Desir de Moxica
—¿Soys
vos, desid, amigo?
—¿Y quién,
señora?
—Un hombre
que fasta agora
Siempre tuvo ley
conmigo.
—En
verdat, señora, no,
Nunca conoscí tal
hombre,
Mas desir vos he mi
nombre,
E quiçá podré ser
yo.
—Ea,
pues, desid, señor.
—Ahí vengo,
El propio nombre
que tengo
Es favor de grand
tristor,
Este fué por mi
ventura,
Éste es por pena
mia,
Este será todavía
Fasta nuestra
sepultura.
—Pues
desid, asi goseis.
—Señora ¿qué?
—¿Soes vos a
buena fe?
Que mucho lo
pareceis.
—Señora, bien
puede ser
Que le paresca
algund tanto,
Mas sería mortal
espanto
Poderlo bien
parescer.
—Sí,
par Dios, que yo vos vi.
—¿Señora dó?
—Con amor
cuando llegó
Encubiertamente
aquí.
—En verdat,
señor, vos juro
Que bien sabeis
certidumbre
Que nunca fué mi
costumbre
De seguir amor, nin
curo.
—Pues
veo que muchos lo aman.
—Verdat es,
Pero todos los
vereis,
Esos que suyos se
llaman,
Muy más tristes que
gososos,
ménos ledos que
pagados,
Más perdidos que
ganados,
De su bien todos
quexosos.
—¿Porque
quereis desir mal?
—¿De quién?
—De amor, si
vos fiso bien.
—En verdat
nin comunal,
Maguer su fama sea
buena
El non se enpacha
dexarte,
Es un cruel que
reparte,
Sin merescimiento,
pena.
—Luego
mal lo conosceis.
—Mejor que a
mi,
Que ya por él me
perdí
Et desirvos he
quién es;
Amor es, mirad acá,
Una animosa
afection
Que nasce del
coraçon
E largos trabajos
dá.
—Maravíllome
de vos
De que pensat
Amor ser tal
vanidat
Que de lieve plase
a Dios.
—Salvo si de
claro amor
Cualquier ama sola
una,
A fin de orden
comuna
Tal propósito es
mejor.
—¿En
qué manera desis?
—En ésta;
Que si vos la vida
honesta
Del más cierto amor
seguis,
[p. 327] Vivirés loada vida,
Honrada de las del
mundo,
Acresceréis lo
segundo,
Nuestra firme ley
complida.
—¿Y
tantos amores son?
—Yo lo diré,
Mas dubdo si sabré
Dar cierta
declaracion;
Amor rige tres
estados,
El primero,
celestial,
El segundo,
temporal,
El tercer, de los
casados.
Pues
declarado el primero,
Hay notado,
Cómo en la
divinidat
Es el amor
verdadero;
El segundo es este
trato
Que quiere la
juventud,
Donde mengua la
salud
E persona en chico
rato.
—Desid
del segund amor,
Que me plase.
—Sabed que
non satisfase
A ningund su
servidor,
De trabajo en que
lo vea,
Menos de pena que
sienta,
Esto me pone en
afruenta
Que sus falsas
artes crea.
—¿El
tercero que olvidastes?
—Dicho es;
En la copla lo
verés
Setena si bien
notastes,
Allí se fase
mencion
Del más poderoso
amor,
Allí se puede
salvar
Como en otra
religion.
—Dexat
eso et vengamos.
—¿A qué,
señora?
—Al hombre
que se demora,
Cuya fabla
començamos.
Si dél me sabeis
desir
Agora de muerto o
vivo,
Que en poder leal
cativo
Es perdido buen
servir.
Por
lo cual, si vos pluguiese,
Mandat
Que fuesse vuestra
bondat
De faser que
paresciesse.
—Par Dios,
señora, si puedo,
Mucho me plase por
cierto
De lo traer vivo o
muerto
E que lo veades
cedo.
—¿Será
asi que lo traerés?
—Señora, si,
Que a mi parescer
yo oi
Desir deste hombre
dó es;
Mas habeis de
declarar
Cuánto há que se
perdió,
Porque vaya cierto
yo
Do lo entiendo de
fallar.
¿Desque
al amor dieron guerra
Es perdido?
—Si, amigo,
asi es sabido.
Mas sabed que en
esta tierra
Es hombre por su
contrario
En se querer
demostrar,
Amor lo manda
matar,
Et es de amor
solitario.
—¿Cómo
puede eso ser?
—Como digo,
Que amor non busca
testigo
Cuando ha de
parescer,
Ante mata
ocultamente
E nunca salva
ninguno
Por estilo
inoportuno,
Sin fin, medio, nin
presente.
—Ay,
amigo, non creais.
—Y porque non
crea
Su persona ser tan
rea
Que murió como
cuidais,
Antes fallaréis ser
preso
Que non muerto por
querella,
Cativo sobre mar
bella
Do non basta largo
seso.
—Por
ser vuestra voluntad
A tanto
detinimiento,
Soy a vuestro
mandamiento
Con fiusa a lo
probar.
Eso mesmo fased
vos.
—Señora, de
mi creed,
Ora con vuestra
merced.
—Vades,
amigo, con Dios.