasse. En fin, que Lycida, después de aver avisado a Tytiro pastor como a rey más comarcano de los de allende, para que procure servir e no enojar a nuestro rey D. Fernando, con mucha ïmportunación ruega a Meris que cantando le cuente las hazañas del su rey de Granada con el nuestro de Castilla.
[p. 307]
Quo te, Moeris, pedes; an quo
via ducit in
urbem.
Lycida
¿A
dónde aballas la pata
Meris, dime la
verdad,
Dónde vas?
¿Dónde vas, dímelo,
cata?
¿Vas de cara la
ciudad?
Di verás.
Meris
O
Lycida, ¿qué diré?
Cuantas herencias
me viste
Siendo bivo,
Cuanto en mi
vida gané
Me tomaron, e aun
yo triste
Soy cativo.
¡Qué
cosa tan mala e fea
Cosa que nunca
temimos
Ni pensamos,
Que un estrangero
possea
Lo que nosotros
hezimos
E ganamos!
Que
un estrangero nos diga:
Botad, viejos
labradores,
Botad presto;
Que nos heche con
fatiga,
Nos diga siendo
señores:
Mío es esto.
Agora
tristes, malditos,
Vencidos que assí
nos vemos
En tal mal,
Llevamos estos
cabritos;
En mal hora se los
demos
E aun en tal:
Pues a la fortuna
plaze,
Que buelve todas
las cosas
Con su rueda,
De fazer lo que
ella haze,
Contra sus fuerças
forçosas
No hay quien pueda.
Lycida
Cierto
ya yo avía oido
Todos aquestos
lugares
Hasta el mar,
Vuestro Menalcas
sabido
Regirlos con sus
cantares
E guardar,
Desde donde los
collados
Cuesta abaxo me
semeja
Cómo va;
Todos eran sus
guardados
Hasta aquella haya
vieja
Que allí está.
Meris
Yo
bien creo que lo oyesses,
Tal fama solía ser
Mas agora
Verias si bien
supiesses
Que en nosotros tal
poder
Ya no mora:
Ya nuestro cantar
si oteas,
Tal valor Lycida
tiene
Con carcomas,
Entre las marcias
peleas
Cual tienen si
aquila viene,
Las palomas.
Lo cual si no me
avisara
Desde la cóncava
encina
La corneja,
Que a la siniestra
volara,
Tuviéramos más
mezquina
La pelleja:
Que si yo no
conosciera
El fin de las
nuevas guerras
Según iva
Menalcas e aun yo
muriera,
Sin quedar en estas
tierras
Cosa biva.
Lycida
¡O
qué mal tan fiero e crudo,
O qué desdicha tan
fuerte
Que pudiesse
[p. 308] Aver hombre tan sañudo
Que a Menalcas dar
la muerte
Se atreviese!
¡O Menalcas mi
dulçor!
¡Que te pueda mal
hazer
Ningún hombre!
Quien matasse tal
pastor
Robava nos tu
plazer
Con tu nombre.
¿Quién
oviera que cantara
Ninfas e regara
flores
Florecientes,
Quién oviera que
plantara
Sombras verdes e
frescores
Por las fuentes:
Quién oviera que
escriviera
Los versos que te
apañé
Poco avía,
Cuando te partías
fuera
Para Amarilis su fe
E aun la mía?
Tytiro,
mientras yo vengo,
Las cabras lleva a
pacer,
No te tardes;
Que mi camino no es
luengo,
E dales luego a
bever,
Mas no aguardes:
E procura entre
éstas y éstos
Servir al fuerte
varón
Sin dentera;
Huye de estar en
requestas,
Trátale de muy buen
son,
No te hiera.
Meris
Mas
dime quién cantaría
Aun los versos que
él cantava
No limados,
Los que Menalcas
hazía,
Estos que a Varro
mostrava
No acabados:
Varro si a Mantua
me das,
Cisnes te pornán
corona
Hasta el cielo;
¡Guay de ti Mantua
que estás
Tan vezina de
cremona,
Que te he duelo!
Lycida
Assí
huvan tus abejas
Los texos porque
aproveche
Su buen pasto,
Assí tus vacas e
ovejas
Con citiso den la
leche
Muy abasto:
Que comiences sin
falseta
Si de tus cantares
usas
A cantar;
Que yo también soy
poeta
Que me mostraron
las musas
A trobar.
E aun algunos versos hago
E me llaman los
pastores
Trobador,
Mas yo dellos no me
pago,
Que bien se de los
menores
Soy menor:
Que aun agora no
son dinas
Mis trobas ni dan
descanso
Que no se,
Para con Varro ni
Cinas;
Mas como cisnes con
ganso
Gaznaré.
Meris
Harto
trabajo comigo,
Lycida, por me
nembrar
Algún canto,
De Menalcas nuestro
abrigo;
Mas no puedo
acordar
Que era espanto:
«Aquí te ven,
Galatea,
Que en mar cosas
plazenteras
No has de ver;
Ya el verano
vermegea,
Que aquí verás las
riberas
Florecer
[p. 309] Aquí está un álamo blanco
En una cueva
parrada
Muy sombría,
Vente aquí de
tranco en tranco,
Que en el mar no
gozas nada
De alegría:
Dexa ya las bravas
ondas,
Hieran riberas del
mar
E tú vente,
Que allá gasajo no
abondas
E aquí te podrás
holgar
Reziamente.»
Lycida
¿Que
dizes que no te acuerdas?
No creo que tales
versos
Los olvidas,
O tienes las
mientas lerdas
O por lugares
diversos
Repartidas:
Pues aun yo, que
soy más lerdo,
De una noche clara
e buena
Que cantavas,
Del estío bien me
acuerdo,
Pero no la
cantilena
Que llevavas.
Al príncipe
Danes,
que te estás mirando
en las antiguas
hazañas,
Mira acá,
Las del Cesar Don
Fernando
Rey de todas las
Españas
Estas ha:
Estas son cosas de
ver
Con que gozan los
labrados
De las miesses,
E las unas dan
plazer
En los abrigos
collados
Si las viesses.
Enxere,
Danes, perales
Que tus nietos
gozarán
De las peras,
E serán tantos e
tales,
Quel mundo
sojuzgarán
Muy de veras:
Enxere ya sin temor
En la historia de
tu madre
Tus historias,
Comiença a ser
vencedor
Que semeges a tu
padre
Con vitorias.
Meris a Lycida
Todo
lo quita la edad,
Que ya estoy
desmemorado;
Mira cuanto
Que te juro en mi
verdad
Mil cantares he
olvidado,
Ya no canto:
Cuando zagal yo
solía
Repicarte dos mil
trobas
Muy de grado,
Hasta que el sol se
ponía,
Algunos lobos o
lobas
Me han aojado.
Mas
conténtate con esto,
Bien basta lo que
has oído;
Juro a diez
No me acuerdo más
de presto,
Yo estaré mejor
provido
Otra vez:
A Menalcas oirás,
Muchas vezes te
dirá
Mil cantares,
Muchas vezes le
verás,
Mucho te
contentará
Si escuchares.
Lycida
¿Por
qué te estás excusando,
Dilatando el
dessear
Que desseo
Gozar de estar
escuchando
Tu cantar e resonar
Ques asseo?
[p. 310] Hora que está sosegada
La marea e todo el
mar
Sin rumor,
De aquí es la media
jornada;
Ya parece el
monumento
De Bianor.
Aquí
que los labradores
Cortan rama, demos
gritos
E cantemos,
Pues somos
buenos cantores;
Tú pon aquí tus
cabritos,
Y empecemos:
Si temes agua venir
Que nos tome antes
de rato,
No temamos;
Cantando podemos
ir,
Yo te llevaré tu
hato
Porque vamos.
Que
si cantando entre nos
Caminamos con
gasajo
De contino,
Iremos ambos a dos
Sin que sintamos
trabajo
Del camino:
E si en aquesta
arboleda
Quisieres por tu
bondad
Que paremos,
Después harto
tiempo queda
Para ir a la
ciudad;
Descansemos.
Fin
Meris
Déxate
desso, zagal,
Déxate de más
querer,
Que tardamos,
Y en aqueste
temporal,
En lo que es más
menester
Entendamos:
Los cantares muy
mejor
Cantará quien bivo
fuere
Si lo otea
Más a plazer e a
sabor
Desque Menalcas
viniere,
E assí sea.
[p. 311] ÉGLOGA DÉCIMA Y FINAL
Argumento
En la cual se cuentan unos amores muy apassionados que tenía el poeta Galo con su amiga Licoris, a cuya causa él estava tan triste e tan perdido, que ningún consuelo le aprovechava; los cuales amores se pueden aplicar a la más que aficionada fe que con nuestra esclarecida reina tienen los que están cativos entre los moros de allende, esperando ser redimidos con el poder de sus victorias e que ella mesma en persona, assí como hizo sobre Málaga e Granada, juntamente con el rey ha de passar allá, poniendo esfuerço a su gente con tanta diligencia e oraciones, que con ayuda de Dios su vencer será el rescate de cuantos cativos allá están. Mas agora Galo, como en persona dellos, muéstrase muy desconsolado porque se sonava e tenían por cierto que con algún reino de acá se les atravessaría guerra que su libertad retardasse, assí que Galo combatido de aquexados pensamientos, unas veces como muy desesperado se quexa mostrando que quisiera ser de tan baxa suerte e condición que amor de tan altos reyes no le traxera a ponerse donde le pudieran cativar, e otras veces se muestra con tan crecida esperanza que, aunque lo teme, no puede creer ninguna guerra de acá pueda estorvar la conquista de allende, antes se le antojo que ya libertado goza de triunphos e vitorias con mucho plazer e alegría. E otras veces parece que se le torna amortiguar su esperança, la cual espero yo en Dios veremos presto complida.
[p. 312]
Extremum hunc, Arethusa, mihi
concede laborem, etc.
Tú
me concede, Arethusa,
Aqueste postrer
trabajo
Porque escriva con
gasajo
De Galo que amores
usa.
Licoris la que él
dessea
Porque lea
Mi cantar ya no se
excusa,
Que en Galo muy
bien se emplea.
Allí
Dios te dexe andar
Cuando corras e te
escondas
Debaxo sicanas
hondas
Sin Doris se te
mezclar,
Sin mezclar amargor
malo;
Que de Galo
Comiences cantar su
amar,
Cantemos sin
intervallo.
Cantemos
de sus amores
Mientras mis cabras
chapadas
Las narizes
arrufadas
Pacen las yervas e
flores:
Pues que no a
sordos cantamos
Si miramos
Las silvas e los
verdores
Responderán si
sonamos.
¿Qué boscajes e qué sierras,
O ninfas, os han
tenido
Que jamás no aveis
venido
Ni assomado en
estas tierras?
¿No venís a
consolar
E ayudar
A Galo, que tiene
guerras
Con amor de gran
penar?
Ni
os detuvo aquel collado
Del monte parnasio
lindo,
Ni os hizo tardar
el Pindo
Ni Aganipe os ha
tardado:
Los lauros e las
iniestas
Muy más prestas
De manzillas le han
llorado
A hotas con tristes
gestas.
Ménalo
lleno de pinos,
Miefe, también le
lloró
So una peña que le
hallo
Con tormentos muy
continos;
Los peñascos de
Liceo
También creo
Llorando con lloros
finos
Por amor de su
desseo.
Las
ovejas te rodean,
O poeta devinal,
No te pese de lo
tal,
Pues ellas verte
dessean:
Adonis galante vió,
Mas guardó
Ovejas que no le
afean
E al río las
pascentó.
Viniéronte
aver pastores,
Los pastores e
vaqueros,
Los vaqueros e
porqueros,
E otros más
consoladores:
E Menalcas muy
ahotas
Con bellotas,
E todos de tus
dolores
Preguntándote mil
notas.
Apolo
te vino a ver
E te dixo
manzilloso:
Galo, ¿por qué
estas penoso,
Por qué quieres
padecer?
Que Licoris tu
cuidado
Te ha olvidado;
Sigue a otro su
querer
Por las nieves muy
de grado.
También
te vino Silvano
Con campesina
corona,
Sacudiendo su
persona
Cañas lirios en la
mano:
Pan arcadio más
bermejo
Del consejo
Vino e dixo muy
loçano:
¿Qué aprovecha aquí
consejo?
¿Qué
aprovecha consolar?
Que el amor es tan
cruel
[p. 313] Que al más más sujeto a él
Jamás harta de
llorar:
Ni jamás yerva se
enoja
Do se moja,
Ni abejas en
tomillar
Ni cabras en pacer
hoja.
Dixo
el triste Galo allí:
Arcadios, pues sois
cantores,
Cantaréis estos
amores
En vuestros montes
de mí;
Que si vuestra
flauta suena
Mi gran pena
Haréis mis huessos
assí
Que sientan holgura
buena.
E
aun pluguiera a Dios que fuera,
Como vosotros,
vaquero,
O pastor o
viñadero,
Que cierto más me
pluguiera,
O con Filis amador
Con favor,
O con Aminta
siquiera,
O con otro algún
amor.
Porque
Aminta siendo mía,
Por muy negra que
ella fuesse,
Doquiera que yo
estuviesse,
Ya comigo la temía;
Bien parecen las
violetas
Aunque prietas,
Filis befas me
daría
E Amintas mil
chançonetas.
Aquí
están fuentes muy frías,
Licores, y muelles
prados,
E buenos bosques
chapados,
Ven e acaba aquí
mis días:
Agora que el amorío
Muy crudío
En armas fieras
crudías
Me detiene sin
desvío.
Tú
lexos de aquesta tierra
E aun no lo puedo
creer
Que sin mí te
puedas ver
Passando nieves de
sierra:
¡Ay que los fríos
del Reno
Temo e peno
No tempeçan e den
guerra!
¡Ay quel yelo no
tes bueno!
Iré
yo que cantaré
Mis versos en tu
servicio
E por estilo
teocricio
Con la flauta
tañeré
De aquel sículo
pastor;
Con hervor
Cierto yo padeceré
Entre fieras sin
temor.
E
mis amores porné
Con los árboles más
bellos:
Irán creciendo con
ellos
Los amores e la fé;
Y entre tanto por
los cerros
Con mis perros
Javalines caçaré
Cercando yermos
destierros.
Que
ya me semeja que ando
Por los bosques a
caçar
E he gasajo ya de
andar
Con arco parto
tirando:
Bien como si a mi
tristura
Fuesse cura
O si el amor fuesse
blando
Y en él oviesse
cordura.
Ya
las ninphas no me plazen
Ni tampoco los
cantares,
Según pesan mis
pesares,
Ni silvas me
satisfazen
Mis trabajos
trabajar
E penar,
Mas ninguna mella
hazen
Ni pueden amor
mudar.
Ni
aunque el Ebro yo gustase
Con fríos muy
trabajosos
Y en los iviernos
lluviosos
Las nieves tracias
passasse:
[p. 314] Ni aunque el ganado bolviesse
Donde fuesse
Cuando la vid se
secasse,
Yo librar no me
pudiesse.
Todo
lo vence el amor
Que en cualquier
lugar está,
E a mí de fuerça
me va
De tenerle por
señor:
Que es forçado
obedecer
E querer,
Pues se esfuerça mi
dolor
Dar lugar a su
poder.
Musas
bienaventuradas,
Basta ya lo que ha
cantado
Vuestro poeta
sentado;
Texé cesticas
chapadas,
Vosotras a gala
hareis
Si quereis
Estas cosas ser
nombradas
E las
engrandeceréis.
Daréis
a Galo esperanza,
Cuyo amor siempre
en mí mora,
E tanto crece cada
hora
Cuanto aquexa la
tardança:
Su creer es muy
hufano,
No liviano,
Tanto crece e se
abalança
Como el olmo en el
verano.
Fin
Ya
me quiero levantar
Que la sombra es
enfadosa
E suele ser grave
cosa
A los que suelen
cantar:
Ni a mieses
provecho tiene,
Ni conviene;
Andad, cabras, al
lugar,
Que ya la noche se
viene.