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Texto

Estracto de los Proverbios


       DE AMOR E TEMOR

           Fijo mio mucho amado
       Para mientes,
       E non contrastes las gentes,
       Mal su grado:
       Ama e serás amado,
       E podrás
       Facer lo que non farás
       Desamado.
           ¿Quién reservará al temido
       De temer,
       Si discrecion e saber
       Non ha perdido?...
       Si querrás, serás querido,
       Cá, temor
       Es una mortal dolor
       Al sentido.
           César, segund es leido,
       Padesció,
       E de todos se falló
       Descebido:
       Quien se pienssa tan ardido,
       Pueda ser
       Que solo baste a facer
       Grand sonido.
           ¡Cuántos ví ser aumentados
       Por amor;
       E muchos más por temor
       Abaxados!...
       Ca los buenos, sojudgados,
       Non tardaron
       De buscar cómo libraron
       Sus estados.
            O fijo, sey amoroso,
       E non esquivo;
       Ca Dios desama al altivo
       Desdeñoso.
       Del iniqüo é malicioso
       Non aprehendas;
       Ca sus obras son contiendas
       Sin reposo.
           E sea la tu respuesta
       Muy graciosa:
       Non terca nin soberbiosa,
       Mas honesta.
       O fijo... cuán poco cuesta
       Bien fablar!...
       É sobrado amenaçar
       Poco presta.
           Non te plegan altiveces
       Indevidas,
       Cómo sean abatidas
       Muchas veces.
        [p. 269] Non digo que te arrafeces
       Por tal via,
       Que seas en compañia
       De soheces.
           Refuye los novelleros
       Decidores,
       Como á lobos dapnadores
       Los corderos:
       Cá sus lindes é senderos
       Non atrahen
       Sinon laços, en que caen
       Los grosseros.
            Assuero, sinon oyera,
       Non usára
       Justamente de la vara,
       E cayera
       En error que non quisiera,
       Encontinente,
       E de fecho el inoscente
       Padesciera.
           Cá muy atarde al ausente
       Fallan justo,
       Nin por conseqüente injusto
       Al presente.
       Oye, e de continente
       Jamás libres;
       Pero guarda que delibres
       Sabiamente.
           Ca de fecho delibrado
       Non se atiende
       Que segunda vez se emiende
       Por errado:
       Faz que seas enclinado
       A consejo,
       E non excludas al viejo
       De tu lado.
           Tanto tiempo los romanos
       Prosperaron
       Cuanto creyeron e onraron
       Los ancianos;
       Mas despues que a los tiranos
       Consiguieron,
       Muy pocos pueblos vencieron
       A sus manos.
       ............................

Extractos de la Comedieta de Ponza


            ¡Benditos aquellos que con el açada
       Sustentan su vida e viven contentos,
       E de cuando en cuando conoscen morada
       E suffren pascientes las lluvias e vientos!...
       Ca estos no temen los sus movimientos,
       Nin saben las cosas del tiempo passado,
       Nin de las pressentes se facen cuidado,
       Nin las venideras dó han nascimientos.
           ¡Benditos aquellos, que siguen las fieras
       Con las gruesas redes e canes ardidos,
       E saben las trochas e las delanteras
       E fieren del arco en tiempos devidos!
       Ca estos por saña non son commovidos
       Nin vana cobdicia los tiene subjetos;
       Nin quieren thesoros, nin sienten deffetos,
       Nin turban temores sus libres sentidos.
           ¡Benditos aquellos que cuando las flores
       Se muestran al mundo, desciben las aves,
[p. 270] E fuyen las pompas e vanos honores,
E ledos escuchan sus cantos suaves!
¡Benditos aquellos que en pequeñas naves
Siguen los pescados con pobres trainas!
Ca estos non temen las lides marinas,
Nin cierra sobre ellos Fortuna sus llaves.
.........................................

       COMIENÇA LA BATALLA

   E serás tú, Ponça, jamás memorada
Por esta lit fiera, cruel sanguinosa,
E avrá tu nombre perpetua durada,
E de todas islas serás mas famosa.
En tí fué gridada con voz pavorosa
En los dos estoles ¡batalla! ¡batalla!...
Viril fué la vista que pudo miralla
Sin temor de muerte, e mas que animosa.
   Non a tan grand ira cierto provocó
La muerte del ciervo al pueblo latino,
Nin la de la tigre en saña inflamó
A los subcesores del Agenorino;
Nin creo resollo libial viperino
Mas contaminasse alguna ferida,
Que fiço a la gente la espantosa grida,
Por donde el efetto fadado previno.
   Aqui las enseñas fueron desplegadas,
Asi de los reyes como de barones,
E todas las naves de feçho entoldadas
E vistos en punto inmensos pendones;
En unos las cruces, en otros bastones;
En los otros pumas, lirios e calderas,
En otros las jarras, en otros veneras,
En otros castillos e bravos leones.
   En la parte adverssa, bien como señora
O reina de todos, era la bandera,
La cual contenia la devoradora
Bixa milanesa, fiera e temedera.
E luego cercana, como compañera,
Era alli la cruz, señal genovesa:
Aguilas e flores en la grand empresa
Ornavan las proas por la delantera.
   Las gruessas bombardas e rebabdoquines
De nieblas fumosas el aire enllenavan,
Asi que las islas e puertos confines
Apenas se vian, nin se devisavan.
[p. 271] Jove non se cree, cuando recontavan
Que vino a la niña thebana tronando,
Viniesse mas fiero, el cielo inflamando,
Como aquellas fustas, cuando se allegavan.
   E como el graniço que fiere en linera
Traido del viento aquilonar,
Inmensas saetas de aquella manera
Ferian los nuestros por cada logar.
Alli todas gentes cuidaban llamar
«¡Sanct Jorge!» con furia, como quien desea
Traher a vitoria la crua pelea,
Jamás non pensando poderse fartar.
   ¿E quién contaria los muchos linajes,
Alcuñas e reinos, que alli se nombraron
De diversos modos, asi los lenguajes,
Cuando los estoles en uno aferraron?
Ca dubda es aquellos que mas s'esforçaron
A saber del cuento, poderlos contar,
Pues solos aquellos, a quien da logar
El tiempo, diremos, e nos recontaron.
   La gente de España llamava «¡Aragon!»
E todos «¡Navarra!» los de su cuadrilla;
E los que guardavan el noble pendon,
Do era pintada la fogosa silla,
Llamavan «¡Mallorca, Cerdeña e Cecilia,
Córcega, e Sessa, Salerno e Taranto!»;
E todos ferian, pospuesto el espanto,
Asi virilmente que era maravilla.
   Alli se nombravan los Lunas e Urrea,
Ixar e Castro, Heredia, Alagon,
Lihori, Moncayo, Urries, Gurrea,
Con otros linajes de noble nascion.
Pues vamos a aquellos que allende Monçon
Habitan e moran, e non se detenga
El nuestro processo, mas presto devenga
Por sus rectos cursos en la conclusion.
   Alli se nombravan Maças e Boyles,
Pinos e Centellas, Soleres, Muncadas,
E los Arenoses, varones gentiles,
E muy muchas otras progénies honradas.
E como las flamas son mas avivadas
Feridas del viento, asi se avivavan,
Cuando sus linajes e alcuñas llamavan,
A facer ningunas las lides passadas.
   Alli se nombravan los de Barcelona
E los llobregates e de Rosellon;
[p. 272] Alli los de Prades e los de Cardona,
E los Pallareses e de Cervellon.
Alli muchos otros que mi locucion
A contar non basta, de perpiñaneses,
E del Principadgo, de Ampurdaneses,
E muchos que dexo d'aquende Aviñon.
   Alli se nombravan los de Sandoval,
Los de Avellaneda e Sotomayor:
Castro e Mendoça con saña mortal
Mostravan quién eran en la grand furor.
Faxardos e Angulos, pungidos de honor,
Buscavan las proas a grand diligencia;
Avalos e Puelles con toda femencia
Non menos facian, pospuesto temor.
   Las gentes contrarias llamavan «¡Milan!»
E «¡Génova!» muchos con assaz vigor;
Pues crean aquellos que creer querrán
Tambien el poeta, como el orador,
Que dubda es de reyes nin d'emperador
Fallarse en las mares tal flota jamás,
Tan bien ordenada, nin por tal compás,
Nin tan desseosa de ganar loor.
   Alli se nombraron Grimaldos e Doria,
Acescos, Catanios, Negros e Damar,
Alli Desireo, de insine memoria,
Espíndolas, Cibos e Inso de Mar;
Gentiles, Bivaldos, Marbotes, Lercar,
Cigaulas, Fragosos e Justinianos,
Cibus, Centurios e Italianos,
E otros que dexo, por non dilatar.
   Non son los martillos en el armeria
De Millan tan prestos nin tan avivados,
Como la batalla alli se feria
Con ánimos duros e muy denodados;
Ca unos caían en la mar llagados,
E otros en pronto las vidas perdian,
E otros sin piernas e braços se vían;
Asi fieramente eran afincados.
.....................................
   En el filo estava la lit espantosa,
Asi como el Febo en el medio dia,
Tocando el efetto, dexando la glosa,
Assaz trabajada la cavalleria:
La principal nave, do la señoria
Real navegava, rompidos los robres,
[p. 273] Asi receptava las aguas salobres
Que era miraglo que non se fondia.
   Los grandes naucheres, sentido aquel daño,
Universalmente, como se sentia
Por toda la flota, e cruel engaño,
Cuidavan el tracto a la pleitesía.
¿Mas quién vos dirá la extrema porfía
Que se sostenia por non se rendir?
Ca Livio dubdára poderlo escrevir,
Vista la defensa que alli se façia.
   E cómo del fuego la yerva curada
Veloce se aprende, universalmente
Por toda la flota fué voz divulgada
Quel rey se anegava; e de continente
Los nobles hermanos e toda la gente
Sintieron aquella tristeça e dolor,
Que los de Carthago por su emperador,
La vez postrimera que fué padesciente.

LA PRESION DE LOS SEÑORES REYES E INFANTE

   Asi concluyendo, la flota fué presa
Con todos los reyes, duques e varones,
E puesta en Saona la notable presa,
En lo cual se acuerdan las mas opiniones.
Leidos, ó Reina, los tristes renglones,
Pues viven, espera: que Dios es aquel
Que puede librarlos como a Daniël,
E fiço a David en sus impressiones.
.........................................

COMIENÇA EL RAÇONAMIENTO DE LA FORTUNA A LAS SEÑORAS REINAS E INFANTE

   Cual trompa celeste e voz divinal
Començó Fortuna tal raçonamiento:
«Dios vos salve. reinas del siglo humanal.
Subjectas a nuestro fatal movimiento:
Yo soy aquella que por mandamiento
Del Dios uno e trino, quel grand mundo rige
E todas las cosas estando colige,
Revuelvo las ruedas del grand firmamento.
   Yo parto los reinos, coronas e honores,
Tiaras, imperios a vos los vivientes;
Trayo en bajeça los superïores
E sus bienes passe a muy pobres gentes.
[p. 274] Yo fago a los unos a tiempo placientes,
E tristes a otros, segunt la raçon
De sus nascimientos e costelacion,
E todos estados me son obedientes.
   De lo que se engendra yo soy el actora,
E quien lo corrompe, non es sinon yo:
De los que mas valen yo soy la señora,
E de mí resciben los daños o pró;
La noble Dardania ¿quién la fabricó
Desde los sellares fasta los merletes?...
E puse en el agua las armas e fletes
De la gente griega que la destruyó...
   Yo fice los pueblos de Thébas e Athénas,
E las sus murallas levanté del suelo;
De mí rescibieron folganças e penas,
E prósperas fice las lides de Belo.
Al ave de Jóve complí de grand vuelo,
E puse discordia entre los hermanos:
Todas las cosas vienen a mis manos;
Si próspero suben, asi las asuelo.
   Ca de otra manera los unos serian
Monarchas del mundo e grandes señores,
E otros languiendo, de fambre morrian,
E sin esperança las gentes menores.
Mas bien como vuelvo los grandes calores
Por tiempos en aguas, e nieves e frios,
Asi mudo Estados e los señoríos,
E presto por tiempo mis dulces favores.
   Nin son las mis gracias e mis donadíos
De una manera, quiero que sepades;
Ca bien que los parto, como proprios mios,
Tambien señoríos como dignidades,
A unos prorrogo las prosperidades
De padres en fijos, e mas adelante;
A otros dó ceptro e silla triunphante,
En tanto que turan sus mesmas edades.  
.................................................
                          [p. 275] Bias contra Fortuna

                PROHEMIO DEL MARQUÉS AL CONDE DE ALVA

I. Cuando yo demando a los Ferreras, tus criados e mios, e aun a muchos otros, Señor e mas que hermano mio, de tu salut e de cuál agora es la tu vida, e ques lo que faces e dices; e me responden e certifican con cuánto esfuerço, con cuánta paciencia, con cuánto desprecio e buena cara tú padesces, consientes e sufres tu detencion, é todas las otras congoxas, molestias e vexaciones que el mundo ha traido; e con cuánta liberalidat e franqueça partes e destribuyes aquellas cosas, que a tus sueltas manos vienen; refiriendo a Dios muchas gracias, me recuerda de aquello que Homero ascribe en la Ulixea; conviene a saber, que cómo por naufragio o fortuna de mar, Ulixes, rey de los cefalenos, desbaratado viniesse en las riberas del mar, e desnudo e maltractado, fuesse traido ante la reina de aquella tierra, e de los grandes del reino, que con ella estavan en un festival e grand convite; e cómo aquella le viesse e acatasse, despues todos los otros con grande reverencia tanto le estimaron, que dexada la cena, todos estavan contemplando en él. Asi que, apenas era alli alguno que mas deseasse cosa que pudiesse alcançar de los dioses que ser Ulixes en aquel estado. Adonde a grandes voces, e muchas veces, este soberano poeta clama diciendo: ¡O omes! avet en grand cura la virtud, la cual con el naufragio nada, e al que está desnudo e desechado en los marinos litos ha mostrado con tanta auctoridad e asi venerable a las gentes. La virtud, asi como el Philósopho dice, siempre cayó de piés, como el abrojo. E ciertamente, Señor e mas que hermano mio, a los amigos tuyos e a mí, asi como a uno de aquellos, es o deve ser de los tus trabajos el dolor, la mengua e la falta, asi como Livio decia de Cipion; ca la virtud siempre será, agora libre o detenido, rico o pobre, armada o sin armas, vivo o muerto, con una loable e maravillosa eternidad de fama.

II. Con estos Ferreras me escreviste que algunos de mis tractados te enviasse por consolacion tuya; e desde alli con aquella atencion que furtar se puede de los mayores negocios, e [p. 276] despues de los familiares, penssé investigar alguna nueva manera, asi como remedios, o meditacion contra Fortuna, tal que si ser podiesse, en esta vexacion a la tu nobleça gratificasse, cómo non sin assaz justas e aparentes causas a lo tal e a mayores cosas yo sea tenido. Ca principalmente ovimos unos mesmos abuelos, e las nuestras casas siempre, sin interrupçion alguna, se miraron con leales ojos, sincero e amoroso acatamiento; e lo mas del tiempo de nuestra criança cuassi una e en uno fué. Asi que, juntamente con las nuestras personas cresció e se augmentó nuestra verdadera amistad; siempre me ploguieron e fueron gratas las cosas que a ti: de lo cual me tove e tengo por contento, por cuanto aquellos a quien las obras de los virtuosos placen, asi como librea o alguna señal trahen de virtud. Una continuamente fué nuestra mesa: un mesmo uso en todas las cosas de paz e de guerra. Ninguna de las nuestras cámaras e despensas se pudo decir menguada, si la otra abastada fuesse. Nunca yo te demandé cosa que tú non cumpliesses, nin me la denegasses. Lo cual me face creer que las mis demandas fuessen retas e honestas e conformes a la raçon, cómo sea que a los buenos e dotos varones jamás les plega ni devan otorgar sinon buenas e lícitas cosas. E sea agora por informaciones de aquellos que mas han visto, e paresce que verdaderamente ayan querido fablar de las costumbres e calidades de todos los señores e mayores omes deste nuestro reino, o de aquellos que de treinta años, o poco más, que yo comencé la navegacion en este vexado e trabajoso golpho, he avido noticia e conoscimiento, e de algunos compañia o familiaridad, loando a todos, tú eres el que a mí mucho ploguiste e places. Ca la tu virtud non esperó a la mediana mancebía, nin a los postrimeros dias de la vejez; ca en edad nueva e aun puedo decir moço, començó el resplandor de la tu virilidad e nobleça. Nin es quien pueda negar que fechas las treguas con los reinos de Aragon e de Navarra, e levantadas las huestes del Garay e del Majano, cessadas las guerras, en las cuales viril e muy virtuosamente te oviste, e por ti obtenidas las inexpugnables fuerças de Xalante, e Toreça, Sahara, e Xarafuel en el reino de Valençia, aver tú seido de los primeros que contra Granada la frontera emprendiesse, ciertamente estando ella en otro punto e mayor prosperidat que la tú dexaste, al tiempo que triunphal e [p. 277] gloriosamente por mandado de nuestro Rey de las fronteras de Córdova e de Jahen te partiste; aviendo vencido la batalla de Guadix e la pelea de Xerez e ganado tantas e mas villas e castillos, asi guerreándolas como combatiéndolas e entrándolas forçosamente, que ninguno otro. E como quiera que el principal remedío e libertad a la tu detencion e infortunios depende de aquel que universalmente a los vexados reposa, a los aflitos remedia, e a los tristes alegra, espero yo que en algunos tiempos traerá a memoria a los muy excellentes e claros nuestro Rey e Prínçipe (como en la mano suya los coraçones de los reyes sean) todas las cosas que ya de los tus fechos yo he dicho, e muchos otros serviçios a la real casa de Castilla por los tuyos e por ti fechos, que por me allegar a la rivera e puerto de mi obra, dexo.

III. Recuérdome aver leido en aquel libro, donde la vida del rey Assuero se escrive, que «De Esther» se llama (como en aquel tiempo la costumbre de los reyes fuesse, en los retraimientos e reposos suyos, mandar leer las gestas e actos que los naturales de sus reinos e forasteros oviessen fecho en servicio de los reyes, de la patria, o del bien público), que Mardocheo prósperamente e con glorioso triunpho de la muerte fué librado. Pues lee nuestro Rey e mira los servicios, regrácialos e satisfácelos; e si se aluenga, non se tira. Nin tanto logar avrá el nucible apetito, nin la ciega saña, que tales e tan grandes aldabadas e voces de servicios las sus orejas non despierten: ca non son los nuestros señores Diomedes de Tracia, que de humana carne facia manjar a los sus cavallos; non Busseris de Egipto, matador de los huéspedes; non Perillo Siracusano, que nuevos modos de penas boscava a los tristes culpados omes; non Dionisio desta misma Siracusa; non Attila, flagellum Dei, nin muchos otros tales; mas benívolos, clementes e humanos, lo cual todo face a mí firmemente esperar la tu libertad. La cual con salud tuya, e de tu noble muger, e de tus fijos dinos de ti, Nuestro Señor aderece, asi como yo deseo. E dende aqui daremos la pluma a lo proferido; e porque ante de todas las cosas sepas quién fué Bias, porque este es la principalidad de mi thema, segund adelante mas claro parescerá, deliberé de escrevir quién aya seido e de dónde, e algunos de sus nobles e loables actos e commendables sentencias, porque me paresce face mucho a nuestro fecho e caso.

[p. 278] IV. Fué Bias, segund que place a Valerio e a Laercio, que mas lata e extensamente escrivió de las vidas e costumbres de los philósophos, assiano de la cibdat de Ipremen; de noble prosapia e linaje, bien informado e instruydo en todas las liberales artes, e en la natural e moral philosophia: de vulto fermoso e de persona honorable; grave e de grand autoridad en sus fechos: de claro e sotil engenio. Asi por mar como por tierra, anduvo toda la mayor parte del mundo: cuanto tiempo turasse en este loable exercicio, non se escrive; pero baste que tornando en la provincia e cibdat de Ipremen, falló a los vecinos de aquella en grandes guerras, asi navales como terrestres, con los megarenses, gentes poderosas, expertos en armas; a quien con grand atencion fué rogado, vista la disposicion e habilidat suya, la cura de la guerra, asi como capitan, emprendiesse. E como despues de muchos ruegos e grandes afincamientos la aceptase, en muy pocos tiempos, asi de los amigos como de los enemigos, fué conoscida la su virtud e viril extremidad. Leemos dél, entre otras muchas cosas de la su humanidat, que como cavalleros del exército prendiessen en una cibdat o villa grand copia de vírgines juntamente con otras mugeres, tanto que a Bías llegaron las nuevas, mandó con grand diligencia fuessen ayuntadas e depositadas en poder de honestas matronas de su cibdat. E faciéndoles gracias e dones de muy valerosas joyas, a los padres, maridos e parientes suyos las restituyó, enviándolas con muy fieles guardas, blasfemando e denostando todo linaje de crueldat; diciendo que aun los enemigos bárbaros non devian con tal impiedad ser dañificados. E cómo lo tal a las orejas de los megarenses llegasse, e el fermoso acto extensamente recontado les fuesse, sin dilacion alguna, loando a aquel, enviáronle sus legados, refiriéndole gracias con muy ricos dones, demandándole paz con muy humildes e mansos coraçones.

V. Despues, passados algunos tiempos, como de raro la Fortuna en ningunas cosas luengamente repose, e Aliato, príncipe, sitiasse á los ipremenses, esforçándose de aver la cibdat por fambre, como fuesse cierto de los vévires, e principalmente de pan caresciesse, Bias con tal cabtela o arte de guerra assayó encobrir su defetuosa nescessidat, ca fiço en algunos dias, durante el campo, engrossar ciertos cavallos e que se mostrassen, [p. 279] contra voluntad de las guardas, salir fuera de la cibdat: e cómo luego fuessen tomados, puso en grand dubda a Aliato e a los que con él eran, de la fambre de los ipremenses. Asi que, luego se tomó consejo que a Bias e a ellos fuesse movida fabla, por el cual fué aceptada, diciendo que él non se fiava de fablar fuera de los muros de la su cibdat, mas que Aliato o qualesquiera otros suyos podian entrar seguros a fablar o tractar de cualesquier pactiones e tractos, e de otras cosas, cuales les ploguiesse. Aceptado lo cual, segund este mesmo Laercio escrive, muy mayor e mas sotil cabtela les fiço, ca mandó poner muy grandes montones de arena en las maestras calles e plaças, por donde los mensajeros avian a passar, esparciendo e cobriendo aquellas de todas maneras de pan. Asi que, verdaderamente creyeron ser la opinion suya errada e los ipremenses en grand copia de mantenimientos abondados. É asi non solamente treguas a tiempo, mas paz perpetua fué entre ellos, con grandes certenidades fecha, jurada e firmada. Testifica asi mesmo Valerio que dimitidas e dexadas las armas por este Bias, tanto se dió a esta sciencia que todas otras cosas aborresció, e las ovo asi como en odio: por tal que, non sin causa, uno de los siete sabios fué llamado e uno asi mesmo de aquellos que, renunciada la tabla o mesa de oro, la ofrescieron con grand liberalidat al oráculo de Apolo. Deste Bias asi mesmo se cuenta, que como aquella mesma cibdat agora por los megarenses, agora por otros enemigos se tomasse e posiesse a robo, todos aquellos que podieron escaper de las hostiles manos, cargando las cosas suyas de mayor precio, fuyeron con ellas: e cómo él solo con grand reposo passeasse por los exidos de la cibdat, fingese que la Fortuna le vino al encuentro e como le preguntasse cómo él non seguia la opinion de los otros vecinos de Ipremen, este fué el que respondió: Omnia mea bona mecum porto; que quiere decir: todos los bienes mios conmigo los llevo. Dicen otros, de los cuales Séneca es uno, que este fué Estilbon; pero digan lo que les placerá, e sea cualquiera, tanto que sea; ca de los nombres vana e sin provecho es la disputa; e en conclusion este será el nuestro thema.

VI. Escrivió Bias estas cosas, que se siguen:—«Estudiad con placer a los honestos e a los viejos.—La osada manera muchas veces para empescible lesion.—Ser fuerte e fermoso, obra [p. 280] es de natura.—Abundar en riqueças, obra es de la fortuna.— Saber e poder fablar cosas convenibles e congruas, esto es propio del ánima e de la sabiduría.—Enfermedad es del ánimo cobdiçiar las cosas impossibles.—Non es de repetir el ageno mal.— Mas triste cosa es judgar entre dos amigos, que entre dos enemigos; ca judgando entre dos amigos, el uno será fecho enemigo, e judgando entre dos enemigos, el uno será fecho amigo.—Desia que asi avia de ser meditada la vida de los omes, como si mucho o poco tiempo oviessen de vivir.—Conviene a los omes averse asi en el uso del amistat, como si se membrassen que podia ser convertida en grave enemistat.—Cualquier cosa que pusieres, persevera en la guardar.—Non fables arrebatado, ca demuestra vanidad.—Ama la prudencia, e fabla de los dioses como son.— Non alabes al ome indino, por sus riqueças.—Lo que tomares, rescíbelo demandándolo, e non forçándolo.—Cualquier cosa buena que ficieres, Dios entiende que la face.—La sabiduría mas cierta cosa es e mas segura que todas las otras possessiones.—Escoge los amigos e delibera grand tiempo en los elegir, e tenlos en una afecction, mas non en un mérito.—Tales amigos sigue, que non te faga vergüença averlos escogido.—Faz que los amigos a grand gloria reputen la tu vida.—Dos cosas son contrarias en los consejos, ira e arrebatamiento: la ira façe peresçer el dia, el arrebatamiento traspassarlo.—La presteça mas gracioso face ser el beneficio.—Preguntado Bias qué cosa fuesse en esta vida buena, dixo tener la conçiencia abraçada con lo que fuesse derecho e igualeça.—Preguntado quién fuesse entre los omes mal afortunado, respondió: el que non puede padescer o sofrir mala fortuna.—Navegando Bias, en compañía de unos malos omes, corriendo fortuna e andando la nave para se perder, aquellos a grandes voces llamavan a los diosses, porque los librassen: a los cuales él dixo: «Callad, porque los dioses non vos sientan.»— Preguntado qué cosa fuesse difficil al ome, respondió: «Sofrir graciosamente la mudança en las penas.»

VII. Resplandesció Bias en los tiempos de Ezechias, rey de Judá; e escrivió estas e otras cosas muchas en dos mill versos. A quien despues de muerto los ipremenses edifficaron templo e ficieron estatua.

[p. 281] COMIENÇA EL DIÁLOGO DE BIAS CONTRA FORTUNA

                         I
       
                      BIAS
       
       ¿Qué es lo que pienssas, Fortuna?...
       ¿Tú me pienssas molestar,
       O me pienssas espantar,
       Bien como a niño de cuna?...

                 FORTUNA

       ¡Cómo!... ¿E pienssas tú que non?...
       Verlo hás.
       
                       BIAS
       
       Faz lo que facer podras,
       Ca yo viva por raçón.

                         II
       
                  FORTUNA

       ¿Cómo entiendes en defensa?
       ¿O puédeslo presumir,
       O me cuidas resistir?...

                       BIAS

       Sí: ca non te fago ofensa.
       
                 FORTUNA

       Sojudgados sois a mí
       Los humanos.
       
                      BIAS

       No son los varones magnos
       Nin curan punto de ti.
       
                         III

                FORTUNA

       ¿Puedes tú ser exemido
        De la mi jurediction?...

                    BIAS

       Sí; que non he devocion
       A ningunt bien enfingido.
       Gloria o trïunpho mundano
       Non lo atiendo
       En solo virtut entiendo,
       La cual es bien soberano.

                         IV

                FORTUNA

       Tu cibdat faré robar
       E será puesta so mano
       Del mal príncipe tirano.

                    BIAS

       Poco me puedes dañar:
       Mis bienes lievo conmigo:
       Non me curo;
       Asi que yo voy seguro,
       Sin temor del enemigo.

                         V

                FORTUNA

       Tu casa será tomada,
       Non dubdes, de llano en llano
       E metida a sacomano.

                    BIAS

       Tomen: que non me da nada.
        Más será de cobdicioso
       Quien tomare
       Ropa, do non la fallare:
       Pobredad es grand reposo.

                       VI

                FORTUNA

       Conviénete de buscar
       Casa nueva, donde vivas. I
 
                 [p. 282] BIAS

       Tales cosas son esquivas
       A quien las quiere extimar,
       O tener en mayor grado
       Que non son;
       Ca toda casa o meson
       Presto lo avremos dexado.
       
                    VII

       Decirme has a quién fallesce
       O mengua morada pobre,
       Sea de ñudoso robre
       O de cañas, si acaesce;
       O sea la de Amiclate,
       Do arribó
       El César, cuando loó
       La su vida sin debate.
       
                    VIII
       
        E más, que naturaleça
       Nos dió las concavidades
       De las peñas e hoquedades,
       Do passemos la braveça,
       
       En tiempo del invernada,
       De los fríos;
       Los soles de los estíos,
       En esta breve jornada.
       
                    IX
       
              FORTUNA


       Huéspeda muy enojosa
       Es la continua pobreça.
       
                    BIAS
       Si yo non busco riqueça,
       Non me será trabajosa.
       
                FORTUNA

       Fácil es de lo decir.
       
                    BIAS

       E de facer
       A quien se quiere abstener,
       E le place bien vivir.

                    X

                FORTUNA

       Los ricos mucho bien facen:
       E aquellos que mucho tienen,
       A muchos pobres sostienen,
       Dan e prestan e complacen.
       Ca si juntas son riqueça
       E caridad
       Dan perfection e bondat
       E resplandor e franqueça.

                    XI

       Ca non se puede extimar
        Por raçon nin escrevir
       Qué dolor es rescebir,
       E cuánto placer el dar.
       Siempre son acompañados
       Los que tienen,
       Cuando van e cuando vienen
       E si non, solos, menguados.

                    XII

                    BIAS

       ¿Cómo non pueden vivir
       Los omes sin demandar?
       Esto es querer fablar,
       E voluntat de enquerir
       Las cosas más que non son;
       E altercar;
       Ca non se puede negar
       Nin contrastar mi raçon.

                    XIII

       Pitágoras non pidió
       En público nin oculto,
       Nin avergoñó su vulto:
       Antes es cierto que dió.
       E vive su autoridad
       E buen exemplo,
       Como glorïoso templo
       De clara moralidad.

                    XIV

       Todo ome puede bien dar,
        Si le place, su facienda,
        [p. 283] Sin debates, sin contienda,
       Sin reñir nin altercar.
       Pero de tales vi pocos
       E muy raros,
       Liberales nin avaros;
       E si lo facen, son locos.
       
                    XV
       
                FORTUNA
       
       Las riqueças son de amar;
       Ca sin ellas grandes cosas
       Maníficas nin famosas
       Non se pueden acabar.
       Por ellas son ensalçados
       Los señores,
       Príncipes e emperadores,
       E sus fechos memorados.
       
                    XVI
       
       E por ellas fabricados
       Son los templos venerables
       E las moradas notables,
       E los pueblos son murados:
       Los solemnes sacrificios
       Cessarian;
       Nin sin ellas se farian
       Largueças nin beneficios.
        
                    XVII
       
                    BIAS
       
       Essas edeficaciones,
       Ricos templos, torres, muros,
       ¿Serán o fueron seguros
       De las tus persecuciones?

                FORTUNA
       
       Si serán, e ¿quién lo dubda?...
       
                    BIAS

       Yo que veo
       El contrario, e non lo creo,
       Nin es sabio quien lo duda.

                    XVIII

       ¿Ques de Nínive, Fortuna?
       ¿Qués de Thebas?... ¿Qués de Athenas...
       De sus murallas e almenas
       Que non paresce ninguna?...
       ¿Ques de Tyro e de Sidon
       E Babilonia?...
       ¿Qué fué de Lacedemonia?...
       ¡Ca si fueron, ya non son!...

                     XIX

       Dime, ¿cuál paraste a Roma,
       A Corinto e a Carthago?...
       ¡O golpho cruel e lago!...
       ¡Sorda e visceral carcoma!...
       ¿Son imperios o regiones,
       O cibdades.
       Coronas, nin dinidades
       Que non fieras, o baldones?...

                    XX

       Agora por enemigos,
       Combates a mano armada;
       E si dexas el espada,
       Desacuerdas los amigos:
       E por tal modo lo faces
       Que por cé,
       O si queremos por bé,
       Cuanto fecistes, desfaces.

                    XXI

                FORTUNA

       Dexa ya los generales
       Antiguos, e agenos daños,
       Que passaron ha mill años,
       E llora tus proprios males.

                    BIAS

       Lloren los que procuraron
       Los honores,
       E sientan los sus dolores;
        Pues tienen lo que buscaron.
                     [p. 284] XXII

       Ca yo non he sentimiento
       De las cosas que tú piensas
       Ca las vitorias e ofensas
       Unos son al qués contento
       De lo que naturaleça
       Nos ha dado:
       A este non vido cuidado
       Nin lo conosce tristeça.

                    XXIII
       
       Yo soy fecho bien andante,
       Ca de poco soy contento,
       El cual he por fundamento,
       Cimiento firme, constante.
       E pues sé que lo que basta
       Es assaz,
       Yo quiero conmigo paz,
       Pues quien mas tiene, mas gasta.

                    XXIV

       Yo soy amigo de todos
       E todos son mis amigos;
       E fui de los enemigos
       Amado por tales modos,
       Faciendo como querría
       Que me fagan,
       Ca los que desto se pagan,
       Siguen la derecha vía.

                     XXV

                FORTUNA

       Essos tus amigos tantos
       Di, ¿non los puedes perder?...
       Todos son en mi poder
       E puestos so los mis mantos.
       E non más te seguirán
       Que yo querré;
       E cuando los mandaré,
       Cómo vinieron, se irán.
       
                    XXVI

                    BIAS

       Si la machina del mundo
       Peresciera por Pheton
       O viera Deucalïon
       Otro diluvio segundo;
       Yo non dubdo pueda ser
       Por tales vias
       De buenos amigos Bias
       Fallescido e carescer.

                    XXVII

                FORTUNA

       ¡O Bias!... non me conosces
       Ciertamente, asi lo creo!...
       ¿Non cuidas ser devaneo
       Dar a las espuelas coces?...
       ¿Non mires cómo se quema
        Tu cibdat?...

                    BIAS

       La segura pobredat
       Me asegura que non tema.

                    XXVIII

       ¿Qué pro me tienen a mí,
       Fortuna, ricas moradas
       Con marmoëas portadas,
       Porque me sojudgue a ti?...
       Ardan essas demasías
       Que ficieron
       Nuestros padres; e creyeron
       Nunca fenescer sus dias.

                    XXIX

                FORTUNA

       ¡O bruta ferocidat!...
       ¿Non has fijos o muger?...
       ¿Cómo puedes sostener
       Tan grand inhumanidat?...

                    BIAS

       Assayar de los guarir
       Es por demás:
       La vida tiene compás
       Que non se puede fuir.

                    XXX

        Nin todos los otros males,
       Si ellos son destinados,
        [p. 285] Non pueden ser restaurados
       Por recursos humanales.
       Si ellos han de morir
       O padescer,
       Penssar de los guarescer
       Es un vano presumir.

                    XXXI

                FORTUNA

       Bias, destas solas penas
       Cuidas debo ser contenta:
       Mayor mal se te acrescienta,
       Ca por las tierras agenas
       Andarás e desterrado.
       
                    BIAS

       Toda tierra
       Es, si mi sesso non yerra,
       De aquel que non ha cuidado.
       
                    XXXII

       En todas partes se falla
       Lo poco con poca pena.
       Yo soy fuera de cadena,
       E non temo de batalla
       Por ageno nin por mío,
       Nin la espero:
       Yo me fallo cavallero
        Orgulloso e con grand brio.
       
                    XXXIII
       
       ¿Dó me forçarás que vaya
       Que yo non vaya de grado,
       Con ánimo reposado,
       E non como quien assaya
       De nuevo tus amenaças?
       Ca probadas
       Las he yo muchas vegadas:
       Nin so yo de los que enlaças.
       
                    XXXIV
       
       Tanto que de la raçon,
       Fortuna, tú non me tires,
       Nin me revuelvas e gires
       A non devida opinion,
       Non me venirás jamás,
       Nin lo creo:
       Virtud racional poseo;
       Pues veamos, ¿qué farás?...

                    XXXV

       Sea Asia, sea Europa,
       O Africa, si quisieres:
       Donde tú por bien tovieres,
       Ca todo me viene en popa.
       ¿Quieres do el Apolo nasce?...
       Muy de grado
       Iré contento e pagado;
        O Si te place, do tace.

                    XXXVI

       ¿Quieres do la Sicia fria,
       Donde el viento boreal
       Face del agua christal?...
       ¿O quieres al Mediodia,
       Do los incendios solares
       Denegrescen
       Los omes e los podrescen?...
       ¿O mas lexos, si mandares?...

                    XXXVII

                FORTUNA

       Mis secaces son honrados
       E viven a su placer.

                    BIAS


       Verdad es, si pueden ser
       Fasta el fin assegurados.

                FORTUNA

       Muchos murieron en honra.

                    BIAS

       Non lo dudo:
       E non pocos, segund cudo,
       Abatidos con deshonra.
                     [p. 286] XXXVIII
       
       Di, Fortuna, ¿quién son estos
       Tanto bienaventurados?...
       Comiença por los passados.
       
                FORTUNA

       ¡Cómo asi los tengo prestos!...
       Nunca fué tan llena pluma
       Que bastasse,
       Nin pienso que lo pensasse
       Ser narrable tan grand suma.
       
                    XXXIX
       
       Pero por satisfacer
       A tus opiniones, Bias,
       Argumentos e porfías,
       Yo te quiero responder.
        ¿Que dices de Octaviano?...

                    BIAS
       
       Muy aina:
       Una sola golondrina,
       La cual non face verano.
       
                    XL

                FORTUNA

       Fablaré de los romanos,
       Pues que destos comencé,
       E primero contaré
       Al mayor de los hermanos.
       Rómulo quiero decir.

                    BIAS

       Di de Remo;
       Ca con estos yo non temo
       Que me puedas concluir.
       
                    XLI
       
       Sean tiaras, coronas
       Cónsules o senadores,
       Sean eletos pretores,
       Pontífices o personas;
       Sean ediles, prefetos
       O tribunos,
       Ca todos los faces unos
        Cuantos son a ti subjetos.

                    XLII

       Sean flamines, vestales,
       Sacerdotes o legados,
       Mensajeros, magistrados,
       Profanos o divinales,
       Procónsules, ditadores,
       Ca por todos
       Passan tus crueles modos
       Ofensas o deshonores.

                    XLIII

                FORTUNA

       Dessos todos que narraste
       ¡O cuántos te mostraré
       Que prósperos aturé
       Todos tiempos, sin contraste!...
       E destos fué Numa rey
       Doto dotor,
       E muy útil preceptor
       De la su romana grey.

                    XLIV

       E cómo a Numa Pompilio
       En reposo prosperé,
       Por batallas ensalcé
       E lides a Tulio Hostilio.

                    BIAS

       Verdad sea lo triunphaste,
        Non lo niego;
       Mas bien fué su gloria juego:
       Que en breve lo fulminaste.

                    XLV

                FORTUNA

       Anco Marco, poderoso
       Rey, lo fice muchos años [p. 287]
       Ledo, sin algunos daños,
       Dominante vitorioso:
       Fabla, pues, dessos que sabes

                    BIAS

       Soy contento,
       E darte hé por uno ciento,
       Porque desta non te alabes.
       
                    XLVI
       
       ¿Dirás de los subcesores
       Desse Marco que fablaste
       E cómo los engañaste?...

                FORTUNA

       Di, ¿carescieron d'honores?...

                    BIAS
       
       Ciertamente mejor fuera.
       
                FORTUNA
       
       Di las causas.
       
                    BIAS

       Sus fines e tristes pausas
       Facen mi conclusion vera.
       
                    XLVII
       
       Non te digo yo que seas
       Tan solamente cruël
       Por Tarquino e Tanaquel,
       Nin por Servio, asi lo creas;
       Mas a todos inhumana
       General,
       Enemiga capital
       De la gente Fabiana.
       
                    XLVIII
       
       A unos por cobdiciosos
       Aparejas la caida:
       Sea por exemplo Mida;
       A otros por dadivosos.
       Provarte quiero sin glosa
       Lo que digo:
       Espurio será testigo
       E su muerte dolorosa.

                     XLIX

       A otros por non osados
       Abaxas e diminuyes,
       E muchos otros destruyes
       Por grand sobra de esforçados.
       ¡O Micipsas! ¿sosternedes
       El contrario?...
       Marco Manlio, Gayo, Mario,
       Negádmelo, si querredes.

                         L

       ¡Cuántas caras simuladas
       Faces a los tristes onbres,
       Augmentando los renombres
       Con fictas honras infladas!...
       ¡Cuántas redes cuántas minas!...
       Por sus daños
       Parescieron tus engaños,
       Cuando las forcas caudinas.

                         LI

       Tú, de aquellas mesmas glorias
       Que repartes, invidiosa,
       Tornas en pronto sañosa
       E revocas las vitorias.
       Si te placen otras pruebas,
       De tus fechos;
       Si son buenos e derechos,
       Postumio diga las nuevas.

                          LII

       Nin olvidas, segund creo,
       Ca non es fabla fingida
       La muerte nin la caida
       Del poderoso Pompeo:
       ¿Quiero yo mayor testigo
       De tus leyes?...
       Triunphos de veinte e dos reyes
       Non le valieron contigo.
                          [p. 288] LIII

                FORTUNA

       Los Césares quién han seido,
       Bias, e lo que ficieron
       Los que de Roma escrivieron
       Non lo ponen en olvido
       Las zonas inhabitables
       Solas fueron
       Aquellas que non sintieron
       Las sus huestes espantables
       
                         LIV

       Estos asi favoridos
       De las mis claras espheras,
       Desplegaron sus banderas;
       E tanto fueron temidos
       Que si los oviera Mares
       Engendrado,
       Non ovieran sojudgado
       Mas presto tierras e mares.
       
                          LV
       
                         BIAS
       
       Pues tanto loas sus vidas,
       Quiero yo llorar sus muertes
       Dolorosas, tristes, fuertes;
       Sus desastres, sus caidas:
       Ca jamás farás eguales
       Sus altezas
       De sus tumbos e baxezas,
       Nin sus bienes de sus males.
       
                         LVI
       
       Desse César, el mayor
       E principal en el mundo,
       El que non ovo segundo
       En sus tiempos nin mejor:
       ¿Qué dices de tanto mal?...
       Ca de luto
       Enfoscaron Cassio e Bruto
       El su trono imperïal.

                    LVII

                FORTUNA

       Uno solo non son todos.

                     BIAS

       Por muchos es uno avido.
       Mas dexa lo proferido,
       E dexa semblantes modos
       De porfías e argumentos
       Logicales,
       Ançuelo de los mortales,
       Laço de los mas contentos.

                    LVIII

       Los Claudios non los repito;
       Ca si fueron desastrados
       Más que bienaventurados,
       A tí mesma lo remito.

                FORTUNA

       A Tito e a Vespasiano
       ¿Dó los dexas?...

                    BIAS

       Non menos fueron sus quexas
       Que fué su goço mundano.

                    LIX

       ¿De Vitelio qué diremos?...
       ¿De Otho e de Domiciano?...
       ¿Qué de Galba qué de Illano,
       Si verdat proséguiremos?...
       Todos murieron a fierro,
       Non dubdando
       De tus favores e vando:
       Redargúyeme, si yerro.

                     LX

       Si desta bien has salido,
       Di de las otras nasciones;
       Ca las sus tribulaciones
       Non creas que las olvido:
        [p. 289] Asi para demostrar
       Tus engaños
       Como por fuir tus daños,
       Fácil es de contrastar.

                    LXI
       
                FORTUNA

       Muchos reyes asianos,
       Bias, se loan de mí.
       
                BIAS
       
       E mas se quexan de ti:
       Testigos son los troyanos.
       
                FORTUNA
       
       Non será Dardanio dessos.
       
                BIAS
       
       Bien se ve;
        Mas otros que te diré
       Tristes, cautivos e pressos.
       
                    LXII

                FORTUNA

       ¿Serán Elïon e Tros
       Dessos príncipes algunos?...
       
                    BIAS

       Mas dime, ¿fueron ningunos
       Sinon solos essos dos,
       De los frigios que passasen
       Esta vida,
       Si sobieron, sin caida;
       Si reyeron, non llorassen?...

                    LXIII
       
       Pues dessos dos tus amigos
       Fablaste, por tu descargo,
       Por tus culpas e mas cargo
       Diré yo tus enemigos.
       Mas non todos: que seria
       Narracion
       Sin fin e sin conclusion;
       Nin Dares los contaría.

                    LXIV

       Fortuna, si quexo o clamo
       O querello con raçon
        Las cosas de Laumedon
       E de su fijo Prïamo,
       A los trágicos dexemos
       El juïcio
       E non a ti, perjudicio
       De cuantos buenos leemos.

                    LXV

       Pues ya tal cavallería,
       Cual Ector e sus hermanos,
       Dolor es a los humanos
       En penssar la triste vía
       Que feciste que ficiessen
       Tan en pronto,
       Bien lo saben Argia e Ponto,
       Si fablassen o podiessen.

                    LXVI

       ¡Ay cuántas causas buscaste
       A Troya para sus daños!...
       Asi que en bien pocos años,
       Subvertiendo, la asolaste.
       ¿Quién oyó de tal ofensa
       Que non tema
       La tu cruëldad extrema,
       E non menos la defensa?

                    LXVII

       ¿Donde todos los mayores,
       De griegos e de troyanos,
       Por guerra de cruas manos
       Murieron e los mejores?...
       Tales ruidos e barajas
        Encendiste,
       Que aun a los divos traxiste
       En fogueras e mortajas.

        [p. 290] LXVIII

       Non bastaron los clamores
       De Cassandra prophetisa,
       Ni las querellás sin guissa
       De Heleno, ya non menores;
       Nin el grand raçonamiento
       De Pentheo
       A contrastar tu deseo
       De tanto desfacimiento.

                    LXIX

       Ya, pues tanto perseguiste
       A los frigios e troyanos,
       Dexaras a los grecianos
       En las honras que les diste.
       Mas, Fortuna, las tus obras
       Non son tales,
       Mas angustias generales,
       Prestas e negras çoçobras.
       
                    LXX
       
       Ca dexo los que murieron
       En las lides batallando,
       Del general non contando:
       ¡Los sus nombres tantos fueron!...
       Los reyes e los señores
       Estos son:
       Diosses, la tal narracion
       Oid e los sus clamores.
       
                     LXXI

                FORTUNA

       ¿Fué visto mas general
       Honor, triunpho, nin vitoria
       Nin de mas excelsa gloria
       Real nin imperïal,
       Cual yo fice a los Atridas
       E a los suyos?...
       
                    BIAS

       Essos todos séanse tuyos,
       E sus muertes e sus vidas.

                    LXXII

       Esse que tanto ensalçó
       En su clara trompa Homero,
       Ardid, belicoso e fiero,
       Ya sabes cuanto turó.
       Ca si los casos reales
       A las aves
       Dió, no tornaron sus naves
       Alegres nin festinales.

                    LXXIII

                FORTUNA

       Pirro bien buscó su daño.

                    BIAS

       Non lo niego; mas tú ciegas
        A los omes e los llegas
       A la muerte con engaño
       O los fuerças a facer
       Lo que quieres:
       Grandes son los tus poderes
       Contra quien non ha saber.

                    LXXIV

       Nin contenta de la vida
       De Ulixes, vexada e triste,
       Poco a poco la traxiste
       En manos del parricida
       Thelegono, non culpado.
       ¿Cual dolor
       Fué semblante, nin mayor,
       Nin rey mas infortunado?...

                    LXXV

       Por otro modo a Theseo
       Ordenaste la caida,
       Prorrogándole la vida
       Por engañoso rodeo.
       Despues que lo descebiste
       Con grand daño;
       Si Fedra fiço el engaño,
       Digno gualardon le diste

        [p. 291] LXXVI
       
       La novedad herculina
       Que buscaste de su muerte,
       ¡Cuánto fué menguada suerte
       E constellacion malina!...
       El que tantos bienes fiço
       Yo non sé,
       Tú lo sabes, di ¿por que
       Tal incendio lo desfiço?...
       
                    LXXVII
       
       Las culebras en la cuna
       Afogó; pues el leon
       El camino del dragon
       Fiço: sábeslo, Fortuna:
       Los archadios lo llamaron;
       Los egicios,
       Por sus claros exercicios,
       Es cierto que lo adoraron.

                    LXXVIII
       
       Los centauros debeló
       En favor de Peritheo,
       Las arpinas, que a Fineo
       Le robavan, assaetó.
       Ya de la troyana prea
       Muchos son
       Que facen la narracion,
       E de la sierpe lernea.
       
                    LXXIX

       Bien me dexara de Greçia,
       Farto de sus muchos males,
       Cuitas, congoxas mortales;
       Mas quexárase Boëcia,
       Ca fué la peor tractada
       De tus manos
       Que region de los humanos,
       E mas desaventurada.

                    LXXX
       
       Ya digo de los thebanos
       E de Cadino primero,
       Layo, e Edipo tercero
       E de los tristes hermanos.

                FORTUNA

       ¿Non te paresce que basta
       Que reinaron?

                    BIAS

       Sí; mas di cómo acabaron,
       E non dexes a Yocasta.

                    LXXXI

       Pues si de cartagineses,
       O áfricos fablaremos,
       Ya tú sabes que sabemos
       Sus contrastes e reveses.

                FORTUNA

       ¿Querrás decir de Anibál?

                    BIAS

       E ¿cómo non?
       Dél e del príncipe Amnon
       E de su hermano Asdrubál.

                    LXXXII

                FORTUNA

       Essos fice vitoriosos
       En joven e nueva edad.

                    BIAS

       Sí; mas á la vejedat
       ¿Cuáles fueron sus reposos?
       Ca si yo bien he sentido
       De sus genos,
       A estos fenices o penos
       Siempre buscastes ruido.

                LXXXIII

       A los fines de la tierra
       Aun llegaron tus invidias:
       Con todos los grandes lidias
       E les faces mala guerra.
        [p. 292] Destos fueron Artaxerxes
       Ciro e Poro,
       Abundante rey en oro,
       Astiages, Dario e Xerxes.

                     LXXXIV

       De Sardanapalo e Nero
       ¿Qué quieres decir, Fortuna?

                FORTUNA

       Que non he culpa ninguna
       Al segundo, nin primero.
       Oprobrio de los humanos
       Es fablar,
       Conferir nin platicar
       De tan malos dos tiranos.

                    LXXXV

       Mas di de Tiestes e Atreo,
       E clámate de sus daños,
       Omes de tantos engaños;
       E si quieres, de Thereo.
       Yo los fice generosos
       E reales;
       Ellos buscaron sus males,
       E sus casos lagrimosos.

                    LXXXVI

       Essos que asi descendieron
       De los cúlmenes reales
       E tronos imperïales,
       Por verdad antes sobieron.
       Pues non es de humanidad
       El poseer
       Todos tiempos en un ser
       Eterna prosperidad.

                    LXXXVII

        Nin por tanto las devidas
       Gracias de las sus vitorias
       Loables famas e glorias,
       A mí, di, ¿serán perdidas?...
       Ca la muerte natural
       Es a todos,
       Nin son conformes los modos
       De vuestra vida humanal.

                    LXXXVIII

       Nin seria yo Fortuna,
       Nin princesa de planetas,
       Si las toviesse quietas
       E yo todos tiempos una.
       Mas de sus bienes e males
       Platiquemos,
       Ca dubdo que los fallemos
       En el pesso ser eguales.

                    LXXXIX

       Ca las cosas son judgadas
       Por mas e mayores partes:
       Asi lo quieren las artes
       E las ciencias provadas.
       Fago fin a mi sermon,
       E sepas, Bias,
       Que yo quiero que tus dias
       Se fenescan en presion.

                         XC

                        BIAS

       Bien quisiera me dexaras
       Contrastar las tus excusas;
       Mas veo que lo refusas
       E del efeto desparas
       Con menaças de presiones
       Que me faces:
       Yo temo poco tus haces
       E tus huestes e legiones.

                        XCI

       Ca si tú me prenderás,
       Busca en otro la desferra:
       Yo soy ya fuera de guerra,
       Nin pido lo que tú das;
       Ca son bienes á vicendas
        [p. 293] E thesoros,
       Luctos, miserias e lloros,
       Dissensiones e contiendas.

                    XCII

       Nin creas me robarás
       Las letras de mis passados,
       Nin sus libros e treslados,
       Por bien que jamás farás:
       E con tanto, magüer preso
       En cadenas,
       Gloria me serán las penas
       E comer el cibo a peso.

                    XCIII

       Ca a mí non placen los premios
       Nin otros goços mundanos,
       Si non los estoïcianos,
        En compaña de academios;
       E los sus justos precetos
       Divinales,
       Que son bienes inmortales
       E por los dioses eletos.

                    XCIV

       Do se fallan los enxemplos
       De las cuatro sanctas lumbres,
       E todas nobles costumbres
       E servicios de los templos:
       E las sentencias de Tales
       E Chilon
       De Pitaco e de Zenon,
       E sus dotrinas morales.

                    XCV

       E los dichos de Cleobolo,
       Commendando la justicia,
       E Theophrasto de amicicia,
       E cuanto blasmo dél solo,
       E cuanto plogo verdad
       A Periandro,
       El fablar de Anaximandro,
       Que es de grand autoridad.

                    XCVI

       E los estudios e vidas
       De Anaxágoras e Crates,
       Sueltos de todos debates
       De tus riqueças fingidas:
       E las leyes que dexó
       El espartano
        (Ca non son decreto vano),
       Cuando fué do non tornó.

                    XCVII

       E muchas de las sentencias
       De Pitágoras, el cual
       Fué de todos prinçipal
       Inventor de las sciencias;
       De los cantos e los cuentos
       E sus actos
       E famosos e enigmatos,
       E fraudosos documentos.

                    XCVIII

       E la clara vejedad
       Del muy anciano Gorgías,
       E cómo tan luengos dias
       Passó con tanta honestad.
       E las reglas d'Estilbon,
       Mi verdadero
       Fiel amigo e compañero,
       E de mi mesma opinion.

                    XCIX

       E las obras de Platon,
       Príncipe de la Academia,
       Que sin vejacion nin premia
       Eligió tal vanicion.
       E las leyes celestiales
       Que trayó
       Aquel que las colocó
       En las mentes humanales.

                          C

       E muy muchas otras cosas,
       Despues de las absolutas
        [p. 294] Prosas, que son como frutas
       De dulce gusto sabrosas:
       E philósophos diversos
       E poetas;
       Fablas sotiles e netas,
       Texidas en primos versos.

                    CI

       Donde se falla el processo
       De la materia primera,
       E cómo e por cuál manera,
       Por orden e mando expreso,
       Aquel globo de natura
       O caós
       Fué dividido por Dios,
       Con tan diligente cura.

                    CII

       Ca antes que se apartassen
       Las tierras del Oceano,
       Aire, e fuego soberano,
       E con forma se formassen,
       Un bulto e ayuntamiento
       Era todo,
       E congregacion sin modo,
       Sin ordenança nin cuento.

                    CIII

       E juntos e discordantes
       Todos los cuatro elementos
        En uno, mas descontentos
       De sus obras non obrantes
       Eran, e sin arte alguna,
       Nin un solo
       Rayo demostrava Apolo,
       Nin su claridad la luna.

                    CIV

       Mas natura naturante,
       Sin rumor e sin rebate,
       Desvolvió tan grand debate
       E mandó, como imperante,
       Que los cielos sus lumbreras
       Demostrassen,
       E por cursos se ordenassen
       Las otras baxas espheras.

                    CV

       E que la rueda del fuego
       La del aire receptasse,        
       La cual el agua abraçasse,
       Aquella la tierra luego.
       ¡O muy útil conjuncion
       E concordança,
       Donde resultó folgança
       E mundana perfeccion!...

                    CVI

       E fiço los animales,
       Terrestres posseedores,
       E los peces, moradores
       En las aguas generales;
        E que el aire rescibiessen
       Las volantes
       Abes, e asi concordantes,
       Toda especie produxiessen.

                    CVII

       E solto los cuatro vientos,
       Que se dicen principales,
       De los laços cavernales
       E todos inpedimentos.
       Euro consiguio la via
       Nabathea,
       E la de Sicia Borea;
       Austro la de Mediodia,

                    CVIII

       Zéfiro la de Oceano,
       E asi todos esparcidos
       E por actos divididos,
       Cruçan el cerco mundano.
       Ca unos tiemplan la cera
       De la pella;
       Por otros se pinta e sella,
       E trehen la primavera.
       
                     [p. 295] CIX

       Capaz e sancto animal
       Sobre todos convenia,
       Que toviesse mayoría,
       E poder universal.
       Quiso queste fuesse el onbre
       Racional,
       A los celestes egual,
        Al cual fiço e puso nonbre.
       
                    CX

       E la bibliotheca mia
       Alli se desplegará;
       Alli me consolará
       La moral philosophía.
       E muchos de mis amigos,
       Mal tu grado,
       Serán juntos al mi lado,
       Que fueron tus enemigos.
       
                    CXI
       
       E asi seré yo atento
       De todo en todo al estudio,
       E fuera desde tripudio
       Del vulgo, ques grand tormento.
       Pues si tal captividat
       Contemplacion
       Trahe non será presion,
       Mas calma e felicidat.
       
                    CXII
       
                FORTUNA
       
       Si tu cárcel fuesse, Bias,
       Como tú pides, por cierto
        Con mayor raçon liberto
       Que presso te llamarias:
       Libros, nin letras algunas
       Non esperes,
       Pues estudia, si quisieres,
       Las tus fojas e colunas.

                    CXIII

       E muchos otros enojos
       Te faré, por te apartar
       Del goço del estudiar.
       Dime, ¿leerás sin ojos?...

                    BIAS

       Demócrito se cegó,
       Deseoso
       Desta vida de reposo,
       E Homero ciego cantó.

                    CXIV

       Los bienes que te decia
       Que yo levava conmigo
       Estos son (verdat te digo)
       E joyeles que traia;
       Ca si mucho non me engaño
       Todos estos
       Actores e los sus textos
       Entran conmigo en el baño.

                    CXV

                FORTUNA

       E por todos los dolores
        Dolencias e enfermedades
       E de cuantas calidades
       Descrivieron los actores
       En toda la medeçina,
       Passarás.

                    BIAS

       ¿Moriré?...

                FORTUNA

       Sí, morirás.

                    BIAS

       Fazlo ya.

                FORTUNA

       No tan aina.

                    CXVI

                    BIAS

       Pues luego non serán tantos,
       Si se podrán comportar,
        [p. 296] Que non den cualque logar,
       Sin temer los tus espantos,
       A las mis contemplaciones:
       E las tales
       Me serán a todos males
       Suaves medicaciones.

                    CXVII

        Nin pienses tan mal armado
       Tú me falles de paciencia
       A toda grave dolencia,
       Que venga en cualquier estado.
       Si non me fallaría dino
       De mi nombre,
       Si non me fallasses onbre,
       E batallador contino.

                    CXVIII

                FORTUNA

       Morir te conviene
       ¡O Bias! a manos mias.
       
                    BIAS

       Cuidava que me decias
       Tal cosa que tarde aviene,
       O contingente de raro;
       Ca la muerte
       Es una general suerte,
       Sin defensa nin reparo.
       
                    CXIX
       
       ¡O Fortuna! ¿tú me quieres
       Con muerte facer temor,
       Ques un tan leve dolor
       Que ya vimos que mugeres,
       Fartas de ti, la quisieron
       Por partido?...
        Mira lo que fiço Dido,
       E otras que la siguieron.
       
                    CXX
       
       Non fué caso pelegrino:
       Que ya Porcia practicó;
       E sin culpa se mató
       La muger de Colatino
       Bien asi fiço Daimira
       E Yocasta;
       Ca certas quien la contrasta,
       Corta e débilmente mira.

                    CXXI

       Pues si la tal eligieron
       Por mejor los feminiles
       Animos, di, los viriles
       ¿Qué farán?... Lo que ficieron
       Muchos otros: rescebirla
       Con paciencia
       Sin punto de resistencia,
       E oso decir, pedirla.

                    CXXII

       Asi lo fiço Caton,
       Asi lo fiço Anibál;
       Ca la ponçoña mortal
       Ovo por singular don.
       Cévola non fiço menos,
       Que a la pena
       Antevino de Porsena;
        Ca el fin es loor de buenos.

                    CXXIII

       E con este mesmo celo
       Se dieron por sacrificio
       El animoso Domicio
       E el continente Metelo,
       Si César los rescebiera
       Al espada;
       Pues de mí non dubdes nada
       Me refuse la carrera.

                    CXXIV

       Ca si mal partido fuera
       Yo non te lo demandara,
       Nin creas vuelva la cara
       Porque digas: ¡Muera, muera!
       Mas sea muy bien venida
        [p. 297] Tal señora;
       Ca quien su venida llora,
       Poco sabe desta vida.
       
                CXXV

       Ya sea que los errores
       En propria lengua ensordescan
       E por ventura me empescan
       En ojos de los letores;
       Muy lexos de vanagloria
       Nin extremo,
       Te diré por qué non temo
       Pena, mas espero gloria.
       
                 CXXVI
       
       Yo fui bien principiado
       En las liberales artes
       E sentí todas sus partes;
       E despues de grado en grado
       Oi de philosophia
       Natural,
       E la éthica moral,
       Ques duquesa que nos guia.
       
                CXXVII
       
       E vi la imagen mundana,
       Las sus regiones buscando,
       Muy grand parte navegando,
       E a veces por tierra llana;
       E llegué fasta Caucaso,
       El cual cierra
       Tan grand parte de la tierra,
       Ques admirativo caso.
       
                CXXVIII
       
       A donde amuestra Hiarca
       El su natural thesoro
       En cadira o trono de oro;
       Donde rescebió mi arca,
       Útil e muy salda prea
       Contra ti;
       E partíme desde alli
       A la fuente tantalea.

                 CXXIX

       E ví las alexandrinas
       Colunas que son a Oriente,
       E las Gades del Poniente,
       Que llamamos herculinas.
       Las provincias boreales
       Ví del todo,
       E por esse mesmo modo
       Fice las tierras australes.

                CXXX

       E cuando ya retorné
       En Ipremen, patria mia,
       Segund la genealogia
       Donde yo principïe,
       A las armas me dispuse
       Guerreando;
       E diré cómo, abreviando,
       Porque dilacion se excuse.

                CXXXI

       Debelé los megarenses,
       Muy feroces enemigos;
       E despues los fice amigos
       De los nuestros ipremenses,
       Mesclando con el espada
       Beneficios:
       Que son loables oficios
       E obra muy commendada.

                CXXXII

       En la guerra diligente
       Fui quanto se convenia:
       Cibo e sueño perdia,
       Por facerla sabiamente.
        Bien usé maneras fitas
       Por vencer,
       Que, loando mi proveher,
       Se leen e son escritas.

                CXXXIII
       Pero solamente baste
       (Fuera por mar o por tierra)
        [p. 298] Que yo nunca fice guerra,
       Fortuna, si bien miraste;
       Nin las señas de mi haz
       Se movieron,
       Nin batallas me ploguieron,
       Sinon por obtener paz.
       
                CXXXIV
       
       Pues asi pacificada,
       Plogo a la nuestra cibdat
       En una conformidad
       Fuesse por mí gobernada.
       Príncipe de los togados
       Me ficieron,
       E total cura me dieron
       De todos los tres Estados.
       
                CXXXV
       
       Sin punto de resistencia
       Acepté la señoría:
       Plógome la mayoría,
       Plógome la preheminencia,
       Non creas por ambicion
        Nin dominar;
       Mas por regir e judgar
       Parejo, por la raçon.
       
                CXXXVI
       
       Con amor e diligencia
       Honor e solemnidades
       Contracté las deïdades
       E devida reverencia:
       E a los conscriptos padres
       Acaté;
       Mantuve verdad y fe,
       Honré las antiguas madres.
       
                CXXXVII
       
       A mi ver, fice justicia
       A todos generalmente:
       Non me curé del potente,
       Nin fice dél amicicia.
       Fuí las sobornaciones,
       Como fuego:
       Nunca fice mal por ruego,
       Nin dilaté las acciones.

                CXXXVIII

       Non puse espacio ninguno
       Entre mis fechos e ajenos,
       Nin los miré punto menos
       Que si fuessen de consuno.
       E cuando los cibdadanos
       Debatieron,
        Digan si jamás me vieron
       Torcer nin por mis hermanos.

                CXXXIX

       A los huérfanos sostuve,
       A las viudas defendí;
       Non me acuerdo que ofendí,
       Nin denegué lo que tuve.
       E si sobre mio e tuyo
       Altercaron
       E delante mí allegaron,
       A todo ome di lo suyo.

                CXL

       Fuí los ayuntamientos
       De las gentes que non saben:
       Non me curo que me alaben,
       E pospuse sentimientos.
       De las cosas non bien fechas
       Que me facen,
       Pláceme si las desfacen,
       Por non ser obras derechas.

                CXLI

       Asi andando e leyendo
       E por discurso de edad,
       Vista la tu calidad
       E tus obras conosciendo;
       Dexé las glorias mundanas
       E sus pompas:
       Que son, como son de trompas,
       E las sus riqueças vanas.
                     [p. 299] CXLII
        
       Asi recobré yo a mí,
       Que non fué poco recaudo,
       E lloro el tiempo passado
       Que por mi culpa perdí:
       Ca yo non sé tal ninguno
       Que mandando,
       Viva, sinon trabajando,
       Nin de cuidados ayuno.
       
                    CXLIII
       
       Despues que me recobré,
       Obtuve generalmente
       Ei amor de toda gente:
       ¡Mira cuánto bien gané!...
       Non quise grand alcavela,
       Nin extremos:
       En tiempo levanté remos
       E calé manso mi vela.

                    CXLIV
       
       Nin te piensses que ya miro
       A los que me van delante,
       Nin les faga mal semblante;
       Antes si querrás, me giro
       Porque passe quien quisiere:
       Quel honor
       Es prea del honrador:
       Errará quien ál dixiere.

                    CXLV
        
       Ca tú nunca faces mal
       A los malos, por sus males,
       Nin derribas mas los tales;
       Mas a todos por egual.
       E los que vees prosperados
       E sobidos,
       Aquellos son impremidos,
       Destruidos e assolados.

                    CXLVI

                FORTUNA

       Bias, tú usas daquellas
       Pláticas de los culpados,
       Que cuando son condenados,
       Con aparentes querellas
       Entretienen el verdugo,
       Por fuir
       El doloroso morir,
       Ques abominable yugo.

                    CXLVII

                       BIAS

       Gózase la humanidad,
       Desque triunphas del triunphante;
       E pues non eres bastante
       De exercer tu crueldad,
       Muestro por qué non lo faces
       Nin jamás
       Lo feciste, nin farás;
       Pues non cale que amenaces.

                     CXLVIII

                    FORTUNA

       Di, ¿non temes las escuras
       Grutas o bocas de averno?...
       ¿Non terresces el infierno
       E sus lóbregas fonduras?...
       ¿Non terresces los terrores
       Terrescientes?...
       ¿Non terresces los temientes
       E temerosos temores?...

                    CXLIX

       Di, ¿non temes los bramidos
       De la entrada tenebrosa,
       Nin de la selva espantosa
       Los sus canes e ladridos?

                    BIAS

       Temer se deven las cosas
       Que han poder
       De nucir e mal facer:
       Otras non son pavorosas.

                    CL

                FORTUNA

       Ya las terresció Theseo
       E dubdólas el Alcides,
        [p. 300] Duques expertos en lides,
       E temiólas Peritheo.

                    BIAS
       
       ¿Dices cuando Proserpina
       Fué robada?...
       Non goçó dessa vegada
       La congregacion malina.
       
                    CLI
       
                FORTUNA

       De los dioses celestiales
       Las estigias son temidas:
       ¿Non temes las Eumenidas,
       Nin los monstruos infernales.
       Nin los ojos inflamados
       De Charon?
       
                    BIAS
       
       Non, nin toda la region
       Do se penan los culpados.

                    CLII
       
       Ca si las fablas vigor
       Han, asi como lo muestras,
       A las ánimas siniestras
       Es tal terror o temor:
        Non a mí, ca yo non temo
       Sus tormentos;
       Mas passar con los exentos
       A vela tendida o remo.
       
                    CLIII
       
                FORTUNA

       En el profundo del huerco
       A do tú non cuidas, Bias,
       Asi como vocerías
       Impiden el passo al puerco,
       Te faré penar cient años,
       Denegado
       Que non seas sepultado,
       Porque non queden tus daños.

                    CLIV

                    BIAS

       ¡Ó cuánto ligeramente
       Con la buena confiança
       Passa cualquier tubulança
       E cuassi de continente!...
       Pues ya prueba, si pudieres,
       De nucirme;
       E non creas reducirme
       A tus frívolos quereres.

                    CLV

       Sea la perturbacion,
        Empachos o detenencia,
       Contrastes o resistencia
       Como tú dices o non;
       Ca disuelto de las ligas
       Corporales,
       Non temo ya algunos males
       Contrarios, nin enemigos.

                    CLVI

       Mas dexada la siniestra
       Carrera, do los culpados
       Cruelmente son cruciados,
       E prosiguiendo la diestra,
       Miraré con ojo fixo
       El ardor
       Del que, sin algund temor,
       Ha fecho mal o lo dixo.

                    CLVII

       E la suelta mancebez
       De los titanos, gigantes
       Impremidos o penantes
       De la non sana vejez;
       Porque soberbios temtaron
       Ofender
       Al tonante Jupitér,
       Lo cual de fecho assayaron.

                    CLVIII

       E los Aloidas que fueron
       De tan extrema grandeça,
        [p. 301] Que por su grand fortaleça
       Se cuidaron e creyeron
        Las celestiales alturas
       Corromper,
       Muy dinos de poseer
       Las tartaréas fonduras.
       
                    CLIX
       
       E punido Talamona
       De la misma punicion;
       Porque la veneracion
       Deïfica se raçona
       Usurpar quisso, tronando
       En el Ida,
       Donde le tajó la vida
       El Alto, fulgureando.
       
                    CLX
       
       E las entrañas de Tycio,
       Que por el buitre roidas
       Son e nunca despendidas,
       Pena de su maleficio:
       É los laphitas temientes
       La grand peña,
       Que en somo se les despeña,
       Al creer de todas gentes.
       
                    CLXI
       
       Ni serán a mí vedadas,
       Por mis delicias nin males,
        De las furias infernales
       Las mesas muy abastadas:
       Nin asi mesmo los lechos
       Bien ornados;
       Ca non fueron quebrantados
       Por mí los sanctos derechos.
       
                    CLXII
       
       Nin las voces de Phlegías
       Me farán algund espanto,
       En aquel horrible canto
       Que todas noches e dias
       Facen los que corrompieron
       Sus deödos,
       E por otros tales modos
       A los dioses ofendieron.

                    CLXIII

       E los cíclopes dexados
       En los sus ardientes fornos,
       Saliré por los adornos
       Verdes e fértiles prados,
       Do son los campos rosados
       Eliséos,
       Do todos buenos desseos
       Dicen que son acabados.

                    CLXIV

       Do cantando, tañe Orpheo,
       El sacerdote de Thracia,
       La lira con tanta gracia,
       Ca se cuenta su desseo.
        Ya sé obtuvo de Cerbero
       Libertando
       Euridice, cómo e cuándo,
       Bien es cuento placentero.

                    CLXV

       Desta tierra su appariencia,
       Segund que se certifica
       Por muchos e testifica,
       Es de muy grand excellencia;
       E pintura tan fermosa,
       Que bien muestra
       Ser fábrica de la diestra
       Sabia mano, e poderosa.

                    CLXVI

       Allí las diversidades
       Son tantas de las colores,
       Recontadas por auctores
       De grandes auctoridades:
       Ca estas nuestras pinturas
       Cerca dellas,
       Son como lumbre de estrellas
       Antel sol en sus alturas.
        [p. 302] CLXVII

       En aquellas praderías
       E planicies purpuradas
       Dicen que son colocadas,
       A perpetuales dias,
       Las personas, que fuyeron
       Los delitos,
       E los rectíssimos ritos
       Guardaron e mantovieron.
       
                 CLXVIII
       
       Estas gentes exemidas
       Son de las enfermedades:
       Han prorrogadas edades,
       Demás de las nuestras vidas;
       Son de mas vivos sentidos
       E saber,
       Mas prestos en discerner,
       En sus fablas mas polidos.
       
                CLXIX
       
       Selvas en esta region
       Son e florestas fermosas:
       De fructales abondosas,
       Florescen toda saçon.
       Aguas de todas maneras,
       Perenales
       Fuentes e rios cabdales,
       E muy fértiles riberas.

                CLXX

       Eridano mansamente
       Riega toda la montaña,
       Sin reguridad nin saña,
       Mas con un curso placiente:
       Cuyas ondas muy suaves
       Facen son,
       E dulce modulacion
       Con los cantos de las aves.
       
                 CLXXI
       
       E aquellos mesmos oficios
       Que en esta vida siguieron;
       Cuales e más les ploguieron.
       Son alli sus exercicios:
       Los unos con instrumentes
       E cantares
       Cantan loores solares
       E otros se muestran cientes.

                CLXXII

       E todas las nobles artes
       E por metropología
       Las reçan por alegría;
       Todas juntas e por partes.
       E con luengas vestiduras
       Gravedad
       Muestran, con grave honestad
       Las sus commendables curas.

                CLXXIII

       Hánse alli piadosamente
       Todos los tiempos del año:
       Frío non les face daño,
       Nin calor por consiguiente:
       De guissa que los fructales
       Que alli viven,
       Segund cuentan e descriven,
       Sont por verdor inmortales.

                CLXXIV

       Otros siguen los venados,
       Passeando las veredas
       So las frescas arboledas;
        E por los altos collados,
       Con diverssidad de canes
       Su querer
       Satisfacen a placer,
       Sin congoxas nin afanes.

                CLXXV

       E si fueron caçadores,
       Alli de todas maneras
       Fallan caças placenteras,
       Nobles falcones e açores.
       Otros corren a tablados
        [p. 303] E otros dançan,
       E todas cosas alcançan,
       Sin astucia nin cuidados.
       
                CLXXVI
       
       Aun son alli fabricados
       Templos de mucha excelencia,
       Dioses con grand eminencia
       Destas gentes adorados.
       Unos con otros confieren
       Las respuestas
       Muy ciertas e manifiestas
       Daquello, que les requieren.
       
                CLXXVII
       
       Cuales el Febo e Diana,
       En la ínsola Delphos
       Nascieron ambos a dos,
       E la su lumbre diafána,
        
Dicen ser vistos alli
       Actualmente,
       Vitoriosos del serpiente
       E de Acteon ansi.
       
                CLXXVIII
       
       Mas a la nuestra morada,
       Do las ánimas benditas
       Tienen sus sillas conscritas,
       Más de lueñe es la jornada:
       Que son los celestes senos
       Glorïosos,
       Do trïunphan los virtuosos
       E buenos en todos genos.

                CLXXIX

       Este camino será
       Aquel, que faré yo Bias
       En mis postrimeros dias,
       Si te place o pesará,
       A las bienaventuranças;
       Do cantando
       Viviré, siempre goçando,
       Do cessan todas mudanças.

                CLXXX

            Fin e conclusion

       Yo me cuido con raçon,
       Mera justicia e derecho,
       Averte por satisfecho:
       E asi fago conclusion,
       E sin vergüença ninguna
       Tornaré
        Al nuestro thema, e diré:
       ¿Qués lo que piensas, Fortuna?

                                  Doctrinal de Privados

fecho a la muerte del Maestre de Sanctiago, D. Alvaro de Luna, donde se introduce el autor, fablando en nombre del Maestre


       Ví thesoros ayuntados
       Por grand daño de su dueño:
       Asi como sombra o sueño
       Son nuestros dias contados.
       E si fueron prorrogados
       Por sus lágrimas a algunos,
       Destos non vemos ningunos,
       Por nuestros negros pecados.

       Abrid, abrid vuestros ojos:
       Gentios, mirad a mí:
       Cuanto vistes, cuanto ví
       Fantasmas fueron e antojos.
       Con trabajos, con enojos
       Usurpé tal señoría:
       Que si fué, non era mía,
       Mas endevidos despojos.

        [p. 304] Casa á casa ¡guay de mí!...
       E campo a campo allegué:
       Cosa agena non dexé;
       Tanto quise, cuanto ví.
       Agora, pues, ved aqui
       Cuánto valen mis riqueças,
       Tierras, villas, fortaleças,
       Trás quien mi tiempo perdí!...
           ¡O fambre de oro rabiosa!...
       ¿Cuáles son los coraçones
       Humanos, que tú perdones
       En esta vida engañosa?
       Magüer farta, querellosa
       Eres en todos estados,
       Non menos a los passados
       Que a los presentes dañosa.
           ¿Qué se fiço la moneda
       Que guardé, para mis daños,
       Tantos tiempos, tantos años...
       Plata, joyas, oro e seda?...
       Ca de todo non me queda
       Sinon este cadahalso...
       ¡Mundo malo, mundo falso,
       Non es quien contigo pueda!...
           A Dios non referí grado
       De las gracias e mercedes,
       Que me fiço cuantas vedes,
       E me sostuvo en estado
       Mayor e más prosperado,
       Que nunca jamás se vió
       En España, nin se oyó
       De ningund otro privado.
            Pues vosotros que corredes
       Al gusto deste dulçor,
       Temed a Nuestro Señor...
       Si por ventura queredes
       Fabricar vuestras paredes
       Sobre buen cimiento alsadas;
       E serán vuestras moradas
       Fuertes, firmes, non dubdedes.
           Guardadvos de mal vivir,
       Pues canes a noche mala
       Non ladran, nin es quien vala,
       Si Dios lo quiere punir.
       ¿Qué os presta el refuir
       Nin contrastar a su ira?...
       Si s'aluenga, non se tira,
       Nin se puede resistir.
           Ca si fui deshonestado,
       O si quise proveer,
       Bien se me deve creer;
       Mas contrastar lo fadado,
       O forçar lo ques forçado
       A Dios solo pertenesce;
       Pues quien no se lo meresce,
       Passe por lo destinado.
           Deste favor cortesano
       Lo que nunca sope, sé:
       Non advertí nin pensé
       Cuánto es caduco e vano.
       Asi que de llano en llano,
       Sin algund temor nin miedo,
       Cuando me dieron el dedo,
       Abarqué toda la mano.
            Mal jugar face quien juega
       Con quien siente magüer calle:
       De lo que fiço en la calle
       ¿Quien es el que se desniega?...
       Ambicion es cosa ciega
       E rescibo dissoluto:
       Poder e mando absoluto,
       Fí de madre es quien lo niega.
           Lo que non fice, faced,
       Favoridos e privados:
       Si queredes ser amados,
       Non vos teman, mas temed.
       Templat la cúpida sed;
       Consejad retos juicios;
       Esquivad los perjudicios;
       La raçon obedesced.
           Ca si fuéredes medidos
       En rescebir, non dubdedes
       Con mucha raçon faredes
       A los otros comedidos.
       Los discretos e sentidos
       Pedirán, cuando sirvieren:
       Los otros, cuando pidieren,
       De poco les sois tenidos.
           Por tanto lo que diré,
       Gentes de la nuestra Esperia,
       Acerca desta materia,
       Avedlo como por fé.
        [p. 305] De todos me enseñoreé
       Tanto, que de mi señor
       Cuidava ser el mayor
       Fasta que non lo cuidé.
       ............................................
            Ca todos los que privaron
       Con señores e con reyes,
       Non usaron tales leyes
       Como yo, nin dominaron
       Por tal guisa, nin mandaron
       En cevil nin criminal
       A todos en general,
       Nin piensso que lo pensaron.
           Todo ome sea contento
       De ser, como fué su padre;
       La muger, cuanto su madre,
       E será devido cuento.
       Bien permito, si buen viento
       Le viniere de privança,
       Lo resciba con templança;
       Con sesso e pesso e buen tiento.
       .................................................
           ¿Qué diré, sinon temedes
       Tan grand eclipse de luna
       Cuál ha fecho la fortuna,
       Por tal que vos avisedes?...
       Fice gracias e mercedes,
       Non comí solo mi gallo;
       Mas ensillo mi cavallo
       Solo, como todos vedes.
           Pero bien lo merescí,
       Pues a quien tanto me fiço,
       Fice por qué me desfiço
       ¡Tanto m'ensoberbescí!...
       Pues si yo non referí
       Las gracias que me ficieron,
       Si non me las reffirieron,
       Non pida lo que non dí.
            Esta es egual menssura,
       Pero non dina querella:
       La raçon asi lo sella
       E lo afirma la escriptura.
       Piensse toda crïatura
       Que segund en esta vida
       Midiere, será medida,
       De lo cual esté segura.
           Fuí de la caridad
       E caridad me fuyó:
       ¿Quién es el que me siguió
       En tanta nescessidad?...
       ¿Buscades amor?... amad...
       Si buenas obras, facedlas:
       E si malas, atendedlas
       De cierta certinidat.
           Ca si lo ajeno tomé
       Lo mio me tomarán:
       Si maté, non tardarán
       De matarme, bien lo sé.
       Si prendí, por tal passé;
       Maltraí, soy maltraido;
       Anduve buscando ruido,
       Basta assaz lo que fallé.
       .................................................
           Aun a vuestros compañeros,
       Amigos e servidores,
       Cuanto mas a los señores,
       Sed domésticos, non fieros.
       Ca nuestros viejos primeros
       Dicen súfrense las cargas;
       Pero non las sobrecargas
       Nin los pesos postrimeros.
            Son diversas calidades:
       Non menos en los mayores
       Que en medianos e menores,
       Hay grandes contrariedades:
       Pues, privados, que privades
       Estudiad en las seguir;
       Ca non se pueden servir
       Mejor que a sus voluntades.
           Unos quieren repossar,
       A otros placen las guerras,
       A otros campos e sierras,
       Los venados e caçar.
       Justas otros tornear,
       Juegos, deleitosas danças;
       Otros tiempos de bonanças,
       Sacrificios contemplar.
           Dexad vuestra voluntat,
       E facet sus voluntades,
       Aquellos que deseades
       Favores, prosperidad,
       Honores e utilidad:
        [p. 306] Mas guardad e non querades
       Extremas extremidades;
       Mas siempre vos moderad.
       ..............................................
           Fasta aqui vos he contado
       Las causas, que me han traido
       En tan estrecho partido,
       Cual vedes que soy llegado.
       Agora, pues, es forçado
       De facer nueva carrera,
       Mudaremos la manera
       Del processo processado.
       
                 Confessión

           Ca si de los curïales
       Yerros tanto me reprehendo,
       ¿Qué faré, si bien lo entiendo,
       De mis peccados mortales?...
       Ca fueron tantos e tales
       Que, sin mas detenimiento,
       Non dubdo mi perdimiento,
       Señor, si tú non me vales.
           Pues yo, pecador errado
       Más que los más pecadores,
       Mis delitos, mis errores,
       Mis grandes culpas, culpado
       Confiesso, muy enclinado
       A tí, Dios, Eterno Padre,
       E a la tu bendita Madre,
       E despues de grado en grado,
           A todos los celestiales
       Por órden de theología,
       A la sacra gerarchía
       E coros angelicales,
       En especie e generales,
       Los finojos enclinados,
       Vos confiesso mis pecados
       Mortales e veniales.
           E a vos, que las humanales
       Vestiduras rescebistes
       E velando conseguistes
       Las sessiones eternales,
       Mis obras torpes e males
       Confiesso, triste gimiendo,
        E los mis pechos firiendo,
       Diré cuántos son e cuáles.
           De los tus diez mandamientos,
       Señor, non guardé ninguno,
       Nin limosnas nin ayuno,
       Nin cuaresmas nin advientos:
       Nin de tales documentos,
       Puestos só christiano yugo,
       Non los fice nin me plugo,
       Mas todos tus vedamientos.
           A cualquiera pecador
       O que más o menos yerra,
       Un pecado le dá guerra
       O se le face mayor.
       A mí cuál sea menor
       De los siete non lo sé;
       Porque de todos pequé
       Egualmente, sin temor.
           Non ministro de justicia
       Eres tú, Dios, solamente;
       Mas perdonador clemente
       Del mundo por amicicia.
       Mi soberbia y mi cobdicia,
       Ira e gula non te niego,
       Pereça, lascivo fuego,
       Envidia e toda malicia.
           Los menguados non farté:
       Alguno, si me pidió
       De vestir, non lo falló,
       Nin los pobres recepté.
       Captivos non los saqué
       Nin los enfermos cuitados
       Fueron por mí visitados,
        Nin los muertos sepulté.
           Ciertamente tantos males
       Fice, que solo pensarlos
       Muero ¿qué será penarlos,
       Generales e especiales?...
       Passos, puentes, hospitales,
       Donde fuera menester,
       Se quedaron por facer,
       Paresce por las señales.
           Caí con los que pecaron;
       Pues levántame, Señor,
       Con los que con grand dolor
       Absueltos se levantaron.
       Misericordia fallaron
       Aquellos que a tí vinieron,
        [p. 307] E sus culpas te dixieron
       E gimiendo, las lloraron.
           Grandes fueron mis pecados,
       Grand misericordia pido
       A tí, mi Dios infinido,
       Que perdonas los culpados.
       Cuantos son canoniçados
       E vueltos de perdicion,
       Solo por la contricion
       Son sanctos sanctificados.
           
Non desespero de tí,
       Mas espero penitencia;
       Ca mayor es tu clemencia
       Que lo que te merescí.
       En maldat envejescí;
       Mas demándote perdon:
       Non quieras mi dapnacion,
        Pues para peccar nascí.
           Mas sea la conclusion
       Que de todos mis pecados,
       Confessados e olvidados,
       Cuantos fueron, cuantos son,
       Señor, te pido perdon:
       E a vos, maestro de Espina,
       Honesta persona e dina,
       De su parte absolucion.

                     Cabo

           Cavalleros e perlados,
       Sabed e sepa todo onbre
       Queste mi sermon ha nombre:
       DOTRINAL DE LOS PRIVADOS.
       Mis dias son ya llegados
       E me dexan dende aquí;
       Pues rogat a Dios por mí,
       Gentes de todos estados.

Decir contra los aragoneses


           Uno piensa el vayo
       E otro el que lo ensilla:
       Non será grand maravilla,
       Pues tan cerca viene el mayo,
       Que se vistan negro sayo
       Navarros e aragoneses,
       E que pierdan los arneses
       En las faldas de Moncayo.
           El que arma manganilla
       Assaz veces cae en ella:
       Si se enciende esta centella
       Quemará fasta Cecilia.
       Los que son desta cuadrilla
       Suenan siempre e van sonando,
        E quedarse han santiguando
       Con la mano en la maxilla.
           Tal se piensa santiguar
       Que se quebranta los ojos:
       Son peores los abrojos
       De cojer que de sembrar.
       Nin por mucho madrugar
       Non amanesce mas aina,
       .............................................. [1]
       E a las veces faz pecar.
           Muchos muestran ardideça;
       E cobriendo grand desmayo,
       Aunque plaça canta Payo,
       De aquesta en su cabo reça.
       El escasso, con franqueça
       Da de lo ageno a montones:
       Los que son cuerdos varones
       Ríense de tal simpleça.

                         Fin

           Pues en fingir de proeça
       Todo el mundo es opiniones;
       Pero sus consolaciones
       Todas serán con tristeça.

[p. 308] Respuesta de Juan de Dueñas

           Aunque vista mal argayo,
       Ríome desta fablilla;
       Porque algunos de Castilla
       Chirlan mas que papagayo.
       Ya vinieron al ensayo
       Con aquellos montañeses:
       Preguntadlo a cordoveses
       Cómo muerden en su sayo.
           Atal trahe a Terradilla
       Que por esso no es doncella;
       Nin la muger non es bella,
       Por tener mucha concilla.
       El fidalgo que se avilla,
       De muy fuerte imaginando,
       Faga sus fechos callando,
       
Pues la guerra es en la villa.
           Nin por mucho amenaçar,
       Non vos engañen antojos
       De cobrar nuestros espojos,
       Más presto que por callar:
       Ca más negra es de jurar,
       Segund mi seso adevina:
       La prueba, dona Marina,
       Non puede mucho tardar.
           Nin por vuestra fortaleça
       No ay acá fasta el lacayo
       Que vos dexe el capisayo,
       Si non le dais la corteça.
       Mas con toda mi rudeça
       Juro, por mis oraciones,
       Que más de cuatro garçones
       Busqués la paz e firmeça.

                      Fin

           Bien fablar es gentileça,
       Pues non cuesta grandes dones;
       Mas, segund vuestras razones,
       Non son de muy grand destreça.

Sonetos fechos al itálico modo

   
        Cuál se mostrava la gentil Lavina
       En los honrados templos de Laurencia
       Cuando solemniçavan a Heretina
       Las gentes della, con toda fervencia;
           E cual paresce flor de clavellina
       En los frescos jardines de Florencia,
       Vieron mis ojos en forma divina
       La vuestra imágen e deal presencia,
           Cuando la llaga o mortal ferida
       Llagó mi pecho con dardo amoroso:
       La cual me mata en pronto e dá la vida,
           Me face ledo, contento e quexoso.
       Alegre passo la pena indevida;
       Ardiendo en fuego, me fallo en reposo.
       
           Cuando yo só delante aquella donna,
       A cuyo mando me sojudgó Amor,
[p. 309] Cuido ser uno de los que en Tabor
Vieron la grand claror que se raçona,
   O quella sea fija de Latona,
Segund su aspeto e grande resplandor:
Asi que punto yo non hé vigor
De mirar fixo su deal persona.
   El su grato fablar dulce, amoroso,
Es una maravilla ciertamente,
E modo nuevo en humanidat:
   El andar suyo es con tal reposo,
Honesto e manso, e su continente,
Que, libre, vivo en captividad.

   En el próspero tiempo las serenas
Plañen e lloran, rescelando el mal:
En el adverso ledas cantilenas
Cantan, e atienden al buen temporal;
   Mas ¿qué será de mí que las mis penas,
Cuitas, trabajos e langor mortal
Jamás alternan nin son punto agenas,
Sea destino o curso fatal?...
   Mas emprentadas el ánimo mio
Las tiene, como piedra la figura,
Fixas, estables, sin algund reposo:
   El cuerdo acuerda, mas non el sandío;
La muerte veo, e non me dó cura:
¡Tal es la llaga del dardo amoroso!...

   Oy qué diré de tí, triste emispherio,
O patria mía, que veo del todo
Ir todas cosas ultra el recto modo,
¿Donde se espera inmenso lacerio?...
   ¡Tu gloria e laude tornó vitoperio
E la tu clara fama en escureça!...
Por cierto, España, muerta es tu nobleça,
E tus loores tornados lacerio.
   ¿Dó es la fée?... ¿Dó es la caridat?...
¿Dó la esperança?... Ca por cierto ausentes
Son de las tus regiones e partidas.
   ¿Dó es justiçia, templança, egualdad,
Prudencia e fortaleça?... ¿Son presentes?...
Por cierto non: que léxos son fuidas.

[p. 310] Coronacion de Mossen Jordi

           
La fermosa compañera
       De Thiton se demostrava,
       E las sus fustas bogava
       Contra la nuestra rivera;
       E la mas confina esphera
       A los mortales sentía
       La diurnal alegría,
       Magüer fuesse postrimera.
           E la noturna escureça,
       Como vencida, fuía,
       E sus péñolas cogía,
       Aunque sintiesse graveça:
       E como Aligheri reça
       Do recuenta que durmió,
       En sueños me paresció
       Ver una tal estrañeça.
           Un prado de grand llanura
       Veía, con tantas flores,
       Que sus diversas colores
       Ocultavan la verdura,
       Odíferas sin mesura;
       En torno del cual passava
       Un flúmen, que lo cercava
       Con su muy gentil fondura.
           E por el fermoso prado
       Grand compaña de doncellas
       Ví venir, e todas ellas
       En trage non usitado:
       Cada cual archo embraçado,
       A manera de Espartanas;
       Las faldas non cortesanas,
       Pero las flechas al lado.
            Tal dicen que Eneas vido
       A la Cipriana, cuando
       Se le demostró, caçando
       Cerca los reinos de Dido:
       Por cual causa mi sentido
       Al Eneida recordando,
       Vide ser ellas del vando
       De la madre de Cupido.
           Entre las cuales venía
       A la parte de Levante
       Un poderoso elephante,
       Que en somo de sí traía
       De fermosa geometría
       Un castillo bien obrado:
       Cómo era fabricado
       Expresar non lo sabría.
           Una dueña que vestía
       Paños de claro rubí
       Entre sus almenas ví;
       De quien por cierto diría
       Que la su phisomía
       E forma non era humana,
       Nin de la regla prophana
       De la terrestre bailía.
           E los cabellos de oro
       Le ví que me parescían,
       Flamas que resplandescían,
       O formas del alto choro:
       La hermana de Polidoro,
       Loada la fermosura,
       Non ovo atal apostura,
       Si yo la verdad disfloro.
           Anduvieron de tal guisa
        Aquesta tan noble gente
       Fasta cerca de una fuente,
       Con placiente goço e risa:
       En el convite de Elisa
       Non se fiço tan grand fiesta,
       Como en aquella floresta,
       Que mi processo devisa.
           Non tardaron de poner
       Cabe la fuente una silla,
       Tan fermosa a maravilla
       Ques grave de lo creer:
       Ca su grand resplandescer
       Toda vista contrastava:
       Asi que me denegava
       El vero reconoscer.
        [p. 311] De rubíes e diamantes
       Era la maçonería,
       E de gruessa perlería
       Las lizeras circunstantes:
       Esmeraldas rutilantes,
       E çaffires orientales
       Avia tantos e tales,
       Que non bastan consonantes.
           Volví al siniestro lado,
       E ví tres magnos varones,
       Que las sus dispusiciones
       Denotavan grand Estado:
       Non vestían purpurado,
       Nin hábito de seglares,
       Mas en togas consulares
       Los ví, si soy acordado.
           E ví mas un cavallero,
       Que delante ellos estava,
       E muy manso reçonava
       E con vulto falaguero:
        Mas por fablar verdadero
       Su raçon non la diría,
       Magüer que me parescía
       En la loqüela extrangero.
           Todos cuatro encontinente
       E non con próspera priessa
       Se fueron do la deessa
       Era en su trono potente:
       Saluáronla reverente,
       Segund facerse devia:
       Vénus con grand alegría
       Les fabló graciosamente.
           Generalmente cessó
       Brugido e todo tumulto,
       E con muy honesto vulto
       La deessa començó
       Su fabla, e les preguntó:
       «Amigos, ¿donde partistes
       O de qué reino venistes?...
       O qué barca acá passó
           En esta floresta mía,
       A do non son otras gentes,
       Sinon estas mis servientes
       Que trayo en mi compañía?...
       ¿Por ventura es vuestra vía
       Adelante, o fasta aquí?...
       Non receledes de mí
       De alguna descortesía.»
           Los finojos inclinados
       De los tres, uno repuso,
       E altamente propuso
       Por sus cursos ordenados,
       Diciendo: —«Los diputados,
        O Idea, que a tí venimos
       Humilmente te pedimos
       Que seamos escuchados.
           Como aquella que previenes
       Entre todos los estados,
       E los faces sojudgados,
       Do mandas e por bien tienes:
       ¡O planeta! que sostienes
       Todo valor e virtud,
       Amada de juventud,
       ¿Quién recontará tus bienes?
           ¡O luz eterna e diafána,
       Fúlgida e neta claror,
       Madre del primer amor
       E de Júpiter cercana!...
       Mas fermosa que Diana,
       Materia de dictadores,
       E de fieles amadores
       Fortaleça soberana!...
           Deessa, los ilustrados
       Valentíssimos poetas,
       Vistas las obras perfetas
       E muy sotiles tractados,
       Por Mossen Jorde acabados,
       Suplican a tu persona
       Que resciba la corona
       De los discretos letrados.»
           Al efeto replicando,
       Les dixo:—«Pues satisface
       Su ciencia e nos aplace,
       Yo mando, determinando,
       Que non punto dilatando,
       Resciba en nuestro vergel
        La corona de laurel,
       Que impetró poetiçando.»
           El prelecutor ciente
       Que en el principio propuso,
       Regraciándole, repuso
       Su satisfacer prudente,
        [p. 312] E dixo:—«El grand elocuente
       Homero e el Mantuano
       E yo tercero Lucano,
       Te lo damos por serviente.»
           A las manos fué traida
       Por una gentil doncella
       A la manífica Estrella
       Una guirlanda escogida:
       E dada e rescebida
       Fué con tal solemnidat
       Qual yo jamás por verdad
       Non ví en aquesta vida.
           En tal guissa se partieron
       Los poetas todos cuatro
       Del selvático theatro,
       Desque su fecho expidieron:
       El camino que siguieron
       Non recuenta mi tractado,
       E basta lo processado
       Para el acto que ficieron.

            Querella de amor

           Ya la grand noche passava
       E la luna se escondía:
       La clara lumbre del día
       Radïante se mostrava:
       Al tiempo que reposava
       De mis trabajos e pena,
       Oi triste cantilena,
        Que tal canción pronunciava:
           Amor cruel e brioso,
       Mal aya la tu alteça,
       Pues non faces igualeça,
       Seyendo tan poderoso.
           Desperté como espantado
       E miré dónde sonava
       El que d'amor se quexaba,
       Bien como damnificado:
       Ví un ome seer llagado
       De grand golpe de una flecha,
       E cantava tal endecha
       Con semblante atribulado:
           «De ledo que era, triste
       ¡Ay amor!... tú me tornaste,
       La ora que me tiraste
       La señora que me diste.»
           Pregunté: «¿Por qué facedes,
       Señor, tan esquivo duelo,
       O si puede aver consuelo
       La cuita que padescedes?...»
       Respondióme: «Non curedes,
       Señor, de me consolar;
       Ca mi vida es querellar,
       Cantando así como vedes:
           Pues me fallesció ventura
       En el tiempo del placer,
       Non espero aver folgura,
       Mas por siempre entristecer.»
           Díxele: «Segund paresce,
       La dolor, que vos aquexa,
       Es alguna que vos dexa
        E de vos non se adolesce.»
       Respondióme: «Quien padesce
       Cruel plaga por amar,
       Tal cancion debe cantar
       Jamás, pues le pertenesce:
           Cativo de miña tristura,
       Ya todos prenden espanto,
       E preguntan qué ventura
       Es que me atormenta tanto.»
           Díxele: «Non vos quexedes,
       Ca non sois vos el primero,
       Nin serés el postrimero
       Que sabe del mal, que avedes.»
       Respondióme: «Fallaredes
       Que mi cuita es tan esquiva,
       Que jamás, en cuanto viva,
       Cantaré, segund veredes:
           Pero te sirvo sin arte:
       ¡Ay amor, amor, amor!...
       Grande cuita de mí nunca se parte.»
           «¿Non puede ser ál sabido
        [p. 313] (Repliqué) de vuestro mal,
       Nin de la causa especial
       Por qué asi fustes ferido?»
       Respondió: «Troque e olvido
       Me fueron asi ferir,
       Por do me convien decir
       Este cantar dolorido:
           Crueldat e trocamento
       Con tristeça me conquiso;
       Pues me lexa quien me priso,
       
Ya non hey amparamento.»
           Su cantar ya non sonava
        Segund antes, nin se oía;
       Mas manifiesto se vía
       Que la muerte lo aquexava.
       Pero jamás non cessava
       Nin cessó con gran quebranto
       Este dolorido canto,
       A la saçon que expirava:
           «Pois placer non poso aver
       A meu querer, de grado
       Seray morir, mais non ver
       Meu ben perder, cuitado.»

                     Fin

           Por ende quien me creyere,
       Castigue en cabeça agena;
       E non entre en tal cadena
       Do non salga, si quisiere.


    El planto que fizo Pantasilea

   
        Yo sola membrança sea,
       Enxemplo a todas personas:
       La triste Pantasilea,
       Reina de las amaçonas.
       Ector, que gloria possea,
       Amé, por donde muriesse;
       E el triste, que amar dessea
       Ya mi planto e fin oyesse.
           Sola yo, reina amaçona,
       Nascí, porque amar deviesse
       Ector mas que otra persona:
       ¡Cuitada, nunca lo viesse!...
       Sola yo, la mal fadada,
       Quiso Amor que fenesciesse
       Amando, e non fuesse amada,
        Nin quien amé conosciesse.
           Por fama fuí enamorada
       Del que non ví en mi vida:
       Por armas vencí ¡cuitada!...
       E fuí por fama vencida.
       Yo vengué la reina Orithia
       De Hércules e Menelida;
       Domé la gente de Scithia
       Salvaje, ensobervescida.
           Dí vengança de Theseo
       A Ipólites ofendida:
       Vencí al rey Oristeo,
       Cobré la Siria perdida.
       En estorias, cuantas leo
       Non fallé quien me venciesse,
       Salvo Amor e buen desseo
       De un solo que bien quisiesse.
           Sintiendo por quien moría
       La cruel guerra, en que fuesse,
       Partí de mi señoría
       Valer lo que me valiesse.
       Faciendo la luengua vía
       Contra las puertas de Frigia,
       Las buelfas mortal fería
       En el desierto de Lidia.
           Los alarbes combatía,
       Vencí los fuertes sirenios;
       Gané por donde venía
       Fasta los montes armenios.
       Caminando en claro día,
       Deseo que me guiava,
       Ví Troya do parescía
        E sus torres demostrava.
           Tanta fué mi alegría
       Cual la del que bien amava:
       Cada passo que movía,
       Placer se me acrescentava,
        [p. 314] Ví la grand cavallería
       E gente muy ordenada
       De os griegos, que movía,
       Por me vedar el entrada.
           A las oras yo sanlía
       Por ver el que deseava
       ¡Qué fechos de armas facía,
       E de qué son peleava!...
       E ya el sol se retrahía
       E la hueste bien reglada,
       Cuando Amor e su valía
       Les ganamos la jornada.
           Yo venciendo ¿qué temía?...
       Siempre teme quien bien ama,
       Que en tal son non placería
       Al poseedor de la fama.
       Perlas, oro, orphebrería
       Vestí a la puerta Timbrea;
       Verde e blanca chapería
       Mis doncellas por librea.
           ¡Con qué honor me rescebía
       Prïamo, rey soberano,
       Duques, que non conoscía,
       Reyes e pueblo troyano!...
       Ector solo fallescía:
       Sin pena nin gloria alguna,
       Cuando reinar entendía,
       La rueda volvió Fortuna.
            E saliendo a rescebirme
       El buen rey e su compaña,
       Non pudo mas encobrirme
       Su dolor, que era tamaña.
       E sospirando por ver
       El ome, que bien quería,
       Respondióme: «Tu placer
       Oy fenesce en este día.»
           Mares, diésteme vitoria
       Que las batallas venciesse,
       Porque quedasse memoria,
       Despues que yo fenesciesse.
       Siendo alegre e plaeentera
       Con el gusto que esperava
       De Ector, que muerto era
       A mi la nueva llegava.
           ¡O maldita sea la fada,
       Cuitada, que me fadó!...
       ¡O madre desventurada
       La que tal fija parió!
       Amaçona, reina triste,
       Del dios de Amor maltractada,
       En fuerte punto nasciste,
       ¡O en algun ora menguada!
           ¡O triste!... mejor me fuera
       Que nunca fuera nascida:
       A lo menos non oviera
       La muerte tan conoscida;
       Cuitada e triste seyendo,
       En mi fortuna pensando,
       Mi cuita e dolor plañiendo,
       Con dios de Amor raçonando.
            Venus, seguiendo tu estoria,
       En mi daño consintiendo,
       Hásme levado la gloria
       De amores que non entiendo.
       Venus, de tanto servicio
       Que te fice atribulada
       De oracion e sacrificio,
       ¿Qué gualardon he sacada?...
           ¡O triste yo, sin ventura!...
       Un amor tan deseado
       La muerte, que non se cura,
       Avérmelo asi robado!
       ¡Maldito sea aquel día,
       Archiles, en que nasciste!
       Buen Ector ¿qué te facía,
       Que tanto mal me feciste?
           O reina, ¿dó tu gemido,
       Tu suspiro e tu quebranto?
       Coraçon enduresçido,
       ¿Cómo non mueres de espanto?...
       Señor, mientras tú viviste
       De mí fuste bien amado:
       Agora que feneciste,
       Nunca serás olvidado.
           El buen Ector enterrado
       Donde quiera que estoviesse
       De mí será acompañado,
       Cuitada, mientras viviesse.
       ¡O reina desconsolada!
       Sé que me puedo llamar
       La mas triste apassionada
       De cuantas saben amar.

            [p. 315] E aquellas que non te amaron
       Señor, como yo te amé,
       De sola vista goçaron
       ¡Mezquina! que non gocé.
       Bien escura fué mi suerte,
       
Mi quebranto e mi dolor!...
       Non deve refusar muerte
       La que pierde tal señor.
           A mis cuitas remediava,
       Coidando resurgería;
       Mas cuando bien lo mirava,
       Mayor planto e cuita avía.
       E ya el dia fallescía
       E la noche se acercava:
       Mi alma se escurecía
       E mi placer se apocava.

                 Fin

           Porque partir me facían
       De do el buen Ector estava,
       Mis dolores mas crescían
       E mi pesar se alargava:
       De la grand pena que avía,
       Lo mas que me consolava
       Era que presto morría,
       Segund el mal que passava.


            Villancico

       fecho por el marqués de Santillana a unas tres fijas suyas

           Por una gentil floresta
       De lindas flores e rosas
       Vide tres damas fermosas
       Que de amores han reqüesta.
       Yo con voluntat muy presta
       Me llegué a conoscellas:
       Començó la una dellas
       Esta cancion tan honesta:
                Aguardan a mi:
                Nunca tales guardas ví.

           Por mirar su fermosura
       Destas tres gentiles damas,
       Yo cobríme con las ramas,
       Metíme só la verdura.
       La otra con grand tristura
       Començó de sospirar
       E decir este cantar
       Con muy honesta messura:
           La niña que amores há,
           Sola ¿cómo dormirá?...

           Por non les facer turbança
       Non quise ir mas adelante
       A las que con ordenança
       Cantavan tan consonante.
       La otra con buen semblante
       Dixo: «Señoras de estado,
       Pues las dos aveis cantado,
       A mí conviene que cante:
                Dejadlo, el villano pene;
                 Véngueme Dios delle.»

           Desque ya ovieron cantado
       Estas señoras que digo,
       Yo salí desconsolado,
       Como ome sin abrigo.
       Ellas dixeron: «Amigo,
       Non sois vos el que buscamos
       Mas cantad, pues que cantamos:
                Sospirando iva la niña
                E non por mí,
                Que vo bien se lo entendí.

                [p. 316] Serranillas


           SERRANILLA I.ª
       
           Serranillas de Moncayo,
       Dios vos dé buen año entero,
       Ca de muy torpe lacayo
       Faríades cavallero.
           Ya se passava el verano,
       Al tiempo que ome se apaña,
       Con la ropa a la tajaña
       Encima de Boxmediano
       Ví serrana sin argayo
       Andar al pié del otero,
       Mas clara que sale en mayo
       El alva, nin su lucero.
           Díxele: «Dios vos mantenga,
       Serrana de buen donaire.»
       Respondió como en desgaire:
       «¡Ay! que en ora, buena venga
       Aquel que para Sanct Payo
       Desta irá mi prisionero.»
       E vino a mí, como rayo,
       Diciendo: «Presso, montero.»
           Díxele: «Non me matedes,
       Serrana, sin ser oido,
       Ca yo non soy del partido
       Dessos, por quien vos lo avedes.
       Aunque me vedes tal sayo,
       En Agreda so frontero
       E non me llaman Pelayo,
       Magüer me vedes señero.»
            Desque oyó lo que decía
       Dixo: «Perdonad, amigo;
       Mas folgad ora conmigo,
       E dexad la montería.
       A este çurron que trayo
       Quered ser mi parcionero,
       Pues me fallesció Mingayo,
       Que era conmigo ovejero.

                 Finida

           «Entre Torellas e el Fayo
       Passaremos el febrero.»
       Díxele: «De tal ensayo,
       Serrana soy placentero.»

           SERRANILLA II.ª

           En toda la su montaña
       De Trasmoz a Veranton
       Non ví tan gentil serrana.
           Partiendo de Conejares,
       Allá susso en la montaña,
       Cerca de la Travessaña,
       Camino de Trasovares,
       Encontré moça loçana
       Poco mas acá de Añon,
       Riberas de una fontana.
           Traía saya apretada
       Muy bien presa en la cintura,
       A guissa de Extremadura
       Cinta e collera labrada.
       Dixe: «Dios te salve, hermana,
       Aunque vengas de Aragon,
       Desta serás castellana.»
            Respondióme: «Cavallero,
       Non pensés que me tenedes,
       Ca primero provaredes
       Este mi dardo pedrero:
       Ca despues desta semana
       Fago bodas con Anton,
       Vaquerizo de Morana.

       SERRANILLA III.ª

           Despues que nascí,
       Non ví tal serrana
       Como esta mañana.
           Allá a la vegüela,
       A Mata el Espino,
       En esse camino
       Que vá a Loçoyuela,
       De guissa la ví
       Que me fiço gana
       La fructa temprana.

        [p. 317] Garnacha traía
       De oro, presada
       Con broncha dorada,
       que bien relucía.
       A ella volví
            Diciendo:—«Loçana,
       ¿E sois vos villana?»
           «—Si soy, cavallero:
       Si por mí lo avedes
       Decid, ¿qué queredes?...
       Fablad verdadero:»
       Yo le dixe asi:
       «—Juro por Santana
       Que non sois villana.»

       SERRANILLA IV.ª

           Por todos estos pinares
       Nin en Navalagamella,
       Non ví serrana mas bella
       Que Menga de Mançanares.
           Descendiendol yelmo a yuso,
       Contral Bovalo tirando
       En esse valle de suso,
       Ví serrana estar cantando:
       Saluéla, segund es uso,
       E dixe: «Serrana, estando
       Oyendo, yo non me excuso
       De facer lo que mandáres.»
           Respondióme con ufana:
       «Bien vengades, cavallero;
       ¿Quién vos trae de mañana
       Por este valle señero?...
       Ca por toda aquesta llana
        Yo non dexo andar vaquero,
       Nin pastora, nin serrana,
       Sinon Pascual de Bustares.
           Pero ya, pues la ventura
       Por aquí vos ha traido
       Convien en toda figura,
       Sin ningund otro partido,
       Que me dedes la cintura,
       O entremos a braz partido;
       Ca dentro en esta espesura
       Vos quiero luchar dos pares.»
           Desque vi que non podía
       Partirme dallí sin daña,
       Como aquel que non sabía
       De luchar arte nin maña,
       Con muy grand malenconía,
       Arméle tal guardamaña
       Que cayó con su porfía
       Cerca de unos tomellares.

       SERRANILLA V.ª

           Entre Torres e Canena,
       A cerca de Salloçar,
       Fallé moça de Bedmar,
       Sanct Julian en buen estrena.
           Pellote negro vestía
       E lienços blancos tocava,
       A fuer del Andalucia,
       E de alcorques se calçava.
       Si mi voluntat agena
       Non fuera en mejor logar,
       Non me pudiera excusar
       De ser preso en su cadena.
           Preguntéle dó venía,
        Desque la ove saluado,
       O cuál camino facía.
       Díxome que de un ganado
       Quel guardavan en Racena,
       E passava al Olivar,
       Por cojer e varear
       Las olivas de Ximena.
           Dixe: «Non vades señera,
       Señora; que esta mañana
       Han corrido la ribera,
       Aquende de Guadiana,
       Moros de Valdepurchena
       De la guarda de Abdilbar,
       Ca de vervos mal passar
       Me sería grave pena.»
           Respondióme: «Non curedes,
       Señor, de mi compañía
       Pero gracias e mercedes
       A vuestra grand cortesía:
       Ca Miguel de Jamilena
       Con los de Pegalajar
       Son passados a atajar:
       Vos tornat en ora buena.»

        [p. 318] SERRANILLA VI.ª

           Moça tan fermosa
       Non ví en la frontera,
       Como una vaquera
        De la Finojosa.
           Faciendo la vía
       Del Calatreveño
       A Sancta María,
       Vencido del sueño
       Por tierra fragosa
       Perdí la carrera,
       Do ví la vaquera
        De la Finojosa.
           En un verde prado
       De rosas e flores,
       Guardando ganado
       Con otros pastores,
       La ví tan graciosa
       Que apenas creyera
       Que fuesse vaquera
        De la Finojosa.
   
        Non creo las rosas
       De la primavera
       Sean tan fermosas
       Nin de tal manera,
       Fablando sin glosa,
       Si antes sopiera
       De aquella vaquera
        De la Finojosa.
           Non tanto mirara
       Su mucha beldad,
       Porque me dexára
        En mi libertad.
       Mas dixe: «Donosa
       (Por saber quién era),
       ¿Dónde es la vaquera
        De la Finojosa?... »
           Bien como riendo,
       Dixo: «Bien vengades;
       Que ya bien entiendo
       Lo que demandades:
       Non es deseosa
       De amar, nin lo espera,
       Aquessa vaquera
        De la Finojosa. »

           
SERRANILLA VII.ª

           Serrana, tal casamiento
       Non consiento que fagades,
       Ca de vuestro perdimiento,
       Magüer non me conosçades,
       Muy grand desplacer avría
       En vos ver enagenar
       En poder de quien mirar
       Nin tractar non vos sabría.

           SERRANILLA VIII.ª

           Madrugando en Robledillo
       Por ir buscar un venado,
       Fallé luego al Colladillo,
       Caça de que fuí pagado.
       Al pié de aquessa montaña
       La que dicen de Berçosa,
       Ví guardar muy grand cabaña,
       De vacas moça fermosa.
       Si voluntat non me engaña
       Non ví otra mas graciosa:
        Si alguna desto se ensaña
       Lóela su enamorado.

           SERRANILLA IX.ª

           Moçuela de Bores
       Allá do la Lama
       Púsome en amores.
           Cuidé que olvidado
       Amor me tenía,
       Como quien se avía
       Grand tiempo dexado
       De tales dolores,
       Que mas que la llama
       Queman amadores.
           Mas ví la fermosa
       De buen continente,
       La cara placiente,
       Fresca como rosa,
       De tales colores
       Cual nunca ví dama
       Nin otra, señores.

        [p. 319] Por lo qual: «Señora
       (Le dixe), en verdad
       La vuestra beldad
       Saldra desde agora
       Dentre estos alcores,
       Pues meresce fama
       De grandes loores.»
       
           Dixo: «Cavallero,
       Tiradvos a fuera:
       Dexad la vaquera
       Passar al otero;
       Ca dos labradores
       Me piden de Frama,
       Entrambos pastores.»

           «Señora, pastor
       Seré si queredes:
       Mandarme podedes,
       Como a servidor:
       Mayores dulçores
       Será a mí la brama
       Que oir ruiseñores.»
       
           Asi concluimos
       El nuestro processo
       Sin facer excesso,
       E nos avenimos.
       E fueron las flores
       De cabe Espinama
       Los encobridores.

           SERRANILLA X.ª

           De Vitoria me partía
       Un dia desta semana,
        Por me passar a Alegría,
       Do ví moça lepuzcana.
           Entre Gaona e Salvatierra,
       En ese valle arbolado
       Donde se aparta la sierra,
       La ví guardando ganado,
       Tal como el alvor del día,
       En un hargante de grana;
       Qual todo ome la querría,
       Non vos digo por hermana.
           Yo loé las de Moncayo
       E sus gestos e colores,
       De lo cual non me retrayo,
       E la moçuela de Bores;
       Pero tal philosomía
       En toda la su montaña
       Cierto non se fallaría,
       Nin fué tan fermosa Illana.
           De la moça de Bedmar,
       A fablarvos ciertamente,
       Raçon ove de loar
       Su grand e buen continente;
       Mas tampoco negaría
       La verdad que tan loçana,
       Aprés la señora mía,
       Non ví donna nin serrana.
[Cancionero de Foulché-Delbosc.]

Oración

                (Inédita)

           Señor, tú me libra de toda fortuna,
       Puesto que mis obras non fueron discretas:
       El mundo sostienes, el sol et la luna,
       Estrellas e cielos, signos e planetas;
        Señor, mal se mueven carros et carretas:
       Do non romanesce la tu gloria digna,
       Acorre et consuela mi alma mesquina,
       Pues son a ti claras las cosas secretas.
           Señor, si en arena sembré o en laguna,
       Sé que la fanega non vino con ciento:
       Se pasan dies noches, non duermo la una,

        [p. 320] Asi me destruye la cuita que siento,
       Pasaron mis dias así como viento,
       De ti non curando, mi Dios e mi Rey:
       Pero, señor, creo que tu santa ley
       Es de mis bienes rais e cimiento.
           A ti la que luses mas que sol de mayo,
       En que tove e tengo siempre gran fiança,
       Virgen, non olvides tu pobre lacayo,
       Que ya sobrepuja la mi tribulança,
       Tu eres el puerto de la bien andança,
       Et ruega a tu fijo, señora, por mi,
       Que por aquel tienpo que lo deservi
       Llorando confiese la mi grand errança.
           Señor, sé et creo que tu me formaste
       A tu santa imagen de una nonada,
       Criando mi alma me bivificaste
       En ley berdadera por ti confirmada:
       Señor, aquel dia de la grant jornada
       Que desde la tierra al palo subiste,
       A mi redimiento tu muerte presiste,
       Mi ánima la tiene muy bien decorada.
           Señor, olvidando tu nonbre bendito,
       Puse mi fiança en quien non devia,
       Por tales amigos pensé de ser quito
       De muchos cuidados en que yo vevía,
       Visto et provado la su conpañia
       Et cuanto me monta todo lo servido,
        De todos entiendo que fue rescibido
       Las honrras e grorias que yo merescia.
           Si firme toviera en ti mi creencia
       Fuera proveida la mi grant querella,
       Et fuera judgada la mi conciencia
       Por el tu juisio mas claro que estrella.
       De mi fantasia nasció la centella
       Porque de ti tengo verguença e espanto,
       Que si me quisiera cobrir de tu manto
       Asi non jugaran conmigo a la pella.
       ..............................................................
           Válame, señora, por dios penitencia,
       Que soy muy repiso desta cavalgada,
       Por esta, Señora, cesó la sentencia
       Que contra David estava ordenada:
       De la Madelena que fue perdonada
       A muchos testigos dignos de creer
       Bien puede Sant Pedro su signo poner
       Si fue la tal cosa por el aprovada.

Notas

[p. 307]. [1] . Falta en el códice original este verso.