Coplas estando triste porque iva a una aldea
Nunca
medreis vos, Aldea
Y tan bien quien os
fundó.
¿Por qué tengo de
estar yo
Donde nadie estar
desea?
Que cualquiera que
me vea,
Dirá estoy mas
retraido
Que ninguno nunca
ha sido
De mi linaje de
Urrea.
Ir
de collado en collado
Siempre en monte
como zorro,
Juzgadlo vos,
aldeorro,
Si estaré yo
descansado.
Según me aveis
enojado
En ver esta cuesta
arriba,
Si fuérades cosa
viva
Ya os uviera
degollado.
Pues
andar siempre en la huerta
Tras zorzales con
el arco,
Bien veis que tan
poco abarco,
Qu'es cosa poco
despierta:
Pues tal vida
desconcierta
El deleite más
altivo,
¿Cómo puedo estar
yo vivo
Estando en la cosa
muerta?
¡Y
que por tiempo de un año
Me tengais vos aquí
preso!
[p. 316] ¿Quién dirá que tengo seso
Haziendo yerro
tamaño,
Donde, ni seda, ni
paño
No vestiré, sino
cuero,
Pues que no soy
cavallero
Con la vida de
hermitaño?
¡Caçar liebres ni conejos
Cuando vá mucho a
la larga!
¡Es la vida muy
amarga
Ir tras grajas ni
vencejos?
Los que entienden
mis consejos
Irán por alto
volando,
Sin holgar d'estar
hablando,
En la plaça, con
los viejos.
Es
vida contenplativa,
Como fraile en
monasterio;
Muy lexos de aquel
misterio
De la otra vida
activa;
Es un tragar la
saliva
Como haze el
enojado,
Cuando en hablar no
es osado
Y entre sí solo
s'esquiva.
Es
estar toda persona
Perpétuamente dó
doman,
Como cuando preso
toman
Al de carta de
corona
Que no sale aunque
se encona;
Mas yo, sin hazer
por qué,
No sé porqué aquí
estaré
Donde nada se
razona.
Aldea,
en estos letijos
Hazeis mis velas
surgir;
Mándanmelo
consentir
La madre, muger y
hijos.
Vuestras masmorras
y fijos
Me tienen aquí
presente,
Mas no viera yo
otramente
Aziagos
escondrijos.
Juzgad cuán clara passion
Es esta que se me
dá,
Que esté yo donde
no está
Otro de mi
condición.
[p. 317] Yo con muy gran intencion
Me muero aquí
sepultado,
Como en guerra el
mal armado
Con valiente
coraçon.
Y
ni sé donde me vaya;
No puedo ir dó mas
veo,
Porque me lieve el
deseo
Lo que la
obligación traya:
Aunque aquí el alma
desmaya,
Son tales aquí mis
prendas,
Que adrede y muy a
sabiendas
Me hazen tener a la
raya.
Pensarán
más de quinientos
Por qué estoy yo
retraido:
¿Será baxo mi
sentido?
¿Pequeños mis
pensamientos?
Van errados estos
cuentos;
Mal canpo y buena
simiente,
Mucho aprovecha en
la gente
Los naturales
cimientos.
Pero
ya, pues mi ventura
Me tiene ya en tal
comedio,
Que ni medio ni
remedio
No hallo para
soltura;
Pues esta vida me
dura
Dó nunca me irá muy
bien,
No quebralla con
desden,
Mas sufrilla con
cordura.
Esta
presión cortés mia
De vida de
tortolilla,
Que yo sé que haze
manzilla
A quien quiere mi
alegría,
Pues mi libre
fantasía
Podrá ir cuando
quisiere,
Sufra este tiempo
que fuere
Con las muestras de
falsía.
Porque
andar mucho entre gente
Aunque al cuerpo es
beneficio,
Para el alma está
gran vicio
De contino muy
presente;
[p. 318] Y el que quiere ser prudente
En esto ponga
desvio,
Porque es caer en
el rio
Pensando andar por
la puente.
No
digo siempre dexar
Por la aldea la
ciudad,
Porque con la
soledad
Tan bien se puede
pecar;
Mas las dos cosas
juntar,
Vida plaziente y
penosa,
Que estar siempre
en una cosa
Vicio se puede
llamar.
Fin
Aldea,
ved mi deseo
Que del vuestro se
destierra,
Pues que vos sois
buena tierra
Para tapias, segun
veo.
Mas, segun lo que
yo creo,
Tanto tiempo aquí
se muere,
Que cuando de aquí
saliere
En vos haré
jubileo.
[p. 319] Carta de D. Pedro Manuel de Urrea
A la muy noble y virtuosa señora D.ª María de Sesé, su mujer
SEÑORA:
Ufano y muy contento pensamiento es el mio, pues que veo que del mayor lazo y peligro que Dios acá puso soy librado, porque, como todos los sabios dizen, nuestro vivir es tan fatigoso, que desde la cuna hasta la huesa andamos enbueltos en travajos, el mayor de todos los cuales es aquel que viene a causa del casamiento, descubriendose adelante cosas para que las voluntades estén dañadas, y esto es un lago donde muchos caen, unos por amores, otros, porque teniendo ojo al interesse, olvidan lo que más conviene; y por otras muchas maneras vemos en muchos estados, unas públicas y otras secretas, angustias que anichilan todos los bienes; y como yo de todo esto me halle libre, ¿con qué lengua podré dar a Dios todas las gracias devidas, ni a vos, Señora, agradecer todo lo que es razon? Porque, cierto, el que en tal compañía acierta, no dexa a la fortuna cosa en que ella pueda usar de enojo; este es el que ante teniendo temor a la fortuna, viene a ser temido della; el que deste bien se halla ageno, no ay bien que le venga ni fatiga que se vaya, y pues, con vos, Señora, me ha dado Dios tanto contentamiento, no sé con qué pueda pagallo sinó con tener el amor tan crecido y firme, que ni pueda mudarse, pues ay para ello tantas razones, que vuestras muchas virtudes serían acusadoras contra mí, cuanto más que, sobre tener honestidad tan crecida vuestra gentil persona, es tanto hermosa, que yo no me podría mejorar: en donde vereis mis pasos seguir, Señora, a los vuestros, y no hazer lo que hazen otros, que dexan lo mucho y bueno, por lo poco y malo; que estando casados con muy gentiles damas buscan otras de baxa manera y feas. Que es como el cuchillo que cansado de cortar gallinas, se afila en una piedra. De lo cual, Señora, vos podeis ser cierta, que ni hasta aquí, ni de aquí adelante, no ha venido, ni verná cosa que a vos sea enojo; y a mi juizio, ni las largas [p. 320] absencias, si vinieren, no tendrán fuerça para vencer mi ánimo contento. Sobre el cual contentamiento he hecho una obrezilla en donde publico la publicada dicha que con vos he tenido. A sido mi voluntad dezir esto, porque la onestidad de contino deve ser loada, porque así como menguan los vicios con las reprensiones, crecen las virtudes con las alabanças, y porque de vuestro buen principio y medio no me espera sino semejante fin: vuestra virtud y mi contentamiento he querido poner en esta obra, la cual vá debaxo desta carta para que vos, Señora, la leáis, que yo, viendo cuán poco caso se hace del trobar, ya no curo mucho dello, porque se tiene por yerro el tal exercicio, que parece estar hombre sin cuidados cuando en esto entiende mucho.
Fin
A D.ª María, su mujer
Los que conocen el
mal
Son los que estiman
el bien;
Los otros hazen
desden
No teniéndolo por
tal.
Muchos bienes dió
Natura;
Mas el de mayor
valía
Que ella dá,
Es aquel que
siempre dura,
De la buena
compañía
Donde está.
Es un ñudo el
casamiento
Que no puede
deshazerse;
Por donde por no
perderse
Cada cual anda con
tiento.
Que vemos ser una
cosa
Donde muchos se
destierran
Si no despiertan;
Que, en cosa muy
peligrosa,
Muchos mas son los
que yerran
Que los que
aciertan.
Yo, viéndome ya
librado
De peligro tan
profundo,
No doy las gracias
al mundo
Sino a Dios que me
ha guardado.
Desmayan nuestros
saberes
Si Dios no guarda
de arriba;
Cierto veo,
Que en los hechos
de mugeres
Es la cordura
cativa
Del deseo.
Aunque fortuna me siga
Con males tras mi
persona,
Mi voluntad lo
perdona,
Pues en esto me fué
amiga.
Hizo ser mi
nacimiento
Segundo y
desposeido
De la hazienda,
Mas despues, al
casamiento,
En mi pequeño
partido
Hizo enmienda.
No digo de las
riquezas,
Pues muchos pobres
las tienen,
Mas de otros bienes
que vienen
Que son mayores
bellezas.
El que fuere gran
Señor
Gana fama en los
Estados
Con estrangeros;
Mas mirando, ay
bien mayor:
Los grandes no son
loados
Por dineros.
[p. 321] Lo que agradezco a ventura
Es que me dió por
muger
La hermosura y el
valer,
La riqueza y la
cordura.
El que con esto se
halla
Puede dezir se
libró
De la guerra
De este mundo,
qu'es batalla,
Y Dios que más bien
le dió
Que ay en la
tierra.
Dando yo gracias al
Cielo
Y a la santa
trinidad
Con alegre voluntad
Por ser fuera de
recelo;
Porque ya cosa
liviana
No traerá
inconvenientes
De cuidados,
Estuve con grande
gana
Lo supieran mis
parientes
Los finados.
Con esta gana
contenta
Sin temeroso
sentido
Estuve tan adormido
Que no vi cosa que
sienta.
Sin saber cuánto ha
pasado
De tiempo, me
desperté
Muy ligero,
Que fué sueño muy
holgado,
Y junto conmigo
hallé
Un cavallero.
Díxome, ¿no me
conoces,
Don Pedro Manuel de
Urrea?
A quien gran bien
te desea
Oyele y no te
alboroces.
Soy aquel que te
engendró,
Que mi sangre en tí
se encierra
Segun ví;
Soy aquel que se
partió;
Cuando veniste a la
tierra
Me partí.
Oyendo yo estos
antojos
Con esfuerzo no
liviano,
Llegué y beséle la
mano
Con lágrimas en los
ojos.
Diziendo con
osadía,
Sabiendo ningun
recelo
Me vendrá:
¿Dexa vuestra
Señoría
La gloria del bien
del cielo
Y viene acá?
Dixo: sí, para
contarte
Lo que te ha dicho
tu madre;
Que si viviera tu
padre
Te uviera dado más
parte.
Cuando despedí la
vida
Por la que no ha
fin jamás,
Me pesó,
Que en aquella
despedida
A Trasmoz solo y no
más
Te quedó.
Viendo lo que uvo
hablado,
De rodillas a él
llegué
Y las manos le besé
Con el coraçon
quebrado
;
Díxele: Señor,
Señor,
En mi desdicha
partiste
Tú dichoso:
Fuiste a ver al
Salvador;
Yo, triste, quedé
en lo triste
Sin reposo.
Un dolor me veo
tener
Entrando tú en
blancos paños;
Por no pasar de
cuatro años
No te pude conocer.
Mas despues por tu
memoria
Te conocí por la
onra
De tu fama:
Acá fama y allá
gloria;
No tuviste acá
desonra
Ni allá llama.
Mas cuando sin tí
me ví
Que tan triste yo
quedé,
¿Por qué yo no te
alcancé
O tú no alcanzaste
a mí?
Que en quitar lo
que baldona,
Escusado es ya que
ande
Mi porfía,
[p. 322] Que en perder yo tu persona,
¡O qué pérdida tan
grande
Fué la mía!
La onrra que nos
ganaste
Con ella sóla
vivimos;
Que ninguna más
tuvimos;
¡Tanta fué la que
dexaste!
Cuando partiste de
aquí,
Que fueste al gozo
conplido
Sin letijo,
Te diré qué fué de
mí,
Porque sepas lo que
ha sido
De tu hijo.
Al tiempo que tu
subida
Començaba yo a
subir:
Començaba mi vivir
Cuando se acabó tu
vida.
Yéndome
reconociendo,
Ví me quedaban mil
daños
Sin libertad,
Y así andando,
viviendo,
Hasta diez y nueve
años
De mi edad.
Despues fortuna el
dolor
Volvió plaziente
alegría,
Dándome tal
compañía
Cual tú tuviste,
Señor.
Mas por más bien
que me ha dado
Fortuna con tal
corona
Gozos buenos,
De contino yo he
hallado
La falta de tu
persona
Mucho ménos.
Respondióme, y dixo
así:
Cuando la deuda
pagué,
A cuidado me
allegué
Por despedirme de
tí.
Allá dó estava en
la gloria
Rogando a Dios, que
a ninguno
Diesse huegos,
Me fué plazer la
victoria,
Que te dió Dios
trino y uno
Por mis ruegos.
Dixe: ¡si vieses
qué ha hecho
Mi casa tanto
luzida!
Díxome: ya sé que
es vida
De vida onrra y
provecho.
Acá en este baxo
ser
Todo ombre deve
buscar
Más que quiere;
No naçe con el
naçer,
Porque al tiempo
del casar
Naçe o muere.
Bolví diziendo:
Señor,
Mira, pues, como
nací,
Que despues que así
me ví
Jamás me he visto
dolor.
Que todo se me
concierta,
Pues no convienen
enmiendas
En tal mujer,
Que cuando en tal
no se acierta
Vemos las grandes
haziendas
Deshazer.
La hazienda queda
robada,
Cansada y muerta la
vida;
La onrra queda
perdida
Y la holgança
ajenada.
Todas onrras se
destierran
En llegando aquel
difamo
Al discreto:
Que tantos males se
allegan,
Cuando vemos el que
es amo
Ser sugeto.
Que si dizen que es
corona
La mujer de su
varon,
Tanbien puede ser
pregon
Que todos daños
pregona.
Cuando ellas no son
tales
¡Cuán gran trabajo
que viene
Siempre allí!
No sé que mayores
males
Que aquellos que el
hombre tiene
Cabe sí.
Unas hazen los
estados
Con pequeña ayuda
dellos,
Y otras en llegando
a ellos
[p. 323] Los tienen muy derribados.
Unas de contino
harian
Los bienes siempre
creçer
Sin enojos,
Las otras
destruirian
Todo cuanto pueden
ver
Con los ojos.
La buena es bien
que se vió
Que arriba, en la
mayor gloria,
Tuvo Dios grande
memoria
De aquel a quien
gela dió.
La otra, a los
desdichados
El todo bien y
gobierno
Les olvida;
Quiso Dios, por sus
pecados
Que tuviessen el
infierno
En esta vida.
¡Pues cuántos
bienes mereçe
La que con bien es
conforme,
Donde ningun caso
inorme
Jamás della se
parece!
La que trabaja en
echar
A todo su bien y
abrigo
En destierro,
Dios sólo le puede
dar
Aquel devido
castigo
De su yerro.
Donde claro se
concluye,
Que pequeña y
grande renta
Con las unas se
acreçienta,
Con las otras se
destruye;
Y bien uviendo
mirado,
Sin que la culpa
haya sido
Nada nuestra,
Lo pequeño
aumentado
Y lo muy grande
abatido
Se nos
muestra.
Al que tal bien
Dios ha dado
Tiene un bien que
está sin par;
En su casa sin
pesar,
Y de fuera sin
cuidado.
¿Cómo podrá a Dios
servir
Tanto cuanto es
razon
Por lo que viene,
Ni a su mujer dezir
La sobrada
obligación
Que le tiene?
Yo diziendo estas
razones,
Díxome la compañía,
Que muy gran razon
tenía
De a Dios hazer
oraciones:
Y queriendo yá
dexarme,
Como otra vez me
dexó
Con su muerte,
Començó así a
hablarme,
Las palabras que me
habló,
De tal suerte:
Don Pedro, hijo,
los bienes
De muger, que mucho
biva,
Yo te los uve de
arriba
Con otros deudos
que tienes:
Yo me voy en estos
puntos,
Yo rogaré sin
letijo,
Tú y tu madre
Que subais, siendo
defuntos,
Donde vereis a Dios
hijo
Cabe el padre.
Hallándome yo
espantado
De caso tan
espantoso,
Fuí buscando mi
reposo
Por hallarme
reposado.
Allí donde está el
mayor,
Donde tengo el
pensamiento
De contino,
Llegué perdiendo el
temor
Deste sueño tan
contento
Que me vino.
Habla con su muger
A vos, señora, me
allego,
Que me sois mil
corazones:
Que aunque tenga
mil passiones
Se me buelven en
sosiego.
A vos, que sois mi
alegría,
Que jamás no me
dejais
Ver querella;
[p. 324] Vos, que hazeis mi fantasía
Alegre, sabiendo estais
Vos en ella.
Algunas que vemos ser
De tan liviano sentido,
Que aquello que ama el marido
Aborrece la muger;
A vos cordura y razon
Os anda siempre levando
El cuerpo preso;
Onestidad, discrecion,
Anda siempre acompañando
A vuestro seso.
Y pues, Señora, os preciais
De onestidad que teneis,
Sed cierta que manteneis
Mucho más que no pensais.
Las alabanças sobradas
De honestidad y cordura,
Es honrra presta:
Biudas, donzellas, casadas,
No hagan caso de hermosura
Desonesta.
Porque siempre así se vió,
Que cualquier muger errada
De ningunos es loada,
Ni aun de aquel por quien erró;
Guárdense siendo servidas,
Que huegos presto se encienden
En hermosas;
Mas en tanto son tenidas,
Cuanto más caro se venden
Todas cosas.
Yo puedo bien reposar
No teniendo que temer,
Pues que veo en mi poder
Cosa de tanto estimar.
No tengo miedo a dolor,
Pues que tambien me asegure
Mi alegría,
Que con descanso mayor
No hay cuidado que me dure
Más de un dia.
Fin
Así yo puedo dezir
Tal bien en vos veo y ví,
Que me ha dado Dios aquí
El mayor bien de bivir.
Y pues esto he yo alcançado,
No me cumple querer más
Bien de aquello,
Por lo cual quedo obligado,
De a Dios siempre jamás
Servir por ello.
En
el plaziente verano,
Dó son los días
mayores,
Acabaron mis
plazeres,
Començaron mis
dolores.
Cuando la tierra da
yerva
Y los árboles dan
flores;
Cuando aves hazen
nidos
Y cantan los
ruiseñores;
Cuando en la mar
sosegada
Entran los
navegadores;
Cuando los lirios
y rosas
Nos dan los buenos
olores;
[p. 325] Y cuando toda la gente
Ocupados de calores,
Van aliviando la ropa
Y buscando los frescores;
Dó son las mejores horas
Las noches y los albores,
En este tiempo que digo
Començaron mis amores
De una dama que yo ví
Dama de tantos primores;
De cuantos es conoscida
De tantos tiene loores.
Su gracia por hermosura
Tiene tantos servidores
Cuanto yo por desdichado
Tengo penas y dolores;
Donde se me otorga muerte
Y se me niegan favores;
Mas yo nunca olvidaré
Estos amargos dulçores
Porque en la mucha firmeza
Se muestran los amadores.
I
¿Qué
aprovecha, Pascualejo,
El querer a la
zagala
Pues no merezco su
gala?
Cualquiere
zagal en vella
Le tiene luego
cariño;
No siento viejo, ni
niño,
Que no muera por
querella.
Si tú vieses sus
respingos
Con su muy
graciosa gala,
Dirias ser
gran zagala.
Vierasla
tanto chapada,
Muy ricamente
vestida,
Con gorguera
retorcida
Y una cinta
oripelada,
Saltando con mil
saltillos;
Más que ninguna
zagala
En hermosura y en
gala.
Salió
a la plaça una fiesta
Vestida de mil
colores,
Que más de tantos
pastores
Descompuso en ser
compuesta.
¡O Pascual, si me
quisiesse
Aquesta linda
zagala
Que es para bailar
en sala!
Fin
Zagala
de tal respingo
Nunca vieron los
nacidos,
Pues que deja
amodorridos
A Pedro, Pascual y
Mingo.
Yo triste ya no me
cingo;
Despues que ví tal
zagala
Ando siempre en ora
mala.
[p. 326] II
Tus beldades me cautivan,
Que te veo muy lozana,
Hermosa çaragoçana.
Con gran plazer y alegría
Tan grande gracia retoça,
Pues en toda Çaragoça
No ay tu par en loçanía.
Eres linda en demasía;
Ninguna çaragoçana
No puede ser más loçana.
Con tu saya la amarilla,
Y tus chapines pintados,
A todos das mil cuidados,
De nadi tienes manzilla.
La sortija y la manilla
Te hazen ir muy loçana
Hermosa çaragoçana.
Vas, estirada la çanca,
Con largo y justo calçado
Y tu bailar mesurado
Gran sobra de tierra atranca.
Tan colorada y tan blanca
Como una linda mançana,
Hermosa çaragoçona.
Sales tan chapa dorada
Cuando sales los domingos,
Haziendo dos mil respingos,
Que turbas la garçonada.
Hazes tú con tu bailada
La sonada más galana,
Hermosa çaragoçana.
La gente que te percata
Lieva pasmadas las gestas,
Porque de cara y de cuestas
Pareces hecha de plata.
Bailando, alças la pata
Como zagala loçana,
Hermosa çaragoçana.
Mas eres tanto feroce
Que escondes tu personaje.
Que yo bien sé que trabaje
El que bien te reconoce,
Huyes del que te conoce,
Escondeste como rana,
Hermosa çaragoçana.
Tu bailar como ligera
En el son tanto se funda,
Que aunque naciste segunda,
Mereces ser heredera.
Que el zagal siempre te espera;
Por verte andar tan liviana
No baila de buena gana.
Fin
Bailar con tales antojos
Cuando en el mandil te tocas,
Que te miran con las bocas
Abiertas como los ojos.
Tú quitas todos enojos
Con tu buelta tan liviana,
Hermosa çaragoçana.
Ayer
vino un cavallero,
Mi madre a me namorar;
No le puedo yo olvidar.
Soy dél servida y
amada,
El es de mí muy
amado;
Tan cortés y bien
criado
Que me tiene
sojuzgada.
Juró en la cruz de
su espada
Nunca jamás me
dexar;
No le puedo yo olvidar .
[p. 327] Su vista ya me consuela
Tanto cuanto lo
consuelo,
Que si él tiene
desconsuelo
Lo mismo a mí
desconsuela;
Que viene con su
vihuela
Cada noche aquí a
cantar;
No le puedo yo
olvidar.
Su manera es tan
discreta
Cuanto esté en
ninguno bivo,
Que si le tengo
cativo
Él me tiene a mí
sujeta.
No es cosa que esté
secreta
Ambos y dos nos
amar;
No le puedo yo olvidar.
Es tal su
disposición
Que me tiene tan
contenta,
Que me pondré yo en
afrenta
Por sacalle de
passion.
De su linda
condicion
No m'e podido
librar;
No le puedo yo
olvidar.
El es tan cuerdo y
sabido
Que no esperava
esperança;
Que yo creo que él
no alcanza
Que es de mí tanto
querido.
No debo poner yo
olvido
En quien bien me
quiere amar;
No le puedo yo
olvidar.
Fin
Si tarda en venir a verme
Yo le quiero hazer
saber,
Como de su gran
querer
No e podido
defenderme.
Yo quererle y él
quererme
Ha de ser sin
sospirar;
No le puedo yo
olvidar.