Introducción
La Escuela de Traductores de Toledo, RDA y Europeana Data Model

DOI: http://dx.doi.org/10.18558/FIL001

Xavier Agenjo Bullón
Director de proyectos de la Fundación Ignacio Larramendi
ORCID: http://orcid.org/0000-0001-8338-8087 

Patricia  Juez García
Ayudante de dirección de la Fundación Ignacio Larramendi
ORCID: http://orcid.org/0000-0002-9428-0175  

 

His Tables Tolletanes forth he brought,
Ful wel corrected, ne ther lakked nought.

Geoffrey Chaucer[1]

 

Miniatura  recogida del La Biblioteca Virtual de la Antigua Escuela de Traductores de Toledo es un nuevo proyecto nacido de la colaboración entre la Fundación MAPFRE y la Fundación Ignacio Larramendi, que ha dado lugar, antes que a ésta, a  la Biblioteca Virtual de la Escuela de Salamanca [2] y a la Biblioteca Virtual de Francisco Sánchez, el Escéptico. En esta ocasión se suma la Universidad de Castilla-La Mancha, institución que en 1994 tuvo el acierto de recuperar el capital simbólico de aquella fecunda experiencia de cooperación cultural y creó una moderna Escuela de Traductores de Toledo.

Las estadísticas de consulta del sistema informático de la Biblioteca Virtual de Polígrafos y, en general, de la página Web de la Fundación Ignacio Larramendi evidencian que se trata de recursos informativos de gran interés. De hecho, la Escuela de Salamanca ha sido ampliamente referenciada por los especialistas de la Universidad Pontificia de Salamanca que, con motivo de un proyecto de edición de las Obras completas de Francisco de Vitoria, celebraron el II Seminario sobre Edición y Traducción de Fuentes Manuscritas en el que el director de Proyectos de la Fundación Ignacio Larramendi pudo disertar acerca del humanismo digital, cuyos principios, entre otros, subyacen en este proyecto. Desde un punto de vista técnico la Biblioteca Virtual de Francisco Sánchez, el Escéptico alcanzó el máximo impacto en el entorno de las bibliotecas virtuales o digitales cuando Europeana seleccionó este proyecto como Caso de uso de Europeana Data Model (EDM) [3] en una Biblioteca Virtual.

Busto de PlatónLa Biblioteca Virtual de la Antigua Escuela de Traductores de Toledo es un proyecto muy ambicioso que presenta aspectos novedosos desde el punto de vista de la biblioteconómicos y la informáticos e incluso desde la óptica de la Historia de las Ideas. Al análisis de todas ellas va dedicada esta introducción. Los autores confían en que su enfoque pueda ser útil tanto para los estudiosos de la Historia de las Ideas y su difusión, como a los interesados en la aplicación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación a bibliotecas, archivos y museos.

La primera novedad es la selección de los autores que se incluyen en la Biblioteca Virtual de la Antigua Escuela de Traductores de Toledo. A los autores que aparecen recogidos en los repositorios más solventes y en las monografías más recientes, en especial las del profesor Serafín Vegas, se decidió añadir una serie de autores que también fueron traductores del pensamiento clásico, fundamentalmente griego, pues el latino rara vez fue traducido aunque no puede decirse que no existan casos.

En esta Biblioteca Virtual se ha decidido incluir autores que tradujeron las obras de Aristóteles, las de Platón u otros autores grecolatinos o que comentaron de forma más o menos exhaustiva las obras de estos autores [4]. En este sentido, puede resultar arquetípico Averroes, quizá el mayor filósofo que haya nacido en la Península Ibérica. En efecto, Averroes comentó a Aristóteles, desarrolló las ideas de Aristóteles y, a su vez, elaboró una filosofía propia que, aunque basada fundamentalmente en el Estagirita (no de forma única), tuvo una enorme influencia en la Edad Media europea, bien a favor o bien en contra de la mísma.

Busto de ArsitótelesEn Toledo se dio la circunstancia de que también Aristóteles, es decir, Averroes, fue traducido y, por lo tanto, ha quedado incluido dentro de la Biblioteca Virtual de la Antigua Escuela de Traductores de Toledo, aunque no pueda decirse en modo alguno que formara parte de ella. Lo mismo se ha hecho con una serie de autores, tanto andalusíes como sefardíes, aunque algunos de estos últimos utilizaran la lengua árabe para escribir.

No deja de ser curioso que la escuela de traductores se dedicara a escribir traducciones únicamente, y es porque la palabra traducir tiene un significado muy distinto en la Edad Contemporánea que en la Edad Media. Gracias a estos “traductores” se dieron a conocer a toda Europa aquellas importantes aportaciones.

Antecedentes de la antigua Escuela de Traductores de Toledo

A mediados del siglo VI la Escuela de Alejandría, compuesta hasta entonces por siros, armenios, persas y, más tarde, musulmanes, ya estaba cristianizada. El proceso tuvo que ver con el contacto de la cultura helénica con los pueblos del Próximo Oriente que se fue produciendo principalmente por emigraciones de sabios —fruto de las discordias religiosas en Bizancio— a la corte de los sasánidas persas y que pasaron a formar parte de la escuela de Jundisapur. También en el siglo VI el emperador Justiniano cierra la Escuela Neoplatónica de Atenas y sus sabios se trasladan igualmente a Oriente.

JustinianoEs en ese momento cuando empieza la labor de traducción en Oriente, cuyo máximo apogeo [5] se alcanza en Bagdad, bajo el gobierno de los abbasíes en el siglo VIII. Allí se hicieron traducciones del indo-ario y del persa en materia de astronomía y matemáticas. Traductores persas contribuyeron, junto con algunos maestros judíos, a las traducciones al árabe de la astronomía, el cálculo algebraico y la didáctica, que florecían en el valle del Indo.

En la Escuela de Alejandría muchos autores y traductores que se expresaban en lengua árabe tradujeron importantes aportaciones de todos los campos del saber. De hecho, la Escuela de Alejandría fue el centro de organización de las ciencias de la experimentación, no sólo de la traducción de obras de la cultura griega y estaba formada por gentes de diferentes lugares y lenguas en las que el elemento griego estaba mezclado con multitud de elementos, especialmente orientales, ajenos a la cultura griega. En este sentido la antigua Escuela de Traductores de Toledo puede considerarse como la continuación, siglos más tarde, de la cultura griega de la Escuela de Alejandría a la que, además, superó con creces.

Al constituirse, en el primer tercio del siglo X, en la Península Ibérica el Califato Omeya, no pasó mucho tiempo para que Córdoba, su capital, fuera un foco de cultura que perfectamente podía rivalizar con Kairuán, Damasco y Bagdad. Este fenómeno llegó en la “España musulmana” a su etapa de máximo esplendor en el tiempo de las taifas y, aunque Europa estaba inmersa en un momento crucial de guerras e invasiones, mantuvo la continuidad de su cultura, que no se extinguió completamente.

Mapa de España en el siglo XII: situación de ToledoHubo centros que conservaron el “renacimiento clásico” propiciado por Carlomagno, sobre todo en las Escuelas irlandesas y en algunos cenobios del noreste peninsular, como Santa María de Ripoll, donde se encuentran manuscritos latinos del siglo X que contienen traducciones de tratados de astronomía, técnica y cálculo arábigos. También conviene destacar el influjo de la cultura oriental en las Escuelas de Salerno y de Chartres.

En la Península Ibérica los centros de traducciones más importantes fueron Tarazona y sobre todo Toledo. El impulso dado y la protección otorgada a los traductores por los respectivos prelados episcopales [6] es el motivo por el cual muchos investigadores han denominado a este hecho “Escuela de Traductores”.

Lo cierto es que el centro principal fue Toledo,  no sólo por la gran cantidad de obras traducidas, sino por la continuidad de los trabajos que llenan el siglo XII y enlazan con los traductores de la corte de Alfonso X durante el siglo XIII [7].

Toledo y los mozárabes

Toledo fue una de las ciudades más importantes de la geografía política andalusí. Allí estuvo la cabeza y el corazón del reino visigodo. Su entidad urbana, su densidad demográfica y lo selecta que era buena parte de su población musulmana, la hacían acreedora en muchos aspectos de una evidente superioridad cultural. A la conservación de libros, costumbres y tradiciones procedentes de su remota ascendencia y mentalidad cristiana se habían superpuesto los elementos y formas de la  cultura islámica: lengua, escritura y formación (estética, religiosa, etc.). En definitiva, el mozarabismo.[8]

Una de las mayores novedades de esta Biblioteca Virtual es la consideración del hecho de que Toledo no fuera la ciudad de las tres culturas sino de las cuatro culturas. Es cierto que en Toledo convivían cristianos, musulmanes y judíos, pero lo cierto también es que los cristianos podían tener dos culturas muy diferentes: la propia cristiana y la mozárabe.

Sabemos que los mozárabes de Toledo utilizaban el árabe como lengua escrita, y aunque existen escasos documentos literarios, si se conservan numerosos testimonios de ello —por lo menos hasta el siglo XV— en los archivos. La documentación conservada demuestra que los mozárabes utilizaban la lengua árabe en la redacción de contratos, testamentos y cualquier otro tipo de documento escrito.

Si se observa que entre la redacción de contratos y el inicio de la actividad traductora pasaron nada menos que 300 años, se entenderá mejor la gran dimensión de lo ocurrido en Toledo. Nos encontramos ante una comunidad con una cultura bilingüe —algo realmente importante para la intercomunicación de sus habitantes— en la que se reservaba el árabe para lo escrito —prioritariamente para documentos de archivo— y un romance, bien diferente al dialecto castellano-central, para el habla. Es decir, un mozárabe de Toledo sabía leer perfectamente árabe, sabía expresarse en lengua romance y tenía conocimientos de latín, aunque sólo fuera el de la liturgia. Sin embargo, por ejemplo, Domingo Gundisalvo, arcediano de Segovia, probablemente conociese a la perfección el castellano de la meseta superior y desde luego conocía el latín, pero tuvo que aprender, ya al final de su carrera como traductor, la lengua árabe.

Fotografía de Ramón Menéndez PidalLa importancia de la cuarta cultura toledana es lo que diferenciaba radicalmente a Toledo de otros lugares de la Península Ibérica [9]; en esos lugares, desde Galicia a Tarazona, pasando por Tudela se produjeron abundantes y significativas traducciones —aunque uno puede preguntarse si, como ha ocurrido en más de una ocasión, no se habrá confundido Toledo con Tudela, como le ocurrió a Pedro Alfonso— También en Zaragoza, a la que tuvo que huir Ibn Gabirol (Avicebrón en su castellanización) [10], en los cenobios catalanes y en la misma Barcelona hubo una gran actividad traductora.

Para que se realizaran las traducciones era necesario que existieran personas conocedoras de la lengua árabe y de la lengua latina que pudieran trabajar en la traducción de unos textos que a su vez eran traducciones de la lengua griega en la mayoría de los casos. Esa circunstancia se daba en Toledo de forma natural. Como bien señaló Menéndez Pidal, solamente en Toledo se llevó a cabo una tarea que alcanzó una gran trascendencia en la Cultura de la Cristiandad [11] ya que su actividad traductora sirvió de puente entre Oriente y Occidente para la transmisión de la Ciencia [12].

Las bibliotecas o armarium

Por difícil que pueda parecernos en la actualidad, en los siglos XII y XIII no era sencillo disponer de la materia prima para llevar a cabo las traducciones. Conocemos bien lo que no conocemos, es decir, sabemos que sabemos poco sobre las bibliotecas árabes del periodo de las taifas. Por citar un caso, las cifras que se proporcionan sobre la biblioteca de Córdoba demuestran, en primer lugar, que se desconoce cómo se editaban las obras (se confunde el número de obras con el de rollos) y en segundo lugar, que existe una tendencia a la exageración cuando se quiere dar magnitud a algo. Por ejemplo, a la obra de Marco Polo El libro de las maravillas del mundo se la denominó Il Milione por la exageración constante que hacía en sus descripciones.

Foto de rollos de papiro: una obra en dos volúmenes o rollosHay que aclarar, en primer lugar, la confusión entre volumen y obra. A pesar de que todos los especialistas saben o deben saber la diferencia, no es infrecuente que las obras se cuenten por volúmenes y no por títulos. En efecto, en las obras escritas en papiro o en pergamino era necesario emplear aproximadamente entre 6 u 8 volúmenes, es decir, rollos, para que una obra cupiera entera. Así, una obra que en la actualidad leemos en formato de libro pudo ser manuscrita en su forma original en varios volúmenes o rollos. Cuando los rollos se traducían, en el texto del libro traducido aparecían unas divisiones que se correspondían con el número de rollos que contenían la obra original. Por este motivo, el libro de Domingo de Soto en el que éste comenta la obra de Aristóteles In VIII libros physicorum (1545) [13] hace referencia en su título a los ocho volúmenes en que se contenía la obra de Aristóteleses sobre la Física, aunque el libro de Domingo de Soto que se imprimió fuese un volumen de 520 páginas.

Parece fuera de toda duda que una de las características de Toledo, además de la cuestionada por unos y fundamental para otros cuarta cultura mozárabe, la existencia en las taifas, cada vez más arruinadas, de numerosos armarios que contenían sendas bibliotecas cuyos libros eran admitidos por los reinos cristianos para pagar las parias que se les imponían. De hecho, los armarium de los Banu Musa eran célebres por su riqueza.

Los estudiosos (traductores), estimulados por la gran cantidad de libros que conservaban los reinos cristianos, especialmente Toledo, viajaban a la Península Ibérica buscando esa excelente materia prima constituida por los rollos manuscritos depositados en los armarios de los mozárabes. Hay que tener en cuenta además, la circunstancia ya mencionada de que esos mozárabes eran capaces de traducir del árabe al romance mozárabe, por lo que podían ofrecer su ayuda a los estudiosos. Esto aclara muchas dudas y explica alguna de las razones que dan lugar a la Escuela de Traductores de Toledo. En otros lugares de España también había árabes, también había mozárabes y también había libros, pero en el siglo XII en ningún otro lugar había tantos libros como en Toledo.

¿Existió la escuela de traductores de Toledo?

Quizá este epígrafe pueda parecer sorprendente, sin embargo no faltan algunos autores modernos que ponen en duda la existencia de esas escuelas, lo que creemos sinceramente que es erróneo.

Foto de Gonzalo Menéndez PidalEs obvio que las escuelas como tales no se constituyeron en Toledo con unos estatutos o con unos principios administrativos como pudieron constituirse en otras épocas los estudios generales o las universidades [14], pero también es cierto  que existió un proceso generalizado de traducción en torno a determinadas instituciones que, si bien no todas eran toledanas, sí fue en Toledo donde se realizaron la mayor parte de ellas. Muy pocos autores tradujeron fuera de Toledo e incluso éstos tuvieron algún tipo de relación con las obras conservadas en esta ciudad. En ese sentido resulta muy significativa la labor de algunos eruditos como Gonzalo Menéndez Pidal [15], quien trascribe los Incipit o Excipit de determinados manuscritos de bibliotecas remotas en las que consta la relación con autores vinculados a las escuelas toledanas.

Uno de los autores que más ha negado la existencia de esas traducciones afirma, sin embargo, que se conocen hasta 100 manuscritos de obras que pueden relacionarse con las escuelas toledanas. Verdaderamente, no cabe mayor contradicción entre la negación de dichas escuelas y la mención de semejante cifra. 100 obras son muchísimas obras para el siglo XII, sobre todo teniendo en cuenta que se conservan muchas más. A nadie se le oculta que los procesos de desamortización, las sucesivas guerras, bien contra los franceses o las guerras civiles, dispersaron en gran parte los fondos manuscritos que conservaba la catedral de Toledo.

Fotografía de la Catedral de ToledoA este respecto, conviene señalar que la comparación del catálogo elaborado por Lorenzo Frías [16], que recoge una relación de las obras manuscritas que se conservaban en la catedral de Toledo en 1808, y el de 1869 de José María Octavio de Toledo [17], ilustre bibliotecario que tuvo la ocasión como jefe del Servicio de Manuscritos de la Biblioteca Nacional de conocer perfectamente los fondos de origen toledano, presentan tan importantes variaciones que es necesario reconsiderar claramente el asunto.

A veces se reprocha a Amable Jourdain una visión poco crítica en su Reserches critiques sur l’âge et l’origine des traductions latines d’ Aristote (París 1819) respecto a la existencia de un “Collège de traducteurs” en Toledo durante la Edad Media y se achaca a Menéndez Pelayo [18] lo que no es sino un malentendido: la defensa entusiasta de la escuela de traductores en La ciencia española. Si se lee detenidamente la obra, se ve que él insistió una y otra vez en el hecho de que tales escuelas no existían como instituciones formales, sino que por el contrario se trataba de procesos vinculados a los que en algún momento llama talleres y con mucha frecuencia colegios. Es decir, personas que se colegiaban o se asociaban para llevar a cabo una determinada obra.

Lo anteriormente dicho es ahora fácilmente constatable gracias a la edición digital de las Obras completas de Menéndez Pelayo y de su epistolario llevada a cabo por DIGIBÍS, actualmente accesibles en ebook y disponibles a texto completo. Por cierto, que Menéndez Pelayo no estudia solo a Jourdain sino que nos proporciona una gran cantidad de obras de expertos en filosofía medieval que sustentan con claridad la idea de una Escuela de Traductores en Toledo, que durante diferentes etapas, aportaron al acervo cultural de la época una gran cantidad de traducciones.

Portada del libro de Amable JourdainOtros autores que han negado la existencia de estas escuelas han incurrido en errores de bulto en la asignación de obras de unos autores a otros. Sirva de ejemplo lo ocurrido con Aimable y Charles Jourdain. Se le atribuyeron al segundo obras del primero, y en ediciones nada menos que de los años 60 del siglo XX, siendo Charles  hijo de Aimable e igualmente estudioso de la Filosofía Medieval. Claro está que con este tipo de errores no puede darse mucha credibilidad a la crítica sobre las Escuelas de Traductores de Toledo.

Hemos señalado dos razones básicas por las cuales esas traducciones fueron realizadas en Toledo. Estas razones presentan, según creemos, cierta originalidad respecto a lo que conocemos hasta ahora. Por un lado, la existencia de la cuarta cultura de los mozárabes que conocían perfectamente el árabe y lo utilizaban como lengua escrita —lo prueban los archivos toledanos nada menos que hasta el siglo XV—, y por otro, la existencia de restos de las antiguas bibliotecas taifales que, a su vez, procederían de Córdoba. Así, Toledo reunía en mayor medida que otros lugares de España las personas especializadas y el material bibliográfico necesario para hacer las traducciones.

Labor de mecenazgo

Abordaremos ahora la identificación del papel impulsor, imprescindible para la creación de estas escuelas y para su continuidad. ¿Quién pudo estar en condiciones de ejercer semejante función? El arzobispado de Toledo y el propio rey cumplieron este papel, motivo por el cual no cabe duda de que las escuelas de traductores de Toledo fueron una realidad.

Como señala Serafín Vegas, resulta significativo que, teniendo en cuenta los esfuerzos de la Iglesia para acrecentar la fe cristiana, fuera la iglesia toledana la que diera a conocer los tesoros de la ciencia y filosofía árabes y que se convirtiera en catalizadora de la difusión del pensamiento griego a través de estos traductores, árabes, cristianos, mozárabes y judíos cuyo testigo recogería posteriormente la corte del rey Sabio Alfonso X [19].

El primero de los prelados que aparece relacionado con  la Escuela de Traductores de Toledo es el arzobispo Francis Raymond de Sauvetât, benedictino. El pontificado de D. Raimundo (1124-1152) coincide con la venida a España del también abad Pedro el Venerable (1092-1150), en busca de apoyo lingüístico con el que poder neutralizar la  doctrina mahometana desde su propia fuente, El Corán [20].

Durante este periodo llegaron a Toledo estudiosos extranjeros como Gerardo de Cremona, que coincidió en el tiempo con algunos traductores peninsulares como Ibn Daud, Domingo Gundisalvo, Juan Hispalense o el Maestro Juan.

Posteriormente, en un periodo al que nosotros hemos llamado “de transición”, entre los siglos XII y XIII, esa labor de mecenazgo siguió estando bajo la tutela de la Iglesia, prácticamente la única institución cuyos miembros tenían la formación adecuada y contaba con los recursos apropiados para acometerla. En este caso destaca el obispo Rodrigo Ximenez de Rada (1170 – 1247).

Durante este periodo el número de traductores procedentes de diferentes lugares de Europa aumentó considerablemente. Es este momento surgen traductores de la talla de Hermann El Alemán, Miguel Scoto, Alfredo de Sarashel o Marcos de Toledo.

Alfonso X en una miniatura de En la época de Alfonso X no cabe duda de que el monarca creó instituciones a las que se puede considerar Academias o Escuelas de traductores, en las que aparecen traductores como Yehuda ben Moses ha-Kohén, Alvaro de Toledo, Pedro Gallego, Rabbi Ishaq ben Sid (Rabiçag), Abraham Ibn Waqar o Antonio Andrés. En aquel momento, y es un factor de enorme importancia, el meridiano de Toledo era la referencia para los trabajos del toledano Azarquiel y para la ayuda que Rabiçag e Ibn Waqar prestaron a Alfonso X en la traducción de sus Tablas [21]. El hecho de que el meridiano se fijara en Toledo es, al igual que el establecimiento de la Catedral Primada de España en la Diócesis de Toledo apenas 3 años más tarde de la conquista de Toledo por Alfonso VI, una buena prueba de la importancia que la vieja capital visigótica tenía para los reconquistadores.

Todas las traducciones llevadas a cabo entre los siglos XI y XII fueron fruto del esfuerzo de los traductores-comentaristas bilingües que, o bien solos, o bien en colaboración con otros traductores o ayudantes, se convirtieron en elementos fundamentales para el pensamiento medieval destacando ostensiblemente sobre los territorios europeos monolingües . El hecho es que el modelo de transmisión de conocimientos durante todo este periodo coincide con la convivencia en Toledo de esas cuatro culturas que conservaban la lengua árabe y hebrea y, sobre todo, coincide con la actividad de sus mejores sabios, como es el caso de Averroes (1126-1198) o Maimónides (1138-1204) [22].

En este sentido, Gonzalo Menéndez Pidal en su fabuloso trabajo Cómo trabajaron las escuelas alfonsíes [23] ya mostró el proceso de traducción y creemos que es crucial el concepto de mozárabe como un cristiano de distinta formación lingüística que el proveniente de otras partes de Hispania o del resto de Europa, pues conocía el árabe escrito y probablemente hablado, al mismo tiempo que el romance castellano mozárabe.

En cualquier caso, y como ya advirtió Menéndez Pelayo en su obra La ciencia española era necesario, en primer lugar, disponer de una buena bibliografía que guiara al investigador, como se constata en su obra De re bibliographica; y en segundo lugar, era necesario buscar los libros y reunirlos en una biblioteca y, por último, ponerlos a disposición pública. Ese fue el objetivo de su biblioteca particular en la que estudiaron simultáneamente don Ramón Menéndez Pidal, don Adolfo Bonilla y San Martín y, no podemos olvidarnos, don Miguel Asín Palacios.

Más tarde esta biblioteca se donó a la ciudad de Santander con una sola cláusula, por cierto no respetada desde hace más de una docena de años, con el fin de que los investigadores no citaran de segunda mano la Antoniana Margarita por mucho que quedara claro por los estudios que evidentemente la obra de Pereira o la de Francisco Sánchez habían influido, respectivamente, a René Descartes o a Michel de Montaigne. Pero para don Marcelino fue bastante difícil reunir los manuscritos o impresos de los autores de la Escuela de Traductores de Toledo, pues por su antigüedad todas las ediciones son ediciones príncipes del siglo XVI [24].

Ignacio Hernando de LarramendiDon Ignacio Hernando de Larramendi vio con claridad que la tarea que se propuso don Marcelino debía realizarse en la red, proporcionando copias digitales de todo este acervo cultural. No sería ya obligado desplazarse a la biblioteca donde Menéndez Pelayo reunió, de forma admirable y provisto de un método riguroso, una formidable colección de obras de autores españoles. Don Ignacio amplió su idea a Portugal y a toda la América de habla española o portuguesa

En la actualidad contamos con herramientas [25] como Europeana o la Digital Public Library of America que pueden aportar cada vez más pruebas tangibles de esas traducciones. Es decir, tenemos la posibilidad de ver las propias obras, si no en la mano, sí a través de la red, lo que nos permite extraer determinadas conclusiones.

Gracias a estas herramientas, hemos refrendado importantes aspectos sobre las obras digitalizadas. La consulta directa de las fuentes nos ha permitido constatar que Gerardo de Cremona, considerado como el más importante traductor de la Escuela de Traductores de Toledo, no trabajaba solo, sino que lo hacía con socii.No es posible saber qué relación tenía Gerardo con sus colaboradores, sin embargo, quizás no resulte muy aventurado suponer que éstos últimos redactaban una primera traducción que posteriormente, Gerardo de Cremona revisaba, lo que explicaría el altísimo número de obras que tradujo. La Biblioteca Virtual de la Antigua Escuela de Traductores de Toledo recoge nada menos que ochenta obras atribuidas al italiano.

La API de Europeana

Logo de EuropeanaSin duda, uno de los mayores aciertos del proyecto Europeana ha sido la creación de una API [26] que permite consultar desde cualquier aplicación que la instale toda la base de datos de Europeana. Gracias a DIGIBÍS, la Fundación Ignacio Larramendi dispone de esta API en su Biblioteca Virtual de Polígrafos.

De esta manera, si consultamos a un autor o buscamos una de sus obras en nuestra Biblioteca obtendremos, casi instantáneamente, un número considerablemente superior de hallazgos puesto que la consulta se realiza a la vez en el catálogo de nuestra biblioteca y en Europeana. Como Europeana va incrementando considerablemente sus fondos, el número de resultados será cada vez mayor [27].

Nuestra Biblioteca Virtual de Polígrafos va más allá y esta Biblioteca Virtual de la Antigua Escuela de Traductores de Toledo supone un avance todavía mayor. Partiendo del hecho de que, gracias al Data Exchange Agreement (DEA) [28], es posible reutilizarlos metadatos de los objetos digitales accesibles en Europeana a través de su API, DIGIBÍS ha desarrollado para su programa de gestión bibliotecaria, DIGIBIB, un potente recolector que permite que los registros localizados en Europeana puedan descargarse en un fichero de trabajo y, tras ser mejorados bibliográficamente, incorporarlos a cualquier otra base de datos.

Logo de DIGIBÍSUno de los aspectos esenciales de la Biblioteca Virtual de la Antigua Escuela de Traductores de Toledo, así como de las anteriores bibliotecas virtuales, es el especial tratamiento de los registros de autoridades conforme a las nuevas reglas de catalogación Resource Description and Access (RDA). La labor fundamental consiste no solo en establecer un encabezamiento preferido para un autor, en nuestro caso traductor/comentarista, sino también en proporcionar la mayor cantidad de datos posibles sobre su biografía y su contexto histórico y cultural. Todo ello proporciona una enorme unidad y exhaustividad a los registros y a la base de datos.

Este riguroso proceso conlleva un gran esfuerzo, pero es perfectamente asumible y, desde luego, proporciona una enorme riqueza informativa utilísima para el usuario. Más difícil resulta la correcta identificación de las obras, a causa de los frecuentes errores que se observan en la asignación de títulos uniformes e incluso en la transcripción de los títulos propiamente dichos, en los metadatos que las distintas instituciones proporcionan. Si los encabezamientos ya son de por sí complejos, los títulos lo son muchísimo más, por lo que ha sido necesario llevar a cabo una enorme labor de investigación para poder unificar catalográficamente los registros. Si además se tiene presente que muchas de las fuentes estaban no ya en latín o en cualquiera de las lenguas de Europa occidental, sino que procedían de transcripciones del árabe y a veces del hebreo, y nunca normalizadas, la labor puede considerarse hercúlea.

Dibujo que indica las distintas denominaciones por países de un autor. En este caso, Gerardo de CremonaSe han incorporado nada menos que 1500 obras de 25 autores, es decir traductores, en esta nueva biblioteca virtual; 1500 obras a las que se las ha asignado un encabezamiento principal codificado con un campo 1XX del formato MARC 21 y con unos campos 3XX para añadir contenido semántico y agrupar a los autores en distintas categorías. Este  enriquecimiento se ha realizado, entre otros, con el Fichero Virtual Internacional de Autoridades (VIAF), donde hemos podido observar las enormes discrepancias entre los registros de autor-título, tanto en el autor como en el título, de las fuentes de información bibliográfica seleccionadas y la información procedente del estudio contextual de las obras.

Los traductores de la Escuela de Toledo aparecen citados en multitud de repertorios. Se mencionan las obras que tradujeron o que comentaron, también las obras que crearon a partir de las traducciones ya ex novo. Sin embargo, hay que rendirse ante la evidencia de que en la mayoría de los casos los autores citan de segunda mano. Es muy frecuente, y perfectamente explicable por otra parte, que cuando un autor hace alusión a las traducciones de un determinado traductor —que posteriormente se imprimieron, bien en el siglo XV o al principio del siglo XVI— cite sin la propia obra en la mano por la dispersión que con el tiempo han sufrido esas traducciones.

De tal manera que, cuando un autor mencionaba las traducciones que habían hecho Gerardo de Cremona o Hermann, el Alemán, rara vez había visto no ya el manuscrito, sino siquiera la edición príncipe. Esto explica además las enormes discrepancias que existen entre las descripciones de las monografías especializadas y las portadas u otras fuentes de información de los libros digitalizados que ahora pueden consultarse dentro de esta Biblioteca Virtual de la Antigua Escuela de Traductores de Toledo.

Una labor, verdaderamente, costosa y minuciosa que exige una vasta cultura, una extensa y especializada formación profesional y además tener acceso a la consulta de una exhaustiva bibliografía que habitualmente no está en línea. Ésto es, sin duda, uno de los aspectos fundamentales, quizá el primordial, que añaden valor a la Biblioteca Virtual de la Antigua Escuela de Traductores de Toledo.

Probablemente ningún investigador del periodo de la transmisión de la ciencia oriental al occidente cristiano o de la recuperación de la ciencia hispano-clásica habrá dispuesto nunca, como va disponer ahora, de las propias obras mediante la Biblioteca Virtual de la Antigua Escuela de Traductores de Toledo.

La Digital Public Library of America (DPLA)

Logo de la DPLADesde el 18 de abril de 2013 está operativa la Digital Public Library of America. Es importante señalar que la DPLA va a suministrar una gran cantidad de información digital y raro será que, dada la importancia de los participantes en el proyecto, no se convierta, al igual que Europeana, en una fuente importantísima de información bibliográfica, archivística o museológica.

Es pronto para decirlo, pero es más que seguro que la DPLA proporcionará importantes fondos digitalizados que ayudarán a incrementar los recursos digitales de la Biblioteca Virtual de la Antigua Escuela de Traductores de Toledo. A lo largo de los años las bibliotecas, archivos y museos americanos, y sobre todo los grandes magnates americanos, han adquirido en Europa y en España magníficas piezas bibliográficas que finalmente han ido a parar a alguna institución que probablemente haya procedido en algún momento a su digitalización.

Nunca debe olvidarse que la primera edición de La Celestina está en una institución norteamericana ni cuáles fueron las razones por las que esa institución dispone de ese ejemplar único. Si eso ocurrió con la edición príncipe de la comedia de Calisto y Melibea, es probable que también habrá ocurrido con manuscritos vinculados a la Escuela de Traductores de Toledo, con ediciones príncipe, con segundas ediciones o reimpresiones de esas traducciones que tanta difusión habrían de tener en Europa. Es seguro que eso va ser así y por eso es tan importante la DPLA, porque nos va a permitir buscar en un solo sitio, en un solo punto de consulta, la información distribuida en multitud de instituciones [29].

El respaldo que ha supuesto para Europeana el que la DPLA haya adoptado el Europeana Data Model (EDM) como su modelo de datos en Linked Open Data (LOD) —puede consultarse en el Metadata Application Profile— es importantísimo. No es el objeto de esta introducción valorar la importancia que para Europeana ha tenido esa decisión, pero sí lo es dejar constancia que gracias a ello va a ser posible acceder a nuevos contenidos.

Pantalla de la app que DIGIBÍS ha creado para consultar simultáneamente en la DPLA y en EuropeanaJustamente, la similitud de ambas estructuras de datos ha permitido que, de forma pionera, DIGIBÍS [30] haya desarrollado una aplicación que permite consultar simultáneamente esas dos inmensas bases de datos. Mediante una sola búsqueda se obtienen resultados en Europeana y en la DPLA en una misma pantalla. La aplicación la ofrece la DPLA en su página Apps Library.

Visibilidad y normalización

Uno de los propósitos que guía la elaboración de estas Bibliotecas Virtuales es dar la mayor visibilidad a los documentos —ya sean impresos o manuscritos, mapas o fotografías— y al pensamiento hispánico a lo largo de 2000 años. De nada sirve digitalizar los materiales bibliográficos si después se almacenan en un repositorio completamente desconectado de la Web o en una unidad suplementaria de memoria.

Para lograr la mayor visibilidad posible los objetos digitales se codifican conforme a un amplio conjunto de metadatos normalizados.[31]. La experiencia del director de Proyectos de la Fundación Ignacio Larramendi como responsable del Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico, de la informatización de la Biblioteca Nacional, con su sistema Ariadna, o de muchos otros proyectos de esta institución, ha definido claramente una línea de trabajo centrada en la normalización. Las Bibliotecas Virtuales FHL han seguido la misma estela. Este principio de buscar la visibilidad apoyándose en la normalización ha sido una norma en la interactuación entre la Fundación Ignacio Larramendi y la empresa DIGIBÍS, propiedad de la Fundación.

Logo de DIGIBIBAsí muchas de las especificaciones que se han elaborado para desarrollar el soporte lógico de las Bibliotecas Virtuales FHL han formado parte del desarrollo del Sistemas de Gestión Bibliotecaria DIGIBIB o de Gestión Archivística DIGIARCH y, viceversa, los desarrollos de esos dos sistemas o de otros en camino, beneficiarán indudablemente a las Bibliotecas Virtuales FHL, como así ha ocurrido en el caso concreto de la Biblioteca Virtual de la Antigua Escuela de Traductores de Toledo.

Logo del W3CDesde la Agenda de Lisboa ya era conocida la iniciativa sobre bibliotecas digitales, pero fue la creación de Europeana y su incorporación a la Agenda Digital para Europa lo que proporcionó a la gran biblioteca digital europea su respaldo jurídico. Europeana ha ido elaborando sus especificaciones funcionales, su modelo de datos y su propio entorno normativo en coordinación con el W3C Library Linked Data Incubator Group (W3C LLD). El informe final de este grupo de trabajo internacional se basó en el análisis de una serie de casos de estudio entre los cuales figuraba la Biblioteca Virtual Ignacio Larramendi de Polígrafos con el nombre en inglés de Polymath Virtual Library. Las Bibliotecas Virtuales FHL han procurado desde el primer momento ceñirse al modelo de datos de Europeana, el EDM.

A medida que el Europeana Data Model evoluciona se ha ido implementando en nuestras bibliotecas virtuales. De hecho, la última especificación de EDM la 5.2.3 corresponde a febrero de 2012, justamente cuando iniciamos el proyecto de la Biblioteca Virtual de la Antigua Escuela de Traductores de Toledo.

Ya se ha mencionado antes que la Biblioteca Virtual de Francisco Sánchez, el Escéptico es uno de los casos de uso de EDM para bibliotecas y por lo tanto no tiene nada de particular continuar ajustándose a ello. Sin embargo, y basado en una larga experiencia, se optó por mantener el formato MARC 21 como columna vertebral de la aplicación y transformar estos registros a ECM mediante un proceso de mapeo automático.

La dura experiencia de uno de los autores de esta introducción, que a mediados de la década de los 80 tuvo que aprender a crear registros MARC de intercambio sin especificaciones, ha sido definitiva para orientar el proyecto hacia la normalización y para que las transformaciones entre modelos de datos las realice el software de forma transparente para el usuario. Por ello, la introducción de datos de las Bibliotecas Virtuales FHL está diseñada para una catalogación completa que posteriormente podrá generar registros en ISO 2709, pero también en EDM.

Recursos, Descripción y Acceso (RDA)

Portada del libro de Amable JourdainAl mismo tiempo, se han ido incorporando los nuevos campos del formato MARC 21 para adaptarse a las nuevas reglas de catalogación RDA. Creemos que lo más importante, o con más futuro, ha sido introducir los campos necesarios para generar vínculos a los vocabularios de valores o conjuntos de datos (datasets) recomendados por el W3C LLD y por Europeana. Estas recomendaciones han supuesto una valiosísima guía a la hora de diseñar el modelo de relaciones de la Biblioteca Virtual de la Antigua Escuela de Traductores de Toledo, sin ellas es muy posible que se hubieran dado muchos palos de ciego.

No se trata aquí de dar una explicación completa de cuál ha sido el uso de las RDA y del formato Marc 21/RDA, pues eso ya se hizo en una comunicación presentada al congreso de la IFLA en Puerto Rico y, un año más tarde, de forma paralela al avance de los proyectos de las Bibliotecas Virtuales FHL, en un trabajo publicado en “Cataloging & Classification Quarterly” [32]. Pero sí conviene detenerse en el uso, verdaderamente particular, que se ha dado a las RDA, en especial en lo que se refiere a la función que cumplieron los autores de la Escuela de Traductores de Toledo. Estos autores, que como traductores, habrían ocupado una posición secundaria en un registro bibliográfico tradicional, en tanto que traductores, pero aquí ocupan una posición principal. Hemos considerado que su obra dista mucho de ser una mera traducción, sino que es una interpretación de una obra con frecuentes interpolaciones y en un entorno cultural radicalmente diferente del actual. Gracias a los campos MARC 21/RDA se ha agrupado a los autores de una forma verdaderamente original, formando diversas categorías en función del autor traducido, como se ha hecho con Aristóteles, Ptolomeo o Averroes.

Además, se ha llevado a cabo una política sistemática de enriquecimiento de la información de los autores siguiendo las recomendaciones del Informe Final del WC3 LLD y de Europeana. Para ello se ha utilizado de forma preferente, pero no exclusiva, el mencionado Virtual International Authority File (VIAF) o la DBpedia. Para las materias se ha consultado FAST (Faceted Application of Subject Terminology) y la Lista de Encabezamientos de Materia (LEM) que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte publicó en SKOS hace ya dos años y que ha ido enriqueciendo con vínculos a las listas de encabezamientos de materia de la Library of Congress, de la Deutsche Bibliothek, de la Bibliothèque National de France y, recientemente, de la Llista de encapçalaments de matèria de la Biblioteca de Catalunya.

Es evidente que la disponibilidad de datos en Linked Open Data tiene que dar lugar a nuevas y más potentes funcionalidades para una consulta más humana de estos datos, ya que la descarga de vocabularios o datasets o su consulta mediante SPARQL no puede tildarse de amigable.

El fichero de autoridades y de registros bibliográficos de la Polymath Virtual Library está registrado en The Data Hub y es uno de los pocos casos recogidos en el citado recurso. Ni que decir tiene que estos registros, como todos lo que creados a partir de las aplicaciones de DIGIBÍS y en particular en la aplicación DIGIBIB 8, sobre el que están construidos, generan dinámicamente y de forma transparente dos repositorios OAI-PMH, uno para registros de autoridades y otro para registros bibliográficos y, al mismo tiempo, proporciona registros en EDM lo cual proporciona una amplia visibilidad en toda la Web que es el objetivo primordial de las Bibliotecas Virtuales FHL.

 


Notas

[1] Chaucer: Canterbury Tales, 11,585

[2] Xavier Agenjo [et al.]. "La Escuela de Salamanca considerada desde el punto de vista de la Web Semántica y la información en la red". — En: Crisis de la modernidad y filosofías Ibéricas : [actas de las] X Jornadas de Hispanismo Filosófico, Universidade de Santiago de Compostela, 13-15 de abril de 2011 / José Luis Mora García, Delia Manzanero, Martín González, Xavier Agenjo Bullón, editores. — Madrid : Fundación Ignacio Larramendi ; Departamento de Filosofía, Universidade de Santiago de Compostela ; Asociación de Hispanismo Filosófico, 2013. Se puede consultar en la web en http://eprints.rclis.org/19039/

[3] Europeana Data Model (Modelo de Datos de Europeana) es una estructuración de los datos con los que las diversas instituciones del patrimonio cultural contribuyen a Europeana. El diseño de EDM está basado en los principios fundamentales y buenas prácticas de la Web Semántica y Linked Data. El modelo está construido sobre estándares como RDF(s), OAI-ORE, SKOS y Dublin Core y tiene el objetivo de servir de ontología común de alto nivel que permita la interoperabilidad respetando los modelos de datos originales. Martin Doerr; Stefan Gradmann, Steffen Hennicke, Antoine Isaac, Carlo Meghini, Herbert van de Sompel. “El Modelo de Datos de Europeana (EDM)”. 76th Ifla General Conference And Assembly 10-15 Agosto 2010, Gotemburgo, Suecia. 

[4] Motivo por el cual Étienne Gilson pudo hablar de la triple recepción de Aristóteles en la Universidad de París. Gilson, Étienne (1884-1978): La Philosophie au Moyen Âge : des origines patristiques à la fin du XIVe siècle / Étienne Gilson. — Deuxième édition revue et augmentée. — Paris : Payot, 1944. — (Bibliothèque historique). La traducción al español fue editada por Gredos: La filosofía en la Edad Media: desde los orígenes patrísticos hasta el fin del siglo XIV. — Gredos: Madrid, 1965

[5] En lo que es conocido como Bayt al-Hikma o Casa de Sabiduría de Bagdad, donde la influencia de los nestorianos fue notable.

[6] En Tarazona Michael (1119-1152) y en Toledo Raymundo (1126-1152) bajo cuya protección había una serie de traductores que en muchas ocasiones les dedicaban las traducciones

[7] Millàs Vallicrosa, José María : Las traducciones orientales en los manuscritos de la Biblioteca Catedral de Toledo [Texto impreso] / por José Mª Millas Vallicrosa... — Madrid : Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1942 (Imprenta.- Escuela de la Casa Provincial de Caridad), pp. 3-11.

[8] Benito Ruano, Eloy: "Ámbito y ambiente de la 'Escuela de Traductores de Toledo'". En Espacio, tiempo y forma. Serie III, Hª. Medieval, t. 13, 2000, p. 17

[9] Conocemos otras “Escuelas” en ese mismo tiempo más o menos aisladas, como la de Tolouse, Bezières, Narbona, Barcelona, Tarazona, Zaragoza, Pamplona, León, Segovia o, especialmente, la Escuela del Monasterio de Santa María de Ripoll.

[10] Hasta el siglo XIX se pensaba que Ibn Gabirol y Avicebron eran la misma persona

[11] Menéndez Pidal, Ramón: España, eslabón entre la Cristiandad y el Islam. — Madrid 1956,  p. 35

[12] José S. Gil, La escuela de traductores de Toledo y sus colaboradores judíos, Toledo,  1985, pp 21-24

[13] Donde se describe perfectamente "la caída de los graves".

[14]  Como bien señaló en su obra Villacrosa, la aportación del elemento oriental en la cultura europea conoce una marcha ininterrumpida durante los siglos X y XI, pero su mayor importancia tiene lugar cuando la cultura europea rebasa el ámbito del claustro benedictino para organizarse en una forma que preludiaba la de las futuras universidades. p. 7-8.

[15] Menéndez Pidal, Gonzalo. Varia medievalia / Gonzalo Menéndez Pidal. — Madrid : Real Academia de la Historia, 2003. — (Clave historial ; 33.)

[16] Frías, L. Manuscritos de la Santa Iglesia de Toledo,  Primada de las Españas. —  I-II (Manuscritos) III (Impresos), Toledo, 1808.

[17] Octavio de Toledo, J.M.D. Catálogo de la librería del Cabildo Toledano. — I (Manuscritos) II (Impresos) . — Madrid 1903-1906

[18] Sigue estando vigente la queja de Marcelino Menéndez Pelayo acerca del escaso interés que los historiadores españoles del Pensamiento han demostrado tener en relación con la escuela de traductores toledanos, dejando a salvo la excepción que significa la amplia obra investigadora de M. Alonso, Bonilla y San Martín o Millàs Vallicrosa.

[19] Vegas González, Serafín. La Escuela de Traductores de Toledo en la historia del pensamiento. [Toledo : Concejalía de Cultura, 1998].

[20] Martín Duque, Ángel J.: "El inglés Roberto, traductor del Corán. Estancia y actividades en España a mediados del siglo XII". En: Hispania: Revista española de historia, ISSN 0018-2141, Nº 88, 1962, pp. 483-506.

[21] La precisión de las Tablas era tal que Pierre Simon de Laplace (1749-1827), uno de los más destacados matemáticos de la Ilustración, seguía utilizando las observaciones y anotaciones de Azarquiel para realizar los cálculos de las posiciones y predicciones planetarias.

[22] Gargatagli, Marieta. La Historia de la Escuela de Traductores de Toledo. En: Quaderns. Revista de Traducció, 4 (1999), p. 13.

[23] Menéndez Pidal, Gonzalo. "Cómo trabajaron las escuelas alfonsíes". En: Quaderns. Revista de traducció, 4, (1999), pp. 67-84.

[24] Por desgracia no es fácil corroborar esos hechos con una consulta a los fondos automatizados de la Biblioteca de don Marcelino Menéndez Pelayo, pues debe ser la única de esa categoría que no está automatizada y cuyos fondos no pueden consultarse a través de la Web. Y no estamos hablando de fondos digitalizados sino de las meras referencias bibliográficas en una colección que no supera los 30.000 ejemplares.

[25] Quizá sea posible en un futuro la realización de un proyecto que en su día presentó DIGIBÍS para los repositorios iberoamericanos y al que denominó Americanae.

[26] Una forma fácil de acceder a la API de Europeana. Noticia en línea. También la recientemente inaugurada Digital Public Libray of America (DPLA) ha desarrollado su propia API. Es de destacar que Digibís ha desarrollado una aplicación accesible en la DPLA que permite la consulta simultánea en Europeana y en la DPLA

[27]  Cuando se escribe esta introducción ya está en torno a los 27 millones de objetos digitales, cifra verdaderamente considerable que permite albergar todas las esperanzas de que se vayan cumpliendo los objetivos marcados en el plan estratégico de Europeana para el periodo 2011-2015.

[28] http://pro.europeana.eu/web/guest/data-exchange-agreement

[29] No debemos olvidar que OAIster, alberga en la fecha de escritura de esta introducción en torno a los 25 millones de objetos digitales, pero no pone el énfasis en los tesoros bibliográficos, mientras que la DPLA es seguro que lo va a hacer.

[30] http://dp.la/apps/2

[31] La solución como siempre proviene del mundo de los estándares.

[32] un análisis incluso más pormenorizado podrá verse en un artículo dedicado al análisis de el futuro de Dublin Core en la panorámica de las RDA y LOD.